Atentados de Bruselas: ¡NO, señor primer ministro! ¿van a seguir siendo el perrito faldero de Estados Unidos?
Michel Collon
Investig’Action
-Fuente original:
Red Latina
sin fronteras
26 de marzo de 2016
Ayer, como muchos en Bruselas, pasé horas intentando averiguar
cómo se encontraban mis familiares y amigos. ¿Quién, por desgracia, habría
podido hallarse en ese metro maldito, que yo también cojo para ir al despacho
de Investig'Action? ¿Quién, por
desgracia, habría podido hallarse cerca del Starbucks del aeropuerto, donde
suelo tomar un té mientras espero el embarque de mi vuelo? Indagaciones aún más
angustiosas si tenemos en cuenta que la red estaba evidentemente saturada.
En definitiva, como muchos
en Bruselas, viví, durante un día, lo que viven desde hace años los iraquíes,
los libios, los sirios y, antes de ellos, los argelinos. Al haber estado en más
de una ocasión en lugares que habían sido bombardeados por los occidentales, sé
cómo son los restos de cuerpos dislocados que ya nadie podrá volver a abrazar.
He visto allí el dolor de aquellos a los que se les arrebata para siempre a su
marido, su mujer, su hijo.
Como muchos en Bruselas,
lloré y deseaba golpear a los criminales que arremetieron contra tantos
inocentes. Pero el criminal no nace, se hace. Y la cuestión más importante es:
¿cómo han llegado a eso? ¡Negar a este ese punto el valor de la vida de tantos
inocentes! Hacerlos sufrir y aterrorizarlos en vez de luchar ―con esos
inocentes― contra la injusticia que nos golpea a todos. ¿Quién ha intoxicado a
esos jóvenes, quién les ha dado el ejemplo de la violencia, quién los ha sumido
en la desesperación y, sobre todo, quién les ha armado? Criminales, sí, pero
acaso no son también en parte víctimas, aunque este término resulte chocante.
Así que, cuando vi que
nuestro primer ministro Charles Michel declaraba en conferencia de prensa que
los belgas tenían que unirse y esquivaba con cautela la cuestión esencial: «¿Cómo hemos llegado a esto, quiénes son los
responsables?», me enfurecí con ese hombre hipócrita que nos propone solo
seguir como antes, cuando la pregunta que se hace la gente es precisamente «¿Cómo evitar que esto vuelva a suceder?
¿Qué políticas aplicar para poner fin a este engranaje infernal?»
¿Creen de verdad que la
vigilancia y la represión van a impedir nuevos atentados? Algunos, sí, pero
todos es imposible. Para eso hay que cambiar de política. Su política.
Einstein decía: «No se resuelve un problema con los mismos
planteamientos que lo han creado». En efecto, no se acabará con el
terrorismo hasta que no se hayan debatido sus causas profundas, con el fin de
llevar a cabo una verdadera prevención.
Señor primer ministro
Charles Michel, no le estoy agradecido. Porque se ha negado a plantear las
cuestiones importantes: ¿Los Saúd y Qatar han financiado a los terroristas? Sí,
los informes de los servicios estadounidenses lo afirman. ¿Estados Unidos creó
Al Qaeda? Sí, Hillary Clinton lo ha reconocido. ¿LA CIA organizó un campo de
entrenamiento en Jordania? Sí, el célebre periodista estadounidense Hersh lo ha
demostrado. ¿Fabius impulsó el terrorismo al declarar «Al Qaeda hace un buen trabajo»? Sí, miren su vídeo de Marrakech en
diciembre de 2012.
En general, ¿Estados
Unidos ha utilizado el llamado terrorismo
islámico desde Bin Laden en Afganistán, en el 79, hasta la Siria actual,
pasando por Bosnia, Kosovo, el Cáucaso, Argelia, Iraq, Libia y otros muchos
países? ¿No es preciso crear urgentemente una comisión de investigación sobre
los vínculos EE.UU. – terrorismo y sobre el trasfondo estratégico de todos
estos dramas? ¿Usted y Europa, van a seguir siendo el perrito faldero de Estados Unidos? Usted se entusiasma como un niño
cuando Obama le llama. Pero ¿por qué no denuncia su hipocresía ante estas
guerras? Señor Michel, cuando pienso en todo ese sufrimiento que habría podido evitarse,
no le estoy agradecido.
Es cierto que usted no es
el único que utiliza la falsa retórica.
Señor ministro de Asuntos
Exteriores Didier Reynders, tampoco le estoy agradecido. Ayer declaró que los
terroristas atacan nuestro «modo de vida».
Exactamente las mismas palabras que dijo Georges W. Bush el 11 de septiembre
antes de atacar Iraq y Afganistán con excusas falaces. Señor Reynders ¿por qué
no hizo referencia a sus declaraciones de abril de 2013 en las que elogiaba a «esos jóvenes a los que quizás un día se les
erija un momento como héroes de la revolución»?
¿Por qué no quiso venir
cuando le invité, en junio de 2013, a participar a un debate «Jóvenes en Siria, cómo impedir que vayan»?
