Por VILU, militante de
la Juventud Guevarista de Chile
Revista Nuestra América
Julio de 2015
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Este mes de julio se conmemora un nuevo aniversario del
heroico asalto al Cuartel Moncada en Cuba y se celebra el triunfo de la
Revolución Popular Sandinista en Nicaragua. Más allá de quedarnos en la
efeméride, conviene mejor preguntarse ¿qué
lecciones nos dejan, para las tareas del presente, la Revolución Popular
Sandinista y el asalto al Moncada? Indudablemente son varias, siendo quizás las
más evidentes aquellas que se refieren a la necesidad de oponer la violencia
revolucionaria a la violencia reaccionaria, o que ninguna política entreguista
u oportunismo claudicante puede opacar el hecho de que la revolución es
posible, tal como señala explícitamente la Segunda Declaración de La Habana:
“¿Y qué enseña la Revolución Cubana? que la revolución es posible, que los pueblos
pueden hacerla, que en el mundo contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir
el movimiento de liberación de los pueblos”.[1]
Sin perjuicio de lo
anterior, nosotros pensamos –sin ánimos de exhaustividad- que existen tres
grandes lecciones que suelen quedar relegadas a un segundo plano no obstante su
tremenda importancia. La primera de
aquellas, pone prístinamente de manifiesto que el carácter de la lucha
revolucionaria –ya sea anticolonial o socialista- necesariamente deviene en
continental, y que en razón de aquello,
se pone a la orden del día la necesidad de articularse internacionalmente. La
segunda lección, es una de modestia y de
eficiencia, pues nos enseña el valor de la unidad en la acción de las fuerzas
revolucionarias, específicamente mediante la figura que denominamos vanguardia
compartida. La tercera y última lección, es la que se refiere a la tarea de
desenmascarar, desplazar y luchar decididamente contra los partidos pseudo-marxistas y demás lastres
que abundan en el seno del movimiento obrero. Veamos cada una de estas
enseñanzas con atención.
PRIMERA LECCIÓN: el
carácter continental de la revolución.
Conviene, en primer lugar y ante todo, comenzar este acápite
reflexionando sobre lo que Marx postulaba en el Manifiesto del Partido
Comunista, a saber, que la revolución debe ser primeramente nacional: “Por su forma, aunque no por su contenido,
la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha
nacional”.[2]
¿Es del todo correcta
aquella tesis al día de hoy? ¿Podemos ser ortodoxos con el pensamiento de Marx
si cuestionamos tomar esa tesis –poco desarrollada por lo demás- como dogma petrificado para la acción? Hacemos eco
del pensamiento de Lukacs:
“Pues suponiendo –aunque no admitiendo– que la investigación reciente hubiera probado indiscutiblemente toda la
falsedad material de todas las proposiciones sueltas de Marx, todo marxista ‘ortodoxo’
serio podría reconocer sin reservas todos estos nuevos resultados y rechazar
sin excepciones todas las tesis sueltas de Marx sin tener en cambio que
abandonar ni por un minuto su ortodoxia marxista. Así pues, marxismo ortodoxo
no significa reconocimiento acrítico de los resultados de la investigación
marxiana, ni ‘fe’ en tal o cual tesis, ni interpretación de una escritura
sagrada. En cuestiones del marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente al
método”.[3]
Y no se acuse sólo
Lukács de ser el único en atreverse a desafiar “proposiciones sueltas” de Marx, trágicamente convertidas en
verdaderos dogmas por el materialismo vulgar. En nuestro continente, fue el
mismísimo Guevara el que dijo:
“el marxismo es solo una guía para la acción. Se han
descubierto las grandes verdades fundamentales, y a partir de ellas utilizando
el materialismo dialéctico como arma, se va interpretando la realidad en cada
lugar del mundo. Por eso ninguna construcción será igual; todas tendrán características peculiares, propias de su
formación”.[4]
Por tanto, sostenemos
que los razonamientos auténticamente dialécticos -como los anteriormente indicados-
serán aquellos aptos para darnos algunas luces sobre los mecanismos concretos
de lucha, sin por eso abandonar un ápice de la ortodoxia marxista.
O en otras palabras y
entrando de lleno en el leit motiv de
esta primera lección, sin mediar dialéctica y análisis concreto de la situación
concreta, no se podría explicar cómo la Tercera Internacional de Lenin efectuó
un correcto y prolijo análisis económico-político-militar[5] del continente americano,
proponiendo innovadores y originales mecanismos de articulación para el
combate, totalmente acordes a la realidad de nuestra patria grande; y que, de
paso, magistralmente actualizaron y sublimaron la centenaria -y ya
descontextualizada- tesis de Marx, para de ese modo poder orientar a los
explotados de América Latina y del Norte con
el siguiente mensaje:
“La unión panamericana de la burguesía es un hecho evidente,
así como su objetivo de mantener los privilegios de clase y el régimen de
opresión
(…) Ya es hora de unir a las fuerzas
revolucionarias del proletariado, puesto que los capitalistas de toda América
se unen contra la clase obrera (…) Camaradas,
a la ofensiva burguesa, oponed la unidad proletaria. Organizaos, unid vuestra
acción revolucionaria a la acción de la clase obrera y campesina de toda América
y de todos los países del globo. Lucha contra vuestra propia burguesía y
lucharéis contra el imperialismo yanqui que encarna en sumo grado la reacción
capitalista”.[6]
En otras palabras, dado
que hace bastante tiempo la burguesía de cualquier país en América[7]
opera eficientemente sin fronteras, no hay más alternativa que reconocer que aquella realidad genera en los
hechos una dificultad enorme para seguirle el rastro a los explotadores –dado
que están repartidos por todos lados-, dificultad que se vislumbra incluso para
las demandas meramente económicas o de carácter reivindicativas; provocando, en
definitiva, que la posibilidad de una revolución nacional en su forma –en los
términos de Marx- sea cada día más improbable (un verdadero espécimen en peligro
de extinción). Es incluso absurdo pensar que en la actualidad una revolución
nacional -e incluso un proceso moderado- no será intervenida inmediatamente por
el imperialismo.
