Fuente:
Red latina sin fronteras
04 junio, 2016
Entrevista con Silvia
Federici en Quito por Manuel Bayón
“El elemento
común es que el Estado quiere tener el control sobre el cuerpo de las mujeres”
Agencia Tegantai: Describes en Calibán y la Bruja el vínculo entre la
violencia contra las mujeres y el origen del capitalismo, ¿cómo podemos ver hoy
en Ecuador ese vínculo cuando se criminaliza el aborto al mismo tiempo que se
amplía la frontera petrolera y minera?
Silvia Federici: Hay una relación muy
directa entre los intentos del Estado hoy, no solamente en Ecuador, a nivel
internacional, de profundizar el control y vigilancia sobre el cuerpo de las
mujeres, y este impulso a la política extractivista, que como consecuencia,
siempre más un incremento de la violencia contra el cuerpo de las mujeres. Un
incremento que se comienza a definir como feminicidio porque cuantitativa y
cualitativamente no tiene precedentes. El número de mujeres golpeadas, matadas,
y la forma de violencia tan atroz, que se presenta como algo nuevo en nuestro
tiempo. Creo que el elemento común está en estos intentos de los gobiernos hoy,
en la nueva ola de acumulación originaria, de extender su control sobre toda la
riqueza natural, todos los territorios, rurales, urbanos, y también sobre el
cuerpo de las mujeres. El capitalismo y los gobiernos que lo representan, los
objetivos de los inversionistas capitalistas han intentado controlar el cuerpo
de las mujeres, porque lo ven como un recurso natural, como una máquina de
producción de fuerza de trabajo, y algo que debe ser controlado.
AT: ¿Cómo se da ese control en la producción de nuevos cuerpos
para el trabajo capitalista a la vez que se desata la violencia contra las
mujeres?
SF: Hoy, a nivel internacional
el control sobre el cuerpo de las mujeres y sobre la procreación no tiene una
forma única, en algunos lugares las mujeres son esterilizadas. En los años 90
se adoptó una política a nivel internacional del Banco Mundial que llamaban
control de la población, porque acusaban a las mujeres de producir un número
demasiado grande de hijos, acusaban a las mujeres de causar la pobreza de sus
comunidades. Entonces se adoptó una política de esterilización. Y en otros
lugares del mundo se obliga a las mujeres a procrear. El elemento común es que
el Estado quiere tener el control sobre el cuerpo de las mujeres, como quiere
tener el control sobre las riquezas naturales y sobre el territorio. Aplicado
al territorio, una política extractivista del tipo que se está aplicando hoy
que tan destruyente como la minería, como la excavación petrolera, necesita
verdaderamente controlar las mujeres y atacarlas directamente. Con la violencia
contra las mujeres se destruye la resistencia de la comunidad.
AT: Entonces, ¿para el capital extractivo la violencia contra
las mujeres está entre las principales estrategias de control territorial?
SF: Se intenta desplazar
enteras poblaciones de sus lugares ancestrales para excavar el petróleo, los
diamantes o el coltán, se aterroriza a las mujeres. Es lo que sucede hoy en
tantas partes del mundo, este terror injustificado, parece un fin en sí mismo,
es tan desproporcionado. Porque las mujeres son personajes que no son armados,
no ponen ningún peligro a la comunidad, a ninguna, y todavía son matadas,
torturadas… atroz. Rita Segarro ha hablado mucho de este tema y ha dicho cosas
muy interesantes, subrayando que hoy la violencia contra las mujeres no es solo
violencia doméstica, sino también violencia pública, violencia que llega de los
paramilitares, y está conectada, con su raíz profunda en esta política
extractivista, en el objetivo del desplazamiento general de poblaciones.
Aterrorizando a las mujeres, se destruye a la comunidad.
AT: ¿Cuál está siendo el rol de las mujeres frente a este
despojo, frente a la destrucción de la comunidad?
SF: Es otra razón de las
causas de la violencia contra las mujeres es que están en primera línea de la
defensa de los comunes. Las mujeres no son solamente víctimas de la violencia,
pero son particularmente víctimas de la violencia también porque están en
primera línea de la defensa de la tierra, del bosque, de los conocimientos
ancestrales. Es muy importante subrayar. Y también porque las mujeres están
defendiendo más que los hombres un uso no comercial de la riqueza natural.
Están defendiendo por ejemplo el cultivo de resistencia, y larga parte de
África de cultivo de subsistencia es hecho por las mujeres. Está una verdadera
guerra del Banco Mundial contra el cultivo de subsistencia. El Banco Mundial
que acusa a las mujeres de producir demasiados niños y niñas y de empobrecer su
comunidad con la excesiva procreación, acusa a las mujeres de estar anclada a
esta forma atrasada de cultivos y producción. Por el Banco Mundial solamente el
dinero, el business, puede crear la
prosperidad social y acusa a las mujeres estar ancladas al cultivo de
subsistencia de ser la causa de la pobreza de su comunidad. Por eso han
impulsado estos programas como la microfinanzas, que ha sido un desastre
completo, porque no ha reducido el empobrecimiento sino que lo ha profundizado,
creando toda una población de mujeres endeudadas.
