Ecos del Centenario del nacimiento del SME: Los motivos de la nacionalización de la industria eléctrica en México (I)
29-07-2014
EL TIBURÓN CONTRA LAS SARDINAS Y DE CÓMO EL ESTADO PARTICIPA EN LA
ECONOMÍA.
El
10 de septiembre de 1902 en Toronto Canadá, nació la Mexican Light and Power
Company, con una inversión anglocanadiense de 12 millones de dólares, que para
esa época era una verdadera fortuna.
En esos años, el capitalismo estaba
en su fase imperialista, caracterizada por la creación de monopolios, cárteles,
la exportación de capitales, la absorción y/o fusión de empresas, llamada
también concentración y centralización; y el reparto del mundo, creando
colonias y sometiendo a pueblos enteros mediante la guerra.
¿Cómo impactó esta situación en
nuestro país y en particular en el sector eléctrico?
1.- La Concentración.
Un
resultado de esta política se le conoce como el darwinismo económico: el pez
grande se come al chico. A principios del Siglo XX, cada ciudad tenía su propia
empresa de electricidad, pero éstas eran pequeñas y muy vulnerables frente al
poderío financiero de la Mexican Light. El tiburón se comió a las sardinas. Las
pequeñas empresas no pudieron competir contra el imperio de la Mexican. Es
la concentración de capitales.
En 1902 la Mexican ya operaba en las
principales zonas mineras del centro del país: El Oro, Tlalpujahua y Pachuca.
Para 1905 el tiburón ya controlaba la
Compañía Mexicana de Electricidad, la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica
y la Compañía Explotadora de las Fuerzas Eléctricas de San Ildefonso.
A principios de 1911, en tan sólo 9
años de operación, la Mexican ya distribuía electricidad por toda la ciudad de
México y áreas periféricas. Ya se había adueñado… “… de la hidroeléctrica de
El Salto en Juanacatlán, poseía la interconexión Necaxa-México-El Oro, la
central termoeléctrica de Nonoalco, además de contar con la concesión para el
bombeo y provisión de agua potable de la Ciudad de México. También eran de su
propiedad la Compañía Eléctrica Irrigadora del Estado de Hidalgo,… y los 7
generadores de Necaxa con más de 30 kilómetros de túneles. De hecho era ya
la empresa generadora más grande de América Latina.” (Revista Lux,
septiembre de 2010, p.p. 7-8. El subrayado es mío).
2.- El Sometimiento.
Otro
resultado de la política imperialista, es el sometimiento de los gobiernos
nacionales a los intereses de las transnacionales.
El 24 de marzo de 1903 la Mexican
Light tuvo la concesión para explotar los ríos de Necaxa, Tenango y
Xaltepuxtla, y para 1906, obtuvo nuevas concesiones del gobierno de Porfirio
Díaz para instalarse en Puebla, Hidalgo, Estado de México y Michoacán. El
tiburón avanzó al amparo del gobierno, y en los años 40 tenía ya plantas
termoeléctricas como la de Nonoalco y Tacubaya, hasta llegar a construir la más
grande de su tipo en Lechería. Las concesiones eran desde 50 hasta 97 años.
3.- La Centralización.
Derivada
de la misma firma anglocanadiense de la Mexican Light, surgió la Mexican
Tramways (Tranvías eléctricos) y ambas empresas compartieron hasta 1933
oficinas, sistemas de administración, algunos talleres importantes como el de
Indianilla, e incluso compartían a muchos trabajadores y al gerente general. Es
decir, en un mismo taller se trabajaba para la Mexican Light y para la Mexican
Trainways por los mismos trabajadores, bajo el mando de una misma gerencia.
Además este monopolio ya incursionaba con acciones en la industria minera.
El control de una empresa
(Electricidad), llevó al control de otra (Tranvías); que a su vez, conduce a
otra (Minería), etc., etc. Esa es la centralización. De ser tiburón,
pasó a ser tiburón-ballena.
Así, en pocos años liquidaron las
pequeñas firmas locales de tranvías y electricidad y constituyeron el
monopolio generador de energía más grande de México, logrando para su
beneficio otras concesiones, como el aprovechamiento de aguas para instalar
plantas hidroeléctricas, redes de transmisión, distribución y oficinas de
comercialización, además de zonas mineras.
Pero obtuvieron del gobierno la
más importante de todas las concesiones: la fuerza de trabajo del obrero
mexicano.
La alta rentabilidad de este monopolio,
descansaba en trabajadores que, en una misma jornada, laboraban lo mismo para
la Mexican Light que para la Mexican Tramways, y en los bajos salarios que les
imponían. Esa era la garantía que el gobierno les daba. No reconocían
accidentes de trabajo, despedían sin ton ni son, los obreros tenían que llevar
sus propias herramientas; nada tenían, ni vacaciones, ni aguinaldo, ni servicio
médico. El gobierno consentía todo esto, e incluso permitía que existieran
cuerpos policiacos y militares extranjeros dentro y fuera de los centros de
trabajo, para disipar todo intento de organización. El tiburón-ballena era
dueño de riquezas y de vidas.
