Se cumplieron 28 años de
los trágicos sismos que asolaron a nuestra ciudad capital aquel 19 de
septiembre de 1985. Un movimiento sísmico de 8.1 grados de intensidad en la
escala de Richter, sacudió a nuestra ciudad capital y a otras regiones del
centro de México; éste fue uno de los ocho sismos de 8.0 o más grados de
intensidad que ocurrieron o que fueron registrados en el país del siglo pasado.
Su
epicentro se localizó en las costas del estado de Guerrero, sobre el océano
Pacifico, cerca de la desembocadura del río Balsas, a una distancia aproximada
de 400 kilómetros del Distrito Federal, en la intersección de la Placa de Cocos
y la Plataforma Continental mexicana. Su duración fue de entre 2.5 y 3 minutos
en nuestra ciudad, y tuvo efectos graves en una superficie aproximada a los 800
mil kilómetros cuadrados, especialmente en la Ciudad de México, entre los
campos y ciudades de los estados de México, Jalisco, Guerrero y Michoacán.
El 20
de Septiembre, a las 20:38 horas, tuvo lugar un segundo sismo o réplica de 7.5
grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se localizó al suroeste del
primero, que concluyó los efectos devastadores del primero. En nuestra ciudad
capital, la intensidad destructiva de los dos sismos fue potenciada por dos
hechos naturales.
En
primer lugar, la frecuencia de las ondas sísmicas, de dos segundos de duración,
coincidió con la resonancia natural de los suelos del Valle de México,
produciendo un efecto devastador sobre las edificaciones de ciertas
características. En segundo lugar, una parte considerable de la ciudad se halla
asentada sobre la zona del ex lago, de baja resistencia y alta deformabilidad,
en la que la propagación de las ondas sísmicas provoca una amplificación del
movimiento, similar a las olas marinas, dando lugar a efectos destructivos
mayores; otra parte de la ciudad, la menor, se asienta sobre la zona de lomas,
fuera de la influencia de la formación lacustre, donde el efecto de los sismos
es mucho menor; finalmente, el resto se asienta sobre la zona de transición, de
características intermedias entre las dos anteriores.
En
cuanto a las estimaciones sobre el número de muertos, estás fueron
diversas. El Departamento del Distrito Federal, a la semana del siniestro,
calculaba en 5000 las muertes: 1500 cadáveres aún por rescatar y 1500
desaparecidos, lo que daba un total de 8000; el secretario de Salud mencionaba
11,600 muertes. Para la prensa extranjera, sus estimaciones eran más serias y
se acercaban a la realidad y magnitud de la tragedia, ya que dieron a conocer
sus cifras que calcularon de entre 10 000 a 30 000 los decesos. Para las
organizaciones agrupadas en la Coordinadora Única de Damnificados, éstas
estimaron el número de muertos en más de 40 000.
Estos
trágicos sismos de hace 28 años trajo consigo diversa enseñanzas para los
habitantes de nuestra ciudad capital, entre estas podemos rescatar esa gran
movilización e insurrección de la sociedad civil que emergió de los escombros
para el rescate no solo de sus muertos, sino de los que yacían atrapados bajo
toneladas de escombros, fueron miles de voluntarios que en los primeros minutos
después de la tragedia se dieron a esa gran tarea del rescate arriesgando sus
propias vidas. Fue una respuesta inmediata que surgió de la nada, esto ante
inmovilidad y minimización de los hechos por parte de las autoridades
capitalinas y federales. Para éstas, seguía siendo el país en el que nada
pasaba. Esa gran movilización se dio también en el acopio y distribución de
víveres, así como la implementación de cinturones de seguridad bloqueando el
paso de personas y vehículos a zonas de riesgo o para permitir el acceso a los
servicios médicos a través de las ambulancias, las mismas acciones de
movilización se dieron en el acondicionamiento de casas de campaña en la calle
o la improvisación de dispensarios médicos para atención de los heridos, lo
mismo se hacía para la instalación de comedores tanto para los rescatistas como
para los propios damnificados, etc. etc.
