México: Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), otra embestida de los monopolios contra los trabajadores
Ximena Franco (Partido Comunista de México)
Lunes, 24 de febrero de 2014
¿Qué es el Acuerdo de
Asociación Transpacífico (TPP)?
El Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) se autodefine como una “plataforma de integración económica”.
En vigencia desde el 2006, lo que pretende es la completa liberalización de los
mercados (eliminación de aranceles, barreras comerciales y limitación de
regulaciones estatales) de los países que lo integran. Nuevos países se han ido
incorporando al Acuerdo, que se encuentra por ese motivo en fase de
renegociación. Hasta el momento lo integran 12 países (EEUU, Australia, Brunei,
Canadá, Chile, Malasia, México,
Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y Japón), unos como miembros ya
firmantes y otros, como México
y EEUU, en calidad de miembros en proceso de negociación que esperan establecer
acuerdos para entrar definitivamente al TPP. En conjunto, estos 12 países
sumarían 620 millones de personas y el 35% de la producción mundial.
Fue el gobierno panista de Felipe Calderón quien se aprestó a integrar a México al TPP como miembro en
fase de negociación desde hace dos años. Así que desde octubre del 2012,
nuestro país participa, como miembro del Acuerdo, en las rondas de
negociaciones que actualmente se encuentran ultimando los detalles del tratado.
Del 12 al 16 de enero del 2014, Puerto Vallarta, México, fue sede de una ronda
de negociaciones del TPP, y el 19 de febrero del 2014, en Toluca, Estado de México, tendrá lugar una
nueva ronda de negociaciones, en el marco de la visita del presidente de EEUU,
Barak Obama, a nuestro país.
Se sabe que este tratado internacional es impulsado desde Washington,
centro de operaciones políticas y económicas del capitalismo monopólico
imperialista. No debe sorprender que fuentes periodísticas señalen además que
la organización empresarial Council of the Americas /Americas Society,
con sede en Nueva York, tuvo un papel predominante en la conformación y
promoción del TPP (www.noticiaspia.org, 18/01/14), ni tampoco que esta organización precisamente agrupe diversos
monopolios, entre ellos la Barrick Gold (minera), Chevron (petrolera) y
Monsanto (agroindustrial). La actual visita del presidente de EEUU a nuestro
país lleva como parte de su agenda impulsar las negociaciones con Enrique Peña
Nieto para que México se
apreste a cerrar las negociaciones del TPP.
El acuerdo tiene una clara tendencia a impulsar lo que los economistas
burgueses llaman la “competitividad”,
especialmente entre los estados imperialistas de alto desarrollo capitalista en
occidente o pro-occidentales (como EEUU y Japón), contra los estados
imperialistas o de “nuevas economías
emergentes”, como los estados agrupados en el BRICS (Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica). Así, este nuevo Acuerdo es parte de una guerra
económica inter-imperialista por la conquista de nuevos mercados y por el
acaparamiento del mercado mundial en todos sus sectores.
¿Qué se está negociando en el
TPP?
Tanto en México como en la mayoría de
los países integrantes del Acuerdo, el contenido del mismo permanece en secreto
para la población, y los detalles del tratado se están ultimando a puerta
cerrada entre los funcionarios de los gobiernos y los agentes de empresas
trasnacionales. Sin embargo, desde hace al menos dos años diversas
organizaciones mediáticas (como Wikileaks) han logrado filtrar
información sobre el contenido de algunos capítulos del Acuerdo, por lo que
conocemos algunos de los asuntos que se negocian en el TPP:
El gobierno de Washington presiona en las negociaciones para lograr que los
países miembros acepten ampliar por 12 años la protección de la vigencia de
patentes. En algunos países como México,
estos 12 años podrían convertirse en 37, pues se sumarían a los años que ya de
por sí se dan de ventaja en este país a las empresas privadas para proteger,
por ejemplo, sus patentes farmacológicas. Así, con el fin de salvaguardar las
ganancias de las trasnacionales farmacéuticas y así continuar “incentivando” la inversión para la
investigación médica, en el TPP se negocia que los emporios farmacéuticos
tengan la prerrogativa para producir y vender los medicamentos y vacunas que
producen en sus laboratorios. Esto significa que durante muchos años las
fórmulas patentadas por dichas empresas no podrán ser reproducidas ni
comercializadas por los estados para aminorar su costo, sino que tendrán que
comprarse a esas trasnacionales a los precios que se fijen en el mercado de
medicamentos. Para los trabajadores y los sectores populares esto significa, a
su vez, la imposibilidad de tener acceso a medicamentos genéricos de
bajo costo.