4.- El Cártel.
La
Mexican, geográficamente se ubicaba en la zona centro de la República; mientras
al interior, otro monopolio se encargaba del negocio de la electricidad: la
American Foreing Power Company. Ambos tiburones se hicieron territoriales y
marcaron sus respectivas zonas, sus mercados, sus clientes,
prácticamente sin competencia, sin rivalidad, habiendo eliminado
ya a pequeños competidores y contando con un trabajo casi esclavo, podían
imponer los precios de la luz a capricho para obtener grandes márgenes de
ganancia, y así lo hicieron. Se dividieron las aguas, acordaron el precio,
ya no rivalizaron, sin desgastarse en competir obtuvieron más ganancias. Ese
es el cártel.
No había nada que regulara los
precios de la energía eléctrica, ni competencia, ni gobierno, ni costos de
producción, los monopolios IMPONÍAN LOS PRECIOS.
De esta manera, el resto de la
producción nacional, el comercio y los servicios estaban SOMETIDOS a los
precios de estos monopolios, sin evasión posible. Y sin embargo, sólo
tenían interés en vender a la gran industria, al comercio de mayoreo tanto de
exportación como de importación, además de sectores sociales muy acomodados. O
sea, sólo a los que podían solventar el costo tan elevado de la electricidad.
Pero la industria eléctrica era sin
duda el factor decisivo para el proceso de industrialización
capitalista. Su ausencia trastocaba todos los ámbitos de la economía. No
podría ni siquiera concebirse el desarrollo capitalista sin la electricidad.
Los servicios bancarios, la radio, el transporte, la telefonía, los semáforos,
el sistema de bombeo, el alumbrado público, etc., etc., y varios etcéteras más,
eran impensables sin la electricidad. Para la industria, el campo, el comercio
y los servicios, era VITAL.
El trabajo en las minas; por ejemplo,
la iluminación eléctrica, el bombeo, el traslado en los furgones, el uso del
malacate en los socavones, exigían la electricidad. En las fábricas textiles,
el funcionamiento de las máquinas de coser, la iluminación del taller, las
hiladoras, etc., requerían de electricidad. En la vida rural, el bombeo para el
riego de grandes extensiones de sembradío exigía electricidad. El servicio
doméstico en áreas rurales, semiurbanas, marginales, exigía electricidad; pero,
para estos monopolios, nada de esto entraba en sus planes, pues no “costeaban”.
Se estaba gestando un conflicto entre
la gran burguesía monopolista transnacional y sus hermanos menores, ya que el
resto del capital establecido en el territorio nacional se veía seriamente
afectado y se mostraba descontento ante la situación de no contar con la
electricidad.
En pocas palabras: la burguesía
nacional en su conjunto, trataba de generar condiciones para que todos sus
negocios, giros, fábricas, empresas etc., obtuvieran beneficios de la
electricidad y no sólo estos dos monopolios.
La nacionalización de la industria
eléctrica obedecía, fundamentalmente, a esa exigencia. Pedían que
el Estado interviniera. Y desde luego, era interés de los trabajadores y de
todo el pueblo empobrecido de México, contar con el servicio de electricidad.
¡Electricidad! era un clamor que recorría el país entero.
Con la crisis mundial de 1929 está
situación se agudizó.
Como se sabe, el crack del 29 tuvo su epicentro en los Estados Unidos, pero se
propagó por el mundo y duró hasta 1934. Los precios de la electricidad, el
petróleo, materias primas y comestibles se fueron por las nubes. El desempleo
azotaba a millones de trabajadores en todo el mundo. Sin posibilidades de
consumo, los productos permanecían por años en bodegas, almacenes y aparadores.
La producción estaba paralizada, un doble nudo impedía que se destrabara el
proceso productivo: millones de productos sin poder venderse; y, por ese
motivo, millones de trabajadores sin poder encontrar empleo. ¡El máximo absurdo
del sistema capitalista! ¡Parar toda la producción en medio de millones de
necesidades por satisfacer! ¡Cuánta riqueza productiva sin usarse y cuánta
miseria humana multiplicándose! ¡El hambre en medio de la abundancia! ¡Absurdo
capitalista! ¡Vergüenza para el capitalismo! y sobre todo ¡peligro para ese
sistema! porque se estaban gestando luchas obreras en Estados Unidos y en
varias partes del planeta y porque a su lado estaba la URSS con su economía
planificada; demostrando que la producción en función de necesidades sociales,
es diferente a la producción en función de ganancias; que una, provoca pobreza
y la otra bienestar; que una lleva al desempleo y la otra a mayor ocupación
laboral; que una conduce inevitablemente a la crisis, y la otra a mayor riqueza
social.