La
misma movilización se dio posteriormente de manera más organizada a través
de la Coordinadora Única de Damnificados, con lo cual y gracias a éste
proceso permitió o se logró la reconstrucción de nuestros barrios y por ende de
nuestra ciudad capital. Esta gran movilización social y política fue la
respuesta ante la negligencia del gobierno corrupto del PRI, y que fue
calificada por muchos analistas como un parteaguas en la historia de la ciudad
y del país. Además permitió abrir una nueva etapa del Movimiento Urbano Popular
(MUP). Este movimiento, puso al orden del día la discusión sobre el tema de la democratización
del Distrito Federal y por el cambio del régimen político mexicano en crisis.
También los analistas afirmaron que este despertar de la sociedad civil fue un
antecedente de la ruptura política que se produciría o produjo y se reflejó en
las elecciones de 1988. No hay que olvidar que en este proceso electoral el PRI
y su candidato a la presidencia de la república, Carlos Salinas de Gortari,
perdió la ciudad e incluso en el país ante Cuauhtémoc Cárdenas postulado por el
Frente Democrático Nacional. Triunfo que el señor Cárdenas por ahí del año 2000
o 2001 reconoció que negoció con el propio Salinas, argumentando que lo hizo
para “evitar” el derramamiento de
sangre.
28 años
después de que ese gran impulso, que le dio el movimiento social y político de
1985 a la democratización de nuestra ciudad capital, este proceso se
quedó trunco, o podemos decir que fue traicionado por el partido que gobierna
la ciudad desde 1997. Es decir, desde el gobierno del señor Cuauhtémoc Cárdenas
hasta Miguel Ángel Mancera permea en nuestra ciudad capital la corrupción en
toda la estructura gubernamental (Secretarías, Institutos, delegaciones), la
política social sigue siendo clientelar desde los tiempos de los gobiernos
priístas; es decir, solo sirve para allegarse los votos que se requieren en
tiempos electorales y no para combatir la desigualdad o la pobreza que lejos de
disminuir sigue aumentando. En términos generales, el único “cambio” que se gestó en nuestra ciudad
fue el de la elección del jefe de gobierno y de los delegados. Estos puestos
han sido distribuidos hoy entre cada una de las tribus que se dicen herederas
del gran movimiento por la democratización en el Distrito Federal. Desde
Cárdenas a Mancera se ha venido prometiendo y lo siguen haciendo, de crear el
estado 32 y que éste cuente con su propia Constitución Política. En nuestra
ciudad capital a pesar de los gobiernos de “izquierda”,
se ha venido implementando al pie de la letra el programa neoliberal, donde se
privatiza el espacio público, se han establecido en zonas exclusivas los
grandes consorcios financieros nacionales y extranjeros.
En
materia de Protección Civil, no basta con la realización cada 19 de septiembre
los mega simulacros, es decir, no se ataca ni se atiende de fondo los
asuntos relacionados con el tema; así, creemos que las acciones de predicción,
prevención y respuesta deberán de impulsarse para enfrentar una macro
emergencia sísmica o hidro meteorológica. Entendiendo a la primera como la
sistematización y análisis de la información disponible y el avance en el
conocimiento de las determinaciones y naturaleza de los eventos; es
decir, ésta nos puede permitir llegar en un futuro a formas o medios reales de predicción,
que den tiempo para una alerta oportuna. Sobre la segunda (prevención)
la entendemos como la preparación del conjunto de las medidas operativas y los
medios materiales, humanos y financieros más adecuados o posibles, para ser
aplicados en el momento mismo del siniestro o posterior a él, para el rescate y
atención de los muertos y damnificados, la evaluación de los daños, el
diagnóstico de los soportes materiales urbanos afectados, el restablecimiento
del funcionamiento de las estructuras urbanas y la posterior reconstrucción de
los daños. En cuanto a la respuesta a la emergencia sísmica
incluye todas las medidas y los medios puestos en acción cuando ésta se produce
realmente, la cual deberá implementarse en principio por las instituciones
gubernamentales, los damnificados mismos y sus organizaciones, la ayuda y
socorro bridadas por la sociedad, el apoyo posterior consistente en la atención
médica y sanitaria, el abasto, el albergue de emergencia, la reconstitución de
los medios, actividades y procesos básicos de subsistencia y funcionamiento
urbano. Desgraciadamente estás y otras propuestas de especialistas en la
materia no se han llevado a cabo por las autoridades porque no les es
redituable en términos económicos. El ejercicio de gobierno solo está en
función de los que le reditué en términos económicos al funcionario. La
política de Protección Civil del gobierno perredista en la ciudad se reduce solo
a los mega simulacros anuales.
