Las razones de la derrota de Estados Unidos en Vietnam: guerrilleros muy valientes y muy conscientes
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Manuel E. Yepe
Cubadebate, 21/10/2013
"Nuestra derrota (de EEUU
en Vietnam) fue probablemente resultado,
en buena medida, de las víctimas vietnamitas que causamos"
Vo Nguyen Giap
concitó la admiración y el respeto de todo el mundo por sus extraordinarias
hazañas militares, pero no en todas partes el tributo de recordación fue
igualmente sincero.
En Estados Unidos, el
historiador y periodista Nick Turse logró insertar en el 'New York Times' una colaboración suya dirigida a poner en claro
que las declaraciones de ex oficiales de las fuerzas armadas estadounidense
reconociendo los méritos militares del General Giap publicadas por ese diario
seguían una perversa orientación común que pretendía rebajar los méritos del
genial estratega militar vietnamita.
Según criterio de Turse, todos
ellos conducían, de alguna manera, a la idea de que Estados Unidos perdió la
guerra de Vietnam porque el General Giap no vacilaba en utilizar una cantidad
desmesurada de fuerzas porque los soldados vietnamitas eran muy baratos, razón por la cual los
estrategas norteamericanos no podían competir en este aspecto de la batalla.
“La
vida humana en el Oriente no tiene tan alto precio como en el Occidente”, es una famosa frase del
general de EEUU William C. Westmoreland. “Los
vietnamitas aceptaban grandes bajas porque no daban mucho valor a la vida
humana”, ha dicho el jefe militar cuyas fuerzas fueron derrotadas y
acabaron huyendo en desbandada de Vietnam.
Paradójicamente, Turse
considera que “la derrota de Estados
Unidos fue probablemente resultado, en buena medida, de las víctimas
vietnamitas que causamos, no sólo en el fuego cruzado militar, sino como
resultado directo de nuestra política y tácticas”.
Mientras que casi 60.000
soldados estadounidenses murieron, unos 2 millones de civiles vietnamitas
perecieron y millones más fueron heridos o desplazados durante la intervención
de los Estados Unidos en Vietnam, según estimación de investigadores y fuentes
del gobierno estadounidense.
Turse explica que “enfurecidos, disgustados y enajenados por
los abusos de que eran víctimas por parte de las tropas estadounidenses que
decían ser sus aliados, civiles vietnamitas sin inclinación alguna a favor de
nuestros adversarios, les ayudaban”.
“Ahora,
cuatro décadas más tarde, en tierras lejanas como Pakistán y Afganistán, los
ciudadanos de esos países igualmente valoran a Estados Unidos como enemigo,
porque Washington les ha convertido en ‘daños colaterales’ de una guerra contra
el terrorismo con la que ni siquiera el pueblo estadounidense se identifica”.
Tras una década analizando
archivos por mucho tiempo clasificados de una extensa investigación penal
militar, transcripciones de Cortes marciales, estudios del Congreso, trabajos
periodísticos y testimonios de soldados estadounidenses y civiles vietnamitas,
Turse concluye que quienes en verdad han mostrado desprecio por la vida humana
han sido el general Willam Westmoreland, sus subordinados, superiores y
sucesores.
Ello deriva esencialmente de
la estrategia estadounidense de matar tantos “enemigos” como sea posible y juzgar el curso de la guerra por el
conteo de los cadáveres ('body count').
Estados Unidos declaraba zonas de fuego libre a amplias franjas en el
territorio de Vietnam del Sur– donde podía eliminarse a cualquier ser vivo. A
ello unía un fuego de artillería destinado a mantener al enemigo en constante
inquietud, obligando a cientos de miles de civiles a desplazarse a barrios
marginales y campamentos de refugiados.
“Habiendo
entrevistado a sobrevivientes de masacres ejecutadas por fuerzas de Estados
Unidos en Phi Phu, Trieu Ai, My Luoc y tantas otras aldeas, puedo afirmar con
certeza que era falsa la evaluación de Westmoreland” declara Turse.
“Décadas
después de terminado el conflicto, los pobladores aún lloran a sus seres
queridos -cónyuges,
padres, hijos-, muertos en horribles
sacudidas de violencia. Me dijeron que, luego de vivir por años bajo bombas,
proyectiles de artillería y helicópteros artillados norteamericanos, ellos
consideran que nada podría ser más cruel o despreciativo de la vida humana que
las políticas estadounidenses”.
Sobra decir que el genio
militar, político y humano del General Giap, que lo llevó a ser conocido en
Occidente como “el Napoleón Rojo” o “el General que humilló a Occidente” era
producto y reflejo de un pueblo extraordinario que, como él, ha sido capaz de
las mayores proezas ante contrarios con mayores recursos materiales, a base de
iniciativa, audacia y sorpresa.
Los soldados que el genio
militar de Vo Nguyen Giap comandaba no eran “muy
baratos”, sino muy valientes y muy imbuidos de amor a su patria y a la
justa causa por la que luchaban.
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