Por tanto, teniendo en
cuenta lo anterior, a saber, que la burguesía nacional de facto ya está
organizada internacionalmente en las más distintas esferas[8], y en atención a las condiciones objetivas[9] y subjetivas[10]
del continente, pensamos en consecuencia, que el deber imperativo de los
revolucionarios es también organizarnos y operar internacionalmente, para
golpear en conjunto a un enemigo común, en cualquier lugar que se encuentre,
sin darle un minuto de paz siquiera: “Hay
que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares
de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad,
un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos:
atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por
cada lugar que transite”.[11]
En definitiva, pareciera
ser que la tesis de Marx ha sido puesta “cabeza
abajo” por el influjo de la realidad: hoy por su forma y por su contenido,
la revolución es internacional o difícilmente será[12]. De hecho, aquella tesis que
rescatamos y que nuevamente se pone a la orden del día, encuentra un correlato
que es respaldado por el bellísimo pasaje que se encuentra en la primera
declaración de la Organización
Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), el cual se refiere a cómo los próceres y
libertadores de América se articularon internacionalmente para derrocar al
imperio español:
“Estos hombres, que constituían la vanguardia revolucionaria
del movimiento emancipador, no solo se percataron de que la lucha era una desde
el río Bravo hasta la Patagonia, sino que, conjuntamente, se dispusieron a
liberar la patria común con acciones también comunes que desbordaran las
fronteras de los Virreinatos y de las Capitanías hasta privar al enemigo de
toda base territorial para ulteriores ataques a los pueblos independizados”.[13]
Al respecto, resulta
interesante constatar lo paradigmático del caso cubano, en el que no sólo
tenemos que la lucha fue desde un inicio contra el imperialismo (español y
estadounidense[14]),
sino que en la fase de 1956, los expedicionarios del Granma eran un verdadero
ejército proletario internacional, con militantes de diversas nacionalidades[15].
Por si no fuera poco, basta con recordar que todo el entrenamiento y la
planificación misma de la invasión fue realizada en suelo mexicano. Sin
perjuicio de lo anterior, estimamos pertinente -para complementar cabalmente la
precedente observación-, traer a colación lo que Fidel Castro sostuviere en una
entrevista[16],
a saber, que en su concepción, la revolución cubana no empezó como socialista y
que tampoco puede pensarse que ella tuvo su inicio en 1956 con la llegada de
los expedicionarios del Granma, y ni siquiera en 1953 con el asalto al Cuartel
Moncada. Para Castro, el proceso revolucionario cubano debe verse como un todo
continuo, cuya génesis se halla en la guerra independentista liderado por De
Céspedes, Maceo y Martí, en la lucha
anticolonial contra España y Estados Unidos respectivamente. De la reflexión
anterior se colige un importante corolario: en la actualidad, los porfiados
hechos nos indican que los procesos de liberación nacional –que también se
hallan en peligro de extinción dado que virtualmente no existen colonias
propiamente tales- y las revoluciones
socialistas indisolublemente estuvieron (y estarán) ligadas a la lucha contra
el imperialismo, lo cual modifica radicalmente los mecanismos de lucha y objetivos estratégicos, como bien se había
percatado José Martí en sus últimos escritos[17].
Pensamos que aquella
deliberación es atingente y correcta
para abordar el asunto en lo que respecta a la Revolución Popular en Nicaragua. En efecto,
algo similar al caso cubano ocurre en Nicaragua, donde el héroe patrio Augusto
César Sandino, ante la claudicación y postración de la burguesía nacional ante
la agresión de los EEUU –demostrando de paso y en los hechos la justeza de las tesis de la III Internacional leninista y
la decadencia “estratégica” del
reformismo y su apuesta por los Frentes Populares con las burguesías “progresistas” o “nacional desarrollistas”-
también lidera una lucha anticolonial contra los EEUU y sus aliados (o
mejor dicho, luchó contra la burguesía local y el imperialismo desde el primer
momento), por lo que el proceso revolucionario -en su vertiente de liberación
nacional- nunca quedó cerrado en la era de Sandino; tal como en Cuba, la
verdadera independencia no fue sellada por Martí. Como confirma Fonseca: “Fue una lucha que se inició contra el
gobierno conservador impuesto por los norteamericanos, pasó por la resistencia
sandinista y concluyó con el golpe militar de Anastasio Somoza a Juan B.
Sacasa. La lucha se desarrolló sin existir un proletariado industrial. La
incipiente burguesía traicionó al pueblo nicaragüense y se entregó a la
intervención yanqui”.[18]
Tenemos entonces que la
bandera de la dignidad y la segunda independencia fue recogida por Fonseca y el
FSLN en Nicaragua[19] y por Fidel Castro, Ernesto Guevara y el
M-26-Julio en Cuba. Que a las fuerzas del FSLN se sumaron partisanos de
distintos países y continentes[20], tal como aconteció con los
expedicionarios del Granma. Que en ambos casos la lucha contra el imperialismo se
dio desde el primer momento.
Recogiendo aquellas
lecciones, naturalmente hubo un intento más ambicioso de coordinación
internacional en los años setenta, con la Junta de Coordinación Revolucionaria
(que se inspiraba en un pasaje casi desapercibido –no obstante vital- del
Mensaje a la Tricontinental) la cual aglutinaba al MIR de Chile, el ERP de
Argentina, el ELN de Bolivia y el MLN (Tupamaros) de Uruguay. Que aquel
proyecto no se haya logrado consolidar o que fueran derrotados en el campo
militar, no significa que haya sido un fracaso del pensamiento revolucionario y
de la necesidad de articulación internacional. Da cuenta, más bien, del
terrible temor que infunde en el imperialismo que sus enemigos de clase se
tomen en serio la tarea de la conquista -y posterior consolidación- del poder
(con el consecuente esfuerzo en destruirlos sin escatimar en recursos y
medios); da cuenta más bien, de la
capitulación por default ante el imperialismo y de la total bancarrota
ideológica del reformismo obrero y pequeño burgués, además del fracaso
definitivo de su estrategia gradualista, conciliadora y por tanto
inevitablemente reaccionaria.
