Radio Zapatista
30 de agosto de 2016
El Sarao Bem Black fue uno de
los espacios donde se realizó el festival CompARTE por la Humanidad en
Salvador, Bahía, Brasil. En el aeropuerto de Salvador, entrevistamos al poeta
Nelson Maca, quien nos habló sobre el Sarao Bem Black, encuentro poético del movimiento
literario negro que se ha vuelto referencia no sólo en Bahía, sino en Brasil.
Nelson
es también el creador del concepto de “literatura
divergente” y del manifiesto llamado “Manifestación
de la literatura divergente o manifiesto encrucijador de caminos”. En la
entrevista, nos habla sobre lo que significa para él la literatura divergente y
su relación con la politización de la diferencia.
Finalmente,
nos habla sobre su nuevo libro Gramática de la Ira y su relación con la digna
rabia.
Escucha
la entrevista en portugués y lee la traducción al español aquí:
Estamos hablando con Nelson Maca en el aeropuerto de Salvador,
Bahía. Nelson, estuvimos juntos en el Sarao Bem Black. Quería que nos hablaras
sobre el sentido del Sarao Bem Black.
Bueno, el Sarao Bem Black es más que nada un encuentro de
activistas, artistas negros y no negros, pero todos alrededor de un eje común
que es la literatura negra. En realidad es un movimiento que sucede desde hace
7 años, y en 2016 estaba parado desde enero y ahora regresamos después de 4 o 5
meses, al barrio de Pelourinho. Hoy es un barrio de la negritud pero al
principio era un barrio de los colonizadores, pero que se volvió la gran
referencia de la negritud. Entonces el sarao tiene esa intención, de reunir
personas negras, escritores que trabajan ese tema. Lógicamente lo principal son
las poesías, declamadas, pero también es un lugar para presentaciones de
libros, presentaciones de discos, un lugar de debates, de conferencias. Se
volvió hoy en Bahía quizás una de las principales referencias de un lugar
independiente, sin fondos del Estado ni de empresas privadas.
Hablaste del papel del Pelourinho, pero hay también una
intención por parte del Estado de hacer de ese espacio un espacio para el
turismo, una folclorización y una venta de la negritud desprovista de sentido,
para consumo. Y en ese ámbito se da la intervención del Sarao Bem Black. Qué
significa para ustedes esa intervención en ese espacio.
No sólo el Pelourinho sino toda la ciudad está sumamente
folclorizada con relación a las cuestiones de la negritud. Llegas al aeropuerto
y hay gente travestida de “baianas de
acarajé”, hay juegos de capoeira donde muchas veces quien está ni maestro
es, entonces la negritud se volvió un gran producto. Quien vio la apertura de
los juegos olímpicos en Río de Janeiro, es eso que digo. Es el indio que
aparece sólo en los primeros cinco minutos y después desaparece, como
desaparece de Brasil; es una favela colorida, alegre, feliz, sin policías, sin
represión, sin asesinatos de jóvenes; es el funk que aparece en la apertura
pero que en lo cotidiano está prohibido para los residentes. Entonces está todo
muy glamorizado, Fanon ya lo decía en Pieles
negras, máscaras blancas: ellos
quieren una negritud sonriente que dice “sí
señor”.
Yo soy parte de aquellas
personas negras que no están de acuerdo ni lo comparten. Entonces estar en el
Pelourinho con un sarao como ese es estar en un lugar de instauración del
conflicto. El Sarao Bem Black no busca la paz. En realidad el Sarao Bem Black
tiene que ser incómodo, para que sirva para despertar a otras personas,
artistas, militantes, al hecho de que el arte no puede mantenerse alejado; si
nuestro ser físico es violentado, nuestra arte no puede dejar de hablar de eso.
Tú eres el creador del Manifiesto de la Literatura Divergente.
Me gustaría que hablaras un poco sobre cómo concibes esa literatura divergente,
sobre todo porque esta entrevista es para Radio Zapatista, y para la filosofía
zapatista, la politización de las diferencias es fundamental, así que me
gustaría que hablaras un poco sobre eso.
Bueno, empecé a elaborar ese pensamiento justamente por mi
condición de escritor. Cuando mi poesía empezó a ser más divulgada en Brasil,
inmediatamente me asociaron a la literatura marginal o a la literatura
periférica. Pero desde que tenía catorce años yo he dicho que mi literatura es
negra, entonces hay una dificultad en decir que hago una literatura negra.
