#Ayotzinapa: Los celulares indican que el 27 Batallón de Infantería fue el último lugar donde estuvieron
Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 18 de enero de
2015, p. 5
“Debe abrirse línea de
investigación que incluya al Ejército”, exige Omar
García
Si
tuvieron a los 43 en el cuartel de Iguala, pues ya los sacaron, dice normalista
Perder la vista del ojo izquierdo es lo que
menos le preocupa a Omar García, después del enfrentamiento con militares del
27 Batallón de Infantería en Iguala. En este momento, su mayor inquietud es
encontrar a sus 42 compañeros de la Normal Rural de Ayotzinapa, aunque sabe que
en esa misión se juega la vida: “desde el
26 de septiembre yo vivo como si ya hubiera muerto”.
Aún
convaleciente, con las heridas visibles en un ojo, Omar García asume de manera
estoica que puede ser “el 44” en
desaparecer, debido a su visible liderazgo llevado con lealtad inquebrantable y
compromiso con los padres de los normalistas desaparecidos.
Explica
que dejó el hospital del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de
Trabajadores del Estado (ISSSTE) de Chilpancingo, porque el oftalmólogo que lo
atendía se dedicaba a expresarle sus opiniones en contra de las acciones que
estudiantes y padres de los normalistas realizan: “me hacía preguntas que no venían al caso y comentarios como que no era
bueno entrar a los cuarteles militares. Le dije que eso no le incumbía y que
tenía que limitarse a su trabajo. Por eso preferí irme”, dice en entrevista
con La Jornada.
Pasado
el momento de peligro del desprendimiento de retina, Omar García, convertido en
líder estudiantil visible del caso Ayotzinapa, se recupera ahora de las graves
lesiones en su ojo izquierdo con la mejor medicina: la solidaridad y el cariño
de sus amigos.
“Indudable, línea de indagatoria”
Este joven de 24 años, que cursa el segundo
año de normal, no tiene duda que la línea de investigación por el crimen de
Estado de Ayotzinapa pasa necesariamente por el Ejército: “Queríamos demostrar que entraríamos. Muchos dirán que estamos locos,
que esa fue una acción arriesgada, pero no hay locura en esto, estamos
demostrando que vamos en serio y que queremos entrar a los cuarteles para
encontrar a nuestros compañeros. Y lo vamos a hacer”.
El
lunes 12 de enero, el golpe seco de una pedrada le provocó un ligero mareo;
luego, con la vista nublada fue sintiendo un intenso dolor. La sangre corría
por su rostro y lo llevaron a urgencias, junto a otros padres que también
resultaron heridos.
“Pudo habernos irnos peor. Sabíamos que ir
a un cuartel militar no era cualquier cosa. Pero desde hace dos meses estamos
insistiendo que se abra una línea de investigación al Ejército por su
participación en la desaparición forzada de mis compañeros, de la cual soy
testigo, como otros más que pueden confirmar la versión”.
La
reacción inmediata del gobierno fue anunciar la posibilidad de que los padres
entraran a los cuarteles militares, pero después, el secretario de Gobernación,
Miguel Ángel Osorio Chong, aclaró que sólo se permitiría la entrada al de
Iguala.
“Nosotros no somos tontos. Si tuvieron a
nuestros compañeros en algún momento en el cuartel militar de Iguala, como lo
demuestran algunos teléfonos celulares de mis compañeros, es obvio que ya los
sacaron de allí. Eso lo sabemos”.
Omar
García se refiere a la localización que los familiares de los normalistas
recibieron a través de sus celulares, como el caso de Rafael López Catarino,
padre de Julio César López, quien señala que de acuerdo con el GPS del celular
de su hijo, el último lugar donde estuvo fue en las instalaciones del 27
Batallón de Infantería de Iguala.
Celulares
sin investigar
La localización de los celulares no ha sido
investigada por la Procuraduría General de la República (PGR), según señala,
algo que les sorprende: “Es una línea de
investigación que no han tomado en cuenta. Existe la geolocalización y la
retención de datos. Cada llamada y cada mensaje están registrados y las
empresas de telecomunicaciones tienen el deber de guardar esos datos durante
dos años”.
–¿Y por
qué la PGR no ha investigado los celulares de los normalistas desaparecidos?
–A tres meses y medio la PGR no investiga,
incluso a los ocho días pudieron haber dado una localización de los 43
teléfonos de nuestros compañeros que salieron de la escuela. Todos tenían
celular. En algún momento les tienen que haber quitado los celulares y en ese
momento deben saber si se los llevaron juntos o los dividieron. Nosotros
tenemos varios celulares de compañeros que nos indican que estuvieron en el 27
Batallón de Infantería de Iguala”.
Para
Omar García no sólo esto resulta sospechoso, sino también el tiempo que tardó
la PGR en reaccionar sobre el caso Ayotzinapa: “Se tardó 10 días. Tuvieron mucho tiempo para armar un gran teatro”.