Sin embargo, no dudamos
que de la derrota del ayer se cosechan las experiencias para el triunfo del
mañana, tal como de un 26 de Julio nace un 1 de Enero. Es por eso que al día de
hoy, como no podía ser de otro modo, nace otra vez, de la tradición
revolucionaria continental, un nuevo embrión de articulación internacional: la
Coordinadora Guevarista Internacionalista. Abrigamos las más sinceras
esperanzas del porvenir de este importante espacio de convergencia de
organizaciones revolucionarias del continente, lo que nos hace pasar a la
siguiente lección.
SEGUNDA LECCIÓN: la
unidad en la acción de las fuerzas revolucionarias
La segunda lección y quizás la más interesante desde el
punto de vista de ejecución de las tareas, es la que dice relación con la
posibilidad de articular eficientemente distintas organizaciones de vanguardia,
que por distintas razones no han podido lograr converger en una sola entidad,
no obstante compartir diagnósticos o postular estrategias afines. Este es el
fenómeno (en el buen sentido de la palabra) revolucionario que se ha denominado
vanguardia compartida, la cual como ha
sido magistralmente llevada a la práctica por distintas organizaciones
revolucionarias, disipando toda duda o aprehensiones sobre su operatividad, tal
como veremos.
Verdaderos pioneros en
la materia fueron los cubanos, con las acciones en conjunto del Movimiento 26 de Julio y el Directorio
Revolucionario 13 de Marzo. El primero,
organizando a los campesinos y dirigiendo las guerrillas en el campo y
la sierra contra el ejército de Batista (financiado por EEUU por lo demás),
mientras que el segundo lideraba las acciones insurreccionales de estudiantes y
obreros en las ciudades.
Debemos recalcar que el
Directorio Revolucionario 13 de Marzo fue una organización levantada a pulso y
con gran coraje, en el corazón mismo de la tiranía Batistiana (lo cual
dificultaba en extremo sus operaciones),
con una composición principalmente estudiantil -carente de experiencia
bélica- y con participación obrera ascendente en el curso de la guerra civil.
Guevara les dedicaría, en homenaje, las siguientes palabras: “La historia es larga. Nosotros ocupamos en
una lucha sangrienta y continua las principales ciudades del país y contamos
con buenos aliados en el Directorio Revolucionario, cuyos hombres, en menor
número y también de menor experiencia, hicieron todo lo posible por coadyuvar a
nuestro éxito común”[21].
Debemos agregar, en honor a la verdad, que a esta vanguardia compartida
se suma, ya casi al final, y como verdadero vagón de cola (que se dedicó a
calificar y denostar durante años las acciones del M-26-Julio y DR-13-Marzo de “putchistas y aventuristas”[22])
el Partido Socialista Popular (el nombre de fantasía del decadente y ponzoñoso primer Partido Comunista de
Cuba).
En relación al fenómeno
de la vanguardia compartida, es de todos
modos interesante observar una marcada
tendencia que se da tanto en el proceso cubano como nicaragüense, la que en
todo caso no debemos erigir como ley histórica.
En el proceso cubano,
luego de derrotada la tiranía, en vez de continuarse con la modalidad de
vanguardia compartida, nace en su lugar y en derecho reemplazo de aquella (y
nótese que poco después del triunfo) las Organizaciones Revolucionarias
Integradas (ORI), que luego se refunden en el Partido Unido de la Revolución
Socialista, para finalmente dar paso al segundo Partido Comunista de Cuba. Todo
ese proceso de convergencia y unificación ¿a qué responde? ¿qué subyace a él?
para responder aquellas preguntas, hacemos nuestras las palabras pronunciadas
en el día de la fundación del segundo PC cubano: “Y como entendemos que ya hemos llegado al grado tal en que de una vez
por todas y para siempre ha de desaparecer todo tipo de matiz y todo tipo de
origen que distinga a unos revolucionarios de otros, y hemos llegado ya al
punto afortunado de la historia de nuestro proceso revolucionario en que
podamos decir que solo hay un tipo de revolucionario”.[23]
En el caso de Nicaragua,
aquella vanguardia compartida en un primer momento agrupó al FSLN-GPP, FSLN-Proletario y
FSLN-Insurreccional. Estas organizaciones llevaron a cabo sus líneas políticas
sin entorpecerse mutuamente, coordinando
acciones contra el ejército Somocista o norteamericano cuando era necesario, y
en más de una ocasión haciendo proclamas en conjunto. No está demás decir -sin
temor a equivocarnos- que aquella coordinación revolucionaria tuvo por luminoso
ejemplo el caso cubano, recientemente descrito. Y como era de esperar, llegado
el momento, la vanguardia compartida sandinista no pudo dar otro paso sino
aquel que es natural y que da cuenta de esta marcada tendencia que
mencionábamos más arriba: la completa unificación de fuerzas y la eliminación
de distinciones entre los revolucionarios honestos.
En este orden de ideas y
por si aún quedaren dudas sobre la utilidad práctica de dar el salto de la
vanguardia compartida a la convergencia definitiva de los revolucionarios,
reproducimos, por la notable claridad estratégica, lo que el comunicado de
unificación expresaba al pueblo de Nicaragua: “Hermanos nicaragüenses: El
FSLN-GPP, FSLN-Proletario y el Estado Mayor de la Resistencia Urbana
FSLN-Insurreccional, hemos decidido unir nuestras fuerzas políticas y militares
para garantizar que la lucha heroica de nuestro pueblo no sea burlada por las
maniobras del imperialismo yanqui y los sectores vende patria de la burguesía
local. Uniremos nuestras fuerzas para impulsar la lucha armada revolucionaria
hasta que la Dictadura militar Somocista sea definitivamente derrocada (…) La unidad Sandinista, que hoy nos
comprometemos a reforzar cada día más, será la indiscutible garantía de la
victoria popular” [24]
Afortunadamente, debemos
también señalar que esta invaluable enseñanza de vanguardia compartida no se ha
perdido en los anales de la historia, toda vez que sigue siendo emulada con
maestría, hasta el día de hoy, por otras organizaciones revolucionarias del
continente americano, como es el caso del trabajo en conjunto que desarrolla
el Ejército de Liberación Nacional de Colombia
con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del
Pueblo[25].
