Zósimo Camacho
Noticias del
día
septiembre 29,
2016
A partir de este 28 de
septiembre presos con reivindicaciones anarquistas, libertarias y/o políticas
iniciaron una huelga de hambre coordinada, aunque se encuentren en reclusorios
distintos de la Ciudad de México y Oaxaca.
A
la iniciativa de los anarquistas Luis Fernando Bárcenas Castillo y Abraham
Cortés Ávila (presos en el Reclusorio Preventivo Norte), se han sumado el
libertario Luis Fernando Sotelo Zambrano y el activista político Jesse
Alejandro Montaño Sánchez (encarcelados en el Reclusorio Preventivo Sur); y el
activista político Roque Coca (preso en la cárcel de Miahuatlán, Oaxaca).
Además, el libertario mazateco Miguel Ángel Peralta Betanzos (preso en la
cárcel de Cuicatlán, Oaxaca) participa con ayunos intermitentes.
Todos
han sido detenidos en contextos de protesta y lucha social y cuentan con
trabajo político en colectivos y comunidades. Hace 6 días se dio a conocer que,
sin pruebas que lo incriminen y con sólo la declaración de un chofer de una
unidad del Metrobús, Fernando Sotelo fue condenado a 33 años y 5 meses de
prisión. Esta polémica determinación del juez 32 de lo Penal de la Ciudad de
México es una de las causas de la huelga de hambre. Pero la protesta también es
por el pésimo servicio médico en las cárceles, el despojo que viven las comunidades
indígenas por las trasnacionales, el negocio que significa el sistema
carcelario que mantiene encerrados a más de 200 mil personas en México y por
una “insurrección generalizada”.
El
médico Guillermo Selvas, quien acompañará la protesta de los presos, señala que
las autoridades no respetan esta forma de lucha y este derecho. En conferencia
de prensa, en la que también participaron familiares de los internos e
integrantes de la Cruz Negra Anarquista, señala que tendrán que llevar la
huelga de hambre, como en las ocasiones anteriores: a contracorriente de las
autoridades, quienes buscarán vejarlos por haberse atrevido a protestar.
Por
considerarlo de interés de los lectores, Contralínea
reproduce de manera íntegra el comunicado con el que los presos anuncian el
inicio de una jornada de lucha que incluye la huelga de hambre indefinida.
28 de septiembre
A lxs compañerxs rebeldes
A los pueblos y comunidades en pie de guerra
A los esclavxs emancipados
A quienes se identifiquen con estos sentires y palabras…
Por la liberación total declaramos hoy una huelga de hambre
indefinida como un acto de autodeterminación, de incitación a la revuelta
generalizada. Porque no podemos seguir simplemente asistiendo día con día al
genocidio de nuestras comunidades y pueblos.
Existe una realidad oculta
en esta sociedad; la democracia es un golpe de Estado que por las fallas no
pone tanques sino cámaras de televisión y micrófonos de periodistas, la democracia gobierna con el poder de su
propaganda y por eso sostenemos que la democracia es la técnica y la ciencia
que usa el poder para no ser percibida como opresión, el capitalismo es el jefe
y la democracia es su portavoz de prensa.
Y es por eso mismo que no
nos dirigimos a los medios, ni a las clases dominantes, nos dirigimos y
hablamos a nuestrxs compañerxs del presidio inmenso llamado tierra que como
nosotros también son hijos de la guerra sólo por el hecho de haber nacido
desheredados.
Pero estas palabras no
tienen la intención de instrumentalizar sus fuerzas rebeldes ni mucho menos
para unificarlas bajo una bandera cualquiera; sino más bien para abrir un lazo
de comunicación, un espacio de sintonía de las luchas y de todo cuanto emerge
de contestación y actos de autodeterminación en todas partes…
A nuestro entender y bajo
nuestra perspectiva; donde hay autoridad existe la cárcel y es por eso que la
cárcel es mucho más que sólo la estructura física que se nos impone mediante la
imagen de muros y alambradas. La cárcel, a nuestro entender está constituida
por la sociedad entera mientras que las prisiones físicas son solamente una
expresión concreta del aislamiento social que sustenta y legitima el poder.
La urbanización (por poner
un ejemplo) es la representación misma del encarcelamiento masivo o lo que es
igual a la fortificación del espacio urbano, acompañado del exterminio de las
clases populares más marginadas y se presenta hoy en día como parte integral de
la última fase geohistórica del capitalismo tecnoindustrial. (Último esfuerzo
de reestructuración en esta etapa de crisis en la que la única manera de
sostener el dominio es mediante la guerra).
Ya no podemos creer en sus
mentiras porque su “mundo maravilloso”
no existe en nuestro alrededor; nos llaman delincuentes
así como llamaron salvajes a los
antiguos pobladores de América y así justificaron
su genocidio; lo que sucede a diario en nuestros barrios es una guerra colonial que busca apaciguar el
fervor revolucionario de nuestra gente con tácticas tan sucias como la
inundación de drogas y armas y su consecuente resultado de llevar más tropas de
ocupación a nuestros barrios y comunidades. Todo esto se conecta directamente
con el aumento de la pobreza y la carencia de educación y salud en las
comunidades y barrios más marginados. Dando como resultado un alza al índice de
criminalidad, lo que justifica la represión del aparato político-militar del
Estado, la cárcel se convierte en un monumento de la matanza, siendo el
basurero social a donde se arroja lo que no agrada o molesta al sistema
capitalista…
Sin embargo, hay
actualmente 226 mil presos en el país y aunque las cárceles están
sobrepobladas, la tasa de criminalidad no baja, sino que por el contrario,
aumenta o se mantiene estable. Por lo tanto, el problema no está en las 226 mil
personas presas, sino en la sociedad tecnoindustrial que necesita justificar la
matanza.
