Manuel Fuentes Muñiz
2015-06-24
No pasará mucho tiempo para
que se descubra que la reforma educativa de Peña Nieto fue un fracaso.
Emilio
Chuayffet, secretario de Educación Pública, en su comparecencia de este martes
no dijo todas las implicaciones que ha tenido la llamada “Reforma educativa” impulsada desde el gobierno federal.
No aceptó, lo
que es evidente, que la actitud de enaltecer la evaluación educativa y al mismo
tiempo denostar a los maestros tiene motivos políticos, de los más mezquinos.
La educación es
lo de menos para este tipo de funcionarios, lo importante es encumbrar
políticamente a su gobierno con discursos demagógicos que los hagan aparecer
como “héroes de la patria” contra los
malos maestros.
Esta política
tiene como propósito ocultar la crisis económica que enfrenta la Nación y las
repercusiones que tiene en materia educativa. Y que no se recuerde el olvido en
que se encuentran miles de escuelas y tampoco a esos niños que ensalzan y que
sufren las consecuencias de esos discursos demagógicos y que no tienen
consecuencias en la realidad.
Chuayffet
minimiza el recorte al presupuesto que ha sufrido la Secretaría de Educación
Pública de 8 mil 200 a 8 mil 500 millones de pesos en este año. No se dice que
la infraestructura educativa está sostenida por los padres de familia con las
llamadas “cuotas voluntarias” que se
han convertido en obligatorias; pero ese apoyo no puede sustituir la obligación
gubernamental.
No dijo a los
senadores que la llamada reforma educativa que se diseñó desde las oficinas de
la SEP hizo recaer en los municipios esa obligación de proveer de servicios a
las escuelas: Internet, luz eléctrica, agua, mantenimiento. Eso explica el por
qué miles de escuelas públicas no se cuentan con esos apoyos, porque los
municipios también están en el abandono económico.
No explicó
Chuayffet que ese ataque a los maestros propició que desde que se impulsó esa
reforma educativa, en febrero de 2013, más de 250 mil maestros prefirieron
jubilarse a soportar que un funcionario de esa calaña los siguiera amenazando e
insultando.
No mencionó
Chuayffet que actualmente la SEP tiene 750 mil maestros jubilados y que al
término del sexenio dejará este gobierno una herencia de un millón de
jubilados, casi uno por cada docente en activo. Esa pesada carga financiera
será un lastre para los siguientes gobiernos, pero ese funcionario mejor
prefiere callar ese dato.
Denosta a los
profesores que abandonan las clases para protestar y que ellos son el principal
motivo de que los menores no reciban educación con plenitud, pero calla al
omitir que la principal causa de abandono en perjuicio de los escolares a nivel
nacional es la jubilación que sigue creciendo de manera incontenible. ¿La
razón? Esa política en contra del magisterio que los obliga a apresurar esos
trámites de retiro.
No dice este
funcionario que la política de poner contra la sociedad a los maestros es
desprestigiar la educación pública impulsada por el Estado para fomentar la
educación privada. La llamada clase media busca como medida de “superación” inscribir a sus hijos en
escuelas particulares. Dice, esas son las mejores, cuando en realidad la
escuela pública fomenta valores nacionalistas y democráticos que la clase en el
gobierno rechaza.
¿Por qué no
explicó que la reforma educativa está basada únicamente en un examen
estandarizado que no fomenta ni reconoce la especialización que tienen los
profesores en su enseñanza? No reconoce esa reforma ni especializaciones ni
grados escolares de los propios mentores y los expone, sin una capacitación previa,
a un examen incierto que facilita su reprobación.
No supo explicar
el entramado jurídico que se ha creado al convertirse la SEP en el patrón de
los cientos de miles de maestros, junto con la Secretaría de Hacienda al cubrir
la nómina de manera concentrada con los gobernadores de los estados y
secretarios de educación estatales lo que complicará aún más los procesos
legales.
No pasará mucho
tiempo para que se descubra que la reforma educativa de Peña Nieto fue un
fracaso. Que la pretendida mejora de la educación es en realidad un lastre y
quienes pagarán las consecuencias serán los niños y jóvenes por quienes se
desgarran las vestiduras, únicamente en los discursos. Al tiempo.
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