Pero más allá de la
eficiencia en la ejecución de las tareas, lo que subyace realmente en la
vanguardia compartida es nada más ni nada menos que un valor, un actitud ética para con las
organizaciones hermanas con las que no ha sido posible una fusión total.
Estamos hablando de lo que Guevara denominó la modestia revolucionaria:
“La modestia revolucionaria debe dirigir nuestro trabajo
político y debe ser una de nuestras armas fundamentales, complementado por un
espíritu de sacrificio que no solo sea ejemplo para los compañeros congoleses,
sino también para los más débiles de nosotros”[26].
Evidentemente, la
modestia revolucionaria no se agota en lo reseñado anteriormente, sino que
también supone o contiene una serie o cúmulo de conductas que dan cuenta de una
transformación radical del individuo en virtud de la praxis militante. Tales
conductas de la mujer y hombre nuevo en gestación, son a modo de ejemplo y sin
intención alguna de pretender hacer un decálogo: el no despreciar las tareas
pequeñas, no hacer críticas irresponsables en privado ni fomentar el chisme, no
buscar figurar en desmedro del otro, no
entorpecer el trabajo con y de las demás
organizaciones honestamente revolucionarias, no desobedecer las decisiones
colectivas democráticamente impuestas, la templanza ante las adversidades,
entre varias otras.
La modestia revolucionaria
de Guevara –fundamento indispensable para siquiera pensar en una vanguardia
compartida-, en nuestro parecer, guarda una evidente y estrechísima vinculación con el llamamiento
que hiciera Mao Tse-Tung en orden a superar los vicios del liberalismo, que de
una u otra manera se hallan presentes en nosotros mismos y por extensión, en el
seno de la organización revolucionaria. La necesidad de extirparlos de raíz es
imperativo si se quiere pensar en formas superiores de articulación
revolucionaria (como la vanguardia compartida y la coordinación internacional),
puesto que de lo contrario mellara desde adentro la organización:
“En una colectividad revolucionaria, el liberalismo es
extremadamente perjudicial. Es una especie de corrosivo, que deshace la unidad,
debilita la cohesión, causa apatía y crea disensiones. Priva a las filas
revolucionarias de su organización compacta y de su estricta disciplina, impide
la aplicación cabal de su política y aleja a las organizaciones del Partido de
las masas que éste dirige. Se trata de una tendencia sumamente perniciosa”.[27]
En otros términos, no puede haber modestia revolucionaria
–ni vanguardia compartida y/o organización internacional en consecuencia- sin
antes haber derrotado los prejuicios del liberalismo que todos llevamos dentro.
Como dijo Guevara:
“La conducta revolucionaria es espejo de la fe
revolucionaria y cuando alguien que se dice revolucionario no se conduce como
tal, no puede ser más que un desfachatado”.[28]
Para cerrar esta sección de las lecciones legadas por las
revoluciones de Cuba y Nicaragua y pasar a la siguiente, debemos hacer una
suerte de advertencia. Un asunto de vital importancia es la necesidad imperiosa
de llevar a la práctica la humildad o modestia revolucionaria para con las
organizaciones hermanas, y otro asunto muy distinto es el que se refiere a la
necesidad de utilizar todo el arsenal disponible –aún a riesgo de ser tildados
de puristas- para combatir a las
desviaciones reformistas, oportunistas y entreguistas de toda laya. Como dijo
Lenin, si un hombre político desea ser útil al proletariado, debe de dirigir a
estas organizaciones funcionales a la burguesía, “toda la fuerza de su crítica, todo el filo de un desenmascaramiento
implacable y de una guerra sin cuartel”.[29]
TERCERA LECCIÓN: el
combate al reformismo y las otras expresiones con que se introduce la burguesía
en el seno del movimiento obrero
La tercera enseñanza,
cuestión crucial como veíamos en el párrafo anterior (por lo que le dedicaremos una mayor
extensión), es la que se refiere a la necesidad de denunciar y trabajar en
franca oposición a los claudicantes y arteramente traidores Partidos
“comunistas” latinoamericanos afiliados
a la tercera Internacional post IV Congreso (es decir, hablamos de la Tercera
Internacional Stalinista, etapista, conciliadora y pacifista).
Hagamos un somero repaso
histórico para constatar la afirmación anterior
Comencemos por el primer
Partido “comunista” de Cuba. ¡Qué
otra expresión –aparte de traidor o vendepatria- se puede utilizar para
describir al primer Partido “comunista”
cubano! (luego llamado Partido Socialista Popular). Este partido pseudo-marxista
es el mismo que dio su más férreo apoyo a Batista, y encima integró su
gobierno[30],
en una época en que ya Batista se consideraba un tirano: “Para la mayoría de los cubanos, Batista personificaba la anti-nación,
representaba al fascismo (…) Batista
había hecho matar obreros y se había manchado con el asesinato de un héroe
nacional como Antonio Guiteras”.[31]
¿Cómo justificaban el
apoyo al Coronel Batista los falsos “comunistas”?
Ellos bramaron toda clase de argucias diciendo que en “defensa de la democracia y del movimiento popular” era conveniente
apoyar al tirano en gestación: “Los
recientes acontecimientos confirman de nuevo las futuras perspectivas
desarrolladas por la X asamblea plenaria del Partido Comunista en julio de 1938
y el III Congreso del PC en enero pasado: por una parte, el movimiento popular
sigue creciendo y fortaleciéndose. El coronel Batista se convirtió en un elemento
importante del frente de las fuerzas progresistas. Por otra parte, la reacción
y el fascismo unen sus fuerzas y urden planes desesperados para derrocar a
Batista y aplastar el movimiento popular”.[32] Toda coincidencia con las
sofisterías para apoyar a la Nueva Mayoría en Chile, definitivamente no son
casualidad.
