22/07/2013
x Colectivo La Voz de los Xiches,
Veredas Autónomas,
SubVersiones AAC y
Centro de Medios Libres
La
historia de los presos Loxicha se encuentra en un mar de dudas y caos
controlado por las mismas instancias de gobierno y de los medios de
comunicación masiva. Los medios del poder siguen llenando de obscuridad lo que
entendemos como un acto ilegal e insoportable, la prisión política en este país
se esconde debajo de un discurso de miedo y de falsas hipótesis que arrastran a
seres humanos con nombre, rostro, dignidad e historia.
Con esta convergencia de medios buscamos desanudar y
desenmarañar una parte de esta historia de lucha y represión e iluminar la vida
y el recorrido de resistencia de nuestros compañer@s pres@s politic@s. Nuestro
territorio político y ético parte del consenso y de nuestra adherencia a la
Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Luchar con un preso político es luchar
por la libertad, libertad de todas y todos los que queremos un mundo donde
quepan muchos mundos.
Buscamos amplificar la voz del preso político Álvaro
Sebastián Ramírez y de sus familiares adherentes a la Sexta, buscamos resaltar
la historia y la lucha de los 7 presos políticos Loxicha, buscamos articular
con otros familiares de presos políticos para crear canales autónomos de
dialogo rebelde.
“Más que nada son seres humanos, personas como
nosotros. Son personas con muchas capacidades y también con mucho deseo que las
comunidades, que la gente tenga otro estilo de vida, mas “digna” como se dice
mucho. Y yo creo que este es el deseo de ellos y de muchos de los que están en
las cárceles por esta causa”.
Fidel Zurita García,
Párroco del Municipio de San Agustín Loxicha
La Región Loxicha, entre
violencia y resistencia
La región Loxicha,
ubicada en el distrito de Pochutla, en la Sierra Sur del estado de Oaxaca, está
compuesta por los municipios de Candelaria Loxicha, San Baltasar Loxicha, San
Bartolomé Loxicha, Santa Catarina Loxicha, Magdalena Loxicha y San Agustín
Loxicha. Región zapoteca, tiene una identidad cultural fuerte que los hombres y
mujeres de la región heredaron de sus antepasad@s, a pesar del dominio que se
desarrolló sobre sus tierras: su población muchas veces tuvo que enfrentarse a
situaciones de violencia, producidas tanto por la conquista española como el
dominio de caciques, o del mismo gobierno mexicano, lo cual no se ha acabado hasta
la fecha. Así, la lucha para la Libertad de sus presos es una entre varias
otras, inscritas en su larga historia de resistencia.
Los pobladores de las comunidades Loxicha gustan contar la
historia de su nacimiento, cuando, al sufrir la conquista y la colonización de
sus pueblos, sus antepasad@s tuvieron que refugiarse en las montañas para
refundar sus comunidades y seguir viviendo en paz. Subieron hacia los cerros,
llevando consigo una imagen del santo patrón San Agustín, con la creencia de
que si en un lugar sembraban varias semillas, y que todas crecían para formar
una milpa, este era el buen lugar para establecerse. Caminaron, recorriendo los
montes hasta que se cumplieron sus creencias. De ahí, tuvieron que encontrar un
nombre para su recién nacido pueblo: como era un lugar con muchos tejones, le
llamaron “loo-mxhiiss”, “lugar de los tejones”. Cuando, años
después, llegaron los españoles hacia sus montañas, llevaron con ellos nuevos
cultivos, entre ellos el de la piña. El nombre del pueblo se cambió por “Loo-xhiis”, “lugar de piñas”, que terminó en su registro oficial ante el Estado
como “Loxicha”. En las palabras de
l@s ancian@s, así nació el pueblo de San Agustín Loxicha, principal ciudad de
la región. Poco a poco, en sus alrededores, crecieron otros pueblos. Hoy en
día, se encuentran 72 comunidades en la zona.
La población de la región loxicha está conformada casi en su
totalidad por indígenas zapotec@s, cuya lengua predominante es el zapoteco.
