ALAI, 31-08-2013
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A nueve meses de haber vuelto el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República, el pueblo
de México ve como se hacen trizas las promesas de la campaña electoral del
actual presidente Enrique Peña Nieto (EPN) y su partido. Pareciera que con sus
planteamientos de reforma en materia educativa, energética y fiscal, Peña Nieto
trata de convencer a la ciudadanía que la única forma de ir hacia adelante es
dar dos pasos atrás.
No es
lo mismo el afán reformista y privatizador de la presidencia de Carlos Salinas
de Gortari en su apogeo histriónico de 1993 que veinte años después. No es lo
mismo una sociedad que aún se creía los espejismos neoliberales, a una agotada
en lo económico, en lo educativo, en lo nutricional, después de treinta años de
imposición de las políticas de ajuste. No es lo mismo predicar las bondades del
mercado cuando acaba de caer el Muro de Berlín, que cuando se han vivido seis
años de muerte y de sangre, resultado en buena parte de la violencia generada
por la aplicación de los dogmas libremercadistas.
Pero
insisten. EPN y su partido acuden a lo que durante años les dio urticaria: el
nacionalismo del presidente Lázaro Cárdenas, quien nacionalizó el petróleo en
1938 o de los murales de Diego Rivera, para convencer de las bondades de las
privatizaciones que lograrán si logran pasar su reforma energética. Como únicos
actores posibles de la salvación del sector energético ven a las empresas
trasnacionales. Hay, diría, Alain Touraine, una visión sesgada que concibe la modernización
sólo como racionalización, como maximización de la ganancia. Para ellos, el
resto de actores sociales, como los obreros, los campesinos, los indígenas, los
jóvenes y en general el pueblo de México, no se distingue por su racionalidad,
sino por su emoción, su sentimiento, su lealtad al pasado, por eso hay que
arrasar con todo ello. Ni Peña Nieto ni su partido, el PRI, ni sus aliados
consideran al pueblo de México como sujeto, como actor con facultad y
posibilidad y derecho a discutir, a decidir, que es la otra parte de la
modernización. Por eso se les escamotea información, se les da a cuentagotas
–como la iniciativa de reforma sin leyes reglamentarias-, se rechaza
consultarles, mucho menos plebiscitar su proyecto (contra) reformista.
Lo
mismo pasa con la reforma educativa: a los maestros disidentes los presentan
como los irracionales, los intransigentes en aras de la absoluta racionalidad
de la OCDE y de los organismos empresariales que ignoran todo sobre la
educación pública en México. Se trata de una reforma educativa como las
planteadas por las mentalidades neoliberales por doquier, sostenida en dos
pilares: educación por competencias y evaluacionismo a toda costa. Se desdeñan
el pensamiento crítico, la cultura humanista, la formación de ciudadanía. Se
atenta seriamente contra los derechos laborales de las y los maestros a
someterlos cada cuatro años a evaluaciones tecnocráticas, que pondrán en riesgo
su permanencia en el empleo. Se rechaza todo mecanismo de evaluación
participativa.
Pero,
la aun joven restauración priísta hace agua por todos lados. Aun no se llega al
primer informe de gobierno del presidente de la República, y el número de
homicidios dolosos en el contexto de la “guerra
contra el crimen organizado” desatada por Felipe Calderón, ya supera la
proporción que se dio durante el sexenio de éste. Hay estados de la República
donde el crimen organizado controla amplias zonas, como es el caso de
Michoacán, Guerrero y Chihuahua. Se disparan el número de secuestros y
extorsiones por todo el país.
Todas
las agencias, nacionales e internacionales: Banco Mundial, Merryl Lych, el
Banco de México, han reducido drásticamente las previsiones de crecimiento
económico: de un 3.5% anual que se pronosticaba al tomar posesión Peña Nieto,
en diciembre de 2013, ahora apenas superan el 1%. El desempleo golpea más a los
jóvenes y las familias esperan una acometida más: la de la reforma fiscal que
propondrá Peña Nieto al congreso y que implicará el incremento del Impuesto al
Valor Agregado (IVA), de 15 a 19%, incluyendo ahora medicinas y alimentos.
La
reforma educativa impuesta, pactada en las cúpulas, se tambalea por la
contestación callejera de miles de maestros de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación, (CNTE) que están dispuestos a seguir bloqueando
las arterias y tomando los edificios principales de la Ciudad de México si no
se les escucha.
Por
otro lado, ante el carácter entreguista a las trasnacionales de la riqueza
petrolera y de las industrias petrolera, petroquímica y energética, se preparan
intensas movilizaciones en todo el país al iniciar septiembre.
Ni
democracia, ni modernización, ni crecimiento económico, ni justicia, ni paz: la
restauración priísta está y lo que es peor, tiene a México con la soga al
cuello.
Víctor
M. Quintana es asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua e investigador/profesor de la Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez.
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