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“¡La cagamos, son mujeres!”: soldado después de disparar 20 veces al carro de Diana; 5 balas penetraron su cuerpo

Por: Redacción Revolución
28 mayo, 2015

(28 de mayo, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Un soldado se acercó al carro y dijo: ‘¡Hey, la cagamos! ¡La cagamos, son mujeres!’, afirmó Alejandra, quien era la copiloto de Diana. “Es ahí cuando reconocen que se equivocaron, que no eran hombres sino mujeres a quienes les habían disparado. Ellos se equivocaron y aún así aseguran que mi hija Diana encubrió un delito”, declara María Guadalupe Bravo, madre de la víctima.

Al sufrimiento de haber perdido a un familiar de manera inesperada y producto de una ejecución extrajudicial, y estar involucradas las fuerzas armadas, se le debe sumar el tener que enfrentarse al descrédito social. “Porque los soldados, marinos y policía, fabrican culpables, alteran escenarios y siembran evidencias”, sentencia en exclusiva para Revolución TRESPUNTOCERO, el Licenciado Raymundo Ramos Vázquez, Presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo (CDH).

El 19 de mayo pasado personal del Ejército Mexicano disparó en contra de un grupo de jóvenes que se encontraban platicando en el crucero de Héroe de Nacataz, entre Gómez Farías y Privada Corona, en la colonia Matamoros, Nuevo Laredo. Ricardo Daniel Borrego Miguel fue uno de los muchachos que al escuchar los disparos salió corriendo intentando salvarse de éstos, es ahí cuando los militares alcanzan a colocarle una de las balas en la nuca, la cual le salió por la boca, provocándole una hemorragia que lo llevó a la muerte, convirtiéndose así en la primer víctima del ejército ese día.

Justo cuando Ricardo caía al suelo, pasaba por el lugar Diana Calderón Bravo, una chica de 21 años, quien manejaba su automóvil acompañada de su amiga Alejandra. Cuando se percatan de la escena Diana acelera para no ser alcanzadas por las balas, sin embargo, los militares las fijaron como su segundo blanco y disparan contra el carro poco más de 20 veces, de las cuales 10 impactaron al vehículo y cinco penetraron el cuerpo de Diana. “Los disparos fueron en la espalda de la joven, por eso nos damos cuenta de que es una agresión  directa, además de que no existe ningún militar herido y aunque hay un vehículo del ejército que presenta un impacto de bala, se hizo de adentro hacia afuera, es decir ellos mismos lo hicieron”, afirma Ramos Vázquez.

El parte oficial rendido por los militares asegura que ellos fueron víctimas de una agresión armada y presentaron a un menor de edad como integrante de un grupo delictivo, además de envoltorios con droga, armas y municiones, que dijeron le pertenecían al chico.

“Durante más de tres horas los militares impidieron el paso a familiares de las víctimas y al personal del Ministerio Público, e incluso a los servicios de emergencia, esto fue para poder manipular el lugar de los hechos y sembrar evidencias a las víctimas, en un claro intento por fabricar culpables”, dijo el presidente del Comité de Derechos Humanos.

“Afortunadamente existe el testimonio de cuatro personas que presenciaron la acción de los militares, el momento en que bajan de una camioneta del Ejército Mexicano las armas y la droga para sembrarlas junto al cuerpo de Ricardo Daniel Borrego Miguel y de Diana Calderón Bravo, declaraciones que prueban modo, tiempo y lugar de los hechos”, agregó.

Ramos Vázquez explica que el caso de Diana es una representación del modus operandi del ejército. A la joven estudiante al morir en un fuego por parte de militares, la presentan como una delincuente, una integrante del crimen organizado. Le siembran armas y drogas, además de acusaciones que hayan quedado registradas en el parte informativo. Un ejemplo del descrédito social por parte de los militares.

Agregando que: “otro padecimiento de las familias que sufren las ejecuciones extrajudiciales, es la impotencia de que la autoridad que debería investigar, en este caso el Ministerio Público de la Federación y la Procuraduría General de la República (PGR), no averigua a pesar de haber testigos de las irregularidades. En el caso de Diana, una de ellas es que durante tres horas el ejército no permite el ingreso del ministerio público, tampoco a la Cruz Roja, ni a los familiares al lugar de los hechos”.

A su vez, Ramos Vázquez asegura que en esas tres horas se manipularon todas las evidencias, y también se sembraron otras, provocando con esto un vacío de poder judicial. Otro punto que remarca, es que las familias se enfrentan a la parcialidad de la PGR, a la lentitud, al burocratismo y al valemadrismo, porque el Ministerio Público Federal tiene miedo de integrar cualquier averiguación que involucre a las Fuerzas Armadas, no solamente el ejército sino también la policía Federal y la Marina.