Por eso no es de
extrañar que Batista elogiara públicamente a este desvergonzado partido pseudo-marxista
expresando que: “El Partido Comunista,
tanto en México como en Cuba, en Francia como en los Estados Unidos, donde está
reconocido como una fuerza legal en vez de estar considerado como un elemento
de desorden, actúa como una fuerza viva de la democracia”.[33]
Además, este partido tiene en su infame historial –al
igual que el PC chileno-, el hecho de haber sometido a un injusto proceso a su
fundador, Julio Antonio Mella y encima humillándolo públicamente, tal como se
aprecia en la sentencia a Mella, que en su parte final señala:
“La sentencia: separación total de toda actividad pública, por tres
meses. // Separación de las
actividades del PC por dos años, a contar ambas penas de la notificación
oficial del CC al compañero. // Reconvención
privada y pública. 26 de Enero de 1926”.[34]
En el caso de Nicaragua
fue para nada distinto. Veamos lo que decía el héroe Carlos Fonseca sobre el
Partido Comunista de su país: “Una de las causas que contribuyeron a la
debilidad del sector marxista se originó
en las condiciones en que fue constituido el Partido Socialista
Nicaragüense (organización comunista tradicional de Nicaragua) (…) El Partido Socialista Nicaragüense nació en
un mitin cuyo objetivo era proclamar el apoyo al gobierno de Somoza (…) Una vez que Somoza utilizó a su favor al
sector pseudo-marxista, desató una persecución contra el movimiento obrero que,
debido a las condiciones de comodidad en que había nacido, no supo defenderse
con la firmeza propia de los revolucionarios”.[35]
Pero no se piense que el
primer lugar en el podio de la claudicación y abdicación del marxismo se lo
gana el primer PC cubano o el PC nicaragüense. Tenemos el caso del Partido
Comunista de México, que mediante su órgano de prensa oficial, declaraba
orgulloso el gran acuerdo obrero patronal. Es tan desvergonzado, que nos
permitimos citar el pasaje más ejemplar: “El
sábado 7 de abril de 1945 es una fecha histórica para México, con proyecciones
hacia el exterior. En este día ha sido firmado el pacto de alianza en el que
los más altos representantes de los obreros y los capitalistas mexicanos han
expresado su decisión de actuar en conjunto en favor de un programa de
aspiraciones comunes que abriga toda la Nación”.[36]
La deshonra y el oprobio
histórico también le pertenecen al PC boliviano, que traiciona y derechamente
abandona a su suerte al Che en su gesta libertadora. No podemos dejar de
recordar las palabras que un indignado y enfurecido Fidel Castro le dedicara a
Mario Monje (presidente del Partido Comunista Boliviano). Por la importancia
histórica de la denuncia, es del todo imprescindible reproducir in extenso el
siguiente pasaje:
“Los pseudo-revolucionarios,
oportunistas y charlatanes de toda laya, que autoconceptuándose marxistas,
comunistas y otros títulos por el estilo, no han vacilado en calificar al Che de
equivocado, aventurero, y cuando más benignamente, idealista, cuya muerte es el
canto de cisne de la lucha armada revolucionaria en América Latina. ‘¡Si el Che
-exclaman-, máximo exponente de esas ideas y experimentado guerrillero, fue
muerto en las guerrillas y su movimiento no liberó a Bolivia, eso demuestra
cuán equivocado estaba!’ ¡Cuántos de estos miserables se habrán alegrado de la
muerte del Che, sin sonrojarse siquiera de pensar que sus posiciones y
razonamientos coinciden por entero con los de los oligarcas más reaccionarios y
el imperialismo! De este modo se justifican a sí mismos, o justifican a
dirigentes traidores (…) Es notable,
como se verá en el Diario, que uno de esos especímenes revolucionarios que ya
van siendo típicos en América Latina, Mario Monje, esgrimiendo el título de
Secretario del Partido Comunista de Bolivia, pretendió discutirle al Che la
jefatura política y militar del movimiento. Mario Monje, por supuesto, no tenía
ninguna experiencia guerrillera ni había librado jamás un combate, sin que por
otro lado su autoconceptuación de comunista lo obligase siquiera a prescindir
del grosero y mundano chovinismo que ya habían logrado superar los próceres que
lucharon por la primera independencia. Así, el jefe del Partido Comunista de un
país que se llama Bolivia… no hizo otra cosa que entrar en vergonzosos,
ridículos e inmerecidos reclamos de mando”.[37]
Más al sur aún, tenemos
al PC de Chile y al PC Argentino, fundados paradojalmente por la misma persona,
don Luis Emilio Recabarren, y tristemente ambos
alejados a más no poder, de lo que pensara aquel héroe del proletariado
transandino. Veamos cada uno por separado.
El partido “comunista” argentino, a través de su
secretario general Vittorio Codovilla, es el mismo que calificaba a perón y su
gobierno de “dictadura nazi-peronista”[38],
y que poco después ¡termina apoyándolo y formando alianza con él! tremenda
falta de pudor en calificar a alguien de nazi para luego ser su más fiel
defensor (cuestión que le cuesta hasta
el día de hoy un repudio infinito, siendo el PC argentino poco más que un
cadáver en descomposición).
Por su parte, el
falsamente centenario[39] del igualmente fraudulento partido “comunista” de Chile, tiene también un
nefasto historial que no tiene nada que envidiar del resto de los partidos
comunistas latinoamericanos, siendo en nuestro opinión, algo más que un
preludio del primer PC Cubano (una tragedia que antecede a la comedia, diría
Marx). Tragedia, porque fue tal vez el
primero en el continente en someter a un injusto proceso de humillación a su
revolucionario fundador, Luis Emilio Recabarren, proceso de “depuración” que terminaría poco después
con el sospechoso “suicidio” de
aquel. Poco después de aquella dolorosa pérdida para los explotados de Chile y
Argentina, el partido chileno apoya al burgués Gabriel González Videla: el
mismo que promulga la “ley de defensa
permanente de la democracia” y que inicia una feroz persecución contra sus
otrora aliados y el resto del campo revolucionario (bastante parecido a lo que
hacen Batista y Somoza). La degeneración de este partido no se detiene sino que
aumenta hasta llegar a las
ignominiosas, artesanales y estultas
tesis de Luis Corvalán acerca de la <<vía
pacífica>> al socialismo en Chile, sin haber aprendido nada de la experiencia
de Videla y tergiversando a más no poder –como fieles seguidores de Kautsky-
las tesis revolucionarias de Lenin. Al respecto, no podemos dejar de mencionar el infame
titular de El Siglo en que impúdica y abiertamente hace un llamamiento pocas veces
antes visto: el diario publica “no a la
guerra civil”[40] en un contexto en que aquella estaba a la
orden del día. Es tan infame que vale la pena recordar qué promocionaba el PC
en esa época a través de su diario: “La
Unidad Popular ha decidido salir con toda energía al paso de quienes buscan la
guerra civil. Impedirla es el primer y principal deber patriótico y
revolucionario de hoy. La guerra fratricida le irrogaría al país cuantiosos
daños materiales y la pérdida de decenas o cientos de miles de vidas humanas.
