Marzo 3, Martxoak 3.
Grupo Editorial de la Casa
de Todas y Todos
marzo de 2016
“Solidaridad es:
Sentir en la mejilla, el golpe
que reciba cualquier mejilla del hombre”.
José Martí
En un par de meses se cumplirán doscientos años desde que
Xavier Mina y Fray Servando zarparon rumbo a América desde la ciudad portuaria
de Liverpool. Este evento, junto con los que se desencadenaron como
consecuencia, es uno de los motivos históricos que unen al pueblo vasco y al
mexicano. Pero no es, en modo alguno, el único.
Ambos pueblos han luchado
incansablemente, y a través de diversas formas, por la consecución de la
libertad, la independencia, la justicia y demás reclamos, todos ellos muy
sentidos. Ambos pueblos han sido, en distintos momentos, víctimas del atropello
imperialista; como tantos otros pueblos, vascos y mexicanos marcamos fechas,
puntos cardinales en la memoria colectiva, para no olvidar el camino, para
nunca claudicar.
Hablamos el mes pasado del
día catorce; hablamos este mes, marzo, del día tercero. En esa fecha, tres de
marzo de 1976, en la ciudad de Gasteiz, Euskal Herria, 5 obreros murieron
acribillados – y decenas fueron heridos- por elementos de un régimen “nuevo”, a unos meses de la muerte del
ruin dictador. Pero la dictadura no es una persona, es un sistema, y nada hay
de nuevo en las viejas prácticas opresoras del capitalismo.
Nuestras hermanas y
hermanos del pueblo vasco nos obsequiaron una revista que conmemora la lucha
obrera y el contexto de ese Martxoak 3. La compartimos aquí hoy
con ustedes. Enviamos, además, desde la Casa de Todas y Todos, un saludo
solidario a las tierras de Euska Herria, donde los ideales de la justicia
social tienen tanta historia, tanto arraigo.
Efemérides.
En
el mes de marzo, toca recordar a:
Compañero
Alfredo
Lo recordamos en marzo. Miembro fundador de las FLN, dirigió
el repliegue organizativo después de los hechos ocurridos en Nepantla y en la
Laguna del Ocotal. Su firmeza y convicción en la lucha, logró que nuestra
organización no desapareciera ante la brutal embestida gubernamental. Con su
ejemplo y trabajo nos enseñó, desde aquellos años, el significado de la palabra
resistencia que nace desde entonces y caracteriza el andar de las FLN.
A decir de los compañeros
que lo conocieron…: “….el más bello
ejemplo de saber unir el decir con el hacer”. “Decía él, y con razón, que cada tarea, por mínima que parezca, debe
emprenderse pisando terreno firme, con objetividad, desechando nuestros buenos
y pretensiosos deseos, siempre loables y ambiciosos, pero no siempre ajustados
a la realidad”.
Compañera
Anita
Compañera
internacionalista a quien recordamos en marzo. Alguien que la conoció “en su otra vida” –diría la compañera
Ruth- comentaba sobre ella: “… ante un examen
en la escuela, contestó ‘al revés de lo pretendido por la maestra’, quien le
reprochaba su voluntario y evidente desinterés, a lo cual replicó Ana: ‘usted
lo que quiere es obligarme a mentir para premiarme con la calificación más
alta. Prefiero reprobar pero decir la verdad’…”.
Compañera
Lucha
Nacida en marzo, fue la primera militante en integrarse a la
clandestinidad en 1971 y también primera compañera que fue a la montaña a
buscar contactar con nuestros compañeros en la Laguna del Ocotal. Sus trabajos
la llevaron a ser pilar (en los hechos como en nombre pues también se llamó Pilar) en los trabajos de organización
en nuestras casas, maestra tanto de la difícil vida en la clandestinidad, como
en la enseñanza de conocimientos a más de uno de nuestros compañeros indígenas
que en aquellos años llegaron a nuestras casas.
Compañeros
Alfredo, Anita y Lucha…. ¡presentes!
Vivir por la
Patria o Morir por la Libertad.
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos
Marzo 2016
Mujeres en lucha
Corresponsalía de la
compañera Sofía.
Grupo Editorial de la Casa
de Todas y Todos
marzo de 2016
Desde el surgimiento de los primeros pobladores, el propósito
esencial era la reproducción y la producción. La mujer ocupaba el papel
principal puesto que ella tiene la capacidad para gestar en su vientre a un
nuevo ser y preservar la vida. Eran tiempos en los que se vivía un comunismo
primitivo y donde la mujer mantenía un matriarcado.
Con el paso de los años,
el hombre asumió el control dentro de las sociedades, al ir desarrollando
técnicas que le permitieron conseguir con mayor facilidad alimentos y acumular
riquezas. Se dio cuenta de que podía mantener esclavos que procuraran dicho
propósito. Sin embargo, era necesario tener descendencia para heredarle sus
bienes. Es ahí cuando la mujer, fue requerida como medio. Así dejó de ser
persona para convertirse en objeto que tenía un dueño, iniciando con esto el patriarcado.
