Por Camilo Pérez Bustillo
Agencia SubVersiones
Foto de portada:
Kaosenlared
15 febrero, 2016
Coincidimos con casi todo el contenido del artículo que aquí hemos reproducido,
salvo en una línea, la que afirma que: «Teología del Pueblo» con la que se ha
identificado el Papa…
Antes de llegar a ser el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y
de adoptar el nombre de Francisco I,
fue jerarca de la iglesia católica en Argentina, en la misma época en la que
los militares impusieron una dictadura genocida. Se llamaba entonces Jorge
Mario Bergoglio, fungía como Arzobispo en Buenos Aires.
Sobrevivientes
de la dictadura militar y las Madres de la Plaza de Mayo han denunciado que
entonces este personaje colaboró y fue cómplice de los crímenes perpetrados por
la dictadura militar argentina.
Fueron
perseguidos, torturados, encarcelados, ejecutados, desaparecidos forzadamente miles
de mujeres y hombres durante los años que permaneció en el poder la dictadura
militar. A muchas mujeres que parieron en prisión les fueron arrebatados sus
hijos. Las Madres (ahora Abuelas) de la Plaza de Mayo siguen luchando por
recuperarlos y porque se haga justicia.
No
sólo comunistas, activistas, militantes de izquierda, también correligionarios
suyos, jesuitas que sí practicaban la Iglesia de los Pobres, que eran
consecuentes con los principios de la Teología de la Liberación, Bergoglio no
sólo los dejó a su suerte, sino que denunció a los que no obedecieron su orden de
alejarse de las comunidades urbanas y rurales donde realizaban su labor
pastoral comprometida con el pueblo.
“Uno de los casos denunciados
se refiere al secuestro de Orlando Yorio y Francisco Jalics. Dos jesuitas que
realizaban su labor pastoral y tareas sociales en un barrio de chabolas del sur
de Buenos Aires. Los dos sacerdotes fueron recluidos en la Escuela de Mecánica
de la Armada -utilizada como centro de tortura- cuando Bergoglio se desempeñaba
como principal de la Compañía de Jesús. Según la acusación, Bergoglio los
delató y les retiró la protección de su orden religiosa dejándolos a merced de
sus victimarios. Ambos párrocos aparecieron drogados y semidesnudos cinco meses
más tarde en un campo de las afueras de la capital argentina. Esta denuncia
consta en el libro "El
silencio" del periodista Horacio Verbitsky y se apoya en las declaraciones
del propio Orlando Yorio, realizadas antes de fallecer por causas naturales en
2000.
En
2010, el periodista Sergio Rubín escribió un libro titulado "El jesuita, conversaciones con el
cardenal Jorge Bergoglio", en el que se refiere cómo los dos
sacerdotes consideraban que el jerarca "los
tachaba de subversivos y ejercía una actitud persecutoria hacia ellos por su
condición de progresistas". El 8 de noviembre de 2010, Jorge Mario
Bergoglio tuvo que declarar sobre el secuestro de los dos jesuitas. Uno de los
abogados querellantes en el juicio, Luis Zamora, manifestó: "Cuando alguien es reticente está
mintiendo, está ocultando parte de la verdad. El cardenal no pudo justificar
por qué esos dos sacerdotes quedaron en una situación de desamparo y
expuestos... con su testimonio ha quedado demostrado en forma muy contundente
el rol tan siniestro de la Iglesia católica durante la última dictadura
militar".
Cita
del artículo “El jesuita Jorge Mario
Bergoglio fue públicamente denunciado por su colaboración con los militares”,
de Cristóbal García Vera, publicado por la página web rebelión.org
y en este blog:
Comentario de La Voz del
Anáhuac
Este lunes 15 de febrero se cumplen 50 años de la caída en
combate del sacerdote, guerrillero y renombrado sociólogo y luchador colombiano
Camilo Torres Restrepo (1929-1966). Desde la semana pasada se están realizando
foros y actos en su memoria en toda Colombia y en el mundo para explorar su
legado y sus implicaciones. Esto coincide con el proceso de paz colombiano, aún
inconcluso e incompleto, reflejado en las negociaciones con las FARC en La
Habana; y también casualmente con la visita del papa Francisco a México. El
aniversario de Camilo Torres converge además con el vigésimo de la firma de los
Acuerdos de San Andrés, en medio de su persistente incumplimiento.
La visita del Papa a
México refleja las complejidades y contradicciones de la relación entre los
polos contrapuestos que han sido definidos por Enrique Dussel en términos de la
cristiandad, por un lado –los intereses históricamente construidos de las
instancias materiales, institucionales de la iglesia como tal; y la del
cristianismo o iglesia popular, entendido como el espíritu de la doctrina que
toma cuerpo en las comunidades humanas de fe que la constituyen y construyen [1].
La Teología de la Liberación
y corrientes afines como la Teología India promovida por Monseñor Samuel Ruiz (Tatic o Don Sam, como se le conoce en las comunidades indígenas de
Chiapas), o la «Teología del Pueblo»
con la que se ha identificado el Papa, han sido los marcos de referencia para
el diálogo y la convergencia entre los movimientos populares en América Latina
(y hasta cierto punto en otras regiones, incluyendo las comunidades de origen
mexicano y latino en los Estados Unidos) y los sectores más comprometidos y
críticos de la iglesia.