¿Eso no le preocupaba? ¿Creía que para «cambiar
de régimen» como usted dice, todos los medios eran buenos, incluso el
terrorismo? ¿No pensó que animándoles a cometer ese tipo de actos allí, algunos
vendrían a hacer lo mismo aquí? Señor Reynders, no le estoy agradecido.
Señora Milquet, tampoco le
estoy agradecido. Usted era ministra del Interior en ese momento. Usted también
se negó a participar en aquel debate, a pesar de nuestra insistencia,
¡cambiando constantemente de pretexto! Desde entonces, guarda silencio.
¿Avergonzada por haber ignorado los gritos de desesperación de las madres
angustiadas al ver que sus niños ―porque eran realmente niños de 16, 17, 18
años― partían hacia el infierno sin que Bélgica hiciera nada para detenerlos?
¿No le asaltan los remordimientos al ver lo que ha sucedido? Señora Milquet, no
le estoy agradecido.
¿No es hora de abrir un
gran debate sobre las consecuencias de la política internacional que Bélgica ha
llevado a cabo en los últimos años?
1.
¿Europa debe seguir respaldando a Estados Unidos y su política, que siembra la
violencia en Oriente Medio?
2. ¿Bélgica
debe seguir apoyando la violencia de Israel, negándose a hacer respetar el
derecho internacional y tratando de «antisemitas»
a los jóvenes que quieren defender los derechos de los palestinos?
3.
¿Bélgica debe seguir prosternándose ante los petrodólares de los Saúd (robados
a los pueblos árabes en lugar de utilizar el dinero del petróleo y el gas en
luchar contra la pobreza como en América Latina) cuando todo el mundo sabe que
los Saúd financian la intoxicación de las mentes jóvenes mediante una versión
envenenada y falseada del Islam?
4.
¿Cómo se justifica el rechazo a conceder asilo a las víctimas de «nuestras» guerras en Iraq, Siria y
Afganistán?
5.
¿Cuándo se hará público por fin el informe de la intervención «humanitaria» en Libia, donde la OTAN se
alió con Al Qaeda para derrocar a Gadafi, violando la Carta de la ONU que
prohíbe ese tipo de prácticas, con las consecuencias que esto ha tenido: Libia
convertida en base del terrorismo internacional?
¿No es hora de abrir al
mismo tiempo un gran debate sobre las consecuencias de la política social, o
más bien antisocial, de los gobiernos belgas desde hace años?
1.
¿Pueden recortar sin cesar los presupuestos escolares, creando
escuelas-aparcaderos en las que los profesores no tienen ni la formación
adecuada ni los medios para enfrentarse a tantas cuestiones complejas sobre el
mundo actual?
2.
¿Pueden recortar sin cesar los presupuestos de prisiones y reinserción, con el
riesgo de que pequeños delincuentes se conviertan en delincuentes
irrecuperables?
3.
¿Pueden recortar sin cesar los presupuestos de los medios audiovisuales
públicos, de forma que los periodistas no tienen tiempo de profundizar en los
temas (confidencias llegadas de dentro de la RTBF) y se ven condenados al reino
del copi-pega y de las noticias basura, empujando así a los jóvenes, que se han
vuelto desconfiados, hacia la teoría del complot o peor aún hacia los
predicadores fanáticos y los reclutadores sin escrúpulos?
4.
¿Pueden seguir haciendo regalos a la banca y a las multinacionales que ya casi
no pagan impuestos y revertir el déficit especialmente en los ayuntamientos,
cuyos responsables carecen de los medios necesarios para ayudar a los jóvenes?
¿No es así como crean núcleos de desesperación como Molenbeek? (pero no es el
único, también están Vilvorde, Verviers, Anvers y no olvidemos que los «euro-yihadistas» proceden de numerosos
países europeos).
5.
¿Hay que extrañarse entonces de que tantos jóvenes hayan caído en las garras de
los reclutadores profesionales? Sobre todo teniendo en cuenta que cuando se les
denunciaba ante la policía, no siempre pero sí con bastante frecuencia, padre y
educadores oían la siguiente respuesta: «¡Que se vayan a Siria, lo que no
queremos es que regresen!».
6.
¿Tiene realmente derecho a mostrarse sorprendido ante los atentados de París y
de Bruselas cuando la voz de alarma se había dado hace años y usted se negó a
escuchar a los que lanzaron la alerta?
Ayer, cada padre tembló
por sus hijos. Hoy, todos nos interrogamos sobre la educación que hay que
darles frente a un mundo cada vez más violento. ¿Podremos ofrecerles una
verdadera educación y un futuro? ¿Mañana cuál será la ciudad que se verá
golpeada? La escalada del odio y el miedo, dirigida contra los musulmanes,
favorece a la extrema derecha. ¿Es eso lo que usted quiere?
En suma, los atentados no
son una fatalidad, son resultado de una política. Aplicada en Washington. Luego
en Londres y París. Bruselas les siguió servilmente. Señores dirigentes, son,
por lo tanto, corresponsables. ¿Tenemos derecho a debatir sobre ello ―en «democracia»― o van a presionar de nuevo
para que los medios de comunicación se callen?
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