Parece más cómodo decir que hago literatura periférica o marginal, inclusive
porque hay varios conceptos de marginal, y el primer concepto muy difundido en
Brasil, en la década de 70 del siglo pasado, era de un grupo de personas ricas
de la zona sur de Río de Janeiro, que era marginal sólo por el lenguaje… los
hippies. Yo no me identifico con eso.
Entonces me puse a pensar
cómo me podría conceptualizar a mí mismo, y al mismo tiempo no quería
esencializar la negritud. No quería pensar que sólo los negros tienen algo que
decir sobre la divergencia o sobre el sufrimiento o la rebeldía. Entonces traté
de despersonalizarme e imaginar cómo sería si yo hablara desde la condición de
palestino, o desde la condición de indígena, o desde la condición de gay, o de
mujer. O sea que hay muchos márgenes. Así que empecé a entender que más allá de
mi deseo de hacer literatura negra, hay otros deseos de hacer literaturas que
divergen de los cánones, de lo que es impuesto, de lo que se toma como modelo,
como mejor, como más bonito.
Pero, ¿qué une a todas
esas personas, qué une la literatura negra a la literatura gay, qué une la
literatura gay a la literatura indígena brasileña? Pensé: hay algo que creo que
es el fondo común: todas esas literaturas divergen de un modelo, todas son
anticanónicas, anticapitalistas… Entonces pensé: estamos juntos, pero no porque
decimos la misma palabra o hablamos del mismo tema. Estamos juntos porque
estamos en una zona de conflicto. Entonces la literatura divergente es aquella
cuyo fundamento es el conflicto. Por eso digo que no es para agradar, no es
para vender; no vende. Para nosotros la ética y la estética se confunden.
Entonces empecé a pensar
en eso y llegué a esa idea de crear un movimiento. Escribí algo que se llama “Manifestación de la Literatura Divergente o
Manifiesto Encrucijador de Caminos”. Es “manifestación”
porque esa es una palabra de la religiosidad. Los orixás se manifiestan en las
personas. Y la poesía que se manifiesta en mí no es ni de Apolo ni de Dionisio;
es la poesía de Exu, porque Exu en yoruba es esa posibilidad de la
contradicción. Para ellos, Grecia y Roma; para nosotros, África. Nosotros no
hacemos lirismo, hacemos tamborismo. Y no tenemos ni Dionisio ni Apolo, que son
polos contrapuestos; nosotros no tenemos esa contraposición, tenemos la
paradoja. Porque Exu es ambas cosas al mismo tiempo. Entonces escribí un texto
que habla un poco de las posibilidades de divergir sin perder las diferencias.
Yo soy divergente, alguien que escribe desde la condición femenina es
divergente, estamos juntos porque estamos contra la hegemonía pero somos
diferentes por otras razones. Esa es la literatura divergente.
Ya tuvimos tres encuentros
nacionales donde hubo gente que hace poesía en los autobuses, gente que fabrica
sus libros con las propias manos, saraos que suceden en los baños, personas que
hacen poemas visuales con grafiti en la ciudad, personas que sólo hacen discos
y no libros; o sea, todas las posibilidades de divergir, también con relación
al soporte físico.
Hace unos años, en 2008, los zapatistas crearon un gran
festival, el “Festival de la Digna Rabia”. Y ahora tú publicaste un libro que
se llama Gramática de la ira. ¿Qué es la Gramática de la ira?
La Gramática de la ira
es al mismo tiempo un complemento de la gramática de la fantasía y un
complemento de la gramática del amor. Si la gramática del amor es un lado de la
moneda, nosotros somos el otro lado. Leí un libro que se llama Gramática de la fantasía, de Gianni
Rodari, que habla de la necesidad de la fantasía en el arte-educación. Después
leí otras cosas. Leí libros como Hijo
nativo, de Richard Wright, o El
hombre invisible de Ralph Ellison. Si la Gramática de la fantasía mostraba la necesidad de la fantasía, El hijo nativo mostraba hasta dónde
vamos con nuestras desgracias; del sufrimiento y el dolor también podemos
renacer. Entonces me puse a pensar en eso. Y Brasil tiene una tradición… el
colonialismo y el racismo en Brasil crearon algunos mitos que vuelven a los
negros dóciles, cordiales. Pensamos que podemos resolver la cuestión del
racismo de manera burocrática, o con un candidato, alcalde, presidente.
