Por Dilar Dirik
agosto 05, 2015
PosMexico.org
La resistencia de las mujeres kurdas
funciona sin jerarquía ni dominación y es parte de una transformación y
liberación más amplia de la sociedad.
Las
instituciones poderosas del mundo funcionan a través de una estructura de
estado que tiene el monopolio supremo sobre la toma de decisiones, la economía
y el uso de la fuerza. Al mismo tiempo, se nos dice que la violencia frecuente
es la razón por la que el estado necesita protegernos de nosotros mismos. Las
comunidades que deciden defenderse ellas mismas contra la injusticia son criminalizadas.
Basta con mirar a la definición genérica del terrorismo: el uso de fuerza para
fines políticos por grupos o personas que no pertenecen al estado.
Independientemente
del terrorismo del estado. Como resultado, las mujeres, la sociedad y la
naturaleza han quedado sin defensa, no sólo físicamente sino también social,
económica y políticamente. Mientras tanto, la omnipresencia de los aparatos de
seguridad del estado que abiertamente tienen economías basadas en el comercio
de armas y se benefician poniendo a unas comunidades contra otras para sus
guerras sucias dan la apariencia de “protegernos” de misteriosos “ellos”.
Durante
el último año, el mundo ha sido testigo de la resistencia heroica de la ciudad
kurda llamada Kobane. Las mujeres de una comunidad olvidada se convirtieron en
el enemigo más feroz del grupo del Estado Islámico cuya ideología está basada
en destruir todas las culturas, comunidades, lenguajes y colores del Medio
Oriente y así cambiaron lo que entendemos por el uso de fuerza y la guerra. No
fue porque había hombres protegiendo a las mujeres o porque el estado protegió
a sus miembros por lo que Kobane es parte de la historia de la resistencia de
la humanidad, sino porque mujeres y hombres sonriendo convirtieron sus ideas y
sus cuerpos en la frente ideológico contra el que el grupo del Estado Islámico
y su visión del mundo se derrumbaron. Especialmente en el Medio Oriente, ya no
basta con que las mujeres “condenen la
violencia” cuando la violencia se ha convertido en un factor constante en
nuestras vidas, cuando nuestra percibida o construida posición de “víctimas” se usa como justificación por
los imperialistas para hacer guerras contra nuestras comunidades. La ascensión
del grupo del Estado Islámico mostró los desastres que la dependencia total del
hombre y de ejércitos del estado trae:
nada menos que feminicidio. Por esto es necesario un mecanismo radical de
auto-defensa.
La
conducta de la guerra del movimiento de liberación kurdo se basa en el concepto
de “autodefensa legítima” e incluye
establecer mecanismos de base política que protejan a la sociedad más allá de
la estrecha defensa física. En la naturaleza los organismos vivos como las
rosas con espinas desarrollan sus sistemas de auto-defensa no para atacar sino
para proteger a la vida. Abdullah Öcalan, el representante ideológico del PKK,
o Partido de los trabajadores de Kurdistán, llama a esto la “teoría de la rosa”.
Para
que la sociedad pueda resistir sin ser militarizada, debe evitar imitar
conceptos de fuerza como los del estado y en lugar de esto proteger valores
comunalistas, que derivan su poder de las bases. La sociedad, especialmente las
mujeres, Öcalan afirma, deben antes que nada “xwebun”, o ser ellas mismas. Sólo con la conciencia de la propia
existencia y su significado, puede uno demandar el derecho a vivir y defenderse
uno mismo y la comunidad. Esto debe basarse en una sociedad politizada,
consciente de sí misma y activa que internalice una ética de amor a la
comunidad, incluyendo valores fundamentales como el compromiso con la
liberación de la mujer, en lugar de apoyarse en una ley forzada por el estado
capitalista y su aparato policiaco. Lo que convirtió a Kurdistán en un lugar de
peregrinaje para las mujeres y movimientos anti-sistemas en el mundo fuer la
postura ideológica que defiende la vida frente al ejército de la muerte.
