Publicado el 26/09/2014
La huelga de Cartagena, una
historia de dignidad obrera.
El 21 de Junio del 2013 fueron
despedidas más de 200 maquiladoras de alta costura, sin previo aviso y sin
recibir liquidación. Dos años atrás les habían dejado de pagar aguinaldos y
cuatro antes dejaron de percibir utilidades. Su sueldo promedio era de 600
pesos a la semana y puntualmente se les descontaba lo del seguro social, el
INFONAVIT y FONACOT, sin embargo descubrieron que el patrón no entregaba al
IMSS las cuotas.
Más información: www.unopii.org
Maquiladora Cartagena, otro atentado contra el gremio de las costureras
Si
entras a la calle relojeros ubicada sobre calzada de La Viga en la colonia El
Retoño, del lado derecho verás a pocos metros una pequeña tienda echa con lonas
y algunos tubos. Al interior una estufa muy sencilla con dos parrillas, algunos
letreros con la palabra «huelga» y escritos alusivos a sus
exigencias junto a algunas imágenes religiosas. Alrededor varias lonas en
solidaridad con el plantón. Es ahí donde desde hace casi un año un grupo de
mujeres sostiene un plantón al exterior del que fuera su lugar de trabajo, la
Maquila Cartagena [1].
Estas mujeres que rondan entre los 40 y
60 años de edad y que forman parte del Sindicado Nacional de Trabajadores de la
Industria de la Costura, la Confección, Vestidos y Similares y Conexos 19 de
Septiembre, llevan desde el 26 de junio del 2013 exigiendo se les «pagué lo justo». Y es que cuenta
Araceli Aguilar «el 21 de junio llegó el
dueño y dijo se hundió el barco totalmente». Araceli, quien pronto cumplirá
60 años de edad, se traslada sola desde Ciudad Nezahualcóyotl para hacer su
guardia pese a que está a punto de perder la vista y no cuenta con ingresos
para poder consultar a un especialista.
Ángela Vázquez entró a la maquiladora desde los 16
años pues ya no tuvo oportunidad para solventarse los estudios. En total laboró
29 años con 8 meses en dicha fábrica. Incluso explica que cuando ingresó a
trabajar la situación era distinta, el pago era puntual, en ese momento el
director de Cartagena era el señor Daniel Kuri pero al morir éste y dejar en
manos de su hijo Ernesto Kuri Serú la maquila fue en detrimento. «Se fue para abajo, no se apuraban, no
sacaban la producción. De 400 camisas que se acostumbraban a hacer por día
llegamos a costurar algunas cuantas, si bien nos iba hasta 17 por día».
Ángela vive al día y con la angustia de que sus hijos puedan seguir estudiando
—No quiero que se queden de costureras
como yo— dice entre risas. Ella tiene una hija y un hijo.
Las camisas de buen corte y material eran para las
marcas Paco Rabanne y Nina Ricci, ambas con nombre de
diseñadores de fama internacional y cuyo costo por prenda al público ronda de
los $300 pesos para arriba. Tomando en cuenta la producción inicial de 400
camisas por día con la hechura de tres el dueño desquitaba el salario que
recibían las costureras de manera semanal y le sobraba.
Antes de ser despedidas estuvieron semanas sin
pago, no recibieron utilidades por algunos años «pues finalmente tenían trabajo y ya estaban acostumbradas». A la
lista de violaciones a sus derechos laborales se suma que se les dio de baja
desde el 31 de marzo del 2013 (sin su consentimiento, ni como parte de un
acuerdo y sin aviso) del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social); por lo
que también dejaron de cotizar. Una de ellas tuvo que buscar una opción urgente
para atenderse un tumor, otras no han tenido esa posibilidad.
El descuento para el Infonavit (Instituto del Fondo
Nacional de la Vivienda para los Trabajadores) era realizado mes con mes, «crédito que algunas compañeras de la
fábrica utilizaron para adquirir una vivienda el cual también dejaron de pagar
y al menos a una de ellas le fue embargada de su casa». Otro caso más, el
de otra compañera a la cuál le seguían reteniendo en la maquila el pago de
Infonavit, $550 pesos mensuales, y llevaba años de haberlo finiquitado, se
enteró al ir a realizar una gestión.
Para estas mujeres su vida ha cambiado, reconocen
que han aprendido mucho sobre sus derechos, cosas que desconocían con
anterioridad. Dicen que no habían protestado ni participado nunca en alguna
acción similar pero que les parecía lo justo pues solo piden lo que es suyo.
Saben que ha sido muy difícil sostener el plantón pues varias son mujeres
mayores, madres solteras y muchas de ellas con enfermedades crónicas. Han
llegado a desesperarse: dormir ahí, hacer guardias, cubrirse de la lluvia, del
granizo, del sol; su objetivo es bloquear la salida para que no saquen la
mercancía. Se sostienen gracias al apoyo familiar, a su gran coraje que las
sostiene porque frente a una injusticia aprendieron lo que es dignidad. Para
muchas de estas 20 mujeres su vida era “normal”
hasta hace un año, su futuro lo tenían “asegurado”,
creían que se jubilarían ahí pues ya eran tantos años de esfuerzo, de entrega y
compromiso; años de aceptar promesas patronales como «no podemos pagar horas extras, les abonaremos un poquito», «No puede aparecer ese pago en su nómina
porque entonces tenemos que pagar más impuestos y no hay dinero». Su
confianza y lealtad no fue retribuida de igual manera. A los cincuenta, a los
sesenta consideran que es muy difícil conseguir trabajo: «¿quién nos va a contratar, y así de salud como estamos?».
Margarita López trabajó por 39 años, horas de dedicación, de hacerse parte de
un espacio, de un colectivo, toda una vida y de repente expulsada de una manera
despiadada, ni liquidación y cero recompensa por su mano de obra, por poner su
tiempo y habilidades en la elaboración de una ropa que detrás tiene esta
historia y también rostro de explotación, rostro de mujer.
[1] La empresa primero se llamaba Maquilas Madrid, S.A. de C.V, después Maquilas Ebro, S.A. de C.V., y
posteriormente Maquilas Bari, S.A de C.V.,
Actualmente su empresa es Maquilas
Cartagena, S.A. de C.V.
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