PRESOS POLÍTICOS.
Eugenia Torres
(Artículo enviado para su
publicación en La Voz del Anáhuac
y los medios libres que así lo
decidan)
enero de 2017.
La lista de los presos políticos es extensa, ha
travesando la historia de la humanidad, y habría que ver y pensar que todo
preso es político.
La cárcel es un asunto complejo y
complicado. Se complejiza a medida que pasa el tiempo, ya que hablar de
encierro, en todos los caso es prohibirle la libertad a un sujeto, y quién de
nosotros está capacitado para semejante atributo.
Podemos pensar en los textos de
Antonin Artaud, hay uno, por demás
extraordinario, que dice así:
“La buena salud
mental de Van Gogh puede ser proclamada, pues a lo largo de toda su vida sólo
se hizo cocinar una mano y, dejando esto de lado, no llegó más que a cortarse
la oreja izquierda, en un mundo en que la gente come
todos los días vagina asada con salsa verde, o sexo de recién nacido azotado y
encolerizado ingerido tal como sale del
sexo de la madre.
Y no es una imagen, sino una realidad cotidiana, repetida con
frecuencia, y sembrada en toda la extensión de la tierra.
Así es como se sostiene -aunque esta afirmación
resulte delirante- la vida actual en su viejo clima de estupro, de autarquía,
de caos, de extravío, de descalabro, de alienación crónica, de inercia
burguesa, de desviación mental,
(pues no es el hombre el que se ha desviado sino el mundo), de impudicia deliberada e ilustre hipocresía, de inmundo descrédito por todo lo que representa nobleza,
de reivindicación de un orden fundado absolutamente en el acatamiento de una primitiva injusticia, en síntesis, de crimen organizado. Las cosas andan mal porque en este momento el mayor interés de la conciencia alienada es no salir de su enfermedad”.
(pues no es el hombre el que se ha desviado sino el mundo), de impudicia deliberada e ilustre hipocresía, de inmundo descrédito por todo lo que representa nobleza,
de reivindicación de un orden fundado absolutamente en el acatamiento de una primitiva injusticia, en síntesis, de crimen organizado. Las cosas andan mal porque en este momento el mayor interés de la conciencia alienada es no salir de su enfermedad”.
Lo que Antonin
Artaud va a trabajar en todos sus textos
es cuales son los parámetros que la sociedad, hipócrita y burguesa, llamaran locura, enfermedad, entre otras cosas
que no encajan en la sociedad positivista. Antonin ha sufrido en carne propia el
encierro, por eso los textos que podemos leer son estremecedores, tristes y
desgarradores. Son un manifiesto total sobre cómo el sistema se sistematiza
para que la propia sociedad vote ferviente por el encierro. Claro que Michel
Foucault se ha ocupado largo y tendido, pero en todo caso me interesa pensar a
los presos políticos que fueron quienes han publicado textos o que en todo caso
han tenido una participación política que los a llevado a perder su libertad, y
en muchos casos la vida misma.
Recordar casos
lejanos para aproximarme a la actualidad que son espejos donde solo, a veces,
cambia el contexto pero nunca el modus
operandi de un sistema que se propuso desde tiempos remotos, aniquilar
personas con un pensamiento original, fuera de la moral burguesa, fuera de los
parámetros impuestos. Un pensamiento que nos hace reflexionar, que nos lleva a
replantarnos mandatos y que sobre todas las cosas nos interpela. Todo eso es un
crimen para quienes quieren controlarnos y aleccionarnos.
Claramente que dentro
de este mapa se encuentra una cultura que oculta sus más nefastas virulencias y
que canaliza sus frustraciones entendiendo que aquel que no cumpla con los requisitos
morales preestablecidos debe ser encerrado. Podemos hablar de un alma pura,
bella y noble. La libertad religiosa en muchos casos, generó una sociedad donde
padecer miseria, martirio y hambre es parte de los pecados que tenemos que
pagar hasta el día de nuestra desaparición física. Asi se justifica que el
poder económico es de algunos pocos.
La religión, que
es un estado por si mismo, estuvo al servicio de suprimir la posibilidad de pensar
en una ideología, y en todo caso de pensar que la miseria no depende de
nosotros, sino de un estado capitalista.
Lo que han
demostrado estos presos políticos, es que pese a su encierro, el alma está
libre, su espíritu vivo y su pensamiento permanece lícido. Es el mismo
mecanismo de defensas que activa el cuerpo por la falta de libertad y la
injusticia que atraviesan.
