José de Jesús Ávila González: desaparecido hace 41 años por la contrainsurgencia del Estado Mexicano.
HIJOS-México lo recuerda así:
José de Jesús Ávila González
¡Presente!
Detenido desaparecido desde el 05
de abril de 1974.
41 años de impunidad. 41 años de
memoria.
No olvidamos. No perdonamos. No nos
reconciliamos.
En otros sitios se encuentran algunas breves referencias:
“5 de
abril, 1974. Elementos de la DFS detienen y desaparecen al estudiante de la
Escuela Superior de Economía del IPN, José de Jesús Ávila González, enlace del
PdlP en la ciudad de México y miembro del Comité de Defensa Física y Moral de
los Presos Políticos. Ávila es visto con vida en el Campo Militar N° 1”.
“A mediados de los años 70’s, José de Jesús Ávila González era estudiante
de economía en el Instituto Politécnico Nacional, empleado de la trasnacional
General Foods de México y miembro activo del Comité Pro defensa Física y Moral
de Presos Políticos de México. Además era militante del Partido de los Pobres
que comandaba Lucio Cabañas en el estado de Guerrero. En sus tiempos de
estudiante era reconocido por sus publicaciones en la revista ¿Por Qué? En un
apartado postal recibía correspondencia directa de Lucio, donde participó en
varios asaltos bancarios, incluyendo el Banco Comercial Mexicano, donde el
botín era superior a los dos millones de pesos (de los de entonces), fue
remitido íntegro a la Sierra de Guerrero en abril de 1973; un año más tarde
abandonó estudios y trabajó en la General Foods. Sus compañeros recuerdan que
se había ido a la sierra con Lucio.
Este es un ejemplo de los
expedientes a todas luces preparado por un cuerpo de inteligencia utilizados
para dar respuesta a las interrogantes internacionales sobre desaparecidos
políticos en México. Aquí se registran plenamente las actividades guerrilleras
de Ávila González durante cuatro años, desde agosto de 1974, dice la ficha que el
guerrillero “fue identificado como participante en varios actos criminales, aunque
siempre fue capaz de evadir a sus persecutores y de permanecer en la
clandestinidad”.
Ávila González está
considerado como "desaparecido"; existen reportes de las Organizaciones
No Gubernamentales de que fue detenido el 5 de abril de 1974, fuera de su casa
en la ciudad de México, por elementos de la Dirección Federal de Seguridad”.
Aquí,
en La Voz del Anáhuac, recordamos a Jesús como un compañero sencillo, discreto,
activista “de bajo perfil”, como se
diría ahora, es decir, nunca buscaba el templete, ni la foto, ni el aplauso. Hacía
lo suyo, difundía la información que era necesario difundir, se acercaba a
otros activistas siempre con respeto, buscando coincidencias para potenciar
actividades solidarias con los presos políticos y con los movimientos
insurgentes del estado de Guerrero. Un compañero nuestro lo conoció y trató de
manera fraterna en 1971 y 1972. Nunca dijo ser parte del Partido de los Pobres,
pero tampoco ocultó su afinidad, su simpatía por esta organización. Eran tiempos
difíciles, era muy peligroso hablar de más. La policía política estaba muy al
pendiente de los movimientos de todos quienes realizaban actividad política en
el medio estudiantil. El seguimiento era cotidiano, acucioso, escudriñador. Infiltraban
agentes, pagaban “orejas” y “ojos” informantes. Por eso, estuvieras
o no vinculado con el movimiento armado, debías tener mucho cuidado qué y con
quién hablabas. Las lenguas sueltas no cabían. Había que ser muy cuidadosos,
discretos.
Después de la masacre del 10 de junio
de 1971, para muchos se refrendó algo que había calado hondo entre los
activistas estudiantiles desde el 2 de octubre de 1968: las vías pacíficas y
civiles de lucha estaban canceladas. Entonces, entre los más convencidos de la
necesidad de luchar en serio por una transformación de la sociedad sólo quedaba
un camino: la revolución.
Fue así que se buscó vincularse a los
movimientos armados existentes en Guerrero o se articularon movimientos armados
urbanos en torno a las universidades, el Politécnico, las Normales.
Hubo otro camino ensayado por quienes
también pensaban en la revolución pero que no la concebían como una lucha sólo
de un puñado de valientes sino como una lucha de todo el pueblo, así que
paralelamente a las organizaciones político-militares, muchos activistas tomaron
el camino de la integración al pueblo,
pensando que ahí es donde se debía trabajar para crear las condiciones
necesarias y organizar desde abajo para que esa revolución fuera posible.
Jesús, estudiante de Economía en el
IPN, dejó la escuela y se fue de obrero. Para quienes lo conocimos esa era una
señal de que estaba optando por la integración
al pueblo.
Pero luego nos enteramos que el 5 de
abril de 1974 lo detuvo la policía política como presunto militante del Partido
de los Pobres, acusado de haber participado en diversas actividades
guerrilleras.
Como sea, desde entonces está
desaparecido, guerrillero o no, obrero, estudiante, activista, luchador social,
nunca fue procesado por los cargos que el Estado le atribuyó.
Han pasado ya 41 años desde entonces.
Fue detenido-secuestrado-desaparecido por el más criminal de cuantos cuerpos
policiacos han existido en este país: la Dirección Federal de Seguridad,
dependencia de la Secretaría de Gobernación, el Estado mexicano es responsable
de su desaparición, como de la de centenares de compañeros que también fueron detenidos,
secuestrados, desaparecidos entonces. Como siguen desaparecidos 43 compañeros normalistas
rurales de Ayotzinapa desde el 26 de septiembre de 2014.
Jesús es víctima de desaparición
forzada en esa etapa oscura de nuestra historia conocida como “guerra sucia”. Se dice que dicha “guerra sucia” transcurrió entre los 70’s
y los 80’s. ¿Qué es lo que estamos padeciendo ahora? ¿Una guerra sucia remasterizada?
Ya pasaron 41 años, sí, y pasarán oros
tantos y no dejaremos de gritarle al Estado por Jesús Ávila, por Carmen Vargas,
por Roberto Gallangos, por los centenares de desaparecidos durante la mal llamada "guerra sucia" (en realidad fue una guerra de exterminio contra todos los rebeldes), por los miles de desaparecidos durante la llamada "guerra contra el crimen organizado", por nuestros 43 compañeros de Ayotzinapa, por todos nuestros compañeros
ausentes:
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
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