Las
fuerzas de defensa en Rojava muestran cómo la auto-defensa puede funcionar sin
jerarquía, control o dominación: en mitad de la guerra, las unidades de defensa
del pueblo kurdo, o YPG, y su brigada de mujeres el YPJ, así como las unidades
de seguridad interna, asayish, se concentran en la educación ideológica. La
mitad de ella trata sobre la igualdad de géneros. Academias educan a los
combatientes para que entiendan que no son una fuerza de venganza y que la
movilización actual es necesaria por la guerra. Las academias asayish trabajan
para crear una comunidad con asayish sin armas, que resuelve disputas
verbalmente en los barrios con el propósito final de abolir las asayish por
completo construyendo una “sociedad
ética-política” que resolverá sus propios problemas. Rechazan la etiqueta
de policía, porque en lugar de servir al estado sirven al pueblo, porque son el
pueblo. La academia asayish en Rimelan era antes un centro del servicio secreto
del régimen sirio. Algunos estudiantes fueron torturados ahí por el régimen
como prisioneros políticos. Los comandantes son elegidos por miembros del
batallón en base a su experiencia, compromiso y disposición a asumir
responsabilidades. La idea de liderazgo con espíritu de sacrificio es la razón
por la que muchos de los mártires del YPG/YPJ eran comandantes con mucha
experiencia y muy queridos.
Para
las mujeres la autodefensa es además una cuestión de vida o muerte: las mujeres
yazidi de Shengal (Sinjar), que son representadas cómo víctimas pasivas por los
medios de comunicación irresponsables, rechazan ahora ser esencializadas como
víctimas de violación y han creado su propio ejército autónomo de mujeres
llamado YPJ- Shengal, la fuerza de auto-defensa de las mujeres yazidi, similar
al YJA (el ejército de mujeres del PKK) y al YPJ, la fuerza de defensa de las
mujeres en Rojava, paralelo a las estructuras emergentes de auto-gobierno
autónomo.
No es
una coincidencia que los primeros ejércitos surgieran con el surgimiento de la
acumulación de riqueza, que también marcó la institucionalización del
patriarcado y los predecesores del estado. El estado-nación afirma su
existencia insidiosamente creando fronteras entre comunidades, creando paranoia
y xenofobia donde ha habido mosaicos de culturas por siglos. Así entonces, si
estamos comprometidos a defender la sociedad, también debemos de enfrentarnos filosóficamente
a todos los ataques contra la sociedad, dado que los sistemas de dominación y
jerarquía se establecieron inicialmente en el pensamiento.
Dualismos
como el de hombre-mujer, estado-sociedad, humano-natural tratan de reflejar las
relaciones jerárquicas como si fueran naturales. Lo que Thomas Hobbes llamó “homo homini lupus est” para legitimar
al indiscutible leviathan llamado estado, es practicado al estilo de
“big-brother” en nuestros tiempos modernos. Debemos desafiar la versión
fascista de la historia que disminuye a la sociedad y objetiviza a la
naturaleza y en cambio buscar prácticamente soluciones a los problemas sociales
con una “sociología de la libertad”
concentrada en las voces y experiencias de los oprimidos.
En
contra de las premisas racistas del el estado-nación separatista y sus
fronteras físicas y mentales, la sociedad debe fortalecer la noción de la “nación democrática”, conceptualizada
por Öcalan para disociar la idea de la nación de una manera étnica de
pertenecer que no tiene significado, para fortalecer la unidad ética con más
significado basada en principios como la libertad de las mujeres, especialmente
en la era del grupo del Estado Islámico. La revolución de Rojava, donde kurdos,
árabes, siriacos, turcos y chechenos tratan de crear juntos un sistema
alternativo, se apoya en esta noción política.
Así la
autodefensa no sólo debe pelear contra, sino también por algo, especialmente en
el Medio Oriente donde todas las formas de violencia ocurren en una escala
insoportable. Así, la autodefensa es el intento radical de desasociar el poder
del sistema patriarcal militar – y las mujeres deben ser la vanguardia
militante de auto-defensa de una vida auto-determinada más bella, justa y
libre. La auto-defensa acompañada de pensamiento revolucionario tiene el
potencial de producir un cambio social radical. La revolución de Rojava son su
modelo de “confederalismo democrático”,
como lo propone Öcalan, es un gran ejemplo del poder del pueblo. Como una
combatiente del YPJ Amara de Kobane me dijo:
“Una vez más, los kurdos aparecen en el
escenario de la historia. Pero en esta ocasión con un sistema de autodefensa y
autogobierno, especialmente para las mujeres, que pueden ahora, después de
milenios, escribir su propia historia por vez primera. Nuestras ideas
filosóficas hicieron a las mujeres conscientes del hecho de que sólo podemos
vivir resistiendo. Nuestra revolución va más allá de esta guerra. Para tener
éxito, es fundamental saber por qué estás peleando”.
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