La Voz del
Anáhuac
15 de
septiembre de 2015.
Hace unos días, la noche del
15 de septiembre y el mediodía del 16, nuevamente, como cada año, los señores
del poder hicieron su despliegue de demagogia y desplante militar con un
mensaje muy claro: no dudarán en utilizar esas armas y esas máquinas de matar
en que han convertido a las tropas federales para aplastar las resistencias y
rebeldías que en todo el territorio nacional son la última esperanza del pueblo
de México para impedir que el país siga cayéndose a pedazos, para que no siga
siendo saqueado por el capital transnacional, para que la tierra no siga siendo
despojada a los pueblos; para que todos, desde sus lugares, los obreros, los campesinos,
los indígenas, los profesores, los estudiantes, las mujeres y hombres, los
ancianos y niños que conservamos con dignidad nuestra identidad como mexicanos.
En 1994, en una fecha como esta, el Ejército Zapatista de
Liberación nacional dio a conocer el comunicado que a continuación se
transcribe. Pensamos que conserva plena vigencia. Aquí lo reproducimos
esperando que al conocerlo quienes entonces eran aún niños y releerlo quienes
entonces despertamos y nos sacudimos de la mente largas décadas de engaños,
reafirmemos o afirmen la convicción de que la dignidad aún vive en estas
tierras, que necesitamos organizarnos y hacer honor a la lucha que los abuelos,
bisabuelos, tatarabuelos ancestros supieron dar en su tiempo.
Enlace Zapatista
Compañeros del Comité
Clandestino RevolucionarioIndígena-Comandancia General del EZLN
Compañeros
responsables regionales y locales del EZLN
Compañeros
y compañeras bases de apoyo del EZLN
Compañeros
combatientes zapatistas
Por mi voz habla la voz del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional.
Hermanos:
El día de hoy estamos aquí reunidos
para recordarle al pueblo de México quiénes somos y qué queremos. Hace 184 años
un puñado de indígenas y algunos mestizos se alzaron en armas contra la corona
española para exigir la libertad que la soberbia oprimía con la esclavitud,
para exigir la democracia que la soberbia ahogaba con la dictadura, para exigir
la justicia que la soberbia encadenaba con la explotación.
Hoy, 184 años después que los primeros
insurgentes iniciaran la lucha por la democracia, la libertad y la justicia,
por la bandera de la independencia, por el derecho de los pueblos a gobernar y
gobernarse según su parecer y razón, la bandera que pasó de la imagen de la
virgen de Guadalupe a la del águila devorando una serpiente con los tres
colores, la bandera de México, la bandera de los obreros, de los campesinos, de
los indígenas, de los maestros y de los estudiantes, de los pobres todos de
estas tierras, nuestra bandera, es levantada con dignidad por las tropas
zapatistas.
Hoy en las calles de la ciudad de México
desfilan las tropas de la usurpación. Pretenden engañar al pueblo de México
presentándose como un ejército popular, como el Ejército Mexicano. Aquí el
único ejército mexicano es el Zapatista de Liberación Nacional. El otro es un
grupo armado al servicio de los poderosos, falto de honor militar y de
vergüenza por servir a la mentira. Hoy, en San Juan Chamula, el ejército
federal entrena y arma a los caciques locales para que se enfrenten con sus
hermanos expulsados. Dicen los federales que es labor social armar y entrenar a
los caciques expulsadores.
Hoy, la palabra de verdad y justicia que camina
en los zapatistas es objeto de dudas y ataques de aquellos que ayer veían con
esperanza nuestro grito de rebeldía. Ponen nuestra sangre como precio para
creer nuevamente en nuestra lucha por la democracia, la libertad y la justicia.
Quieren que camine nuevamente la muerte nuestra para convencerse de nuestra
honestidad. Ellos, los siempre solidarios con cualquier lucha que no fuera la
de su propio pueblo. Ellos, los que no escatimaron ayuda alguna para las luchas
de liberación en cualquier país que no fuera México. Ellos, los que regatean
ayuda a los más pequeños de la patria. Ellos, los rápidos para cobrar cualquier
apoyo. Ellos pretenden culparnos de la mentira que envenena su corazón. Los que
ayer decían que estaban dispuestos a empuñar las armas junto a los zapatistas
para oponerse al mal gobierno, hoy llaman a no hacer nada, a la rendición a
cambio de la triste ventaja de un puesto en el siguiente gobierno.
