Una estrategia de Liberación Nacional Mapuche: El pensamiento emancipatorio de la Coordinadora Arauco-Malleco
Rebelión,
25-06-2013
PARTE I
Para
comprender la reemergencia de la lucha Mapuche, es necesario hacer un balance
del proceso, considerar hitos de importancia, acordar visiones y pareceres
sobre los aportes y limitaciones de las experiencias. Pero, además, resulta de
vital importancia rescatar, lo más legítimamente posible, el pensamiento y la acción
de los actores en el proceso en marcha. Sobre todo cuando intelectuales mapuche
funcionales al sistema, intelectuales de izquierda y ONGs intentan suplantar
las voces de las autoridades ancestrales, comunidades en resistencia,
militantes y orgánicas que aún resisten desde territorio mapuche.
Ciertamente
con la aparición del pensamiento de la CAM, se contribuyó a la radicalización
política y la intensificación de las acciones del sector más autónomo en el
movimiento mapuche. Acciones que se enmarcan en todos los ámbitos del quehacer
mapuche, tanto político, económico, social como cultural. Sin embargo, el mayor
aporte de la CAM, se encuentra en su acción, eminentemente, colectiva. Los
planteamientos por la liberación nacional mapuche, proclamados por la CAM,
significaron un cuestionamiento radical de la institucionalidad opresora y de
las formas del quehacer político del mundo winka. A su vez, con esta acción
colectiva expresada en la lucha concreta, se fue haciendo escuela, se fue
explorando y experimentando caminos de expresión autonómica, en donde los
verdaderos sujetos, para la acción, son las comunidades y nuestras autoridades
tradicionales.
Existen
varias premisas ideológicas en estos planteamientos que van desarrollándose con
el transcurso del tiempo y la experiencia política. Diríamos que estas premisas
van madurando y complejizándose. A su vez este pensamiento va mostrando sus
límites en un contexto desfavorable o poco propicio para la continuidad de la
deliberación y elaboración política interna. De hecho es del análisis de la
CAM, que siempre se ha construido bajo una desventaja estratégica, la que no
solo es impuesta por el Estado opresor, sino por referentes occidentales
diversos que insisten en levantar alternativas políticas dentro del marco de la
dominación.
Lo
central, eso sí, está en comprender que nuestra organización si desarrollo un
pensamiento emancipatorio, que posteriormente se transforma y que se plasmo en
un programa político para el actual escenario. Al respecto, volvemos a reafirmar
que este pensamiento ideológico, que se reconstruye en la lucha misma y tiene
un ineludible sustento en nuestra cosmogonía, ad mapu ka ad mogen. En donde
nuestra cultura y espiritualidad propician los principales cimientos para
desarrollar definiciones con el sentido de asumir nuestra condición de Mapuche
y de Pueblo-Nación. Este documento pretende presentar los ejes centrales que
articulan dicho pensamiento emancipatorio. Teniendo como base referencial,
precisamente, el proyecto político estratégico, y una serie de pronunciamientos
que dieron cuenta, en su momento, de la propuesta de lucha de la CAM.
SOBRE
AUTONOMÍA
Si bien
la CAM, aún no ha elaborado una propuesta-documento sobre autonomía, en sus
planteamientos ha dejado claro que ésta, se asumirá en los hechos, a través de
una praxis política que permita crear una nueva correlación de fuerzas a favor
de un proyecto autonómico. El punto de partida, es la reapropiación del
concepto de autonomía, en donde su uso implique independencia del movimiento mapuche,
que en la práctica significa no más sometimiento a la mediación de los partidos
políticos y de otras instituciones del Estado chileno. Entonces la
independencia de partidos y demás influencias políticas winka, es el punto de
partida, es la condición necesaria para la maduración de la lucha mapuche
propiamente tal, como se la conoce hoy día. Es el primer paso en la búsqueda de
la superación de la condición de pueblo oprimido. Esta forma de entender y
hacer autonomía, representaría en los hechos, una de las características
esenciales en la nueva forma de hacer política de la CAM. La autonomía
significa independencia total frente al Estado, las ONG, los partidos
políticos, etc. Independencia que se expresa en el ámbito del pensamiento y de
la organización política. En este contexto se cuestionaba la relación de
dependencia de los grupos mapuche respecto de los partidos políticos, lo que
incluía aquellas organizaciones que de manera formal se declaraban
“independientes o autónomas”, pero que mantenían relaciones y posiciones
ambiguas en cuanto a los partidos políticos, lo que a la larga, los llevó a
tener un perfil negociador, asumiendo planteamientos reivindicativos
contradictorios. Es por esto que para la CAM es prioridad la independencia de
la organización mapuche frente a los partidos políticos y el Estado, como a su
vez la re-significación de las formas de organización mapuche. Por tanto la
autonomía para la CAM significa la negación al sometimiento político y
organizativo winka, para pasar a ser insubordinación, rebeldía, pero sobre
todo, resistencia.