Según un una síntesis
de la Secretaria de Desarrollo Social y Humano del Estado de Oaxaca,
en la micro-región “zapoteca-Sierra Sur”1, el 66.4% de la población de cinco años y
más habla alguna lengua indígena. Dentro de ell@s, much@s son l@s que no hablan
el español, particularmente las mujeres.
Las comunidades de la región se caracterizan por su cultura
histórica, que se expresa en sus creencias, costumbres, y formas de entender el
mundo y de relacionarse con él. Así, este idioma, heredado de sus abuel@s, es
una de las manifestaciones de ella. Es parte de una concepción colectiva de la
vida, en la cual todos los seres naturales se relacionan como herman@s viviendo
en la tierra, considerada madre. Lo mismo sucede con el sol, el padre. De ahí
surgen varios principios que orientan la vida colectiva de la comunidad. Se manifiesta
de manera muy fuerte en su organización política. En la organización
tradicional de las comunidades, las decisiones se toman en asamblea, la cual
designa a una autoridad municipal, cuya tarea es fomentar la creación de las
condiciones que permitan la realización de las actividades necesarias para el
beneficio del pueblo y la aplicación de sus decisiones. Así, ser autoridad
municipal es “convertirse en el primer
servidor del pueblo”, el “Mbdam-loo-yee's”,
el “Papá del Pueblo”. Si todos los
miembros de la comunidad nacen para servirla, no todos aspiran a volverse
autoridad. Para ello, uno tiene que demostrar, mediante el estudio y la
realización de múltiples servicios, su capacidad a serlo. Así, existen en el
pueblo una multitud de cargos, con niveles de responsabilidad distintos, siendo
el de autoridad municipal el cargo “máximo”.
Cabe destacar que ninguno de ellos conduce a cobrar un sueldo.
Otras formas de organización histórica pueden ser
destacadas, tales como el tequio y la ayuda mutua, los cuales son también muy
importantes en la vida colectiva de las comunidades. El tequio es un trabajo
colectivo de todo el pueblo, con carácter obligatorio, cuya meta es realizar
una obra común. Puede consistir en trabajos físicos como la construcción de
edificios comunales o la limpia de caminos, pero también en la organización de
las fiestas populares. Según Álvaro Sebastián Ramírez, uno de los 7 presos de
la región, en un testimonio escrito durante su encarcelamiento en el Penal de
Etla, “es precisamente la forma de
trabajo de un individuo para la comunidad, la que le da respetabilidad ante los
demás ciudadanos”. En cuanto a la ayuda mutua, es una variación del tequio
para obras más chicas e individuales, principalmente a nivel familiar y
vecinal. Consiste en pedir apoyo para trabajos tales como la construcción de
una casa o la cosecha de una milpa, la agricultura siendo la actividad
económica principal de las comunidades loxicha: su población se dedica
masivamente a la agricultura de subsistencia, particularmente del maíz, café,
frijol o plátano.
Los pueblos de la
región loxicha, pueblos de resistencia
Estos principios y formas de organización de la vida son históricos en
los pueblos indígenas. Gracias a ellas, estas comunidades han podido
sobrevivir y sostener una resistencia de varios siglos, enfrentando las
adversidades económicas, culturales y políticas. Como lo explica Álvaro, “la resistencia de nuestros pueblos indígenas
no es un proceso reciente, sino que data de hace más de 2000 años (...), agravado por la opresión étnica y cultural
que fue iniciada con la conquista de los españoles hace 500 años”. Sin
embargo, el dominio sobre estos pueblos no se ha acabado con la Independencia,
y en los años recientes, los ataques a su identidad han sido muy fuertes.