Los
medios de comunicación, sobre todo los electrónicos deberían de jugar ese papel
de difusión en el ¿qué hacer? en caso de macro emergencias, tales como el de
los fenómenos geológicos e hidro meteorológicos como los que estamos viviendo,
es decir, así como rumiaron y lo siguen haciendo contra los maestros en sus
demandas legítimas; deberán utilizar todos los espacios y horarios estelares y
no estelares en informar sobre las medidas a tomar y así contribuir a generar
esa cultura de protección civil que no tenemos los capitalinos y el
resto del país. ¡Los ejemplos los tenemos a la vista en estos días con las
inundaciones!
Agregaríamos
a esto en el caso de la ciudad, atender como parte de la política social de
vivienda que no la hay, generar ésta con la participación de todos los
actores involucrados en la materia. Es urgente la implementación de un programa
emergente de vivienda con los recursos que se requieran para que atienda en
principio a todos los edificios y vecindades de ALTO RIESGO. Lo mismo se
tendría que realizar para el cambio de rumbo de la actual “política” de vivienda en el DF, y que el Instituto de la Vivienda
no sea utilizado por el gobierno y su tribu u otras tribus del partido en el
gobierno en beneficio de estas. El Instituto de la Vivienda no puede estar en
manos de un gánster, o de directores van y vienen manteniendo la opacidad y mal
manejo en los pírricos recursos con los que cuenta este organismo. En materia
presupuestal deberán destinarse por lo menos 5 mil millones de pesos al año
para poder ir medio resolviendo el déficit habitacional en la ciudad. No puede
ser que se construya mucha vivienda solo después de haber ocurrido alguna
tragedia tal como ocurrió después de los sismos de hace 28 años.
Finalmente
lamentamos que el ímpetu que le inyectaron los sismos al fortalecimiento del
Movimiento Urbano Popular (MUP) con el surgimiento de alrededor de 40
organizaciones de vecinos y damnificados, hoy a 28 años, muchas de estas se
hayan prácticamente extinguido. Esto ocurrió, a partir de que la dirección
política de casi todas las organizaciones y en general del Movimiento
Urbano Popular (MUP) actual, su composición es pequeñoburguesa, es decir,
siempre este tipo de dirigentes hay un dejo de oportunismo, que solo velan y
velaron por sus intereses personales o de grupo. La historia ha dejado claro
este fenómeno de oportunismo, y así ocurrió con la mayoría de los dirigentes de
la Coordinadora Única de Damnificados (CUD); quienes llevaron a la gente y a
sus organizaciones al perredismo. No necesitamos mencionar a cada uno de estos
dirigentes que utilizaron como trampolín la lucha del movimiento de los
damnificados para llegar a ser asesores del primer Jefe de Gobierno, ser
diputados locales y federales, despachar en alguna delegación, etc. etc. ¡Vaya
capitulación al partido burgués neoliberal y represor que ha gobernado la
ciudad desde 1997! Doble lamentación de parte de nosotros, a partir de que la
mayoría de estos dirigentes se decían o se siguen considerando de izquierda y además reivindican o
reivindicaban el marxismo-leninismo,
el trotskismo u otra corriente de
pensamiento revolucionario o pugnaban por un gobierno de los trabajadores del
campo y la ciudad, pero han servido o siguen sirviendo a un gobierno burgués.
Por este oportunismo, hoy, 28 años después del 85, el Movimiento Urbano Popular
se encuentra dividido, controlado, mediatizado y corporativizado. El Frente del
Pueblo pugnamos por la reorganización o rearticulación de un Movimiento Urbano
Popular (MUP) netamente autónomo e independiente de los partidos
políticos corruptos que se dicen de “izquierda”.
No dejamos de mencionar que actualmente, ninguno de los referentes del
MUP que actúan en la ciudad ha estado a la altura que se requiere para
enfrentar el embate de las políticas neoliberales que se vienen implementando.
Las razones ya las mencionamos líneas arriba. En el Distrito Federal se explota,
se despoja y se reprime.
¡POR UN GOBIERNO OBRERO, CAMPESINO, INDIGENA Y POPULAR!
Germán
Hurtado Aldana, José
Antonio Salas
Coordinación
General del Frente del Pueblo (Integrante de la Red Contra la Represión y
por la Solidaridad)
México
DF, a 20 de Septiembre de 2013
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