La cárcel es una empresa
que legitima la guerra contra los
pobres y protege el exterminio y la sociedad basada en la acumulación
capitalista.
¿Y cuál es el pretexto
para hacer la intervención encubierta? Que los barrios están asolados por el
crimen, asaltos, robos, asesinatos y disturbios, “las calles no son seguras”, entonces las alcaldías y ayuntamientos
están de acuerdo con los residentes que piden “más protección”, sin ponerse a analizar el trasfondo de esta
guerra sucia.
Claro que es un hecho que
las víctimas de la plaga de la droga son los responsables de los crímenes que
ocurren en los barrios, es algo que no se puede negar. Pero antes de que por
desesperación saltemos gritando y pidiendo “más
protección policial”, mejor recordemos quién impuso la plaga a nuestros
barrios y comunidades. Será mejor recordar quién se beneficia en última
instancia con la adicción de la gente a las drogas, será mejor recordar que la
policía son tropas de ocupación enviadas a nuestras comunidades por la clase
dominante, no para proteger la vida de la gente pobre, sino más bien, para
proteger los intereses y la propiedad privada de los capitalistas.
La policía, los políticos
y los grandes empresarios están encantados de que los jóvenes proletarios sean
víctimas de la plaga, y esto por dos razones:
La primera es que el
tráfico de drogas es una empresa económicamente rentable y la segunda es que se
dan cuenta de que mientras puedan mantener a nuestros jóvenes en las esquinas “generando” para una dosis, no tendrán
que preocuparse de que libremos una efectiva lucha de liberación.
La policía no puede
resolver el problema porque es parte del problema, tampoco las instituciones
del sistema pueden resolver los problemas sociales, económicos y políticos de
la población, porque ellos los fabrican y se nutren de ellos. La “guerra contra las drogas” no es otra
cosa que una doctrina de contra-revolución encargada de mantener y reforzar la
dominación, la explotación y el encarcelamiento de las clases más oprimidas del
proletariado.
Somos los únicos capaces
de erradicar la plaga de nuestras comunidades y por eso, en vez de colaborar
con esta sociedad enferma y decadente hemos decidido vivir al margen de ella
para construir un mundo con nuestras propias manos y esto pasa necesariamente
por la organización revolucionaria del pueblo.
Libera un espacio, okupa,
ármate y cuida a los tuyos.
Cuantos más de estos actos
se manifiesten descompuestos y desordenados, sin ningún centro, más bien
haciendo referencia a miles de centros, cada uno autodeterminado, entonces
mucho más serán irreductibles a una formalización y recuperables para el
sistema tecnológico.
Vivimos en una era
tecnológica en la que el capitalismo se reestructura mediante aplicaciones
tecnológicas al sistema de control social y todo esto ha modificado el mundo de
manera sustancial.
La realidad virtual de las
necesidades ficticias ya se ha impuesto, y los intereses del proletariado rotos
en miles de pedazos, se pierden en los meandros de la realidad virtual. La
misma democracia es una de las realidades virtuales como todas las otras.
Queda caro que un sistema
de este tipo no puede ser defendido sino mediante la trasformación en policías
del sistema a las mismas personas que viven en el territorio, ningún aparato
represivo sería capaz de garantizar tal sistema.
Y es por eso que el
Estado/capital tecnológico/moderno, sólo puede ser destruido en el territorio
mediante el ascenso generalizado de la insurrección.
La respuesta pues, no se
haya en las teorías, sino concretamente en las exigencias y necesidades de los
excluidos por el sistema, los insubordinados, en fin, los linchamientos
sociales que son el fruto natural de la sociedad dividida en privilegiados por
un lado y subyugados por el otro.
La rebelión también es un
hecho natural que no descubren los anarquistas, ni los demás revolucionarios.
Pero esa rebelión no es
inmediatamente reconducible a los viejos programas y manuales “revolucionarios” la rebelión de
nuestros días es descompuesta, desordenada, un fin en sí misma.
Para nosotros, en tanto
rebeldes sociales, la insurgencia es un rechazo total a las ideologías por ser
parte fundamental del sistema que nos oprime.
Provisto de este método
basado en la práctica de la acción directa, en la conflictividad permanente y
la autoorganización de las luchas, sin la aceptación de moderadores, quedan
abiertas largas posibilidades de desemboque insurreccional.
Desde esta perspectiva
queda claro que el anarquismo no es una ideología sino una forma concreta de
oponerse a lo existente por su definitiva y total destrucción.
Somos pues por la revuelta
permanente, por la insurrección generalizada; única forma que hace imposible
que se manifieste el poder centralizado.
Declaramos este grito de
guerra, una forma defender la lucha de los presos estadounidenses y así mismo
nos solidarizamos con los compas afroamericanos que, al igual que nosotros,
viven el genocidio de la droga.
Solidaridad
con los pueblos y comunidades rebeldes.
Solidaridad
total con nuestro compañero Luis Fernando Sotelo Zambrano.
¡Por la
liberación total!
¡Por la
destrucción de la sociedad carcelaria!
A tres años
de encierro de Abraham Cortés Ávila, 2 de Octubre del 2013.
Fernando Bárcenas Castillo
Abraham Cortés Ávila
Luis Fernando Sotelo Zambrano
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