Hoy el poderoso nos repite una vieja mentira,
dice su rostro doble que es el olvido en el corazón de nuestro pueblo, el pago
para la sangre y muerte de los nuestros, que a nuestra rebeldía insurrecta el
pueblo responde con el olvido y la desidia. Quiere el poderoso engañarnos con
un país que ama la opresión y la humillación.
Hoy, usando como argumento un proceso electoral
sucio e ilegítimo, el poderoso se vanagloria de su dominio. Quiere ignorar que
la desilusión del cambio pacífico cunde entre los más pobres del país, que la
impotencia frente al aparato del sistema de partido de Estado hará que la gran
participación ciudadana del proceso electoral pasado se torne en un
escepticismo futuro frente al cambio democrático pacífico. Conforme crece el
falso orgullo de los poderosos, crece la rebeldía violenta en todo el
territorio nacional.
Hoy el usurpador y la mentira que habitan en
Palacio Nacional nos amenazan con armas y palabras, nos piden el abandono de
nuestra justa causa, la rendición incondicional, la traición a nuestros muertos
y a la sangre nuestra.
Hoy, a la palabra verdadera de los insurgentes
zapatistas, a su estar dispuestos a buscar un camino de paz con justicia y
dignidad, el supremo gobierno ha respondido con amenazas y bravatas. Hoy hay
más soldados y más maquinaria de muerte en manos del mal gobierno bajo los
cielos mexicanos que justicia, libertad y democracia en los suelos del sureste
mexicano. Vuelven los aviones de guerra a pasear su amenaza de muerte sobre los
techos de nuestra gentes.
Hoy el supremo gobierno pretende meternos miedo,
nos amenaza con decenas de miles de soldados, con sus tanques y sus aviones,
con sus bombas, con sus periódicos, televisión y radio. El supremo gobierno
olvida que nosotros somos los muertos de siempre, los que tenemos que morir
para vivir, los que hemos dejado el miedo guardado en lo más profundo de
nuestra historia, los que hemos recogido de la palabra de nuestros viejos más
viejos la dignidad perdida.
Hoy debemos mirar a la montaña, a donde viven
nuestros muertos, para oír su palabra. Votán-Zapata, guardián y corazón del
pueblo, vuelve a entonar su canto de guerra y muerte para los hijos más
pequeños de estas tierras, vuelven a sonar los tambores de la pelea en el
corazón y la mente de los hombres y mujeres verdaderos, en la palabra que de
noche anda, que en la montaña vive. La sangre de nuestros muertos, los de ayer,
los de enero, los de estos 250 días de cerco, los de los próximos días, la
sangre de los nuestros, nuestra sangre nos está hablando. Debemos acallar
nuestro dolor un momento para poder escuchar la palabra que camina en la muerte
de los muertos nuestros.
Hoy nuestros jefes hablan de los muertos
nuestros para escuchar su palabra, para saber el camino que deberán andar
nuestros pasos de fuego.
Hoy de la boca del mal gobierno sólo ha salido
mentira y guerra. Habló doble su voz cuando dijo paz y diálogo, guerra y
amenaza decía la verdad que en su mentira se ocultaba. Quieren los poderosos
que todo siga igual en las tierras de los hombres y mujeres verdaderos, que
sigan reinando la mentira y la muerte. Quieren que sea inútil la muerte de los
muertos nuestros, que sea estéril la sangre de los sin rostro, que no tenga
camino el dolor de los armados de verdad y fuego.
Hoy piensa el poderoso que hay miedo viviendo en
el corazón nuestro, que sus armas y soldados podrán echar atrás la voluntad de
libertad que vive en nuestros pasos. Cree el poderoso que nosotros, los muertos
de siempre, tenemos miedo de morir peleando.
Hoy el tirano no escucha el canto guerrero que
habla la montaña, el honor y la dignidad que viven en la muerte de los
guerreros sin rostro y sin mañana, en nosotros los muertos de siempre, los que
tenemos que morir para vivir.
Hoy el mal gobierno prepara sus fuerzas para
callar nuestro grito rebelde, para llenar de sangre y muerte estas tierras de
rebeldía,
Hoy estamos listos.
Hoy eso queremos decir: estamos listos.
Hoy estamos aquí para decirles a los grandes
comerciantes y ganaderos, a sus guardias blancas, que estamos listos para
darles su merecido. Que sabemos dónde se entrenan, quién los entrena, cuáles
son las armas que les dan, quiénes son, en dónde viven, en dónde comen, en
dónde duermen.
Hoy queremos decirle al mal gobierno que si la
resistencia civil y pacífica que lleva adelante el pueblo chiapaneco en contra
de la imposición sigue siendo reprimida y amenazada, si continúan los
asesinatos contra dirigentes populares, si se desata la represión, no
permaneceremos de espectadores mientras caen los mejores hijos de Chiapas.
