Colectivo Radio Zapatista
Por: Eugenia Gutiérrez.
Haciendo historia.
Notas de Radio Zapatista (Nota 2)
Ciudad de México, 22 de
abril de 2016.
El 29 de abril de 2011, durante las primeras protestas masivas
contra el régimen de Bashar al-Asad, el niño de trece años Hamza Ali al-Khateeb
fue detenido por militares en Deraa, Siria. Desapareció junto con decenas de
personas. Un mes después, el 29 de mayo de 2011, el cuerpo de Hamza era
entregado a su familia con huellas de quemaduras, ruptura de cuello, quijada y
rodillas, balazos, latigazos y mutilación genital. A sus familiares se les
advirtió guardar silencio. Desoyeron la amenaza de la policía secreta y dieron
a conocer al mundo la verdad por medio de fotografías y videos. La rebelión en
Siria se generalizó.
Cinco años después del
estallido de la lucha contra la crueldad del gobierno sirio, el conflicto está
desmoronando las bases del término “genocidio”
para llevarlo a otros niveles conceptuales. Los datos recientes sobre afectaciones
a la población civil informan que han muerto 250 mil personas y describen un
panorama impresentable donde casi una decena de grupos orientales y
occidentales, gubernamentales y no, religiosos o económicos, se disputan a
sangre y fuego uno de los puntos medulares de la historia de lo que llamamos
civilización.
Un recuento del Instituto
para el Estudio de la Guerra publicado por la BBC informa que, hasta el 8 de
marzo de este año, la coalición liderada por los Estados Unidos había lanzado
10,440 ataques aéreos sobre Siria, Kurdistán e Irak, sin contar los ataques
aéreos del ejército ruso, cuya alianza con el gobierno sirio no ha reportado
números. De esos ataques, 7,011 han caído sobre Irak y 3,429 sobre Siria y
Kurdistán. Las zonas más golpeadas desde el aire son Kobane y sus alrededores
(en Kurdistán), así como la región circundante de Mosul y el entorno de Ramadi
(ambas en Irak), pues han padecido cerca de 1,500 ataques aéreos cada una.
La oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) recoge las
cifras de desplazamiento hasta el 3 de marzo de 2016. Se calcula que 4.5
millones de personas, en su mayoría, niñas, niños y mujeres, han abandonado
Siria, el 22% de una población de 20 millones. Casi 3 millones se han refugiado
en Turquía, más de 1 millón en Líbano y más de 600 mil en Jordania. 200 mil
personas más se han trasladado a Europa, la mayoría hacia Alemania (158,657).
Golpeados por una cadena de eufemismos para la guerra, otros 6.5 millones (32%
de su población) viven en desplazamiento forzado al interior de su país para
lograr sobrevivir entre las operaciones “Tormenta
del Sur” y “Tormenta de la Verdad”,
o los “Viernes y Sábados de la Ira”.
En el corazón del desierto
de Siria, flanqueada por un oasis de fama milenaria, continúa erguida la ciudad
de Palmira. Durante los primeros siglos de nuestra era, Palmira se consolidó
como punto de encuentro de diversas culturas que la dibujaron en el trazo de la
ruta de la seda. Su ubicación estratégica como lugar refrescante estimuló su
condición cosmopolita. Florecieron en ella las ciencias y las artes. Desde su
edificación por allá en el año 32 d.C., el Templo de Bel o Baal era renombrado
por sus frisos con información astrológica. Salvo por el arco erigido en su
entrada principal, el templo fue destruido por el Estado Islámico en el verano
de 2015, junto con centenares de vidas contemporáneas y antiguas.
El Museo Nacional de
Palmira ha sido devastado de muchas maneras. Por un lado, su equipo de trabajo
ha tenido que luchar contra el saqueo durante años. Por otro lado, se repite la
historia de abril de 2003, cuando decenas de miles de piezas del Museo Nacional
de Irak fueron saqueadas tras la llegada de tropas norteamericanas. Los
trabajos arqueológicos de varios siglos han descubierto en Palmira abundantes
representaciones de mujeres que la habitaron entre los siglos I y III d.C.,
cuando ningún profeta les impedía mostrar su belleza. En varios museos
alrededor del mundo, como resultado del saqueo, sobresalen los retratos
funerarios finamente tallados en piedra caliza, alguna vez polícromos, de
decenas de señoras, muchas con sus nombres preservados: Aha, hija de Zabdila;
Aqmat, hija de Hagagu; Balya, hija de Yarkhai, tallada junto con su padre;
Umm’abi, hija de Maggi, hijo de Male, hijo de La’ad; o Aththaia, cuya breve
inscripción apunta: “Aththaia, hija de
Malchos, la Feliz, Adiós”. La más conocida de todas es la reina Septimia
Zenobia, quien además del siríaco y el egipcio, habló el griego y el latín.
Zenobia gobernó Palmira cuando ésta era colonia romana, entre 267-268 y 272
d.C. Encabezó las batallas de independencia de su nación hasta que fueron
derrotados por el emperador Aureliano. Los retratos funerarios y otras piezas
arqueológicas que, gracias al esfuerzo del pueblo sirio no habían sido
saqueados, han sido pulverizados en el museo.
Se calcula que unas
quinientas personas murieron asesinadas en el último año en Palmira, luego de
que la llamada “Perla del Desierto”
fuera invadida por tropas del ISIS. Su luminoso teatro fue escenario de
macabras decapitaciones masivas. Uno de los crímenes más difundidos por el
equipo de prensa del Estado Islámico fue el del arqueólogo de 83 años Jaled
al-Asaad, quien fuera jefe del proyecto arqueológico de Palmira por décadas.
Al-Asaad murió en agosto de 2015 en el mismo lugar donde nació, después de cien
días de cautiverio. Era uno de los pocos académicos que dominaba el antiguo
idioma que se sabe que habló Jesús, el arameo, precursor lingüístico del
siríaco. Algunos testimonios afirman que el arqueólogo no quiso abandonar
Palmira cuando pudo hacerlo, al igual que muchos de sus habitantes. Hace unas
semanas, tras la recuperación de Palmira a fines de marzo de 2016, las nuevas
tropas que la ocupan encontraron una fosa con cuarenta cadáveres decapitados.
Yacían en la fosa muchas mujeres y tres niños.
Con más de dos mil años de
historia a cuestas, Palmira persiste y permanece como testiga quieta de
nuestros actos humanos, quizá murmurando en silencio que quien desprecia el
pasado está destruyendo el presente para matarnos el futuro.
Con datos tomados de:
.- “Mass Grave Found in Syria’s
Palmyra”, VOA News, Voice of América. Nota del 2/abril/2016.
.- “Syria: the story of the
conflict”, BBC News. Reportaje de Lucy Rodgers, David Gritten, James Offer
y Patrick Asare. 11/marzo/2016.
.- “How a 13-year-old became a
symbol of Syrian revolution”, The Globe and Mail, reportaje de Sonia Verma.
1/junio/2011.
.- Catálogos del Museum of Fine Arts (Boston), del Musée du Louvre
(París), de la Smithsonian’s Museums Freer Gallery of Art (Washington, D.C.) y
del British Museum (Londres).
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