En la segunda mitad del siglo XX, varios caciques
impusieron su poder en la región. Poco a poco, desarrollaron un modelo de
dominación sobre las comunidades, despojándoles de su fuerza de trabajo y de
sus recursos naturales. Unas cuantas familias empezaron a explotar a los
pobladores, acaparándose de sus terrenos y productos mediante la implementación
de un sistema de préstamos sobre cosecha con altísimas tasas de interés, y un
control fuerte sobre los precios de las mercancías. En este marco, los
campesinos empezaron a endeudarse, y como ya no podían pagar, muchos tuvieron
que vender sus pertenencias a los caciques para volverse jornaleros o emigrar a
las ciudades para buscar un trabajo. Además de este dominio económico,
impusieron su presencia a nivel político, impidiendo la organización de las
asambleas y controlando a las autoridades municipales, atacando de una vez a
los principios históricos de auto gobierno de las comunidades. El caciquismo se
basaba también en la construcción de un clima de violencia y miedo, con el
desarrollo, sobre todo en los años 70, de grupos de pistoleros que andaban
persiguiendo a los indígenas de las comunidades, saqueando sus milpas y casas, robando
su ganado, asaltándoles en las calles, amenazándoles, violando a las hijas y
mujeres. En este mismo sentido, en 1982, llegó a la región Loxicha "Antorcha Campesina", grupo
paramilitar filial del PRI. Todos estos actores se oponían a la práctica de las
actividades comunitarias tendientes a mantener la colectividad.
Estos años de dominación y explotación dejaron a
las comunidades de la región en condiciones de gran pobreza. Casi todas
carecían de los servicios más elementales como clínicas, agua potable,
escuelas, caminos transitables, o energía eléctrica. Había altísimos niveles de
desnutrición, de muertes por complicaciones de parto o por enfermedades
curables para gran parte de la población nacional.
Los habitantes de la región no dejaron a los caciques
y pistoleros actuar sin resistencia. A lo largo de los años, lograron
organizarse como pueblo para protestar y demandarle servicios, apoyos y mejores
condiciones al gobierno. También armaron varios grupos de auto defensa contra
los grupos de pistoleros que servían los intereses de los caciques
locales. Si bien es cierto que esto ocurrió con grandes manifestaciones
de violencia –en San Francisco Loxicha, en aproximadamente 10 años, el
conflicto y las masacres dejaron más de 150 muertos– también permitió a
las comunidades Loxicha debilitar parte del dominio de los caciques sobre su
región. Por ejemplo, entre 1984 y 1986, en el municipio de San Agustín Loxicha,
la comunidad logró imponerles la realización de distintas obras comunitarias. A
pesar de los enfrentamientos, el presidente municipal Alberto Antonio Antonio y
sus comuneros, movilizados en tequio, llevaron a cabo la reconstrucción de su
mercado y de su palacio municipal.
1996,
principios de la gran represión
No obstante, la profundización de la organización y de la
resistencia de las comunidades Loxicha no ha sido permitida por el Estado
mexicano. Este último utilizó como pretexto para justificar la represión de los
indígenas de la Sierra Sur el nacimiento de un grupo armado en la región:
el Ejército Popular Revolucionario (EPR). Cuando el 28 de agosto de 1996, en la
Crucecita, Huatulco, un enfrentamiento entre el EPR y diferentes cuerpos de seguridad,
dejó un saldo de 16 muertos; el gobierno estatal, encabezado por Diódoro
Carrasco Altamirano, impuso la idea de que las autoridades municipales de San
Agustín pertenecían al grupo armado y que la población de las agencias de la
región era base de apoyo. Este argumento, ampliamente difundido en los medios
de comunicación, permitió justificar la represión. Esta dinámica fue acompañada
por el gobierno federal, bajo la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, el
cual ordenó una movilización del ejército con ayuda de policías federales,
estatales y municipales en los estados donde estaba presente el EPR2.
A partir de los hechos ocurridos, se
multiplicaron las amenazas, secuestros, desapariciones forzadas, la tortura
sistemática y hasta las ejecuciones extrajudiciales. También fueron detenidas
más de 150 personas. Si bien la mayoría de ellas han sido liberadas, hasta la
fecha aún siguen presas siete. Al estar encarcelados desde hace mas de 16 años,
el ex-alcalde de San Agustín Loxicha, Agustín Luna Valencia, el ex-síndico
Fortino Enríquez Hernández, Eleuterio Hernández García, Abraham García Ramírez,
Álvaro Sebastián Ramírez, Zacarías Pascual García López y Justino Hernández
José han padecido violaciones sistemáticas a su derechos humanos, políticos y
jurídicos.