Esta tendencia se refleja
en casos de persecución y martirio a escala continental como los de Mons. Oscar
Arnulfo Romero (San Romero de las
Américas), los seis jesuitas y dos mujeres de la Universidad
Centroamericana (UCA) masacrados por egresados de la Escuela de las Américas en
noviembre de 1989 en San Salvador; y el obispo Juan Gerardi de Guatemala, entre
muchos más; incluyendo, por ejemplo, la línea pastoral y política muy
convergente de Martin Luther King y Malcolm X en los Estados Unidos. Otras
figuras claves son sacerdotes como Ernesto Cardenal, Fernando Cardenal, y
Miguel D’Escoto que jugaron un papel clave en la Revolución Sandinista en
Nicaragua entre 1975 y 1990, y obispos como Leónidas Proaño en Ecuador y Paulo
Evaristo Arns, Helder Cámara y Pedro Casaldáliga en Brasil, junto con teólogos
del mismo país como Leonardo Boff y Frei Betto.
Además de la importante
labor cotidiana de figuras eclesiales constantemente amenazadas como Don Raúl
Vera (ahora como Obispo en Saltillo y previamente como coadjutor con Don Sam en
San Cristóbal, que ha heredado su papel como Tatic otorgado por las Abejas de Acteal), y los padres Alejandro
Solalinde, Pedro Pantoja, y Fray Tomás González, entre muchos otros, en los
albergues de migrantes ubicados respectivamente en Ixtepec (Oaxaca), Saltillo
(Coahuila) y Tenosique (Tabasco); que encarnan esta tradición viva.
Una de las expresiones más
radicales de esta tradición es la figura de Camilo Torres Restrepo de Colombia,
el cura guerrillero, revolucionario, más ampliamente reconocido de América
Latina [2],
que cayó en combate como insurgente perteneciente a las filas del Ejército de
Liberación Nacional (ELN), el 15 de febrero de 1966. Torres es uno de los
precursores más importantes de la Teología de la Liberación, quien se adelantó
por varios años, en los hechos, al marco teórico elaborado por pensadores como
Gustavo Gutiérrez [3] (nacido en 1928) del Perú y Enrique Dussel
(nacido en 1925) de origen argentino, perseguido y exiliado durante la primera
parte de la guerra sucia en ese país, y radicado en México desde 1975.
Torres también fue un
sociólogo que jugó un papel clave (conjuntamente con Orlando Fals Borda) en la
fundación y consolidación de la primera Facultad de Sociología en la
Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, entre 1959 y 1962, y como uno de
los primeros investigadores sobre los efectos sociales de la violencia social
en el ámbito rural y de la pobreza en las ciudades. Fungió como capellán muy
cercano a los movimientos estudiantiles en la Universidad Nacional (de la que
fue expulsado por estas actividades en 1962), y además el formó del proyecto
del Frente Unido de sectores populares y de izquierda en Colombia en 1965, que
se adelantó a esfuerzos semejantes como la Unidad Popular en Chile que llevó a
la presidencia a Salvador Allende en 1970, y al Frente Amplio de Uruguay.
El padre Camilo es
recordado en Colombia y mucho más allá, por frases como «el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo
revolucionario es hacer la revolución», «el
católico que no es revolucionario está viviendo en pecado mortal», y una de
sus admoniciones fundamentales: «que no
nos pongamos a discutir si el alma es mortal o es inmortal, sino pensemos que
el hambre si es mortal y derrotemos el hambre para tener la capacidad y la
posibilidad después de discutir la mortalidad o la inmortalidad del alma».
La decisión de Torres de
tomar las armas expresa su insistencia en la congruencia entre su fe y sus
profundos niveles de compromiso social y político, expuestos en su definición
del catolicismo como un vehículo para la construcción en el mundo de un «amor eficaz», entendido como una ética
revolucionaria, sigue teniendo resonancias hoy en una Colombia agobiada por
siglos de injusticia y 50 años de guerra. Su legado es especialmente pertinente
al acercarse la probable firma el 23 de marzo en La Habana, de un acuerdo de
paz en Colombia entre el gobierno y las FARC.
Pero aún no se ha logrado
la integración del ELN, el movimiento con el que murió combatiendo Torres. Y
uno de los obstáculos para que se amplíe el proceso ha sido la negación del
gobierno colombiano desde 1966 a revelar la ubicación de los restos de Camilo y
a dignificarlos. Mientras tanto hay iniciativas múltiples en todo el país para
observar su aniversario durante los próximos días en espacios académicos y
comunitarios, laicos y eclesiales, con foros, simposios, festivales y ciclos de
oración y reflexión[4].
El eco del caminar del
padre Camilo acompaña la defensa de los migrantes en tránsito, los pueblos
indígenas y todos los sectores sumergidos en la pobreza, la discriminación, y
la violencia y otras expresiones del terror estatal, que caracterizan los
espacios que visitará el Papa. Nunca habrá una verdadera paz ni en México ni en
Colombia mientras persistan estas condiciones.
[1] Ver también: «La crítica de la teología como crítica de la política (hacia una
descolonización epistemológica de la teología)», capítulo 12 en Filosofías
del sur: Descolonización y transmodernidad. Akal/Interpares, 2015.
[2] Ver: «Camilo
Torres, Primer sacerdote guerrillero», Colombia. “Reencontrando a Camilo Torres Restrepo” y “Camilo Torres Restrepo, mártir de la Liberación”.
[3] Autor del libro que bautizó al movimiento
en 1971: «Teología de la liberación:
Perspectivas», que ha sido traducido a más de 20 idiomas.
[4] Algunos eventos: ¡Camilo vive!, «En Medellín
conmemoran natalicio de Camilo Torres», «Camilo
Torres 50 años: religión, sociología y política» y «En febrero se realizará la “Semana Camilo Torres Restrepo”».
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