2017: EL AÑO DE LA «GRAN MURALLA»
América Latina en movimiento
17 febrero, 2017
Es posible que 2017
sea recordado en la historia como el año de la Gran Muralla. ¿Por qué?
Porque Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos, está decidido a
edificar una monumental barrera de protección en la frontera con México para
impedir, según él, la ‘invasión’ de
los inmigrantes ilegales venidos del ‘peligroso
Sur’...
Al
mandatario estadounidense, alguien debería recordarle lo que la Historia
precisamente enseña: que casi nunca esas ciclópeas fortificaciones detuvieron
nada. ¿No construyeron acaso los chinos, en la antigüedad, la impresionante
Gran Muralla para detener a los mongoles? ¿No elevó el Imperio romano, en el
norte de Inglaterra, el colosal Muro de Adriano para rechazar a los bárbaros de
Escocia? Es conocido, en ambos ejemplos históricos, que los gigantescos
vallados fracasaron. Los mongoles pasaron, y también los manchúes, y los
caledonianos... Como seguirán pasando, hacia Estados Unidos, los mexicanos, los
centroamericanos, los caribeños, los musulmanes... En la eterna dialéctica
militar del escudo y la espada, la respuesta a la Gran Muralla de Donald Trump
serán los miles de túneles subterráneos que probablemente los parias de la
tierra ya están perforando...
Pero
es que, además, surge otra contradicción. Por una parte está el anunciado Plan
de inversiones de Trump de ‘un millón de
millones de dólares’ en obras públicas para reconstruir, como en un
nuevo New Deal, las infraestructuras, aeropuertos,
carreteras, puentes y túneles en todo el país. Lo cual debe relanzar la
actividad económica, el crecimiento y, sobre todo, crear millones de empleos.
Pero, por otra parte, ya hay pleno empleo en Estados Unidos... Bajo el
presidente Barack Obama se crearon doce millones de puestos de trabajo[i]. La paradoja es
que, en realidad, hace falta mano de obra... Y faltará todavía más si Donald
Trump expulsa, como prometió, a once millones de trabajadores inmigrantes
ilegales... ¿Quién construirá la Gran
Muralla, los puentes, las carreteras y los túneles?
Otro
problema: las estadísticas oficiales estadounidenses señalan que el índice de
jubilados sobre trabajadores activos no cesa de aumentar. O sea, como en todas
las sociedades desarrolladas, el número de personas de la tercera edad crece
más rápido que el de jóvenes. Consecuencia: las cinco primeras ocupaciones que
ofrecerán más empleo en la próxima década son las siguientes: ayudantes de
cuidado personal, enfermeras, ayudantes del hogar y la salud, trabajadores de
la comida rápida, y vendedores de ventas al por menor. Todas actividades
difíciles y mal pagadas, trabajos clásicos de los inmigrantes. Si se alza la «Gran Muralla» en Estados Unidos, ¿quién
los ejercerá?
Otro
aspecto del problema: las migraciones nunca se realizan por capricho. Son el
resultado de guerras o conflictos, de desastres climáticos (sequías), de la
demografía, de la urbanización acelerada del Sur, de la explotación, de la
mutación económica (disminución del campesinado), de los saltos tecnológicos y
de los choques culturales. Hechos sociológicos que están empujando a la gente
de los países pobres -sobre todo a los más jóvenes- a emigrar en busca de mejor
vida. Hechos que están por encima del control de cualquier político y que un
Muro puede quizás frenar pero no podrá detener ni desvanecer.
Además,
si Donald Trump está obsesionado con los inmigrantes latinos, que vaya
preparándose para las otras ‘invasiones’
que vienen. África subsahariana, por ejemplo, contaba en el año 2000 con 45
millones de personas de entre 25 y 29 años que es la edad en la que más se
emigra. Hoy los subsaharianos de esa edad ya son 75 millones, y en 2030 serán
113 millones... El Banco de Desarrollo Africano estima que, de los 12 millones
de subsaharianos que ingresan cada año a la fuerza laboral, apenas 3 millones
encuentran empleo formal. El resto -o sea 9 millones de jóvenes cada año...-
constituye una reserva cada vez mayor de migrantes potenciales... En la
India, cada mes, un millón de jóvenes cumplen 18 años y muchos
sueñan con emigrar...[ii]
Aunque
la «Gran Muralla» de Donald Trump hay
que entenderla también en sentido metafórico pues significa asimismo barrera de
aranceles para dificultar el acceso de productos extranjeros al mercado interior:
con tasas anunciadas de 45% sobre las importaciones provenientes de China y de
35% para las de México... O sea proteccionismo comercial duro que fue uno de
los ejes centrales de la campaña electoral. Y que es el verdadero significado
de la elección del nuevo presidente de Estados Unidos quien arrancó su primera
semana en el poder con un gesto hacia los votantes de la clase obrera que le
ayudaron a ganar el 8 de noviembre pasado y que se sienten perjudicados por las
deslocalizaciones industriales. Trump cumplió su promesa y firmó un decreto
para retirar a Estados Unidos del Tratado Trans-Pacífico (TTP), un acuerdo con
once países de la cuenca del Pacífico promovido por Barack Obama. También
anunció que renegociará el tratado de libre comercio con México y Canadá
(NAFTA, por sus siglas en inglés)[iii].
Todo
ello significa una derrota de la globalización neoliberal, del libre mercado y
de las deslocalizaciones. Basta con ver, sobre este tema, el berrinche
interminable y el pataleo permanente contra Donald Trump de todos los
partidarios del ultraliberalismo. Empezando por los grandes medios dominantes que
ahora arremeten sin tregua -cosa inaudita- contra el propio presidente de
Estados Unidos cual si de Chávez se tratara. Léase, por ejemplo, en España, el
incontrolable furor anti-Trump del neoliberalismo diario « El País ».
En
este año en el que se celebra el centenario de la revolución bolchevique de
octubre 1917, el «sacudón» que Donald
Trump le está imprimiendo a los asuntos internos estadounidenses y a la
geopolítica internacional no deja pues de estremecer al mundo. En algunas cosas
para bien, en muchas otras para mal.
NOTAS
[ii] Todas las
estadísticas provienen del semanario «The Economist»,
número especial «El Mundo en 2017»,
Londres, diciembre de 2016.
[iii] El NAFTA, que
une Canadá, Estados Unidos y México en una sola área comercial, se aprobó en
1994 siendo presidente de Estados Unidos el demócrata Bill Clinton, esposo de
Hillary Clinton. Donald Trump ha afirmado que no se retirará del acuerdo, por
ahora, sino que quiere renegociarlo.
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