La represión de 1996 también trajo consigo la
militarización y paramilitarización de la zona, que no se ha acabado
hasta la fecha. Desde entonces las comunidades que conforman esta región han
vivido un cerco militar, paramilitar, económico y social. En 1997, se construyó
en Miahuatlán de Porfirio Díaz la XLIV Zona Militar que cuenta con unidad
habitacional, campo de entrenamiento y pista de aterrizaje y tiene influencia
en 175 municipios de la Costa, los Valles Centrales, la Sierra Sur y parte de
la Mixteca. Además, de esta zona militar, fue inaugurado hace poco el Centro
Federal de Readaptación Social (Cefereso) N° 13 en Mengolí de Morelos,
Miahuatlán de Porfirio Díaz, uno de estos “centros de exterminio” que son parte de
la Iniciativa Mérida, impulsada en el país
con el “apoyo” de la inteligencia
estadounidense. Es también ahí, donde recién fueron trasladados los 7 presos
Loxicha, antes de ser llevados hacia otro CEFERESO en Huimanguillo, Tabasco, en
el cual siguen encarcelados hasta la fecha.
En paralelo, se multiplicaron los retenes y los
patrullajes como manera de controlar a la población y sus movimientos. El
ejército ocupó varias comunidades de la región y estableció bases de
operaciones mixtas en distintos municipios, de las cuales permanecen dos ahora.
Su presencia es bastante discutida por l@s habitantes de la zona. Así, para el
regidor de educación del Municipio de San Agustín, “no hay necesidad de ellos”. Esto no significa que no haya
violencia en la región. “Ya ves que el
gobierno pone sus bases para qué, para ellos, de esta manera se calme la
comunidad. Pero en la comunidad hasta ahorita, no está tranquilo”,
precisa en una entrevista el padre Fidel Zurita García, párroco del municipio
de San Agustín Loxicha, quien sentencia: “a
pesar de que estaban, sucedieron asesinatos”.
Ante la pobreza,
¿apoyo verdadero o estrategia de contrainsurgencia?
A partir de estos cambios, las difíciles condiciones de vida de
los indígenas de la región Loxicha se han visto agravadas. La presencia de
fuerzas militares y policíacas en la región, así como la represión ejercida
contra los habitantes de la zona, han alterado la vida cotidiana de las
comunidades. Según la Secretaria de Desarrollo Social y Humano del Estado de
Oaxaca3,
el 89,7% de la población de la Sierra Sur vive en situación de pobreza, el
60.0% de los cuales se encuentran en situación de extrema pobreza. Según el
padre García, “el sueldo, en el campo, es
de 70, 80 pesos diarios. Incluso cuando los que tienen la posibilidad de
contratar gente para sus terrenos y ven la necesidad que la gente tiene de
trabajar, les ofrecen 50 pesos. Es bajísimo”. Cabe precisar que en la
región, la mayor parte de las familias tiene alrededor de 6 o 7 hijos...
Paradójicamente, los eventos de 1996 también
condujeron a una mayor implicación del gobierno en la región. A lo largo de los
últimos años, aparecieron centros de salud en la mayoría de los municipios, se
amplió el acceso de las comunidades a la electricidad, se construyeron unas
carreteras. De ahí, surgen unas preguntas: ¿son apoyos verdaderos los que han
sido dirigidos a la región Loxicha en los últimos años? ¿o son acciones
superficiales que toman un papel de contención social? Para el padre García, “lo que paso en el 1996 trajo un beneficio
grande a este municipio, porque los recursos empezaron a fluir”. No
obstante, no es el pueblo el que más se aprovechó de este cambio. “¿Que mejore la calidad de vida? No, casi
no”, sigue el párroco. “El asunto es
que a lo mejor el gobierno destina recursos, pero este dinero tiene que pasar
por distintos lugares, quienes vayan diciendo por donde va, por donde sí, por
donde no, y por allí se va quedando. El manejo de los recursos es muy
discutido. Y yo creo que esto es lo que quieren, que los recursos no llegan
realmente donde tienen que llegar”.
