Por Juan Ciucci
Fuente: KuñaGuapa
Red Latina sin fronteras
19 mayo, 2016
Entrevista a la comunicadora
y antropóloga Giovanna Guggiari, mentora y realizadora de KuñaGuapa, proyecto documental que busca experimentar formas
colectivas e interactivas para contar historias reales de mujeres paraguayas de
hoy y de ayer.
Apu: ¿Cómo surge y qué es
KuñaGuapa?
Giovanna Guggiari: KuñaGuapa surge como curiosidad en principio personal, que en el
camino se volvió colectiva, un tema de reflexión con otras mujeres, urbanas y
rurales, con distintos puntos de vista. Nos preguntábamos sobre la historia de
la mujer paraguaya y todos los mitos entorno a su figura en la reconstrucción
de la patria después de la guerra grande. Por ejemplo, ¿cómo es posible que
mujeres tan fuertes y autosuficientes hayan permitido la edificación de un
Estado machista? Y tantas otras preguntas que nos sirvieron para delinear un
camino de investigación documental guiado por nuestra necesidad de entender el
fenómeno de la “KuñaGuapa”, o sea, la
identidad de la mujer paraguaya popular, portadora de la cultura guaraní
mestiza. Lo innovador del proyecto no es solo el tema o universo narrativo
elegido, sino la experimentación de una forma colectiva e interactiva de
narración, que nos permita conectar las historias de hoy con las historias de ayer,
desde distintas voces y miradas.
APU: En la presentación,
recuperan como antecedente el genocidio sufrido por el Pueblo paraguayo durante
la Guerra Guasú. ¿Cómo sigue afectando hoy la vida de las mujeres en el
Paraguay?
GG: Creo que en cada cuerpo, de cada mujer
paraguaya, habita la memoria de nuestra tierra. La memoria de la colonización,
la memoria de las luchas y las resistencias a modelos impuestos, la memoria de
las guerras, del dolor, del hambre, de las migraciones forzadas, de las
dictaduras… Queremos con esta experiencia despertar las memorias de los cuerpos
femeninos. Creemos que una historia de hoy, nos cuenta al mismo tiempo una
historia de ayer. Lo que somos y hacemos hoy, nuestra creatividad, nuestra
risa, nuestra tristeza, nuestra indignación, está conectada a todo lo que
fuimos e hicimos antes como pueblo. Hoy existimos y somos mujeres paraguayas,
porque nuestras abuelas decidieron preservar esta identidad, esta cultura, esta
lengua, y eso nos llena de sentido.
APU: ¿Cómo se recuperan las
historias populares desde los ámbitos académicos? ¿Qué interés se les presta?
GG: Cuando empecé a filmar las primeras
historias, me di cuenta que mi estructura de pensamiento empobrecía la riqueza
del pensamiento propio de las KuñaGuapa,
mis curiosidades académicas condicionaban y limitaban la potencialidad de las
historias, no permitían fluir la narrativa natural portadora de los
conocimientos ancestrales desde lógicas propias. Así que tuve que abandonar la
expectativa de control de la situación filmada y la historia que a mí me
gustaría contar, para dejar ser lo que tenía que ser. Cada historia fue
dirigida y guiada por su protagonista, por lo que cada una de ellas decidió lo
que quería contar, lo que necesitaba compartir y cómo inspirar a otras mujeres
mostrando sus vidas cotidianas. Todavía no dimensionamos el interés que pueda
tener el tema y la metodología que estamos proponiendo, estamos apenas lanzando
el proyecto, y nos mueve el optimismo.
APU: ¿Cómo analiza el conocimiento
de estas historias y testimonios dentro y fuera del Paraguay?
GG: Hay una urgencia de contarnos, somos un
pueblo narrante, de tradición oral. El audiovisual es desde este punto de vista
un gran aliado cultural. Paraguay es un territorio lleno de historias
invisibilizadas que necesitan salir a la luz. Las historias nos conectan y nos
dan sentido, son hilos mágicos que tejen y activan memorias, colectivas y
personales.
APU: ¿Cuál es el lugar que ocupa
hoy la mujer en el Paraguay? ¿Han visto mejorar sus derechos?
GG: La mujer en Paraguay es central
discursivamente, en la práctica es sistemáticamente violentada por el sistema
mercantil, estatal, patriarcal. A nivel comunitario su protagonismo es
innegable, son la savia de los procesos colectivos a pequeña escala. Queda
mucho por transformar para garantizar el acceso a derechos básicos, como la
salud, la educación y el trabajo digno. Mientras tanto, nuestra venganza es ser
felices.
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