Por Henry Picado Cerdas
24
junio, 2013
La escritora hondureña Melissa Cardoza
se refirió a la situación en Honduras, caracterizándola como, “la entrega total de territorio de un nivel
de desvergüenza, de cinismo y de delincuencia que sólo puede parecerse a una
institución colonial como la encomienda”. Situación que resisten los
movimientos y organizaciones de pueblos indígenas, de mujeres, de campesinos
que la escritora de nómina “ensamble de
resistencias”.
En el foro titulado “Las mujeres somos como el maíz, siempre
renacemos” organizado por el Centro de Investigación y Estudios Sobre la
Mujer (CIEM) de la Universidad de Costa Rica, el pasado martes 11 de junio,
Cardoza ofreció un texto ante esta situación de represión en Honduras. Texto
que remite al caso de criminalización y enjuiciamiento que sufre Bertha
Cáceres, dirigente del Comité de Organizaciones Populares e Indígenas de
Honduras COPINH. Organización que mantiene un plantón desde hace más de 2 meses
frente al plantel de la empresa de capital chino DESA-SYNOHIDRO en contra de la
construcción de una represa en el Río Blanco denominado Proyecto Hidroeléctrico Agua Zarca.
Este jueves Berta Cáceres
enfrenta cargos en los tribunales hondureños donde se le acusa de supuesta
tenencia ilegal de armas. Para las organizaciones hondureñas y la escritora Cardoza “esta es una muestra de la
indefensión en que se encuentran los movimientos sociales ante el aparato
judicial de ese país, donde la única manera de enfrentarlo es estando juntos y
juntas”.
Puede escuchar a
continuación parte de la presentación de Melissa Cardoza y el cuento “Allá en el Río”: Melissa
Cardoza
Puede encontrar la
Cyberacción en solidaridad de Bertha Cáceres en este link: Solidaridad
para detener la criminalización del COPINH
Allá en el río
Dicen las gentes que saben compartir
las historias como el café, que en las riberas del Gualcarque mujeres y
hombres, las cipotas corrían bajando los cerros con sus gritos copines hasta
donde unos señores que vinieron de otras tierras y que sin entender la lengua
huían despavoridos.
Que hombres uniformados y
malencarados no hallaron bien qué hacer ante ese montón de gente y de colores
que pintaban la tarde, llenando la hora de la oración con sorpresa y rebeldía.
Dicen que los cipotes y
también las cipotas de hecho expertos en afinar la puntería pero que ya no
matan pajaritos, ni pichetes ni le dan a los troncos de los árboles ni a los
panales.
Que las mujeres de la
comunidad del río echan tortillas y cuecen frijoles como todas, y que entre
ellas vive una que le dicen “María la
espanta chinos”, que tiene talante alegre y machete pronto para usarlo en
contra de invasores.
Dicen que una mujer
desgreñada anda ahí entre esos cerros, que revuelve la gente que de por sí ya
estaba revuelta y que se encachimba luego, que la buscan policías, chafas,
machos y todo tipo de traidores y asesinos. Que se baña en el río, pero no para
asustar a los hombres porque esos ya nacieron con susto y por eso la odian. Que
esa despeinada se ríe del gusto de surcar las aguas libres con el cuerpo libre
y libre la conciencia entre los suyos.
Dicen que en las aguas del
río Gualcarque las niñas espíritus lencas que cuidan todas las aguas dulces
cantan y ríen mirando a esa gente más vieja que el mino sembrando la milpa y la
vida entre los montes y las aguas.
Dicen que alguna gente
debería ir a ver cómo es que es eso para que se les quite el mucepo colectivo.
Comentarios