Va en interés de la Patria y en primer lugar de los trabajadores evitar tamaña
desgracia nacional. Un senador demócratacristiano dijo muy recientemente que no
le temía a la guerra civil. Nos parece una declaración irresponsable, aunque
sólo hubiese querido hacer gala de valentía personal y ostentación de coraje
partidista”.[41] Hoy este partido, haciendo gala de su oscuro historial,
integra un conglomerado abiertamente neoliberal llamado “Nueva Mayoría” (que se compone incluso con elementos golpistas
como la Democracia Cristiana, la misma que promovía la guerra civil mientras el
PC chileno llamaba a no desencadenarla) y se caracteriza por sabotear el
movimiento popular cada vez que puede (defendiendo una reforma laboral pro
patronal, boicoteando la disidencia del colegio de profesores, promoviendo el
entreguismo en la filas estudiantiles, etc.).
A estos lacayos y
cipayos del imperialismo, como era de esperar, el Che también les dedicó unas
cuantas palabras:
“SEPTIEMBRE 8. Un diario de Budapest critica al Che Guevara,
figura patética y, al parecer
irresponsable y saluda la actitud marxista del Partido Chileno que toma
actitudes prácticas frente a la práctica. Cómo me gustaría llegar al poder,
nada más que para desenmascarar cobardes y lacayos de toda ralea y refregarles
en el hocico sus cochinadas”.[42]
Para no saturar al
lector, concluimos que el PC de Estados Unidos y las predicas de Browder, son
un mentís más que suficiente para cerrar el punto.
Ante esta realidad
continental ¿Qué hicieron los elementos más resueltos e imbuidos con conciencia
de clase de Nicaragua y Cuba? ¿Optaron por intentar cambiar al PC del país y
esperar que al final se decidieran a combatir la tiranía de Somoza o la de Batista? ¿Guardaron
silencio ante su claudicación y entreguismo o se pusieron manos a la obra
independientemente, en oposición y en derecho enfrentamiento contra aquellos
partidos pseudo-marxistas? Creemos en consecuencia, no sin fundamento, que la
Revolución Popular Sandinista hizo carne aquel verdadero “manifiesto comunista de América Latina” que fuera la Segunda
Declaración de la Habana: “El deber de
todo revolucionario es hacer la revolución. Se sabe que en América y en el
mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la
puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo”.[43]
Incluso si retrocedemos
en el tiempo, ya la Tercera Internacional leninista recomendaba a los
revolucionarios honestos no esperar el nacimiento casi espontáneo del partido
de la revolución, ya plenamente operativo y articulado hasta el más mínimo
detalle, sino que en vez de esa actitud pasiva,
poner manos a la obra:
“Esta tarea consiste
sobre todo en organizar, en cada país de América del Sur, un Partido Comunista
resuelto y consciente que tenga una idea clara de sus objetivos. No hace falta
que este partido sea poderoso desde su formación; solo importa que tenga un
programa claro y preciso, que cree una agitación resuelta a favor de los
principios y de la táctica revolucionarios, que sea implacable en su lucha
contra los que engañan y traicionan a las masas. Un partido de este tipo debe
componerse de los mejores y más honestos representantes de las masas; debe
trazar el programa del verdadero movimiento revolucionario y dedicarse
totalmente a la acción de las masas, encauzándolas con paciencia y firmeza
hacia las vías revolucionarias más amplias y los objetivos más elevados”.[44].
A modo de conclusión
Tras las ilustradoras palabras de la Segunda Declaración de
la Habana y de la Tercera Internacional leninista, cabe preguntarse ¿Qué
debemos hacer los revolucionarios de Chile y América Latina si queremos sacar
el máximo provecho de estas lecciones de Nicaragua y Cuba? ¿Cómo evitamos que
queden en letra muerta?
Pensamos y proponemos
con modestia revolucionaria, que es un deber imperativo organizarnos
internacionalmente –teniendo como ejemplo digno y embrionario la Coordinara
Guevarista Internacionalista-, para golpear en conjunto a un enemigo común que
opera sin fronteras; sostenemos que es una tarea inaplazable unificar todas
fuerzas revolucionarias, a nivel local y regional –sin aplicar como dogma de lo
local a lo regional, pues es
perfectamente posible y deseable hacerlo en orden inverso- , practicar la
vanguardia compartida cuando la unificación total no sea posible; y finalmente,
que es necesario enfrentarse decididamente, en el campo de las ideas -y
eventualmente en otros[45]-,
contra todas las tendencias
reformistas, revisionistas y socialdemócratas que ocupan infinitas argucias y
máscara para ocultar su carácter de verdaderos “agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero”.[46]
Por tanto, y en
consideración a lo anteriormente dicho, cerraremos este artículo diciendo que
¡también en Chile y América cantamos con orgullo que “¡Morir por la patria es vivir!” ¡y que también en Chile y América
hacemos nuestro el juramento Sandinista que hiciera Fonseca y los partisanos
del FSLN![47]:
“Ante la imagen de Augusto César Sandino y Ernesto Che
Guevara, ante el recuerdo de los héroes y mártires de Nicaragua, América Latina
y la Humanidad entera, ante la historia. Pongo mi mano sobre la bandera roja y
negra que significa ‘Patria Libro o Morir’, y juro defender con las armas en la
mano el decoro nacional y combatir por la redención de los oprimidos y
explotados de Nicaragua y del mundo. Si cumplo este juramento, la liberación de
Nicaragua y de todos los pueblos será un premio; si traiciono este juramento,
la muerte oprobiosa y la ignominia serán mi castigo”.