Así como el alma
tiene una función tranquilizadora, pensar al otro diferente a mí, muerto o
encerrado, también. Por lo tanto un sujeto emancipado, pensante y rebelde
representa un peligro social. Quiero
recordar antes de ver a los presos políticos a los muertos, que nos demuestran
que la palabra es un arma poderosa y que para el sistema opresor y aleccionador,
violenta.
Muchos son los presos políticos, porque como sabemos, la política
nos atraviesa a todos, y cuando ellos y ellas denunciaron injusticias sociales
los medios se ocuparon de considerar un crimen, ese tipo de acto.
Pensar, o tener un sueño, como cambiar el mundo, es criminal.
Pero voy a pensar en escritores de textos puntualmente políticos,
esos que hablan de las clases oprimidas, esos libros que pueden llegar al
alcance de sectores vulnerables pero a la vez sectores que luchan, sectores
precarios, sectores a los que esas lecturas son vitales, y el estado lo sabe,
por eso mejor silenciar a quien los escribe. En muchos casos fue imposible.
Muchos revolucionarios han sido prisioneros a lo largo de la
historia. Junto con el largo cautiverio del líder negro Nelson Mandela, la
prisión que el régimen fascista de Benito Mussolini impuso a Antonio Gramsci
[1891-1937] constituye una de las más célebres en todo el mundo.
Pese
a estar protegido por la inmunidad parlamentaria que poseía por ser diputado
comunista de Venecia, Gramsci fue detenido el 8 de noviembre de 1926 (tenía 35
años). Durante el juicio que se realizó en Roma en 1928, el fiscal fascista
Michele Isgrò fue terminante: "Durante
veinte años debemos impedir funcionar a este cerebro". Gramsci fue
condenado a 20 años, 4 meses y 5 días de reclusión.
Estos
encontraron en muchos casos la libertad en la pluma. Hoy encontramos en el
mundo miles de personas condenadas absurdamente por tener una posición
política, mientras los asesinos, que son los malos gobiernos, andan sueltos.
ADIESTRAR.
La sociedades en
las que vivimos fueron diseñada para pensar, de manera vertical, de manera
general, temiendo salirse de la norma y sobre todas las cosas de un pensamiento
común y hegemónico. La cultura afirmativa, dentro de un pensamiento normativo
que juzga ante cualquier hecho fuera de lo preestablecido. Son las mismas
normas que instaló el capitalismo, junto a la iglesia, el sistema penal, el
sistema psiquiátrico y medico.
El Estado
corrompido instala normas bajo presión ciudadana.
Los
ciudadanos no se preguntan cómo es posible, que un militante, o un político, o
personas que se manifiestan estén presas. Y menos, se cuestionan, los por qués
de cada caso.
Los
malos gobiernos, que por lo general son neoliberales y de derecha instalan la
idea más precaria, donde los ciudadanos cada día mas entienden que el que lucha
por sus derechos tiene que ser castigado.
Estos
gobiernos, que se guían por un pensamiento que instaló el capitalismo, hacen
que los pueblos dejen de lado la lucha y se vuelvan a entregar a la
dependencia, a la esclavitud, a la falta de estímulos para la acción, ya que al
encerrar, matar y castigar a quienes lo realizan disparan un alerta a toda la
población para que la misma, sumisa, baje los brazos para siempre.
Estos
presos, victimas, son carne de los medios de comunicación, ya que los que
realmente deberían estarlo, gozan y son los dueños de los medios y de los
poderes judiciales. Así mismo, saben, que instalar el miedo, es de alguna
manera temer a quien lucha y quiere en un sentido real la igualdad, la libertad
etc.
Vivimos
en tiempos complicados, la represión es cada día mas violenta de parte de los
militares, fuerzas represivas y medios de comunicación.
En
los 80,Guy Debord, en su libro La
sociedad del espectáculo, a modo de visionario, pudo ver, lo que pocos
vieron en su tiempo. Los mensajes son engañosos, tanto como las imágenes. Debord
estableció que el espectáculo no es la ostentación de las imágenes que ocultan
la realidad. Es la existencia de la actividad social y de la riqueza social
como realidad separada.
Un
gran porcentaje de la sociedad en la que vivimos, tristemente, vive en un
espectáculo, proyectando ilusiones, creyendo en un futuro que llegará del
cielo, o de los Dioses. Una agonía de
la cual no hay vuelta atrás.
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