Escrito por Yadira Hidalgo
Martes, 26 Febrero 2013
Es casi inminente: cada semana las redes sociales muestran el rostro de
alguna jovencita que parece posar alegremente para la cámara. No parece estar
viviendo una tragedia, sin embargo, la nota al pie de la foto nos cuenta otra
historia: “ayúdanos a encontrarla”, “salió de su casa y no la han vuelto a ver”,
“estamos desesperados”. Son los
textos que invariablemente acompañan estos avisos que son lanzados a la red por
la desesperación familiar, como mensajes dentro de una botella.
Quienes los leemos, nos afligimos y nos
solidarizamos compartiendo el enlace o retwitteando la nota. Pero no alcanzamos
a comprender ni la mitad del dolor, la desesperación ni la incertidumbre de
madres, padres, familiares y amistades de la chica que ha desaparecido. Tampoco
sabemos lo que han tenido que pasar para, finalmente, atreverse a publicar
la foto de su familiar en la red, aunque seguramente, han sido obligados
por la lentitud en el proceso de averiguación y búsqueda del cual adolece
nuestro sistema de justicia.
Muchas de las personas que tienen algún familiar
desaparecido no lo denuncian, los motivos van desde el miedo hasta la falta de
confianza en las autoridades, quienes, en muchos casos, parecen haber
desarrollado una dura coraza que los insensibiliza ante la delicada situación
emocional que atraviesan esas familias. De esa forma, les hacen ir a uno y a
otro lado para aportar una prueba aquí, dejar un papel allá, solicitar
información más allá. Un desgaste físico que aunado al emocional, sume a
quienes buscan a sus seres queridos, en una situación de desesperación y
desesperanza.
En el caso de las mujeres desaparecidas, las y los
familiares se enfrentan también a los prejuicios y a las salidas fáciles del
tipo “se fue con el novio”, “se llevaba muy mal con la mamá y se fue
para castigarla”, “ha de ser un
capricho”, respuestas que carecen de profesionalismo y que muchas veces son
emitidas por las autoridades encargadas de la búsqueda, quienes deberían estar
ahí para realizarla de manera pronta y expedita como, en el caso del estado de
Veracruz, lo marcan los Lineamientos para la Atención Inmediata de Personas Desaparecidas,
vigentes desde el 19 de julio de 2011.
Al respecto, es muy importante remarcar que ES
FALSO, que la búsqueda de personas deba iniciarse 72, 48 o 24 horas después de
la desaparición. La legislación del estado de Veracruz, obliga al personal de la
Procuraduría General de Justicia que tenga conocimiento, por cualquier medio
(nota periodística, correo electrónico, comunicado oficial, etcétera) de la
desaparición de una persona, independientemente de su sexo o edad; a proceder
de inmediato, sin que medie lapso alguno de espera, para dar inicio al proceso
de búsqueda.
Según lo anunciado la semana pasada por la
subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de
Gobernación, Lía Limón, a partir del lunes 25 de febrero, se podrá contar con
un registro preliminar del padrón de personas desparecidas, que partirá de una
base de 27 mil casos, lo cual reconoció frente a representantes
de Human Rights Watch.
¿Cuántos de estos 27 mil casos
corresponden a mujeres desaparecidas? ¿Por qué desparecen las mujeres?
¿Quién se las lleva? ¿Con qué fin? La trata de personas con fines de
explotación sexual y laboral suele ser una respuesta recurrida a esta última
pregunta, sin embargo el terreno parece tan escabroso que poca investigación se
ha hecho (o sea ha querido hacer al respecto). El trabajo periodístico de Lydia
Cacho que da cuenta de cómo operan las redes de trata en estados como Tlaxcala,
es de los pocos que se conocen masivamente, sin embargo hace falta mucha
voluntad, de todo tipo, para adentrarse en la investigación de este delito, que
genera 32 mil millones de dólares al crimen organizado, según datos de la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
Veracruz ocupa el décimo lugar en personas
desaparecidas y extraviadas a nivel nacional con 500 caos. La mayoría son
estudiantes, hombres y mujeres, madres y padres de familia. Por cada uno de
estos casos hay familias enteras, sufriendo la desesperación que da la
incertidumbre de no saber dónde está su ser querido, cuál será su suerte y la
pregunta más difícil, si algún día le volverán a ver.
Lee aquí los Lineamientos para la Atención
Inmediata de Personas Desparecidas:
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