Julian Assange muestra un papel en donde se autodenomina simpatizante
del #YoSoy132, en la 14 asamblea nacional, que se llevó a cabo este fin de
semana, se ha decidido retomar la lucha (aunque en muchas asambleas no ha
cesado la actividad e incluso los riesgos por seguir ostentándose como un
movimiento contra Peña Nieto). Los temas primordiales siguen en agenda del
#YoSoy132, a saber, educación, con la reforma educativa; energía, con la
reforma energética o disfraz para privatizar Pemex; fiscal, también contra las
reformas al IVA en alimentos y medicinas; y política, con el Pacto por México
(o mejor decir Pacto para los oligarcas de México).
Quienes tenían la ilusa
esperanza de ver terminado al movimiento universitario se equivocan. Ante las
apariciones públicas que ha hecho Peña Nieto se ha respondido con
manifestaciones, las redes sociales no paran de burlarse de su evidente
incompetencia haciendo realidad la profecía de los estudiantes: Aunque al burro
le pongan la banda presidencial, burro se queda. Aunque los medios de
comunicación no expongan las reuniones y eventos del #YoSoy132, la agrupación
persiste; entendemos que el vacío mediático responde a una lógica en donde los
patrocinadores (especialmente gubernamentales) amenazan con dejar de pagar
espacios publicitarios si hay notas o menciones sobre el #YoSoy132. Los
periodistas y comentadores que han decidido aceptar la ignominia del Partido
único (PRI) mañana serán juzgados por la historia y tendrán que aceptar sus
actos y omisiones como complicidad con un régimen corrupto.
El movimiento no ha detenido
su marcha, sigue en pie de lucha aunque muchos hayan perdido la esperanza
(¿puede existir algo más triste y patético?) porque se impuso a un ignorante en
el papel del Ejecutivo. Julian Assange, el grande de la información, el que
deshizo la secrecía norteamericana, se ha puesto de nuestro lado. Luchamos por
la misma democracia, por el mismo sueño de libertad. Me compadezco
profundamente de los universitarios que siguen sin despertar y que consideran
un fracaso el luchar por sus derechos fundamentales, qué vergüenza imaginar lo
que dirán a sus hijos o a sus nietos sobre su papel pasivo dentro de la
resistencia ciudadana, dirán: nos quedamos callados como las generaciones
anteriores. Todavía están a tiempo de salir del dogmatismo apático y abrazar el
futuro con ímpetu revolucionario o ¿de verdad creen que el país merece la
situación que está viviendo?
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