En la comunidad de Loma Bonita, ubicada a unos
30 minutos de San Agustín en camioneta, se encuentra un hospital. Bastante
grande y moderno, su construcción empezó hace unos 8 años, con una inversión de
aproximadamente 80 millones de pesos, según las autoridades. Sin embargo, a
pesar de que los trabajos de construcción ya están terminados, aún no está
funcionando. “El hospital lleva 8 años de
haber iniciado, ya está un 100% ya terminado, pero debo decir que falta
medicamentos, personal, mobiliario, que son lo más que falta”, explica
Miguel Almaraz Ramírez, suplente del presidente municipal de San Agustín.
Por otro lado, llegaron también a las
comunidades varios programas estatales tales como Oportunidades, Procampo,
Progresa o Procede, o la oferta de becas, créditos, y promesas de empleo. Sus
efectos concretos respeto a un supuesto mejoramiento de las condiciones de vida
de los habitantes son muy pocos. El propio gobierno de Oaxaca lo reconoce,
cuando, hablando del programa Oportunidades, afirma en su informe “estas medidas no cambian las causas
estructurales de esta condición, pues sus alcances son de corto plazo y no
brindan a las familias una verdadera solución para salir de la pobreza por sus
propios medios”.4
El papel de las vías de comunicación también es
interesante: después de 1996, fue construida una carretera pavimentada hacia la
cabecera municipal de San Agustín Loxicha, la cual sigue su camino cruzando la
región hacia el Sur. Esta otra porción todavía es de terracería. Para todas las
comunidades que no son cruzadas por estas vías, la única forma de moverse sigue
siendo caminando por sus angostas veredas. Sin embargo, al mirar un poco más la
situación, uno descubre rápidamente que aún los que tienen acceso a las
carreteras siguen andando. Una primera razón es económica: pocos son los que
tienen un carro propio, y el precio del transporte en camioneta no es accesible
para muchas familias. Uno de los hijos del preso Abraham García Ramírez cuenta,
por ejemplo, que para viajar de San Agustín Loxicha hacia la comunidad de su
padre, le cobran unos 25 pesos (acá, vale la pena acordarse del salario mínimo
diario en la región: 61 pesos con 38 centavos). Carmen, una de las hermanas
mayores del preso Álvaro, tiene otros argumentos. Con su vestido de flores, su
sonrisa y sus 71 años, nos cuenta como ella siempre se mueve caminando hacia el
pueblo: dos horas de ida, y dos de vuelta. ¿Por qué? Ella no está acostumbrada
a los carros y camiones, les tiene miedo y prefiere seguir a pie. Si una gran
parte de la población de Loxicha no usa las carreteras construidas por el
gobierno, ¿de qué sirven sino para “tapar
el ojo al macho”, y para facilitar el acceso de las mismas autoridades
políticas y militares en la región?
Hacia la criminalización
de la pobreza y de la lucha social
Todos estos elementos han sido acompañados por una fuerte
propaganda por parte del Estado mexicano y de los medios de comunicación. El
caso de los 7 hombres que siguen presos hasta la fecha es llamativo. A lo largo
de los años, han sufrido una fuerte estigmatización, que ha logrado convertir a
los 7 zapotecos Loxicha en 7 “terroristas”
que representan “un peligro mayor para la
sociedad”. Con el uso de la represión y del estigma de “terroristas” que les está atribuido, las autoridades lograron
imponer el miedo, dividir y frenar así la construcción de movimientos de
solidaridad. Según Don Leonardo, padre de Justino, hasta hoy “la comunidad ha hecho oído sordo”
porque “tiene miedo a la represión, a la
desaparición”. “Pero tampoco les
podemos echar la culpa”, precisa. Lo mismo sucede con la movilización de
los pueblos para el mejoramiento de sus condiciones de vida. Así, el padre de
San Agustín declara en una entrevista: “Sí,
hay descontento. Si tú platicas con la gente y que ve que eres una persona de
confianza, te habla y te dice. Sino mejor se calla, porque es peligroso hablar.
De hecho, el mismo silencio de la gente te dice mucho”.
Ante esta situación, las comunidades de la
región han seguido viviendo procesos de debilitamiento de su organización y de
su tejido social. En una entrevista, el suplente del presidente municipal de
San Agustín Loxicha afirma por ejemplo que “el
tequio, ahorita muy poco”. Según él, en la cabecera, casi ya no se usa esta
forma de organización ancestral de los pueblos indígenas. En las comunidades,
nos cuenta que todavía se da, pero sobre todo de manera coyuntural, “en los caminos, para liberar el paso”.