Por otro lado, se sabe –gracias a esas filtraciones periodísticas- que los
países imperialistas del TPP negocian también cláusulas tendientes a aumentar
el poder las empresas privadas frente a las legislaciones estatales respecto al
control de pesticidas, medidas de protección ecológicas, seguridad alimentaria,
regulaciones económicas y sanciones fiscales, entre otras . De ser firmadas,
dichas medidas permitirían a las empresas privadas demandar a los estados ante
tribunales internacionales por el entorpecimiento de sus negocios, o incluso
por “daños” a sus intereses debidos a
la aplicación “lesiva” de esas
regulaciones o medidas de protección, lo que les permitiría recibir
compensaciones millonarias, pagadas por esos mismos estados. Asimismo, EEUU
presiona para que las “empresas
estatales” no reciban subsidios u otras condiciones favorables para competir
con las empresas privadas de capital trasnacional.
Otras de las cláusulas que se sabe que se negocian en el TPP tienen que ver
con la “propiedad” intelectual. El
Acuerdo prevé que sean las empresas proveedoras de servicios de internet las
que tengan a su disposición los medios para “fiscalizar”
los contenidos de la red (La Jornada, 15/11/13). Lo mismo que en caso de
las patentes farmacológicas, lo que se pretende es proteger la “propiedad” intelectual de los grandes
consorcios académicos, editoriales, de investigación entre otros, hasta por 70
años, lo que significa que durante este tiempo, el acceso a determinados
contenidos estaría restringido (se cobraría por acceder a dicha información)
por los “dueños” de dicho material.
¿Qué podemos esperar de la
firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico?
Para el Presidente
Enrique Peña Nieto, así como para el Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo
Villareal, el TPP es una inmejorable
oportunidad para lograr el crecimiento económico y la generación de más y mejores empleos. Incluso el subsecretario de la
SAGARPA, Jesús Aguilar Padilla, es tan optimista que sostiene que el Acuerdo
será un instrumento “que coadyuvará a
detonar la productividad y competitividad de los pequeños productores” (La
Jornada, 20/01/14). Para el caso específico de México, el Secretario de
Economía afirmó que en las negociaciones del TPP se buscará la compatibilidad
con el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), lo que le
proporciona a nuestro país una “ventaja”,
pues ahora puede aproximarse a la firma de nuevos tratados comerciales con la
experiencia acumulada de 20 años de TLCAN (eleconomista.com.mx, agosto 2013).
Pero parece que el flamante secretario Guajardo, junto con el resto de la
camarilla de oligarcas que gobierna este país, “olvidan” cuáles han sido en realidad para los trabajadores y los
campesinos pobres, para los pequeños productores y comerciantes, y en general
para todos los sectores populares del país, las verdaderas bondades del TLCAN: una dependencia alimentaria del 42%, debido al
aumento de las importaciones de granos y alimentos básicos que es un efecto de
las condiciones desventajosas en que los pequeños y medianos productores
mexicanos “compiten” con los
monopolios nacionales y trasnacionales; 5 mil millones de dólares de déficit
comercial agroalimentario; pérdida de más de 2 millones de empleos en el sector
agropecuario; 2.3 millones de campesinos han emigrado a EEUU desde la firma del
TLCAN; 5 millones de productores abandonaron el sector agropecuario; el
predominio de aproximadamente 20 empresas privadas, en su mayoría extranjeras
(Maseca, Bimbo, Cargill, Bachoco, Pilgrims Pride, Tysson, Nestlé, Lala, Sigma,
Monsanto, Wal-Mart, etc.), en el sector agroindustrial y de alimentos; más 20
millones de mexicanos viviendo en pobreza alimentaria; 25% de la población sin
acceso a la canasta básica alimentaria; una quinta parte de los niños
padeciendo malnutrición (datos de la ANEC, Asociación Nacional de Empresas
Comercializadoras de Productores del Campo).
