por SurSiendo
Miércoles, 23 de abril
de 2014
Sursiendo hilos
sueltos
Alguna vez ya empezamos
diciendo que Internet no es neutral. Como tampoco lo
son las tecnologías en general. No lo es para el software, para las redes
sociales… ni para el activismo. Montse Boix menciona que “hay mucha gente que se dedica a la
tecnología pero hay poca gente, desgraciadamente, que suma la tecnología a lo
social y entonces hay todavía menos gente que suma la tecnología a lo social y
a lo feminista”. Y ese es un gran desafío.
A la hora de definirlo, resume el ciberfemismo en “hacer activismo feminista en la red”. La intención no es solo
aumentar el número de mujeres en línea,
sino que la inclusión se dé desde un claro enfoque político feminista.
Hay una larga historia de avances para hackear el patriarcado. “Las cyberfeministas han entendido ya la
importancia de aunar esfuerzos en la educación tecnológica como un punto
crucial para las mujeres. Pero esta educación necesita ser
contextualizada dentro de un análisis crítico feminista y un discurso sobre las
mujeres,
Netcultura y política, y la economía del trabajo pancapitalista”.
El software libre, por ejemplo, tiene una perspectiva política emancipadora
y se para desde el lugar de las libertades. Sin embargo,
respecto al tema de género, los espacios siguen siendo muy reticentes a
pensarse cuestionando al patriarcado. En Incorporar la mirada
de género al Software Libre, un reto para la democratización de la tecnología se
asegura que “El movimiento feminista ha
apostado históricamente por compartir el conocimiento y desde el feminismo se
ha denunciado sistemáticamente la utilización del
conocimiento para excluir a los otros, una estrategia utilizada históricamente
en el desarrollo de la tecnología, escrito en masculino”.
Incluso en lugares físicos, como los hackerspaces, “no necesariamente resultan ser espacios donde cada
quien se sienta a salvo y segura/o para hackear, aprender, socializar o
experimentar”. Ante ello la propuesta es que los espacios
seguros deben estar basados en valores comunes que permitan dejar florecer
y empoderar a cada uno y cada una a la vez que se crea
comunidad. Por empezar lo más importante es ocupar el espacio. Claro que no
ocuparlo de cualquier modo, pero si ni siquiera estamos ahí, difícil será
repensar los cómos que siguen.
Poner una clave de género a las tecnologías no solo implica saber si las mujeres
están presentes en ellas sino también analizar sus productos, contenidos y
relaciones, visibilizar la discriminación, poner en evidencia “la importancia social, económica y política que
tiene nuestra elección tecnológica”.
Del acceso y la participación
La poca inclusión en
este tipo de temas no tiene tanto que ver con los propios (des)intereses
de las mujeres sino con que el reparto de otras tareas
(fundamentalmente de cuidados) aún recae sobre nosotras y aún existe una situación de multidiscriminación (por razones de género,
geografías, edad, economía, lingüísticas, etc.). No hay tiempo para
experimentar, conocer, compartir, desarrollar… Las posibilidades de elección
suelen ser mucho menores y, sobre todo, no hay demasiado lugar al
ensayo/error. No hay tiempo.
Por eso este tema supone indagar en los procesos de acceso e inmersión
tecnosocial que contemplan aspectos tecnológicos y sociales como las
motivaciones, los factores facilitadores, las condiciones de uso, desarrollo y
participación de las mujeres en el ámbito de las tecnologías e incluso,
los mecanismos de autoinclusión que desarrollan las mujeres para
autoincluirse e ir modificando, a su vez, las TIC.
La distancia que hay en el acceso a la tecnología sigue estando presente.
Pero el acceso no solo depende del hardware disponible (los
teléfonos móviles han dado un acortamiento fundamental en este sentido). El
acceso tiene también que ver con el tipo de información disponible, en qué
formatos, en qué idiomas, también con una cultura digital, con una educación
digital. Como dicen en Aportes feministas para pensar las tecnologías: el caso de OLPC y
SugarLabs en Colombia nos interesa la “búsqueda por deconstruir el imaginario de
que las mujeres y la tecnología (en general) no son compatibles (…) es
notorio que aquellos proyectos y desarrollos de TIC que se encuentran
directamente asociados con procesos de intervención social de
carácter educativo, por ejemplo, son de mayor interés para las mujeres”. En
el mismo informe se señala que para la implementación y éxito del plan una laptop por
chico tuvo especial interés la participación de mujeres
dentro de las comunidades de software libre locales.
En este mismo artículo se analiza a profundidad todo el proceso de
implementación del proyecto (vale la pena leerlo completo) y se señala que “la crítica feminista a la tecnología
apuntará no solo a evidenciar lo que ocurre con hombres y mujeres en el
territorio de las TIC, sino a reconfigurar este territorio en
sí mismo, justamente desde esas premisas de parcialidad, heterogeneidad y
contingencia”.
Además de eso, están los prejuicios (auto)impuestos. Las tecnologías son
para las personas. Por tanto el “yo no sé
mucho de eso” se termina con la simple determinación de aprender. Una vez
allí necesitamos informar e informarnos, expresar opiniones, conectar, hacer nexos,
entretejernos, enseñar, visibilizar, apoyar, hacer ruido (como
con los Memes feministas, un proyecto que nació casi sin querer y que tiene
un alcance enorme: usa uno de los formatos más utilizados en redes sociales
pero con un lenguaje provocador) y un largo etcétera. El hecho de permitirnos
hacer pública nuestra curiosidad, cuestionar la autoridad y los estereotipos a
la vez que compartir los resultados con la comunidad que nos
rodea podrían ser mecanismos eficaces para ayudar a reducir el patriarcado e
incluso otras relaciones económicas y sociales desequilibradas.
