Caja de
Ahorro de los Telefonistas: de cooperativa a jugoso negocio para unos cuantos
Desinformémonos
Publicado el 10 de febrero
de 2016
En 1995 surgió la Caja de Ahorro de los Telefonistas (CAT) que
cristalizaba los deseos del gremio de contar con un instrumento de operaciones
de ahorro y préstamo al margen de la usura de la banca tradicional y de las
pequeñas cajas de ahorro.
Ya para marzo de 2010, la
Caja se constituyó formalmente en sociedad cooperativa, lo que, al menos en el
papel, afianzaba el ideal.
Todos los esfuerzos
estarían encaminados a garantizar a los socios un ambiente de solidaridad
económica y social. Así quedó plasmado en las bases constitutivas de la CAT.
Procurar el bienestar de los miembros, a partir de bases educativas, formativas
y del esfuerzo individual y colectivo, eso también quedó impreso en el
documento.
Muy pronto, la CAT logró
afianzarse económicamente. A 20 años de su creación, los 15 millones de pesos
con los que arrancó su enmienda, hoy alcanzan la jugosa suma de 11 mil 407
millones 814 mil 658 pesos, nueve veces más de lo que el gobierno mexicano
destina al Programa Nacional de Becas.
En entrevista, Edgar Heras
Espejel, secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Caja
de Ahorro de los Telefonistas (SNTCAT), refiere que en México existen alrededor
de 146 sociedades cooperativas de ahorro y préstamo registradas. Tan sólo tres
de ellas, concentran el 57 por ciento del activo. En el primer peldaño se
encuentra la Caja Popular Mexicana (de casi 2 millones de socios), cuyos
dineros ascienden a 25 mil millones de pesos. Luego están la CAT, con 11 mil
407 millones 814 mil 658 pesos, y la Caja Morelia Valladolid, con 3 mil 600
millones.
Lejos de la solidez
financiera de la CAT, los administradores de la misma sepultaron, en los
hechos, el espíritu originario del proyecto: que al ser una sociedad
cooperativa y no lucrativa, ésta se conduciría con rectitud, honestidad y
perfecta trasparencia, a través del impulso de un ambiente sano, cordial y de
compañerismo solidario entre sus 55 mil 808 socios.
En Fibra Sindical, órgano
de difusión de la Asociación Mexicana de Trabajadores Activos, Jubilados y
Pensionados 22 de abril, los cooperativistas denuncian que “los dineros y los trabajadores al servicio de la CAT viven en control
total”. Apuntan, además, que “el 65%
de los socios están endeudados, lo que se deriva en jugosas ganancias, de las
cuales sólo una mínima parte de los afiliados alcanza a ver algunos beneficios”.
Destacan, asimismo, que “los vicios ya añejos que tiene el Sindicato
de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), acentuados por una dirigencia sindical que se ha enmohecido en el poder
durante 38 de los 64 años de vida que tiene el Sindicato, han terminado por
extenderse también en la CAT”.
Hablando de las
operaciones de préstamos, una de las funciones sustantivas de esta sociedad
cooperativa, resulta que en la actualidad los intereses que cobra la CAT son
muy similares a los de la banca tradicional. Así, por ejemplo, mientras ésta
pide el 16% de interés en préstamos personales, el 9.2% en hipotecarios y el
11.5% en automotrices, las tarifas de Banamex, Bancomer y HSBC, son de 17, 9.5
y 11.9%, respectivamente.
Ayudar a los telefonistas
a concentrar sus ahorros, al obtener un mejor pago que el que oferta la banca,
es la segunda razón fundamental de existencia de la CAT. A la fecha, ésta se
mantiene. No obstante, hay una gran diferencia entre los intereses que la CAT
cobra a quienes le solicitan un préstamo, hasta de 17.6%, y lo que lo éstos
reciben por depositar ahí sus ahorros: 8.37% como máximo.
Los beneficios no son
para los socios
Para 2014, la ganancia de la Caja de Ahorro de los
Telefonistas fue de 585 millones de pesos. Una parte de este recurso se destinó
a la prevención de riesgos y otra a gastos administrativos y de promoción. Así,
el remanente (excedente) de la CAT para este año ascendió a 302 millones 184
mil pesos.
Los funcionarios de la
Caja determinaron distribuir el remanente de la siguiente manera: 95 millones 848
mil 233 pesos para el fondo de reserva, la ayuda a desastres naturales y a
gastos funerarios, becas y educación cooperativa. En tanto, 206 millones 335
mil 762 pesos fueron enviados a la capitalización de la CAT.