En el caso de Diana aún no se ha emitido ninguna respuesta por parte de las instancias involucradas en la investigación, que son: la Secretaría de la Defensa (SEDENA), la  Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la Presidencia de la República, y la Secretaría de Gobernación (SEGOB).

Ramos Vázquez comenta que, “lo primero fue hacer la querella formal, esto sucedió el viernes por la tarde en la PGR, en contra de quien resulte responsable. En  esa ocasión el Ministerio Público (MP) le dio todo el crédito a las declaraciones del ejército mexicano, que se hicieron por medio del parte formativo, dándole al documento credibilidad absoluta. Es ahí donde se cuestiona la honorabilidad de Diana, instando con mayor firmeza la petición de justicia que hace su madre, María Guadalupe Bravo. Porque nos damos cuenta que el MP ha enviado una señal de que a su modo de ver no existe mucho o nada que investigar.  Esa es la impunidad de la que gozan las Fuerzas Armadas teniendo de cómplice a la PGR y otras instancias”.

“De no obtener justicia haremos un llamado a los organismos internacionales de Derechos Humanos, para que ellos pidan una investigación profunda,  exhaustiva e imparcial, hecha por las autoridades, así como lo estamos haciendo nosotros como CDH. Porque cuando las fuerzas armadas están involucradas en un asesinato extrajudicial, es muy difícil que las familias consigan justicia, es un camino muy largo, penoso y desesperante para los familiares”, asegura Ramos Vázquez.

Y sentencia que, “no son las fuerzas armadas las principales culpables, es el Estado mexicano, porque no es la primera vez que el ejército comete estos delitos, llevamos 14 o 15 ejecuciones extrajudiciales que están documentadas por el Comité, pero existen muchas más, solamente que las familias de las víctimas no han querido denunciar por miedo”.

Agregando que, “quienes sí presentan una denuncia, esperan que Enrique Peña Nieto no solamente defienda los derechos humanos en el discurso, no solamente cuestione a los malos elementos en el discurso, sino que en la práctica abra la posibilidad de que se aplique la ley sin distinción, sin fijarse de que pertenece o no a las Fuerzas Armadas”.

El Presidente del CDH explica que dicha organización, además de tener la defensa de Diana, realiza la investigación, toma las declaraciones de los testigos y recaba pruebas de los hechos, porque aunque ese es el trabajo del MP, no piensa hacerlo. “Si nosotros hicimos un boletín con datos verificados, el MP ya debió de entrevistar a los familiares, constituirse en el lugar de los hechos y hacer preguntas, como lo hicimos nosotros, ellos pueden obtener mayor información por ser autoridades”.

“En definitiva, en Nuevo Laredo y en Tamaulipas los ministerios públicos no quieren investigar a los integrantes de las fuerzas armadas por miedo o por complicidad. A esto se le suma que las fuerzas nunca cumplen con el protocolo, ni el manual del uso de la fuerza. El año pasado se firmó un acuerdo entre Marina, Ejército, Fuerza Aérea y Policía Federal, se establecieron los protocolos para actuar en situación de riesgo o un enfrentamiento con delincuentes. Se explicó que primero se tiene que hacer una advertencia para que depongan las armas, evitar que escapen o agredan a las víctimas. Existen muchas maneras de hacerlo, desde la  disuasión, hasta la prevención.  Lo que no deben de hacer es disparar a matar y poner en riesgo las vidas, en este caso el actuar del ejército fue todo lo contrario. Hubo una agresión directa”, afirma Ramos Vázquez.

Comentando, “a esto le agregamos que según los testigos que tenemos, los jóvenes no iban armados, entonces ese protocolo que pomposamente anunció Enrique peña Nieto y las fuerzas armadas, simplemente es letra muerta, ocasionando muertes inocentes con frecuencia”.