NOTAS:
[1] Segunda Declaración de La Habana en “Declaraciones de La Habana”, Editorial
Ocean Sur, China, 2014, pág. 42
[2]
Marx y Engels, “Manifiesto del Partido
Comunista”, en “Carlos Marx y
Federico Engels, Obras Escogidas en dos
tomos”, Ediciones en Lenguas Extranjeras Moscú, 1955, Tomo I, pág.
33.
[3] Lukács, Georg. “Historia y conciencia de clase: estudios de dialéctica marxista”,
Razón y Revolución, Buenos Aires, 2013, p 89. Se puede profundizar en este tema
leyendo el artículo de Carlos Lincopi titulado “El marxismo ortodoxo de Lukács”, disponible en http://nuestra-america.org/?p=299
[4] Guevara, Ernesto. “Sobre la construcción de Partido” en Retos de la transición
socialista en Cuba (1961-1965). Ocean Sur, México, 2009 , pag 118
[5] Amén de tener en especial consideración la
aparición y consolidación definitiva del imperialismo como etapa superior del
capitalismo, cuestión que Marx no vio en su tiempo.
[6] A
los obreros y campesinos de América del Sur, La correspondace Internationale,
N°2, 20 de enero de 1923, pp. 26-27. Resolución del IV congreso de la
Internacional comunista. En Lowy, Michael. “El
marxismo en América Latina”. Editorial LOM, Santiago de Chile. Pag 88 y 89. [Nota: en adelante, salvo
indicación en contrario, las citas que siguen se encuentran en libro de
Lowy. Por eso, para ahorrar espacio, nos
limitaremos a indicar “en Lowy” y la
página del libro donde se encuentra la cita principal]
[7]Piénsese sólo en las cadenas Falabella o
CENCOSUD-WAL-MART que tienen trabajadores en Perú, Argentina, Chile y EEUU
entre otros países; o LAN, que aglutina trabajadores incluso en más naciones
–por no decir todo el mundo-),
[8]Por ejemplo: a nivel político, con la
adhesión a la OEA; a nivel militar, con
la formación contrainsurgente de los altos oficiales en la Escuela de
las Américas; a nivel económico, con la subordinación a las prebendas y
directrices de la otrora Alianza para el Progreso y luego el ALCA-Mercosur
[9] Que están -en lo fundamental y hasta el día
de hoy- delineadas en la Segunda Declaración de La Habana
[10] “Es
decir, el factor conciencia, organización, dirección”. Segunda declaración
de La Habana, op cit. pág 25
[11] GUEVARA, Ernesto. “Mensaje a la Tricontinental” en “Che Guevara Presente”. Editorial Ocean sur, Bogotá, 2007. pág 377
[12] Es evidente que las formas concretas, las ventajas y desventajas operativas y de
funcionamiento orgánico no pueden ni deben –por el momento- ser explicitadas
públicamente. Sólo ponemos de relieve una cuestión más general: la necesidad –o
la falta de aquella- de articularse internacionalmente.
[13]Declaración General de la Primera
Conferencia Latinoamericana de Solidaridad, 1967, en Primera Conferencia de la
OLAS (documentos), ed. El orientador revolucionario. Instituto del Libro, La
Habana, 1967, pp. 68-78. [En LOWY, pag 322]
[14] Agregamos a los EEUU porque aquel país
insertó en la Constitución Cubana post independencia la infame Enmienda Platt, que permitía al tiburón
del norte entrometerse en los asuntos internos de Cuba además de expropiarle
territorio nacional en el extremo oriente –nos referimos a Guantánamo-.
[15] Siendo la mayoría de los 82
expedicionarios de origen cubano y 4 de ellos extranjeros, entre los cuales se
cuenta un argentino (Ernesto Guevara), un italiano (Gino Done), un dominicano
(Ramón Mejías) y un mexicano (Alfonso Guillén).
[16] “Cien
horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet”. Tercera Edición.
Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 2006. Pag 31 y 42.
En el mismo sentido, puede revisarse “Cien
años de lucha por la independencia Cubana”,
en “Fidel Castro, Antología
Mínima”, Editorial Ocean Sur, México, 2008 pags 347 y ss.
[17] En
efecto, Martí en sus últimos escritos alcanzó
a visualizar el peligro que suponía EEUU para Cuba y el resto de América
Latina, por lo cual no dudó en calificarlo de “imperialista”. Se puede constatar aquello en el pasaje del Apóstol
de Cuba citado en la Segunda Declaración de La Habana, en “Fidel Castro, Antología Mínima”, Editorial Ocean Sur, México, 2008
pag 253 y 254.
[18] FONSECA. Carlos. “Nicaragua hora H”, Tricontinental, n 14, La Habana.
Septiembre-Octubre de 1969. Pag 32-33, 40-41 [en LOWY, Michael. pags 373]
[19] No obstante que el actual Gobierno y Partido “Sandinista” haya ido claudicando
progresivamente a los principios fundacionales y más elementales.
[20] Al respecto, se puede consultar el
Discurso pronunciado en Santiago de Chile por Patricio Cid, en razón del 36°
aniversario de la Revolución Sandinista, donde se constata la participación de
militantes chilenos de los más diversos oficios y en las más distintas tareas.
Disponible en: http://nuestra-america.org/?p=344
[21] Guevara, Ernesto. “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”. Editora Política, La Habana,
2004. Pág 271
[22] El PSP decía esto del movimiento 26 de
Julio en 1953: “Nosotros rechazamos tanto
el aventurismo y el putchismo como el entreguismo electorero. Somos opuestos a
todas esas conspiraciones sin principios, al golpismo, al terrorismo y demás
modos de actuación de grupos, aislados de las masas, cuya ineficacia y
negatividad ha sido comprobada por la historia” A. Díaz “Balance de la actividad de la Dirección
Nacional del Partido desde el 26 de Julio hasta la fecha”, Fundamentos, La
Habana, Mayo de 1954 pp 111-13, 133-37.
[En LOWY, pag 274]
[23] “La
formación del Partido Comunista de Cuba y la carta de despedida del Che” en “Fidel
Castro, Antología Mínima” Editorial Ocean Sur, México, 2008, pag 295.