Para ellas se crearon
prototipos de cómo debe vivir, de cómo debe ser. Se le dijo que no debe pensar,
porque no nace para ello, porque es tonta. Poco a poco se coartaron sus
libertades. La condición que las mantenía como eje central en el estadio del
salvajismo, es la misma que hoy en día les niega la oportunidad de actuar en
diferentes ámbitos, aun siendo capaz de ello.
En la actualidad, en las
sociedades “civilizadas” las mujeres
gozan de libertades, pero no en la misma proporción que los hombres. Día a día
desde el mismo momento en que el hombre se asumió como dueño de ella, han
existido mujeres y por fortuna, siguen existiendo, las que lucharon, y las que
luchan por lograr transformaciones buscando que las que están próximas a nacer
vivan la igualdad entre hombres y mujeres.
Por ello es preciso
reconocer, que entre los sexos las desigualdades surgen a razón del modo de
producción en el que vivimos. Ya que se piensa que el hombre es superior en el
aspecto físico, y hasta algunos años, también se pensaba que en el aspecto intelectual,
por lo tanto puede producir mayor cantidad de bienes, siendo más útil al
sistema de producción capitalista. Las mujeres, al no producir al mismo “nivel” o al hacerles creer que no
producen en la misma proporción, ocupan un lugar inferior, aunado al hecho de
que también son consideradas esclavas dentro de su hogar, teniendo como
responsabilidad el cuidado de los hijos. De tal modo, que las relaciones en el
hogar quedan de esta manera: el hombre es quien trabaja, él obtiene el dinero
para el alimento, la mujer al tener pocos ingresos o no tenerlos se ve sometida
a la voluntad de quién posee o posee más, replicando con ello las relaciones
del sistema, es decir, quien tiene el dinero, manda. Y en la misma condición se
quedan los ancianos y los jóvenes.
Pero el sistema no solo
explota a los hombres con salarios de hambre, sino también a las mujeres, y a
cualquiera que venda su fuerza de trabajo a causa de una necesidad. Debido a
esto, las mujeres emprenden día a día una lucha, en contra del sistema, no simplemente
por trabajar en las mismas condiciones que los hombres, sino porque es el mismo
sistema, el que valiéndose de distintas herramientas forma a las personas para
que el patriarcado siga existiendo, teniendo la oportunidad de explotar a las
mujeres engañándolas sobre su condición inferior, otorgándoles un salario más
bajo en relación a los hombres, ocasionándoles divisionismos y no una unificación
en contra del capitalismo.
Muchas, siguen pensando
que su participación en las luchas sociales no tiene cabida, pero existen las
que han mostrado al mundo lo contrario puesto que históricamente hemos tenido
ejemplos de mujeres que representan diferentes causas sociales. Y no ha
existido una revolución en la cual la participación de la mujer haya quedado
excepta.
Los hombres también asumen
su compromiso con la lucha, entienden que ellas son la cabeza y ellos forman el
cuerpo unificándose por lograr un mismo fin, y si ellas van adelante, ellos van
detrás de ellas luchando. En otras ocasiones, a las mujeres les toca ser el
empuje, ir detrás, y con ello no se quiere dar a entender que siempre estarán a
la sombra de, sino con plena conciencia entiende que su apoyo en ese sentido
será más favorable a la lucha.
Sin embargo no es una
falacia mencionar que entre los grupos, organizaciones o guerrillas sigue
existiendo en algunos hombres cierto recelo a la participación de las mujeres y
con esto, ellas también tienen que lidiar. Más aún si se trata de escenarios en
donde la lucha se va apenas gestando, los hombres son machistas, las mujeres
viven sumisas o tiene muy poca participación política, y la lucha la emprenden
mujeres muy jóvenes. Dicha situación es muy frecuente en las comunidades donde
el mando del hombre es total. Bajo esas condiciones, a las mujeres les es fácil
caer en el desánimo, pero a pesar de ello cuentan con la voluntad y saben que
las cosas se irán transformando con el compromiso y perseverancia que asuman.
Como herencia, las que hoy
en día habitan deben estar agradecidas con las que tiempo atrás se preocuparon
por cambiar el mundo, puesto que si podemos votar, ir a la escuela o la
universidad o simplemente leer los libros que desean, es porque hubo mujeres
que se atrevieron a luchar.
Tampoco debemos olvidar a
las que se han sumado a las luchas partiendo de una desgracia, como las madres
que a diario inician la búsqueda incansable de sus hijos desaparecidos por el
Estado, y que ahora conscientemente saben que no se trata de hechos aislados
sino que es consecuencia del sistema de explotación en el que vivimos, y buscan
que otros tantos abran los ojos.
Las mujeres comprenden que
la lucha no es entre hombres y mujeres, sino entre la clase explotadora y la
clase explotada. Y si existe algo que deben tener siempre presente todas y cada
una de las mujeres, es que la plena libertad y la igualdad entre sexos sólo
será lograda si se suman a la lucha en contra de los que nos mantienen
sojuzgados.
Marzo 2016
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