Y
añade: “El Ejército pudo movilizar a la
gente hacia donde se le haya antojado, como al Campo Militar Número Uno y otros
lugares donde se sabe que se ha torturado y encarcelado a gente que desaparece.
Sabemos de vuelos de la muerte, de presos políticos, incluso hay ex
guerrilleros que lo demuestran, porque estuvieron en esas prisiones y
manifiestan que los militares se dedicaban a desaparecer gente. Además de los
asesinos a sueldo que el gobierno tiene por donde quiera”.
Una
historia negra
Omar García exige, junto con los padres de
los normalistas, una investigación profunda al Ejército en el caso Ayotzinapa,
un crimen de Estado, dice, perfectamente planeado, y no están dispuestos a
aceptar la última decisión del gobierno, que asegura haber agotado las líneas
de investigación para aparentemente dar carpetazo y olvidar el asunto.
“La PGR puede intentar lo que sea, pero
Ayotzinapa no se olvida ni se olvidará. Nuestro plan es revisar todos los
cuarteles militares. A nosotros no nos van a dejar satisfechos con entrar sólo
al cuartel de Iguala. Vamos a seguir luchando, incluso después de que se
demostrara que nuestros compañeros están muertos. No son 43, son miles en
México”.
Para
sustentar su tesis se remonta a la historia negra del Ejército en otras
ocasiones donde se ha demostrado que participó: “El Ejército está presente en las masacres y no va a cambiar. Ese
Ejército durante años se ha acostumbrado a eso. Llegando allí adoctrinan para
obedecer sin cuestionar las órdenes, es un aparato vertical, burocrático,
corrupto”.
Dice
que de acuerdo con las investigaciones que estudiantes y padres de la Normal
Rural han hecho, les han llegado versiones de militares desertores que refieren
de lo que sucede en las instalaciones militares: “Nos han contado que son testigos de la corrupción en el Ejército, de
las prisiones secretas, aparatos de tortura y todo lo que tienen
clandestinamente”.
–Esa línea de investigación que involucra
al Ejército, ¿la van a continuar pese a que no los dejen entrar a los
cuarteles?
–Nunca la vamos a descartar. Yo estuve allí
frente a los soldados esa noche. Ellos insinuaron que nos iban a desaparecer.
–¿Por qué el Ejército querría desaparecer
43 jóvenes?
–No atacaron a estudiantes comunes y
corrientes, se han llevado ya muchos otros, como en Cocula; esta vez eran
estudiantes normalistas, jóvenes que piensan diferente al Estado. Es lo que
representa Ayotzinapa en el movimiento de Guerrero.
–¿Ustedes son incómodos para el Ejército?
–Siempre lo hemos sido. Y desarmados para
colmo.
–¿Son considerados subversivos?
–Nos gustaría que nos consideraran
subversivos, pues nos consideran vándalos y delincuentes, que es peor.
Omar
García no puede olvidar cómo aquella noche del 26 de septiembre algunos de
ellos solicitaron a los soldados que atendieran su compañero Édgar, pero un
militar les contestó que se lo merecía y se tenían que “aguantar”.
“No
hay Ayotzi que no haya sido encañonado en el pecho a las dos o tres semanas que
haya ingresado a la escuela. Siempre llegan los marinos, la policía o los
militares y te encañonan en el pecho. Eso es para probarte. Con el tiempo ellos
mismos nos han quitado el miedo”.
“Vamos a
seguir”
La reciente detención de Felipe Rodríguez
Salgado, El Cepillo, por participar
en la desaparición de los normalistas, es un hecho intrascendente para Omar: “¿De qué sirve que detengan a 97 personas si
las estructuras detrás siguen intactas?”.
“A nosotros nos importan un comino las
estructuras visibles de sicarios, porque detrás de ellas están los verdaderos
criminales, los que mueven todo. Sin el Estado, la delincuencia organizada no
funcionaría. Sin las estructuras del Estado no habría delincuencia organizada.
Detrás de los que andan con sus cuernos de chivo están los otros sin armas,
pero que son los que organizan todo”.
Omar
García espera recuperarse totalmente para volver en unos días a la búsqueda de
sus compañeros. Sabe que el Ejército lo vigila, y desde hace tres meses y medio
se mueve constantemente de lugar para sobrevivir al acoso. Pese a todo, ríe de
manera espontánea y pasa su mano por el cabello para señalar a los responsables
del caso Ayotzinapa:
“El brazo armado del Estado es el Ejército,
y como tal es lo más podrido que hay dentro del Estado mexicano. Mientras no se
toquen las estructuras del Ejército de nada sirve que cambie el gobierno; quien
tiene el poder real en México son los militares. Y si logramos demostrar que
fue el Ejército, los militares van a apuntar a muchos funcionarios y políticos
como cómplices de todo lo que han hecho. El tiempo siempre trae la verdad. Si
están vivos nuestros compañeros o están muertos, fue el Estado”.
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