[24] Comunicado del FSLN al Pueblo de
Nicaragua, 9 de diciembre de 1978. [En LOWY, pag 378]
[25] Y no queremos excluir ni podemos dejar de
mencionar, el esfuerzo unitario –que
paulatinamente se va consolidando- que
se ha desarrollado en Chile, mediante la Coordinadora Octubre Revolucionario y a nivel continental
con la Coordinadora Guevarista Internacionalista.
[26] Guevara, Ernesto. “Pasajes Guerra Revolucionaria: Congo”. Editorial Ocean sur,
México, 2009. Pág 94. En el mismo sentido
“Lo que aprendimos y lo que
enseñamos”, en “Che Guevara Presente”. Editorial Ocean sur, Bogotá, 2007. Pág 63 y
ss.
[27] Tse-Tung, Mao. “Contra el liberalismo”. En
Obras escogidas, tomo II, ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, 1976. Pag
26.
[28] Guevara, Ernesto. “Pasajes Guerra Revolucionaria”. Editora política, La Habana, 2004.
Pag 273
[29]Lenin, Vladimir. “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”, en Obras
Escogidas en Doce Tomos. Tomo XI.
Editorial Progreso, Moscú, 1976, pags 17 y 18.
[30] Como señala Lowy : “Cuba no conocerá un verdadero Frente Popular sino tan solo una alianza
entre el Partido Comunista y el coronel Fulgencio Batista, que durará desde
1939 hasta 1944, cuando renuncia este último. En 1943, el presidente del
partido, el escritor Juan Marinello, será ministro sin cartera del gobierno de
Batista”, Lowy, Michael. “El marxismo
en América Latina”. Editorial LOM, Santiago de Chile. Pag 167
[31] Saverio Tutino, L’ottobre cubano,
editorial Einaudi, Turín, 1968, p.159. [EN Lowy, pag 167]
[32] R.A Martínez, “L’importance pour l’Amerique latine de l’essor démocratique a Cuba”,
La correspondance Internationale, 4 de abril de 1939, pp 352-53. [En Lowy, pag 167].
[33] R.A Martínez, ibidem. [EN Lowy, pag 169].
[34] La sentencia se encuentra en “Julio
Antonio Mella. Vidas Rebeldes”. Ocean Sur, México, 2009. Pág 164.
[35]
FONSECA. Carlos. “Nicaragua hora
H”, Tricontinental, n 14, La Habana. Septiembre-Octubre de 1969. Pag 32-33,
40-41 [en Lowy, Michael. pags 374 y 375]
[36] “Histórico
pacto obrero-patronal”. La Voz de México, 12 de abril de 1945, pp 17. [En Lowy. Pag 185].
[37] Fidel Castro, “Una introducción necesaria”, en “El diario del Che en Bolivia”, Ocean Sur, México, 2011. pags 16 y
20.
[38] Vittorio Codovilla, “Batir al nazi-peronismo para abrir una era de libertad y progreso”,
editorial Anteo, Buenos Aires, 1946, pp 14-15, 18-19,20 [en Lowy, pag 183].
[39] El POS chileno de 1912 no puede ser
considerado como antecedente directo del PC post mortem de Recabarren. El
análisis de aquello excede con creces el contenido de este trabajo. Baste con
decir que no guarda relación ni en lo programático, ni en los principios, ni en
la praxis concreta que desarrolló uno y otro.
[40] “No
a la guerra civil”. Artículo publicado en el diario “El Siglo”, 11 de Mayo de 1973 y republicado en el mismo diario el
20 de Mayo de 1973.
[41] “No
a la guerra civil”, ibídem.
[42] Guevara, Ernesto. “El Diario del Che en Bolivia”,
Ocean Sur, México, 2011. Pag 221.
[43] Segunda Declaración de La Habana, en “Declaraciones de La Habana”, Editorial
Ocean Sur, China, 2014. Pág 46
[44] “Sobre la revolución en América. Llamamiento
a la clase obrera de las dos Américas”, L’internationale communiste, n°15,
pp. 3311-14, 3321-24. [En Lowy, Pag 84 y 85]
[45] Es importante no negarse apriorísticamente
a la eventual posibilidad del
enfrentamiento directo contra el reformismo. El ejemplo de la Revolución Rusa
es revelador: hablamos de las jornadas de Julio de 1917, en las que Kerensky
ordenó disparar contra las indefensas masas revolucionarias y su vanguardia,
los bolcheviques, en la plaza de Petrogrado. A partir de ese hito, el conflicto
escaló rápidamente, al punto de llegar al enfrentamiento material de los
bolcheviques contra los eseristas,
mencheviques y demás partidos que integraban la coalición del gobierno
provisorio. Otro ejemplo –trágico- es la represión a los espartaquistas (el
Partido Comunista Alemán) por parte de la Socialdemocracia, que terminó con
Karl Liebnekt y Rosa Luxemburgo asesinados. En nuestro país, tenemos el caso
del asesinato del militante del MIR Arnoldo Ríos por parte de miembros de la
Brigada Ramona Parra y las JCCC, relatado intachablemente por Miguel Enríquez
en el discurso ante la tumba de aquel desafortunado revolucionario. Más
reciente aún, tenemos el caso de “La oficina”, entidad siniestra que se
encargaba de perseguir y encarcelar a los revolucionarios con casi la misma
eficiencia que la DINA y la CNI, institución “democrática” que estuvo a cargo
de Schilling (PS) y Burgos (DC, actual ministro del interior).
[46] La expresión es de Lenin, y se encuentra desarrollada particularmente
en sus obras “El Imperialismo, fase
superior del capitalismo”, “La
bancarrota de la II internacional” y “El
pacifismo Inglés y el aborrecimiento Inglés de la Teoría”. Todos
disponibles EN Obras Escogidas en Doce Tomos. Tomo V. Editorial Progreso, Moscú, 1976.
[47] FONSECA. Carlos. “Nicaragua hora H”, Tricontinental, n 14, La Habana.
Septiembre-Octubre de 1969. Pags 32-33,
40-41 [en Lowy, Michael. Pag 37
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