Las Glorias de
Avándaro
https://www.youtube.com/watch?v=uLGYhsp5Rdc&feature=share
Publicado el 28 de mayo de
2012
Video documental sobre el festival Rock y
Ruedas, en Avándaro del 11 de Septiembre de 1971.
El
video está fechado en 2005 y firman al final como los "hacedores": Carlos Cruz, Arturo Lara, Manuel Martínez, Ángel
Velázquez, Arnulfo Martínez y Torres.
Manuel
Martínez (q.e.p.d.) obsequió el DVD.
Un testimonio que
presenta otra cara de Avándaro
Habían transcurrido apenas tres meses desde la masacre
perpetrada por el Estado mexicano en las inmediaciones de la Escuela Nacional
de Maestros, el 10 de junio de 1971, y tres años desde la masacre del 2 de
octubre de 1968 en Tlatelolco.
Aquí
reproducimos una parte del testimonio de un activista. Es la reflexión que hacían entonces activistas de un comité de lucha de una vocacional del IPN. Es válido conocer el
punto de vista de quienes no compartieron la idea de que “Avándaro” fuera lugar
de “onda y libertad”.
Avándaro,
otra forma de neutralizar
(fragmento del testimonio
de un activista, inédito)
En septiembre, apenas tres meses después de la masacre del 10
de junio, el gobierno autorizó la realización de un festival de rock en
Avándaro, lugar del Estado de México, cercano a Valle de Bravo, región boscosa.
Se pretendió que Avándaro fuera la réplica mexicana del festival de rock
realizado en Woodstock, en 1969.
Este género musical, pese
a la censura en los años previos, se había extendido en México, con mucha
aceptación por parte de la juventud. Era también una revolución en el ámbito
musical. De por sí, el rock, con raíces en los cantos espirituales negros,
tiene una connotación de rebeldía. Para muchos jóvenes mexicanos escuchar a los
Beatles, los Rolling Stones, a Janis Joplin, los Doors, Led Zeppelin o a Jimi
Hendrix era, en sí mismo, un acto contestario, de irreverencia contra el
acartonamiento de lo establecido.
Pero para algunos
activistas del movimiento no dejaba de resultar sospechoso que el gobierno
además de autorizar la realización de dicho concierto, lo promoviera.
-“¡Imagínate: -comentó Zúñiga- Jacobo Zabludowski, el mismo que nunca nos bajó de vándalos y
revoltosos, ahora está promoviendo desde su noticiero el Festival de Avándaro!”.
De por sí, desconfiando de
cualquier acto del gobierno, pensamos que se trataba de una maniobra con la que
buscaba simular una imagen de tolerancia que le permitiera recuperar el control
sobre esa parte de la población.
-“Los organizadores –nos informaba Arciniega-, tenían planeada una carrera de motocicletas, pero bandas de rock
cercanas a ellos los convencieron de aprovechar la carrera para realizar un
festival de rock. Le llamarían ‘Rock y Ruedas’. Con los trámites de los
permisos y esas cosas, la información de esto llegó ‘más arriba’…”
-“Y tenían que aprovechar la ocasión… -conjeturé-. De por sí no me latía, sospechaba que algo
no andaba bien…
-“¡Chale, pinche flaco –replicó Arciniega-, como siempre de pinche paranoico, si te digo, ese cabrón halconazo en
la cabeza te dejó medio turulato…!”
Pero, el testimonio de
algunos que sí fueron a Avándaro, a mí me ofreció otra perspectiva de lo que
fue aquello:
-“¡No’mbre carnal, hubieras visto, los sardos bien
alivianados, había mota a madres…!, ¡y ellos nos la daban! Nos decían: ‘órale
pinches chavos, pónganse hasta la madre, atásquense ahora que hay, atícenle.
Ora, pa’ que vean que no somos tan mala onda…’ ¡Cámara, mi buen, puro amor y
paz, el puro aliviane, todos como hermanos…, bien chido carnal…, prexta…, toque
y rol…!”
Así que, aquellos que se
libraron de las balas asesinas en Tlatelolco y en San Cosme, aquellos que no
fueron masacrados por la tropa o por los paramilitares, ahora serían sometidos
con otra arma: la droga. No se les asesinaba físicamente, no se les quitaba la
vida de un balazo, ni se les partía el cráneo de un culatazo; sino que se les
lanzaba a un abismo de enajenación, se les neutralizaba. La misma tropa que el
2 de octubre no alcanzó a clavarte la
bayoneta entre las costillas, ahora te daba en un carrujo de marihuana el pase
a un mundo de irrealidad, de escape, de pasividad… y te neutraliza… ¿El tiro de gracia?