Si, como afirma el Secretario de Economía, el TPP tiene la finalidad de
ampliar y profundizar el TLCAN, podemos esperar, sin duda alguna, que este negro
panorama se agudice, y que todos sus efectos recaigan, una vez más, sobre las
espaldas de clase trabajadora de éste y los otros países que firmarán el
Acuerdo. Por mencionar uno de los efectos del TPP, miembros de la ANEC y otras
organizaciones campesinas señalan que de mantenerse la tendencia de apertura y
desregulación comercial promovida por el TLCAN mediante la implementación de
este nuevo Acuerdo, es posible que dentro de 15 años México deba importar el 80%
de los alimentos que consume la población.
Como todos los acuerdos comerciales fraguados en las oficinas políticas del
capitalismo, el TPP no es sino un instrumento que servirá para el
fortalecimiento de los monopolios, nacionales o extranjeros, asegurándoles las
condiciones más favorables para invertir sus capitales sin riesgo de pérdidas y
con un ancho margen de ganancias.
En nuestro país, años de política económica burguesa vienen allanando el
camino para que los monopolios encuentren un terreno fértil en el que puedan
instalarse definitivamente para invertir a gusto y sin obstáculos, sus
capitales. Por un lado, la reforma laboral en México les permitirá -ahora “legalmente”-, generar más empleos, sí, pero agudizando las
condiciones de explotación del trabajo: pagando salarios de miseria y sin la
menor consideración por los derechos laborales. Todo lo cual representa para
los “inversionistas” un ahorro
considerable y un plus al momento de dónde elegir el país en
el que instalarán sus minas, fábricas, maquiladoras y demás empresas. Eso es a
lo que el gobierno priista y sus economistas burgueses llaman hacer de México un país más “competitivo” y productivo. Por otro
lado, los artículos constitucionales que antes impedían entregar (al menos en
la letra) al sector privado los recursos “estratégicos”,
fueron modificados con la recientemente aprobada reforma energética para que
los capitales monopólicos puedan gestionar dichos recursos sin habérselas con
engorrosos procesos de protección estatal. El propio Secretario de Economía ha
dejado entrever, hace apenas unas semanas, que el posible que el sector
energético del país quede regulado bajo las cláusulas establecidas por el TPP
(eleconomista.com.mx, 02/02/14). Pero además, para profundizar las “ventajas” del TLCAN y continuar
aplicando las medidas económicas capitalistas que “liberan” las fuerzas
anárquicas de la libre competencia y de libre mercado para beneficio de los
mayores depredadores económicos, el gobierno de Peña Nieto ya alista una nueva
reforma al campo, que aunada a la de 1992, terminará de afilar la cuchilla con
la que habrá de guillotinarse definitivamente al campesinado mexicano.
Los trabajadores no debemos dejarnos engañar por las cínicas promesas de “bienestar económico” con las que
pretenden vendernos la conveniencia de que México ingrese en un Acuerdo del tipo del TPP. Tampoco
podemos creer a aquellos que insisten que lo que le falta a estos gobiernos es
mayor capacidad para gestionar la economía capitalista y llevarla por buen
camino, y que proponen el camino de la “cooperación
económica” y la “internacionalización
de nuestros productos” para impulsar el desarrollo económico. No. Los
trabajadores debemos tener claro que el capitalismo, con su lógica imparable de
obtención de ganancia y acumulación de propiedad privada, se funda
necesariamente en la explotación del trabajo, y no puede encontrarse un modo
gestionarlo más “benignamente”. Con
la posible firma de esta Acuerdo, el gobierno de Peña Nieto intenta hacer
partícipe al pueblo trabajador de una lucha inter-imperialista en la que,
como en un gigantesco tablero de ajedrez, los trabajadores no seremos sino los
peones que sacrificarán su vida por afianzarles la corona a unos cuantos monopolios,
y a los estados imperialistas que representan sus intereses.
Es por eso que la lucha de los trabajadores y de todos los sectores
populares por tener una vida digna pasa directamente por una lucha frontal
contra los monopolios y contra todas las “políticas”
burguesas, que hoy se expresen en tratados como el TPP. Esta lucha debe tener
como objetivo final la liquidación del régimen económico capitalista burgués, y
su suplantación por un régimen socialista, en el que todos los medios de la
producción sean gestionados directamente por un gobierno conformado por los
trabajadores y los demás sectores populares.
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