“En la tragedia de Diana nunca estuvo en riesgo la vida de ningún militar. Pero aseguran que ella tenía un arma 223 de uso exclusivo, pero es un arma que mide aproximadamente 1 metro y pesa como cinco kilos, entonces difícilmente alguien puede manipular un arma larga mientras va manejando, menos una muchachita de complexión delgada. Debo señalar que en el lugar de los hechos había una cámara de seguridad y los militares cortaron los cables que alimentan la energía del aparato, tenemos todo documentado porque no solamente existe responsabilidad de los militares que privaron de la vida Diana y Ricardo, sino también los superiores, quienes mantienen una complicidad por encubrimiento. También son los responsables directos de que esto siga sucediendo en Nuevo Laredo, en Tamaulipas y en el país. Porque las fuerzas armadas violan varios protocolos, incluido el de la preservación de evidencias”, puntualiza Ramos Vázquez.
“EPN tu ejército está acabando con la juventud”: Testimonio de María Guadalupe Bravo, madre de Diana: joven asesinada de 5 balazo por elementos del Ejército Mexicano
28 mayo, 2015
 (28 de mayo, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- “Yo le diría  a Enrique Peña Nieto que nos volteé a ver, que su ejército está acabando con la juventud y la sociedad. No todos somos delincuentes. Y aún quienes delinquen, tienen que ser juzgados, no asesinados. Es ahí donde Presidencia debe de observar qué es lo que está sucediendo, porque los soldados están acabando con la credibilidad de la justicia en México”.
“El ejército está abusando de su poder y matando, se supone que ellos deberían de cuidarnos y nos están acabando. Abusan de su posición y de sus armas, y no están preparados para usarlas”.
“En definitiva creo que los ciudadanos deberíamos de conocer más acerca de nuestros derechos, pero también Peña Nieto debe de vigilar y exigir que sus fuerzas de seguridad tengan mayor preparación, para que respeten las garantías de los ciudadanos, porque están matando a muchas personas”.
“No todos somos delincuentes, y es ahí donde ellos se están equivocando, lo cual es muy lamentable porque si nos ponemos a contar, Diana es un caso más de miles que existen en todo el país. Tengo miedo a quienes me enfrento, pero sería peor si me callo y no hago nada, porque si no denuncio es posible que el ejército siga trabajando de esa manera, y actuando con impunidad”.
“Yo no quiero que mi caso sea uno más que se quede sin justicia. Enrique Peña Nieto tiene que hacer algo para detener las muertes, que observe que los oficiales hagan su trabajo de manera correcta, porque están dañando a mucha gente, no todos son malos, hay gente que sí sabe hacer su trabajo, pero en este caso no”. Afirma en exclusiva para Revolución TRESPUNTOCERO, la madre de Diana Calderón Bravo, muerta el 19 de mayo tras recibir 5 balazos por parte del Ejército.
“¡Los mataron! ¡Los mataron! ¡Y no estaban armados, les dispararon!”, gritaba la gente en las calles aledañas al suceso. Diana Calderón Bravo venía de la casa de su papá, había ido a recoger ropa para quedarse en casa de su amiga Alejandra, quien la acompañaba como copiloto en el carro.
“Su papá me llamó y me avisó que Dianita había salido ya de su casa, para que yo estuviera pendiente de ella, ya que por la mañana se habían escuchado balazos, un hecho común en esta ciudad, es por ello que debíamos tomar precauciones. Por otro lado, mi hijo Abraham (el mayor de los tres), salió a buscar a su hermano Job (el menor),  que había salido horas antes y aún no regresaba. La preocupación era por lo sucedido horas antes en las calles cercanas”.
Diana se enteró y en su trayecto a casa de su papá iba buscando a su hermano Job, sin bajarse, ni detener el carro. Justo cuando ella pasaba por una calle donde se encontraba un grupo de soldados, éstos comenzaron a disparar, y hay testigos, porque es una zona transitada, de que nadie atacó a los militares.  Mucha gente corrió a ver lo que pasaba y vieron como el carro recibía los disparos sin detenerse.
Alejandra sufrió el roce de un disparo entre la espalda y el brazo.  Cuando yo llegué a mi casa, ella me estaba esperando, al verla herida le pregunté asustada, qué le había sucedido. Entre lágrimas y nerviosismo me dijo: ‘yo estaba con Diana, y me hirieron de regreso de la casa de su papá, veníamos buscando a Job, nos comenzaron a disparar, y en la oportunidad que tuve me bajé del carro y corrí, pero no sé si alguien pudo ayudar a  Diana. Yo ya no la volví a ver’.
“En ese momento salí corriendo a buscar a mis hijos, en las calles la gente gritaba, fue así como ubiqué el lugar de los hechos, el cual estaba acordonado. Quienes rodeaban el lugar decían que las víctimas no se habían podido defender. Pero yo no sabía de quiénes hablaban, ni qué era lo que había pasado aproximadamente a las 2 de la tarde, para ese momento ya casi iban a dar las 5.
