La
Jornada, 30-03-2013
Analistas
opinan que el régimen de Kim Jong-un intenta cimentar su poder. Descartan que
en realidad busque una confrontación militar.
Corea del Norte declaró que entró en “estado de guerra” con Corea del Sur,
luego de que el viernes el dirigente norcoreano Kim Jong-un ordenó empezar los
preparativos para atacar con misiles el territorio de Estados Unidos y sus
bases en el Pacífico.
“Desde
este momento, las relaciones entre norte y sur entrarán en estado de guerra y
todos los temas que se planteen entre ambos se manejarán en consecuencia”, señaló un comunicado divulgado por la agencia de
noticias oficial norcoreana KCNA.
La agencia indicó que el texto fue emitido de manera
conjunta por el gobierno de Pyongyang, el partido gobernante y otras
organizaciones.
Corea del Norte ha estado amenazando con atacar a su
vecino del sur y las bases militares de Estados Unidos casi diariamente desde
comienzos de marzo, cuando los ejércitos sudcoreano y estadunidense realizaron
ejercicios de rutina, y ordenó a sus fuerzas armadas permanecer en máxima
alerta.
Durante las primeras horas del viernes, el dirigente
norcoreano Kim Jong-un ordenó empezar los preparativos para atacar con misiles
el territorio de Estados Unidos y sus bases en el Pacífico y Corea del Sur,
informó KCNA.
La orden fue emitida durante una reunión de
emergencia nocturna con los altos mandos del ejército y es en respuesta a las
maniobras conjuntas del jueves entre Estados Unidos y Corea del Sur con
bombarderos furtivos estadunidenses B-2, capaces de transportar armas
nucleares, sostuvo KCNA.
En caso de provocación “temeraria” de Estados Unidos, las fuerzas norcoreanas “deberán atacar sin piedad el (territorio) continental estadunidense, las bases
militares del Pacífico, incluyendo a Hawai y Guam, y las que se encuentran en
Corea del Sur”, declaró Kim, citado por la agencia oficial.
Según la agencia oficial, Kim Jong-un afirmó que el
vuelo de los bombarderos furtivos equivale a un “ultimátum y demuestra que quieren lanzar a cualquier precio una guerra
nuclear”.
De acuerdo con un reporte de la agencia surcoreana
de noticias Yonhap, se ha registrado un aumento de actividad en las bases de
misiles norcoreanas.
Según la fuente, en ese territorio se ha detectado
movimiento activo de vehículos y de tropas en las bases, donde hay instalados
misiles de medio y largo alcances. “Hay
probabilidad de que realicen un verdadero ataque”, sostuvo. Sin embargo, el
dato no pudo comprobarse por otros medios.
Según expertos de Seúl, Corea del Norte ha puesto en
alerta alrededor de mil misiles balísticos; 700 de ellos son cohetes Scud de la
era soviética y unos 300 son Rodong, que pueden alcanzar incluso la mayor parte
de Japón.
Muestra de apoyo
Este
viernes decenas de miles de militares y civiles desfilaron en el centro de Pyongyang
en una demostración de apoyo a un eventual ataque militar contra Estados
Unidos.
La manifestación se llevó a cabo en la plaza Kim
Il-sung y reunió a soldados, ex combatientes, trabajadores y estudiantes. El
dirigente del país no estuvo presente.
La televisión nacional informó que la manifestación
fue en apoyo a la decisión del ejército norcoreano tomada el martes, y
ratificada por el dirigente del país el viernes, de ordenar preparativos en
vistas de ataques con misiles hacia el continente americano y las bases
estadunidenses del Pacífico.
Bajo los retratos gigantes del padre de Kim Jong-un,
Kim Jong-il, y de su abuelo, Kim Il-sung, los civiles y los soldados alineados
juraron obediencia al actual dirigente.
“¡Saquemos las armas y las bombas por nuestro
respetado líder Kim Jong-un!”,
gritaron con el puño en alto.
Las tensiones en la península coreana crecieron
sensiblemente desde la tercera prueba nuclear realizada por Pyongyang en
febrero pasado, seguido de nuevas sanciones por parte de la Organización de
Naciones Unidas (ONU) y ejercicios militares conjuntos entre Seúl y Washington,
a lo que Pyongyang respondió con la suspensión del armisticio que puso fin a la
guerra entre las Coreas en 1953 y con numerosas amenazas de ataques.
El martes pasado, la cúpula mayor del ejército
norcoreano ordenó a todas las unidades de artillería y de misiles estratégicos
a prepararse en el “máximo nivel de
alerta”.
Ese mismo día, anunció el corte del teléfono rojo de
contactos militares de urgencia con Corea del Sur, el último medio de
comunicación entre los dos países, y habló de la posibilidad del inicio de una
guerra “en cualquier momento”.
Pese a lo anterior, cientos de surcoreanos fueron el
jueves y el viernes a trabajar en el parque industrial común situado en la
ciudad fronteriza de Kaesong, en Corea del Norte.
El jueves la Casa Blanca insistió en que las
maniobras en Corea del Sur son ejercicios de defensa. Estados Unidos está “codo con codo con su aliado Corea del Sur”.
El secretario de Estado estadunidense, John Kerry,
viajará la próxima semana a Seúl, Tokio y Pekín para conversar sobre la situación
en la península coreana.
China pidió a las partes interesadas “que hagan esfuerzos colectivos para
distender la situación. La paz y la estabilidad en la península coreana es algo
beneficioso para todos”, declaró el portavoz del Ministerio de Relaciones
Exteriores chino, Hong Lei.
China es el único aliado de Corea del Norte y su
principal socio comercial, que le suministra recursos energéticos indispensables
para su economía.
Rusia fijó postura por conducto del ministro de Exteriores,
Serguei Lavrov, quien declaró en conferencia de prensa: “podemos perder el control de la situación. Se está entrando un círculo
vicioso. Estamos preocupados porque se toman acciones unilaterales, que
consisten en intensificar las actividades militares, con relación a Corea del
Norte y en paralelo a la reacción apropiada del Consejo de Seguridad de la ONU
y a la reacción colectiva de la comunidad internacional”.
Rusia llama a todos los países a “abstenerse de mostrar su fuerza militar y
pide no utilizar la situación actual para alcanzar objetivos geopolíticos en la
región por medios militares”, añadió Lavrov.
Algunos expertos siguen sin creer que Corea del
Norte quiera entrar en una guerra con Estados Unidos. Una segunda guerra
coreana, desatada por un ataque de misiles contra el territorio del sur o una
base militar estadunidense podría significar el hundimiento del régimen de
Pyongyang.
A esto, según los analistas, se añade que China y
Rusia han reaccionado también con tono conciliador a la actitud de su vecino
norcoreano.
Al aumentar sus amenazas, Corea del Norte quiere
dejar en evidencia que no se plegará a la presión en la disputa por su programa
de armas nucleares. Debe probar en el interior de su país que es el estratega
militar y cimentar su poder, indicaron los expertos.
Por otro lado, Pyongyang quiere obligar a Washington
a sentarse en la mesa de negociaciones. “Corea
del Norte quiere ser reconocido como auténtica potencia nuclear”,
señalaron.
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