Hoy nosotros nos hemos reunido aquí para volver
nuestro corazón y nuestro dolor a la montaña, para que nuestro corazón sea
buena tierra para la semilla de la palabra de los que en la noche andan, de los
que son montaña.
Hoy nosotros, los muertos de siempre venimos a
decirles a nuestros muertos que estamos listos, que la larga noche de mentira
que se niega a hacerse amanecer necesita más sangre para abonar la semilla que
será la luz mañana, nosotros venimos aquí para hablarle a nuestros muertos. No
tenemos vida ya, anda la muerte en nuestros pasos desde el amanecer del año,
desde la historia. No habrá mañana para los hombres y mujeres sin rostro, los
del paso armado, los de la palabra verdadera.
Hoy venimos a decirles a nuestros jefes a los
muertos de siempre, que estamos listos, que esperamos la orden, que la
cumpliremos.
Hoy nosotros, los soldados zapatistas, los
guerreros de las montañas, somos los mismos que peleamos contra la conquista
española, los que luchamos con Hidalgo, Morelos y Guerrero por la independencia
de estos suelos. Los mismos que resistimos la invasión del imperio de las
barras y las turbias estrellas, los que con Zaragoza peleamos contra el invasor
francés. Los mismos que con Villa y Zapata recorrimos la República entera para
hacer una Revolución que murió entre los libros, aplastada por los monumentos
de la nueva clase gobernante. Los mismos que con Arturo Gámiz asaltamos el cuartel
Madera. Los mismos que caminamos la montaña y la muerte con Lucio Cabañas y
Genaro Vázquez Rojas. Los mismos que en las cárceles y las torturas resistimos
los golpes represivos en los setenta y los ochenta. Los mismos que fertilizamos
con nuestra sangre los suelos de San Cristóbal de las Casas, de Rancho Nuevo,
de Las Margaritas de Altamirano, de Ocosingo, los mismos que abonamos con
nuestro dolor callado estos 250 días de asfixia y olvido. Los mismos que
hablamos con palabra verdadera a nuestros hermanos en la miseria de toda la
República Mexicana por medio de la Convención Nacional Democrática.
Hoy somos los mismos que venimos a decirles a
nuestros jefes que estamos listos, que esperamos órdenes, que el dolor y el
olvido que viene de afuera, de nuestros hermanos en otros suelos de la patria
nuestra, no nos debilita, que suena en nuestro pecho el tambor de la guerra y
quiere nuestra sangre encontrarse de nuevo y para siempre con la sangre de los
muertos nuestros.
Hoy nosotros, los insurgentes zapatistas,
venimos a decirle a nuestros muertos que esperamos, que estamos listos, que
esperamos. Nosotros, los insurgentes de ayer, hoy y siempre, venimos a gritar
la palabra de nuestro padre Vicente Guerrero: ¡Vivir por la patria o morir por la libertad!
Hoy venimos a decir que si la patria no nos
quiere vivos, en la muerte ganaremos la libertad.
Hoy venimos a decirle al pueblo de México, a
recordarle, que los zapatistas no se rinden, que los zapatistas no se venden,
que sigue nuestro pensamiento de "para todos todo, nada para
nosotros".
Hoy venimos a decir que si la guerra se reinicia
ya no se detendrá. Que pasarán días, meses, años, décadas enteras y seguirá la
muerte acechando la mesa del hartazgo, el paso del poderoso, la mansión de la
soberbia.
Hoy venimos a decir, otra vez, que la paz que
queremos es una paz con justicia y dignidad, que no aceptaremos seguir viviendo
y muriendo sin libertad, democracia y justicia, que no veremos diciembre de
1993 repetirse en diciembre de 1994.
Hoy venimos a levantar nuestras armas para
recordarle a todos que somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Hoy venimos a repetir que somos el EZLN y que luchamos por democracia libertad
y justicia para los mexicanos todos.
Salud hermanos y soldados zapatistas. La lucha
tiene todavía larga la noche de la muerte, amanecerá con sangre, con la muerte
de abono habrá luz para los mexicanos todos.
¡Larga vida a los muertos nuestros!
¡Que hable su voz del Votán-Zapata! ¡Que nos hable el canto
guerrero del guardián y corazón del pueblo!
¡Que nuestro corazón escuche!
¡Que hable luego nuestro paso armado!
¡Vivir por la patria o morir por la libertad!
Desde las montañas del Sureste mexicano
Comandancia General del EZLN
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