“El ejército que acordonó la zona no nos dejaba pasar.  Tiempo después, uno de los oficiales  comentó que había una muchacha  en un coche abandonado, pero no se sabía si estaba herida o muerta.  Yo nunca me imaginé que pudiera tratarse de Diana, aunque a su hermano Abraham alguien le comentó que el carro que estaba protegido por los soldados era igual al que usaba su hermana.
“Después de poco más de tres horas nos permitieron pasar a la escena. Pero antes de ello, un oficial nos dijo que el carro que estaba vigilado por los soldados y donde había una chica, había servido para bloquear el paso al ejército y así dejar escapar a un convoy de dos camionetas de delincuentes.
“Cuando supe que era mi hija, yo estaba indescriptiblemente indignada porque estaban inventando algo que jamás sería verdad. Mi hija no es una delincuente, ella regresaba de la casa de su padre. Sin embargo, los soldados insistían y aún insisten en que Diana había cubierto y ayudado en el escape de ese convoy de delincuentes.
“Fue hasta pasadas las siete de la noche cuando pude identificar el cuerpo de mi hija. Me decían que antes no se podía porque tenía que estar presente el ministerio público y los peritos, sin embargo tampoco a ellos los habían dejado pasar antes.
“La tragedia sucedió hace una semana y apenas el lunes pasado comencé a velar el cuerpo de mi hija,  porque hasta ese día en la noche me lo entregaron.  El pretexto que me pusieron fue que me tenían que tomar pruebas de ADN que coincidieran con el  de Diana. Y dado a que el proceso era tardado, tendría que esperar, ya que los análisis los realizarían en Ciudad Victoria.
“Diana tenía 21 años, estaba en la preparatoria Americana para adultos, porque además estudiar, también trabajaba. Yo tomé la decisión de demandar porque lo que estaban haciendo era mentir, al dañar a mi hija afirmando que fue cómplice de delincuentes.
“Con mi tragedia me doy cuenta que como ciudadano uno no tiene los conocimientos de los derechos que le corresponden,  leyendo los reglamentos me doy cuenta que se violaron todas sus garantías de Diana y de todas las personas que estaban ahí, porque los soldados dispararon sin importarle los muchachos que caminaban a escuela, las amas de casa, los trabajadores, y quienes viven alrededor.
“El ejército actuó con muchas irregularidades, por eso estoy a la espera de que Derechos Humanos me ayude, puse mi denuncia por los daños que están imputando a mi hija y se debe de investigar la actuación del ejército. No solamente por la muerte de Diana, sino también por la arbitrariedad cometida en contra de mi hijo Job, a quien el ejército detuvo ese día, porque efectivamente se encontraba por esa zona.
“Cuando lo detienen, lo arrastran y golpean,  aún cuando vieron que no llevaba nada en las manos, ningún tipo de arma, ni siquiera una mochila.  Si se hubiera encontrado armado,  hubiera sido otro tipo de enfrentamiento.  Lo que  el ejército cometió esa tarde fue homicidio.
“Yo interpuse una demanda por homicidio ante la PGR. Que se investigue el caso de mis dos hijos. Yo no sé cuál es el procedimiento jurídico, ni sé de las leyes, pero a mí me dijeron que encontraron a un muchacho con residuo de pólvora, y que mi hija Diana también tenía pólvora en las manos, lo cual es mentira, a ella le sembraron las evidencias. ¿Cómo es posible que mi hija disparara un arma larga y pesada al mismo tiempo que manejaba?
“El caso de Diana está plagado de irregularidades y mentiras. El carro se movió, no se quedó detenido bloqueando algo: eran balazos, tenía que acelerar Y el ejército disparó y disparó contra el auto, contra Diana, ahora ella está muerta. Los soldados incluso le tomaron fotografías a mi hija para demostrar que traía un arma, yo no he visto las fotografías, ni pienso ver, porque no necesito imágenes para saber que mi hija no disparó.
“El proceso para obtener justicia puede que sea largo, pero si realmente existe la justicia en México,  se obtendrá si las autoridades y Derechos Humanos hacen su trabajo. Sólo así obtendremos un buen resultado, esperando que no haya otro tipo de intereses o protección a culpables.  Probablemente sea difícil, pero ya lo sabremos con las investigaciones y con los resultados de éstas, pero esperando se haga un trabajo justo, que limpie el nombre de Diana.
“Ahora sólo me toca esperar los peritajes, esperar los resultados, pero tengo confianza que todo va salir bien. Aunque acepto que el miedo me invade por las represalias que pueden haber, tengo miedo que le pase algo mi familia, a mis hijos, por eso le pedí a Derechos Humanos que intervenga. Aún así yo viviré con el temor de que algo pueda llegar a pasarnos, pero no voy a bajar la guardia, porque tengo que defender la honorabilidad de mis hijos, porque el ejército siembra evidencias.
En el caso de Job  ya rindió su declaración, yo la firmé porque es menor de edad. Sólo estoy a la espera de que el juez decida hacer justicia. Hoy Job  está detenido, las autoridades no me dicen en cuántos días habrá una respuesta. Pero seguimos en espera de resultados  positivos”. Narra María Guadalupe Bravo.
 

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