Alberto Híjar Serrano
10 noviembre 2015
Está claro el servilismo del Senado totalmente Palacio. Los opositores a la
ofensa de la memoria histórica son de reconocerse, aunque no sean del todo
íntegros en su patriotismo. Manuel Bartlett, Layda Sansores, Mario Delgado,
Javier Corral que hizo discreto mutis para no votar. A favor de la ignominia
estuvieron las perredistas Zoé Robledo y Luz María Beristain. Lo grave es que
no hay respuesta memoriosa, salvo preseas como la de Sentimientos de la Nación en Guerrero o la Oscar Arnulfo Romero de
los católicos combativos. Una tradición desinteresada por la memoria histórica
y social, afecta a la izquierda congelada en las imágenes, sólo en ellas, de
Morelos, Guerrero, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, Misael Núñez y ahora los 43
de Ayotzinapa. Rubén Espinosa y Nadia Vera motivaron movilizaciones de
periodistas y activistas y Nestora Salgado, Juan José Mireles y Cemeí Verdía,
son nombres emblemáticos de la autodefensa popular a la altura del senador
Belisario Domínguez y Serapio Rendón, el diputado que intentó organizar un
movimiento contra el dictador Victoriano Huerta hasta ser balaceado y muerto en
Tlalnepantla. Los hay que han sido balaceados como Jesús Hernández, Rubicel
Hernández y Matías Flores del Frente Nacional de Lucha Socialista por andar
indagando del castigo a los asesinos de Héctor Santis de la OCEZ. Hasta el
consulado yanqui de Guerrero pregunta al gobernador sobre el proceso contra Néstora
Salgado con doble nacionalidad, la ex comandante de la policía comunitaria de
Olinalá, con dos años en prisión, a la par de Juan José Mireles y Cemeí Verdía, rehenes del Estado. Nada dice el
Senado, es clara su misión sicaria cumplida.
Por
tanto, procede quitar las letras de oro en las cámaras con frases como “La Patria es primero” o la del respeto al derecho ajeno. Puede
alegarse que corresponden a un pasado ya superado. Carlos Salinas lo dijo sobre
la soberanía nacional en su tercer informe de gobierno: eso del nacionalismo es
cosa del pasado decimonónico cuando había guerras, hoy gozamos de la paz, la ley y el orden. Ahora en
la globalización, las nociones de Patria y
soberanía no tienen sentido. Ya no
hay empresarios, hay emprendedores.
Eso de empresarios y patrones es de los tiempos bárbaros cuando los
trabajadores usaban recursos en proceso de extinción como los sindicatos, los
contratos colectivos, las huelgas, todos esos estorbos productivos. Loor a los emprendedores, más si figuran
en la lista Forbes y abarcan en sus negocios la fiesta brava trasnacional con
ganaderías y todo, Televisa, la tienda más grande de América Latina, hasta la
minería y extracción de petróleo, las constructoras generadoras de empleos
(alguien tiene que limpiar los baños) ahí donde campesinos atrasados defienden
bosques, manglares y humedales inútiles.
La
propuesta seria grabar en letras de oro en las Cámaras frases-consigna de
emprendedores históricos: la del prohombre potosino Gonzalo N. Santos: “la moral es un árbol que da moras”. Las
de Hank González, patriarca del Grupo Atlacomulco que meció la cuna de Peña
Nieto: “sin obras no hay sobras”, “un político pobre es un pobre político”.
La del segundón cínico Garizurieta de sobrenombre Tlacuache: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el
error”. La de Porfirio Díaz respecto a la huelga de Río Blanco: “mátenlos en caliente”. La del General
Obregón para que también figure el ejército: “nadie resiste un cañonazo de diez mil pesos”. Obviamente, tendrían
que suprimirse los nombres de Morelos, Guerrero, Guadalupe Victoria el
presidente primero que resguardó su nombre guerrillero y por supuesto, los de
Villa, Zapata y Flores Magón, para sustituirlos por emprendedores egregios
aderezados por cristeros de esos que cortaban las orejas de los profesores de
la educación pública.
Conste
que a la par de criticar a los miserables, se hacen evidentes sus carencias
épicas, son unos pobres miserables adinerados y saqueadores de todo, incluida
la dignidad y la memoria nacional.
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