-“Esto no es nuevo, -comentó Héctor, que entonces recibía por correo
un periódico del Partido Comunista-marxista leninista (PC-ml) de los Estados
Unidos-, la utilización de las drogas
como arma contrainsurgente ya tiene, por lo menos, un precedente en los Estados
Unidos. Entre 1966 y 68 tomó fuerza en los barrios negros la lucha por los
derechos civiles y contra el racismo. Asesinados Malcolm X y Martin Luther
King, que promovían la resistencia civil no violenta, la opción de la
autodefensa armada se propagó. El Partido de los Panteras Negras se masificó.
Se formaron en los barrios comandos armados para defenderse de las redadas y de
la represión de la guardia nacional. Los barrios negros se convirtieron en
territorios libres, donde por la vía de los hechos se aplicaron medidas
acordadas por las comunidades, erradicaron las prácticas de segregación y
racista, pero además autogestionaron sus escuelas, sus clínicas, formaron
talleres comunitarios. A esto es a lo que se le llamó el Poder Negro.
Demostraban así los barrios negros que podían vivir sin necesidad del poder de
los blancos, es decir, del capital. Por esto es que el gobierno de los Estados
Unidos los declaró el Enemigo Público N° 1. Y diseñó toda una estrategia
contrainsurgente para acabar con ellos. El FBI, utilizando como elementos de
infiltración a jóvenes lumpen de los mismos barrios, los inundó de droga,
utilizando luego esto como pretexto para irrumpir violentamente en los barrios
y encarcelar a los dirigentes de los Panteras Negras. Solo así logró
desmantelar un movimiento masivo que veía ya como una amenaza”.
-“Y por parte de las fuerzas armadas es también una práctica
recurrente
-agregó Soriano-, a los marines gringos
en Vietnam se les da oficialmente su dotación para ‘darse valor’. Lo mismo
ocurre acá. Evidentemente para la tropa, la policía y los paramilitares el uso
de las drogas es un medio de control y manipulación. Ahí es lo ‘normal’. El
poder tiene el control de la producción, distribución y comercialización de
todo tipo de enervantes y los utiliza como negocio y como arma”.
-“No es casual, entonces -reflexionó Angelina-, que sean los porros, con todas las facilidades y todo el apoyo por
parte de las autoridades, quienes se encarguen de organizar en las escuelas
tocadas de rock donde corre a discreción la mota”.
-“Ahora el problema –señaló Ángeles-, es que se ha extendido mucho la idea de que drogarse es un acto
‘libertario’, ‘rebelde’. Se argumenta que los genios, para producir sus grandes
obras le tupían macizo. Y que esto es desde tiempos inmemoriales”.
-“Sí, y que los pueblos indios les daban un uso místico,
religioso…
-agregó Soriano.
-“O medicinal… -dijo Malena.
-“Y que más dañinas –opinó Tere- son
las drogas permitidas, como el tabaco y el alcohol…
-“Y que cada quien es libre –soltó Miranda- de meterse lo que quiera…
-“Eso que ni qué… -confirmó sonriente el Muerto.
-“Pero yo digo –insistí-, si
no tienes capacidad de usar tus neuronas, tu raciocinio libre, sin la ‘ayuda’
de una sustancia ajena a tu organismo, eres dependiente y controlable…
-“Es como el ‘macho’ –comentó Malena- que para ser ‘valiente’ necesita embriagarse; o el marine que se
convierte en ‘máquina de matar’ sólo cuando ‘se pone hasta la madre’…
-“Porque si no anda así -explicó Naranjo-, se zurra de miedo con la sola mirada de odio, de dignidad de la gente
del país invadido. Llámese Corea, o Vietnam, o Palestina…”. (Ahora diríase
también Afganistán, Irak, Libia, Palestina, Siria, Ucrania…, todo el mundo).
-“Pueblos que nada le hicieron al gringo, pero que son
invadidos con cualquier pretexto, -caviló Chirinos- con un fin muy claro: la expansión imperialista…
-“El control de las reservas de petróleo… -especificó Malena.
-“O del agua… -añadió brillantemente Jaqueline.
-“Pero regresando –reiteró Malena- a que si drogarse es o no un acto ‘rebelde’ o ‘libertario’, yo solo
diría que cualquier adicción es una cadena. ¿No lucha el rebelde, el
libertario, por romper todas las cadenas?”.
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