Entonces Brasil creó una tradición de pensamiento que coloca a los negros en
una posición de inmovilidad. Por eso es casi un pecado hablar de reacción,
sobre todo de reacción violenta. Y nosotros hemos combatido esos mitos. Uno de
los mayores combatientes de esos mitos es justamente Abdias Nascimento, que va
a cumplir 80 años de eso. Entonces nuestra idea es combatir esa dulzura. Por
increíble que parezca, queremos combatir una dulzura que nos empuja hacia
atrás. Ya no queremos dar la otra mejilla.
Entonces pensé mucho en
eso, y empecé a escribir poemas sobre eso. Y justamente los poemas más
agresivos fueron cuando viví la experiencia de la paternidad, cuando tuve a mi
primera hija, y después la segunda. Entonces crié poemas muy violentos criando
una hija. O sea que, al mismo tiempo que tenía la dulzura de tener un bebé en
casa, me preocupaba que ese bebé iba a vivir en un mundo racista. Fue casi como
si estuviera escribiendo para ella.
Entonces es un libro que
llama a los negros a la rebeldía. Y cuando digo rebeldía, lo digo en todos los
sentidos posibles. El verbo, el cuerpo, la guerrilla. Creo que necesitamos
quemar más llantas en Brasil, necesitamos agredir patrimonios, necesitamos
reaccionar más. Y Brasil nunca tuvo esa tradición. Pero al mismo me dije que la
violencia o la ira en sí pueden servir para construir o para destruir. Puedo
usar la violencia por la vida o la puedo usar contra mí mismo. Tengo un poema
que dice: “Guerra negra para tu paz,
guerra negra sólo tú la haces”. Entonces hay que luchar una guerra negra
para preservarse, para tener paz. Entonces pensé en eso: la ira que me interesa
es una ira que construya. Pienso que cuando usamos la rabia, la ira, la
rebeldía de manera digna, colectiva, es válida. Por eso quería que mi libro
tuviera ese significado. Son poemas que aparentemente promueven el desorden,
pero lo que los mueve es un profundo orden. El libro, por lo menos hasta donde
pude, está meticulosamente organizado. Es realmente la idea de una gramática,
sólo que una gramática de la subversión. Tanto que al final del libro incluí un
“manual”. En realidad el manual es
una relectura del Manual del guerrillero
urbano de Carlos Marighella. Pero en vez de poner “guerrillero” yo ponía “poeta”,
“poeta”. El poeta tiene que ser un
guerrillero. Entonces al final del libro hay un postfacio que dice justamente
eso: que la violencia no puede ser violencia sin fundamento, si no, se vuelve
individual, se vuelve venganza.
Esa es la Gramática de la ira, es un libro de
poemas que hablan sobre la negritud, sobre los momentos de alienación que viví
cuando era joven, sobre nuestro deseo de tener compañeras blancas, sobre cómo
es cuando empezamos a leer a los pensadores negros, cuando empezamos a entender
mejor, aunque no sea en el sentido de la fe, sino políticamente, nuestras
religiones. La Gramática intenta ser algo así como una biografía mía que va de
la alienación a la rebeldía.
El libro acaba con el
manual de Marighella, pero empieza con lo que llamo el “Prefacio de la ira”. Es un poema largo donde enumero los tipos de
torturas que sufrimos. Desde mutilación de senos, mutilación de orejas, sacar
ojos, violaciones. Es un poema muy violento. Hay gente que dice: eso es sadomasoquismo. Y yo digo: No, eso es
memoria. Y quiero decir que todo lo que yo escriba después de esa violencia
será poco comparado con lo que sufrimos. Toda violencia que podamos ejercer
será poca después de la señora que mandaba sacarle los ojos a la mucama porque
le parecía bonito, o mutilar los senos de una mujer porque a alguien le pareció
bonito.
Bueno, voy a declamar un
poema llamado “Gramática de la ira”:
había lodo en la calle
y de vez en cuando un cuerpo cadáver encallado en la zanja
el espectáculo que la historia nos ofrece
restos y gestos del sí
alimentos reciclables
muñecas sin piernas carros sin ruedas
arqueólogo de las sobras
la miseria
el no
negrito andrajoso
con las manchas sucias de la vida
sin saber muy bien por qué
en las suturas de las fracturas
crecí
yo en la pila
tú en la mira
no ves lo que hicieron de mí
pluma sangrienta Gramática de la Ira
mi garabato mortal va a joder tu lira
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