AT: Una tesis fundamental de Calibán y la Bruja es que la
contrarrevolución con la que inicia el capitalismo necesitó del patriarcado
para hacerse efectiva, ¿eso nos llama a acabar con las desigualdades para poder
acabar con el capital?
SF: Es el reto, la pregunta
más importante que nos enfrenta. Siempre dije que el poder del capitalismo no
son solamente las bombas nucleares, las cárceles, la tortura, sino más que todo
esto son las divisiones que el capitalismo con su historia ha creado dentro del
proletariado global. Divisiones en jerarquías laborales que permiten crear
experiencias diferentes, realidades diferentes que permiten delegar el poder a
los blancos, asalariados, el poder de controlar las mujeres, los sujetos de
color…
AT: ¿Cómo podemos enfrentar las divisiones para mejorar nuestra
unidad de lucha?
SF: se puede enfrentar en
varias maneras. Una que llega de mi experiencia en el movimiento feminista es
que los que tienen menos poder sean capaz de organizarse autónomamente. El
movimiento feminista nació en EEUU de mujeres que habían militado en varios
movimientos mixtos: el movimiento contra la guerra, estudiantil, por los
derechos civiles, y siempre se dieron cuenta que no podían hablar, analizar su
situación específica, su explotación específica. Porque en la organización
mixta no se daba espacio a la explotación de las mujeres. Cuándo las mujeres
dejaron las organizaciones dominadas por los hombres y comenzaron a juntarse
fue una explosión de creatividad, porque cuando comenzaron a compartir su
experiencia se dieron cuenta que su sufrimiento no era causado por su falta
individual, que se enfrentaban a una situación común. Esto permitió poder
pensar en una lucha. En segundo lugar, este momento fue importante porque
compartiendo la experiencia y analizando su situación fueron capaces de
descubrir toda una historia y un área de explotación que hasta este momento
había sido invisibilizada. Si la mujer hubiera seguido solo en la organización
mixta, toda un área de explotación capitalista habría sido ignorada, y habría
continuado. El capitalismo hubiera podido continuar en esta forma de
explotación. La misma cosa ha pasado con los movimientos por los derechos
civiles en los EEUU, el movimiento del poder negro fue cuando comenzaron a
organizarse autónomamente. Esto no significa que no se pueden generar luchas
conjuntas, que juntarse no sea un objetivo. Pero no podemos organizarnos a
partir de una unidad que no está, una unidad que es la afirmación de los
intereses de los que tienen más poder.
AT: ¿Cuál es el papel de los hombres en esta superación de las
jerarquías que pueda recuperar una unidad contra el capitalismo?
SF: También es claro, que la
problemática del movimiento feminista debe ser una problemática de los hombres
también. El feminicidio no es un problema solamente de la mujer, las mujeres lo
sufren directamente, pero es un problema también para los hombres. Hoy es muy
importante que los hombres se organicen, eduquen a los otros hombres y se
movilicen. Por qué no hay una marcha de hombres contra el feminicidio, por qué
deben salir las mujeres siempre a marchar contra el feminicidio, o contra las
otras formas de explotación de las mujeres. Por qué los hombres no hacen una
marcha a favor del aborto, o a favor del control de las mujeres de su propio
cuerpo. Una movilización de hombres contra estas formas de patriarcado sería
extremamente importante. Como mujeres estamos esperando de mucho, mucho tiempo
a que los hombres se movilicen, que este problema no es solo de las mujeres. A
través de esta forma de explotación el capitalismo ha puesto sus raíces en el
cuerpo del proletariado en su totalidad, no solamente en el cuerpo de las
mujeres.
Calibán y la
bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria
por Silvia Federici
De la emancipación de la servidumbre a las herejías subversivas, un
hilo rojo recorre la historia de la
Todavía hoy expurgado de la gran mayoría de los manuales de
historia, la imposición de los poderes del Estado y el nacimiento de esa
formación social que acabaría por tomar el nombre de capitalismo no se
produjeron sin el recurso a la violencia extrema. La acumulación originaria
exigió la derrota de los movimientos urbanos y campesinos, que normalmente bajo
la forma de herejía religiosa reivindicaron y pusieron en práctica diversos
experimentos de vida comunal y reparto de riqueza. Al analizar la quema de
brujas, Federici no sólo desentraña uno de los episodios más inefables de la
historia moderna, sino el corazón de una poderosa dinámica de expropiación
social dirigida sobre el cuerpo, los saberes y la reproducción de las mujeres.
Esta obra es también el registro de unas voces imprevistas (las de los
subalternos: Calibán y la bruja) que
todavía hoy resuenan con fuerza en las luchas que resisten a la continua
actualización de la violencia originaria.
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