Monsiváis: la ‘fe’ de la militancia marxista y ¿la ‘razón’ en los intelectuales mediatizados por el Estado?
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Publicado en Rebelión
1. Carlos Monsiváis
escribió: “Desde 1919 (la fundación
del Partido Comunista Mexicano) a
nuestros días, sí es evidente una expresión dominante, única en los momentos de
crisis se vuelve única. Lo homogéneo viene de la profesión de fe marxista, de
la creencia en la versión soviética del socialismo, del culto a la Revolución.
En los veinte y en los treinta la meta es la condición del bolchevique, recio
como el acero, abnegado, dispuesto a darlo todo por el Partido (así, a
secas) que es la vanguardia de la
humanidad, el depositario –a través del centralismo democrático– de la
sabiduría colectiva. Son numerosos los testimonios de entrega, de
interpretación religiosa de la militancia. De modo obvio, el sectarismo es
preocupación religiosa por la ortodoxia, por el acatamiento estricto de la
doctrina del materialismo histórico”.
2. La realidad es que es
difícil separar la fe y la razón, ¿es tener fe, es una simple creencia, luchar
por la destrucción del capitalismo y tratar de poner las bases para la
construcción de una sociedad igualitaria? ¿Es por esta “creencia religiosa” por la que millones de seres humanos salimos a
las calles a protestar y muchas veces a enfrentarnos contra las fuerzas armadas
que defienden el poder gubernamental o empresarial? Es probable que el
intelectual Monsiváis tenga la sabia razón, pero ¿qué pensamiento puede
separarse de los deseos “religiosos”
y de la razón real o científica? Yo desde los 19 años, cuando el marxismo me
convenció, eché en saco roto todas las religiones, pero nunca he tenido dudas
de que mis convicciones de lucha por la igualdad –aunque naveguen en lo
científico- puedan tener mucho de convencimiento religioso.
3. Escribe Monsiváis: “En las variantes nacionales cuenta
muchísimo la personalidad de los líderes. En el caso de México las figuras
primordiales del periodo 1919-1988 son, sin duda, Hernán Laborde, Valentín
Campa, Vicente Lombardo Toledano, Dionisio Encinas, Demetrio Vallejo, Diego
Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Revueltas, Heberto Castillo y Arnoldo
Martínez Verdugo. Son dirigentes inflexibles, encarnaciones del dogma,
heréticos e inquisidores, artistas, intelectuales, luchadores sociales. Viven
la marginalidad sin prestigio, y la marginalidad que se reconoce pese a todo.
Son internacionales y son despiadadamente localistas. Adoran a Stalin, así
algunos se den el lujo de admirar a Trotsky, y su idolatría les hace renunciar
a la autocrítica y a su visión moral”. No me cabe duda que Monsiváis estaba
grueso al escribir este párrafo.
4. No me sorprendió que el
intelectual Carlos Monsiváis escribiera –para denigrar a los militantes de
izquierda y socialistas, que “Que desde
1919… homogéneo viene de la profesión de fe marxista, de la creencia en la
versión soviética del socialismo, del culto a la Revolución”. Sin embargo
esto explica al mismo tiempo porque Monsiváis no tuvo militancia política y, lo
más grave, que nunca se haya comprometido o participado en movimiento social
alguno de protesta; pero también que haya desautorizado fuertes manifestaciones
de luchas estudiantiles como las de 1968 y 1999 en la UNAM. Mucha gente le
respetó a Monsiváis sus posiciones políticas de rechazo al radicalismo, a las “provocaciones”, a los “dogmas de fe”, pero fueron condenadas
sus declaraciones que dañaban a los movimientos sociales para quedar bien con
las clases dominantes.
5. La realidad es que las
posiciones políticas que denuncia Monsiváis en cuanto a los “inquisidores”, a los “difusores de dogmas”, los “adoradores de Stalin y de la URSS” no
tienen mucho que ver con el haber profesado la fe marxista; fueron más bien
razones políticas “científicas” y muy
pragmáticas; la voluntad de acatamiento de órdenes que venían de la Tercera
Internacional y Moscú por oportunismo político. No fueron dogmas sino
conveniencias de los dirigentes políticos para quedar bien con el comité
central. Sí hay muchos registros de dogmatismo y de fe entre los militantes de
partidos; pero más que fe religiosa lo que debe denunciarse más es el
seguidismo a las líneas partidarias y de pensamiento por conveniencias
políticas, particularmente de sus dirigencias.
6. Monsiváis fue un
distinguido personaje que escribió, reflexionó y opinó en la segunda mitad del
siglo XX, por ello fue colmado como un intelectual muy destacado e inteligente.
Como él muchos más escritores con sus obras han llenado librerías, salas de
conferencias y la televisión con sus entrevistas y declaraciones. Pero no todos
los intelectuales, escritores o artistas han tenido la oportunidad, han podido,
buscado o querido destacar; hay otros miles en el país, con más o menos el
mismo nivel literario de él, que se mueven en otros campos, con otros intereses
y relaciones. Desafortunadamente en México la enorme mayoría de los “intelectuales” oficiales o de mafia,
han estado moviéndose alrededor de los premios, salarios, becas, negocios,
viajes, que ha ofrecido el gobierno y los medios de información a su servicio.
7. Las batallas entre la
pasión y la razón políticas no dejarán de estar presentes en las luchas
sociales. No pueden dejar de amargarnos o de entrar en cólera por las
represiones, invasiones y asesinatos de que son víctimas los pueblos del mundo
por el imperio; pero tampoco podemos dejar de alegrarnos o apasionarnos cuando
los trabajadores obtienen victorias en su beneficio. Los seres humanos somos
emoción, entusiasmo, pasión, aunque al mismo tiempo usamos la reflexión
buscando razones aunque éstas no sean de la profundidad que se exige. ¿Cómo no
entusiasmarnos cuando los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Argentina logran
ganar batallas en beneficios de sus pueblos y cómo no repudiar con razón los
bombardeos yanquis en el mundo?
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