En las calles de las ciudades y las avenidas de la información necesitamos
estar alertas al MACHISMO pero también a los micromachismos,
esos comportamientos sutiles de dominación casi “sin que se note” abundan. En principio, creemos que para
combatirlos hacia afuera hay que combatirlos hacia adentro y con esto entender
nuestras propias contradicciones. Un camino largo y arduo que además de todo es
cotidiano. Quizás por eso el acercamiento y trabajo
constante con hombres feministas nos resulta necesario, así
como con cualquier persona sensibilizada con la pluralidad, la tolerancia, la
no discriminación. ¡Frente a la reproducción de tópicos, voces disidentes y
estridentes!
De la participación y el activismo
A. Se buscan mujeres #activistas, retoman a Marga Padilla cuando afirma que “la revolución tecnológica está produciendo cambios en la distribución
del poder. El poder no desaparece, pero sus posiciones sufren cambios”
y por eso hay que “aprovechar estos
cambios, rastreando las situaciones para detectar cuáles de estos puntos
débiles están debilitando el patriarcado”.
Internet es democratizador y horizontal. Pero no per se.
Para que esas premisas se cumplan debemos participar, debatir, aprender,
dialogar, trabajar allí, trabajar fuera de allí, denunciar, convocar, conocer,
conocernos… No hay intermediarios o intermediarias. O al menos la red así lo
posibilita. Por eso son tan importantes los procesos de
autoinclusión que se han ido generando a lo largo de estos tiempos. Pero para
eso es necesario empoderarnos en nuestro día a día, algo a lo que nos nos
tienen acostumbradas y acostumbrados.
Mañana culmina la acción #ImaginaInternetFeminista propuesta por Dominemos las TIC, una conversación global para una internet
feminista en la que, por ejemplo, nos encontramos con Paola Güiza
López quien propuso que lo que tiene que suceder es “empoderar mujeres
modificando roles d poder frente a esta, creadoras-usuarias” y para eso
recomendó la “herramienta
para aprender a programar intuitivamente”.
Antes (o durante o después) necesitamos entender que en este medio no
estamos solos y solas. Que hay que dar y también recibir. Que
si queremos que nos escuchen tenemos que saber escuchar y solidarizarnos con
otros y otras. Compartir nuestros procesos pero también involucrarnos en los
de las y los demás. Si no queremos repetir a las molestas
publicidades, tenemos que dedicarle el tiempo necesario a sentarnos a escuchar.
Usar una comunicación que cree vínculos, genere comunidades y espacios de
cuidados, respeto, empatías.
Ya no podemos separar los online de lo offline.
Somos en ambos espacios. Pero en cada uno de acuerdo con su lenguaje
propio. Las mujeres en la red muchas veces se ven atravesadas por los mismos
comportamientos que en las calles. Por levantar la voz
parece que hay quienes creen que tenemos que pagar un precio. Son comunes (que
no normales) los ataques a blogeras y activistas feministas.
Del activismo y el acoso en la red
A.
Ciberacoso “es el uso de
las TICS para monitorear, rastrear y acosar a alguien, provocando angustia y
temor por su seguridad personal”. Este tipo de prácticas “puede limitar severamente la capacidad de
participación y uso libre sin aprehensión o miedo de las TICS por parte de las mujeres”. No por eso dejaremos de
estar.
B. Página de
facebook de las Feministas
Ácidas , el “proyecto
de lucha activa contra la ilusión de igualdad y el terrorismo heteropatriarcal”,
aún está desaparecida. Ahora tienen un perfil persona desde el que se comunican. Hace un tiempo
en una nota para un periódico español confesaban que: “Cuando quieres desarrollar tu trabajo en
esta red, el riesgo de censura es algo que asumes. Desde el principio nos han
estado borrando imágenes, penalizando cuentas de administración con días,
semanas o meses bloqueada”. Esta normalización de los riesgos que debemos asumir por
expresar un punto de vista lejos de las normatividades es, cuanto menos,
terrible. A pesar de los ataques que han recibido, para Irene Redondo,
la autora del blog, lo que hay que hacer está claro: “La lucha feminista está en la calle; pero una buena plataforma de
difusión, de denuncia, de crear redes, o de ponernos en contacto para realizar
acciones es Internet ¿Por qué vamos a renunciar a eso?”
Por otro lado tenemos el tema de la seguridad e intimidad en la red (pueden
dar un paseo por el Taller de
Seguridad Digital y Feminismo: elementos para la reflexión y prácticas de
seguridad en el ciberespacio). El software
libre, con su filosofía y práctica es un gran aliado. También
lo son las redes libres de las que tenemos que aprender a participar. En ellas,
mucho más que en las redes comerciales, el diálogo es más fluido y constante.
Los aprendizajes, las formas, los formatos e incluso las discusiones se
establecen con más asiduidad y constancia.
Entonces, si para democratizar la tecnología es indispensable incorporar
otras miradas sobre ella, ¿cómo podemos evitar el monopolio de la palabra? Pues
hablando, permitiendo la pluralidad de lenguajes, de voces, de historias, de
proyectos, leyendo sobre ellos y también promoviéndolos, siendo representantes
de nosotras y nosotros mismos. Dejar el miedo y los
prejuicios de lado para ser en la red lo que queramos. Hay que conocer las
herramientas para saber cómo actuar. Frente a lo desconocido que
asusta y paraliza, la propuesta es conocer para animar y movernos. Porque
además, una de las ventajas de Internet es que podemos adoptar múltiples
identidades y desde ahí explorarnos. ¿Cuándo antes fue posible ser varias y
varios yo a la vez? Una oportunidad para no desperdiciar.
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