Hasta encontrarlos a todos
“¡Miserables cobardes!… yo pensé que el
ignorante era yo; el ignorante es el gobierno que agrede a jóvenes
inocentes.”
(Padre de los normalistas)
El 26 de septiembre del 2015 ha evidenciado la
vileza de quienes sostienen el crimen, mas también ha vislumbrado el camino de
la dignidad, de la esperanza. El calendario se mueve en distintas
direcciones. Y es otro el calendario de abajo.
Lo dijeron los padres de los 43 normalistas en
el Zócalo de la Ciudad de México frente a miles de personas que escuchaban
atentas la fuerza de su espíritu en la palabra, pese a la lluvia,
aguardando contingentes que seguían marchando sobre Paseo de la Reforma:
“Si pensaron que nos iban a espantar con sus
guardias presidenciales, se equivocan, pues aquí está el pueblo para luchar (…) si pensaron que
íbamos a estar derrotados, estamos más firmes que nunca.”
Sí, la careta del presidente diligente que
está del lado del oprimido ha sido pulverizada por la verdad y la firmeza de
quienes no se venden.
Pues con el mismo temperamento de la lluvia
doña Carmelita arrojó la verdad que apuñala a la mentira:
“Una vez más demostramos al gobierno que el
pueblo no nos va a dejar solos, que sigue prendida la llama de la indignación,
del coraje de los padres (…) que sí se vaya Peña con todo su gabinete (…)
creyó que con un millón de pesos nos iba a comprar…”
Y las realidades se tejen entre realidades, no
entre mentiras, por eso la gente no sale a manifestar su apoyo a los criminales
investidos de gobierno. Lo saben, lo reconocen, lo sienten, los padres que con
tantos sufrimientos siguen y no claudican:
“Es impresionante ver que los corazones de los
mexicanos son tan grandes porque teniendo sus propios problemas les caben 43
normalistas.”
Ayotzinapa, la geografía del dolor, de la
rabia, de la persistencia, de la dignidad, se ha esparcido en los Ayotzinapas
que tienen otro nombre pero la misma desventura, el mismo dolor; pues el mal no
es otro sino el mismo. Por eso, nos guste o no, Ayotzinapa somos todos.
Al buscar a sus hijos, buscamos a todos los
hijos desaparecidos, al clamar justicia por los caídos de aquél violento 26 de
septiembre, buscamos el camino para la justicia de todos los asesinados, su
búsqueda es la búsqueda que ese México moribundo necesita por una paz y
justicia verdadera. Y no sólo México, sino todo el mundo.
Porque el sistema que ha dado vida al horror,
a la opresión, a la marginación, a la estúpida idea de que la vida es una
mercancía, es un mal tan profundo que a sus propios creadores devora
incesantemente sin que de ello se percaten.
Finalmente como dicen los otros maestros, los
zapatistas:
“porque el sistema que creó, alimentó, cobijó y protegió el crimen que
se viste de mal gobierno, será destruido. No maquillado, no reformado, no
modernizado. Demolido, destruido, acabado, sepultado será”.
Amén.
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