Al mismo tiempo, se multiplicaron los casos de migración y desplazamiento: para
el padre García, la alternativa que domina entre los habitantes de la región es
irse hacia la ciudad de Oaxaca, la Costa o el Norte.
Por lo tanto, es difícil alejar la situación que
se vive en la región Loxicha de las estrategias globales que adoptó el Estado
mexicano en términos de control social y, en paralelo, de liberalización
económica, desde hace décadas, pero sobre todo desde 1994 con la firma del
Tratado de Libre Comercio y el surgimiento del EZLN en Chiapas. Desde esta
fecha, las políticas gubernamentales se han orientado, junto con la promoción de
leyes y programas neoliberales, hacia la persecución de líderes sociales, la
desarticulación de organizaciones civiles, campesinas, indígenas,
magisteriales, sindicales y todas aquellas que se oponen a la degradación del
Estado de derecho y de sus condiciones de vida. En el contexto chiapaneco, esta
estrategia ha sido llamada “Guerra
Integral de Desgaste”, la “guerra
integral” siendo definida como aquella que "usa elementos militares, políticos, económicos, psicológicos,
propagandísticos, sociales y culturales, y busca afectar todos los ámbitos de
la vida". Se completa con la noción de “desgaste”, lo cual tiene como objetivo a largo plazo “cansar a la población civil, base de apoyo,
para que deje su lucha"5. Por
mucho, este concepto aparece muy conveniente para analizar también a la
situación que se vive en la región loxicha, como en muchas otras partes del
país.
Respecto a los presos, la dinámica que desde
hace más de 16 años ha trabajado el Estado mexicano para deslegitimarlos,
aislarlos y acallarlos se está profundizando hoy en día. Con su traslado hacia
el CEFERESO n°6 de Huimanguillo, Tabasco, el Estado está dando un golpe más a
estos siete hombres y sus familiares, haciendo aun más difícil la comunicación
entre ell@s, pero también hacia fuera. Como lo declara el padre de San Agustín,
respecto a los presos, “(en la
región) hay muy poca información, la
gente está muy desinformada”. Luego, sigue explicando: “yo creo que lo que hace falta es que la gente esté informada. Cuando
la gente está desinformada, es cuando tiene miedo de hablar, cuando no se exige
el respeto de sus derechos”. Es justamente esta falta de comunicación y el
silencio que se les quiere imponer lo que rechazan actualmente l@s familiares y
solidari@s de los presos zapotecos, organizándose para que salga la
información, que se escuche su descontento. Por su lado, el padre García
también lleva algo de esperanza cuando, hablando de los habitantes de la
región, afirma: “esto es lo que
preocupa más ahorita, que nuestros pueblos estén así callados. Pero desde este
silencio, son solidarios también”. De ahí, l@s familiares, amig@s y
solidari@s de los siete indígenas siguen actuando y gritando para que sea
reconocida la injusticia que están viviendo sus presos desde hace más de 16
años, revindicando la libertad inmediata e incondicional que se les debe.
NOTAS:
1 Secretaria
de Desarrollo Social y Humano del Estado de Oaxaca, Programa de Desarrollo
de la “Microrregión 5, Zapoteca – Sierra Sur” , síntesis ejecutiva
2011-2016, p. 12
2 Salvador Corro, “Operativos
militares en casi todo el país: retenes, vuelos de reconocimiento y patrullajes
para aplicar ‘toda la fuerza del Estado’ al EPR”, en Proceso, No. 1036, 8
de septiembre de 1996, p.7.
3 Secretaria
de Desarrollo Social y Humano del Estado de Oaxaca, Programa de Desarrollo
de la “Microrregión 5, Zapoteca – Sierra Sur” , síntesis ejecutiva
2011-2016, p. 22
4 Ídem.
5 Guerra
de baja intensidad o guerra integral de desgaste, folleto de la Red de
Defensores Comunitarios, San Cristóbal de las Casas, 2003
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