Por eso llegó la era de la
intervención del Estado en la conducción de la economía. Desde los Estados
Unidos vino esa modalidad para restablecer las condiciones de ganancia del
sistema capitalista, Y SALVARLE LA VIDA. El propósito era deshacer el nudo
que trababa la producción, y esto se logró por la vía de aumentar el consumo de
la población.
El presidente de los Estados Unidos,
Rooselvet dijo el 16 de junio de 1933: “… la ley que acabo de refrendar fue
aprobada para poner a la gente nuevamente a trabajar, para
permitirle comprar más productos de las granjas y las fábricas y
recomenzar nuestros negocios…” (Huberman, Leo. “Nosotros el pueblo…” Ed. N.T. p 386. Subrayado mío)
“Proveyéronse billones de dólares
de dinero del gobierno para financiar el más amplio programa de
construcción unificado que los Estados Unidos (o en honor a la verdad, el
mundo) hubiese visto nunca. En los 48 Estados que integran los E.U.A… se
habían suministrado fondos para más de 26,000 proyectos de construcción en cada
Estado (O sea, 26,000 x 48 = 1´248 000 ¡Un millón doscientos cuarenta y
ocho mil obras de construcción!)… el 80% de todas las construcciones
públicas de los E.U.A., levantada en los primeros 4 años del New Deal, fue
posibilitado por el sector público… Edificios públicos, liquidación de
barrios pobres, conservación del agua, control de inundaciones, mejoras en ríos
y puertos, defensas costeras, embarcaciones, puentes, proyectos de
restauración, oficinas de correos, hospitales, escuelas, proyectos de
viviendas, proyectos de fuerza motriz, represas, generadoras de electricidad…”
(Obra citada. p. 389. Los subrayados son míos).
“El empleo directo en proyectos
gubernamentales crearía indirectamente empleo en la industria privada, que se
encargaría de suministrar los materiales… El obrero provisto de un sobre que
llevara dentro su paga haría lo que el desocupado no podía hacer, comprar
mercaderías de consumo. Serían dueños de un poder adquisitivo, tendrían con qué
pagar las cosas que necesitaran. Los productos agrícolas y fabriles volverían a
venderse. Sucedió. La recuperación se produjo.” (Obra citada. p. 390)
Roosevelt ascendió al poder el 4 de
marzo de 1933, y fue reelegido por aplastante mayoría en 1936, 1940 y 1944. El
pueblo votó por él, ya que también se beneficiaba con este programa. Se crearon
millones de empleos durante su administración, hubo aumentos de salario, se dictaron
leyes de protección a derechos obreros, etc. Su política de intervención del
Estado en la economía se aplicó por todo el mundo en esos años. Se trataba de
salir de la crisis por la vía de incrementar el consumo, y eso era imposible
sin empleos y sin salarios. En ese contexto internacional, se inserta el
cardenismo.
Para el caso de nuestro país, en
particular para el sector energético, y en concreto en electricidad fue con la
llegada del General Lázaro Cárdenas, que se dio un impulso relevante a la
intervención del Estado como una poderosa palanca para la industrialización del
país y para la acumulación de enormes ganancias, respondiendo a las
exigencias de una burguesía nacional en proceso de crecimiento y, en paralelo,
también respondiendo a la situación tan precaria del pueblo mexicano en cuanto
a empleos, salarios, educación, salud, etc.
Ya era muy claro que La Mexican Light
and Power Company y la American Foreing Power Company, se habían convertido
en un obstáculo para el desarrollo integral del capitalismo en México; que
ambas empresas extranjeras, al dar un servicio deficiente e incompleto y además
caro para la industria, el comercio y los servicios, impedían el desarrollo
del capitalismo mexicano. Algo había qué hacer y desde el Estado. No
había otra fórmula. En el mundo entero se usaba al Estado para el
desarrollo del capitalismo. México no fue la excepción.
El 24 de agosto de 1937, desde el
gobierno de Cárdenas, se da origen a la Comisión Federal de Electricidad, y en
1938 se dicta la Ley de la Industria Eléctrica. Y, como sabemos, también en
1938, 18 de marzo, se da la expropiación petrolera.
La nacionalización, desde las
necesidades del capitalismo mexicano, había comenzado...
Esta
historia continuará…
¡POR UN CENTENARIO VIVO Y COMBATIVO!
¡RECUPEREMOS LA HISTORIA COMO UN INSTRUMENTO DE
LUCHA!
¡POR EL DERECHO Y LA JUSTICIA DEL TRABAJADOR!
Rebelión ha
publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
Comentarios