Foto: Muhammad
Alí en Zaire
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Por Mumia Abu-Jamal
©’16maj
Audio grabado por Noelle
Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por
Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de
Mumia, México
Publicado por Red latina
sin fronteras
4 de junio de 2016
En enero de 1942, un bebé, Cassius Marcellus Clay, Jr. nació
en una familia negra de la clase trabajadora en Louisville, Kentucky.
En aquel entonces, el
estado de Kentucky era reconocido por su distintivo pasto azul, sus caballos de
campeonato y su whisky. Nadie sabía que el bebé de piel morena de la familia
Clay se volvería uno de los hombres más famosos y venerados del mundo.
En 1960, con 80.7 kilos,
Clay ganó una medalla de oro olímpico como un talentoso amateur de peso pesado
ligero. Para muchas personas, esto sería más que suficiente para tener un lugar
en la historia.
Pero sólo cuatro años
después, él asombró al mundo al derrotar al temido Sonny Liston, cuando pocos
esperaban que lo venciera, para volverse el campeón mundial de los pesos
pesados. Poco tiempo después, anunció su conversión a la Nación del Islam y su
aceptación de un nuevo nombre sagrado: Muhammad Ali. El mundo llegaría a
conocer y recordarlo por este nombre, y él saldría como la personalidad más
grande y audaz en el mundo del deporte.
Hoy en día olvidamos cómo
su nombre, su fe y su terca negativa a pelear para el Imperio Americano en
Vietnam lo marcaron como uno de los hombres más odiados del país. Hemos
olvidado cómo sus combates resultaron en amenazas de muerte contra el campeón
de boxeo.
Cuando la Asociación Mundial de Box (AMB) le despojó de su
título en 1967, muchos pensaron que esto sería el fin de su carrera. Por
rechazar la conscripción militar, Alí enfrentó cinco años en prisión, pero él
apeló la condena y levantó una demanda para establecer su estatus como objetor
de conciencia. El caso llegó a la Suprema Corte –y él ganó. Mientras tanto, sin
embargo, casi cuatro años habían transcurrido, y estos eran los años cruciales
para un boxeador.
En 1974, Alí recuperó su
título y lo ganó de nuevo en 1978 antes de retirarse unos años después. Él
deslumbró a sus adversarios, y también a sus aficionados, con la sorprendente
velocidad de sus manos y su elegante juego de pies, el cual se conoció como el
“Ali Shuffle”.
Era un hermoso
combatiente, no solamente por ser un hombre guapo, sino porque para alguien de
su impresionante tamaño, él bailaba por el ring y desarrolló un estilo de
combate que lo distinguió en toda su destacada carrera. (Su lema: “Flota como una mariposa, pica como una
abeja”).
En 1975, dijo con osadía
(y presciencia):
“Yo soy América. Solo que soy la parte que ustedes no quieren
reconocer. Pero acostúmbrense a mí. Negro, engreído; con mi nombre, no el suyo;
mi religión, no la suya: mis propósitos, sólo los míos –¡acostúmbrense!”
¿Y adivinen qué? El mundo
se acostumbró a él. Muhammad Alí vivió 74 primaveras y se volvió una adorada
leyenda viviente.
Desde la nación
encarcelada soy Mumia Abu-Jamal
Ver: Actualización sobre la salud de Mumia
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