Los socios de la Caja
manifiestan su inconformidad con la forma de distribuir el recurso. Más aún
porque en aras de que se cumpla a cabalidad con la vida de la cooperativa,
insisten en que el dinero sobrante se distribuya entre los socios, tal como lo
establece el último párrafo del Artículo 43 de los Estatutos Sociales de la
CAT: “Una vez determinado lo establecido
en las fracciones anteriores [aportar a los fondos de reserva, de obra social,
de educación cooperativa y del incremento de la reserva para capitalización
institucional], el excedente del remanente se destinará a la distribución de
rendimientos de manera equitativa entre los socios”.
A pesar de este mandato, “jamás en 20 años se han repartido los
remanentes a los socios de la Caja”, se quejan los inconformes.
¿Si para 2014, la CAT cuenta
con 3 mil 834 millones de pesos en inversiones en valores (el 33.6% del total
de activos de la Caja), dinero que no alcanza a prestarse y que se almacena en
cuentas bancarias que producen poco interés, cómo es posible que se envíe gran
parte del remanente a capitalización?, cuestionan, al considerar que esta
acción no hace más que incrementar la cifra de miles de millones de pesos
inmovilizados.
En contraste con la
situación del grueso de los socios, quienes no logran ser partícipes de los
beneficios económicos de la CAT, ni siquiera a partir de la distribución de una
parte de su remanente, ocho funcionarios de la Caja perciben sustanciosos
sueldos que cada mes suman 631 mil 692 pesos. Esta cantidad es comparable con
lo que perciben en conjunto los 55 trabajadores de los Centros de Atención y
Servicio al Socio de la CAT.
Juan Manuel Juárez Ruíz,
gerente General; María Luisa Hernández Juárez, contralora; Julio Grain Jarquín,
gerente Ejecutivo de Finanzas; Francisco Arellano Hernández, gerente Ejecutivo
de Crédito; Jesús Ortiz Vázquez, gerente Ejecutivo de Administración; Jesús
Gregorio Díaz Coyotzi, gerente Ejecutivo de Operaciones; José Antonio Estrada
Dávila, gerente Ejecutivo de Productos y Servicios; y Leticia Alejandra
Caballero Saucedo, gerenta Ejecutiva de Recursos Humanos y Relaciones
Laborales, son quienes obtienen el mayor beneficio monetario de la Caja.
Los sueldos de los dos
primeros ascienden a 99 mil 846 pesos mensuales, respectivamente; los demás
perciben 72 mil pesos. Cabe destacar que tres de estas personas son familiares
de Francisco Hernández Juárez, Secretario General del STRM: María Luisa es su
hermana, Julio Grain, su cuñado, y Francisco Arellano, su sobrino.
A finales de 2013, quienes
administran la CAT organizaron una rifa para la cual desembolsaron unos 2
millones 650 mil pesos. Los premios, 900 notebooks y un automóvil, apenas
beneficiaron al 1.78% de los miembros de la cooperativa.
“La rifa misma es un reflejo de que se necesita repartir de
manera justa el remanente producido; sin embargo, aún existe una fuerte
resistencia por parte de la dirección sindical a dejar de concebir la Caja como
su negocio particular”, refieren los socios de la CAT.
Una Caja muy opaca
“Oscurantismo, gastos
excesivos y falta de transparencia distinguen el funcionamiento de la Caja de
Ahorro de los Telefonistas”. La afirmación de los miembros de la sociedad cooperativa se
fortalece a la luz de dos notificaciones que los funcionarios de la CAT
recibieron entre octubre y enero pasados, oficios de los que Desinformémonos
tiene copia.
En el primero de ellos,
fechado el 1 de octubre de 2015, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores les
notifica de la imposición de una multa administrativa, misma que se desprende
de su omisión de remitir a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público su
reporte de Operaciones Relevantes correspondiente al primer trimestre de 2011.
En el segundo documento,
notificación de incumplimiento girada el 14 de enero de 2016 por la Comisión
Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros,
se advierte, entre otras, que la CAT ha fallado en indicar a sus socios la tasa
de interés ordinaria por lo que éstos quedan imposibilitados para obtener con
claridad la metodología.
Previo a la emisión de los
documentos oficiales, los socios de la CAT ya habían expresado esta
inconformidad. Uno de sus señalamientos fue, justamente, la falta de claridad
en los estados de cuenta que reciben los socios, acción que tendería a
dificultarles la interpretación de los mismos y, por tanto, a disminuir el
número de reclamos.
Los socios de la CAT
experimentan un sinfín de lagunas relativas al manejo de los dineros de la
cooperativa de que son parte. Sus inquietudes se extienden a muchos y variados
gastos: de administración y promoción, de prevención para riesgos crediticios,
del Fondo para Desastres Naturales, de becas y apoyos funerarios, por citar
algunos.
De acuerdo con los
Estatutos Sociales de la CAT, en tres órganos recaen las decisiones relativas a
la definición y ejercicio de los recursos económicos: en el gerente General, en
la Asamblea General y en el Consejo de Administración. Actualmente, estas
estructuras están bajo el control de la actual dirección del STRM, denuncia
Edgar Heras.
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