Esta
radical propuesta de autonomía política expresada en la separación de los
partidos y otras influencias políticas winka, conlleva dos dimensiones. Por una
parte expresa la autonomía política respecto de la institucionalidad opresora,
representada por el Estado y el sistema de dominación, y en segundo lugar
implica la revitalización e importancia de lo propio como parte fundamental del
proceso de autoafirmación. La autoafirmación se presenta en el pensamiento de
la CAM como una apuesta clara y concreta de dignificación de las capacidades
propias, como sujetos, como colectivo, como Pueblo, como Nación. Es el
rompimiento radical con las conducciones e influencias desde afuera. En el
pensamiento emancipador de la CAM, es fundamental poner fin a la subordinación
al ideario político y simbólico, partiendo por los winka, sean del Estado, del
poder, como de derecha, centro o izquierda, ONGs, incluyendo organizaciones
mapuche funcionales o pro capitalistas.
El
proceso de dignificación de la identidad se hace más fuerte con el accionar
político de la CAM, el cual tuvo su mayor expresión en los sectores más
jóvenes, a través de procesos de resignificación de lo Mapuche, en donde cobra
importancia la revaloración de contenidos culturales, teniendo como mayor
expresión la relectura de la figura del Weichafe. Pero además, es posible
reconocer en los planteamientos políticos de la CAM, en su pensamiento
estratégico y en su elaboración política, la existencia de ciertas herramientas
de análisis que pueden ser consideradas winka. De hecho la CAM reconoce esta
cuestión y las asume dentro de un rol funcional a su estrategia general.
Resulta necesario utilizar métodos de análisis e interpretación de la realidad
que posibiliten una visión más amplia (el materialismo histórico) con el objeto
de precisar la situación general y las condiciones por las que atraviesa
nuestra lucha. Por tanto, en el pensamiento de la CAM se combinan algunos
elementos provenientes desde la izquierda no ortodoxa en conjunto con la
re-conceptualización y la resignificación cultural propia. Se trata de un
esfuerzo por recoger lo mejor de la izquierda y al mismo tiempo establecer una
separación radical y definitiva con los partidos políticos y el Estado. Esto
conlleva una definición política de separación e independencia frente a la
izquierda clásica y también ante la influencia e instrumentalización de los
partidos políticos y la institucionalidad estatal. En nuestros planteamientos
se establece claramente la necesidad de desarrollar un proceso de
descolonización ideológica, como una vía que nos lleve a mejores expresiones de
autonomía en el desarrollo práctico de nuestra política. Es por eso que hemos
afirmado que este proceso nos acerca más hacia posiciones indianistas y de
lucha anticolonial, como las expresadas en el pensamiento indianista-katarista
de Fausto Reinaga y Felipe Quispe en el mundo Aymara, que a los proyectos
emancipatorios del Zapatismo u otros procesos inspirados en la izquierda.
Como
CAM reconocemos, en nuestros planteamientos, tres dimensiones sobre autonomía,
una referida a la independencia organizativa y política, otra como
autoafirmación de nuestra identidad y finalmente la autonomía de pensamiento,
que como condición deben estar basadas en el desarrollo de un proceso de
descolonización ideológica. La autonomía, para nuestra organización, es pensar
y actuar desde criterios propios. Autonomía como independencia, autonomía como
autoafirmación y autonomía como descolonización ideológica son, en síntesis,
los elementos más relevantes del pensamiento emancipatorio de la CAM.
Es,
ante estos elementos ideológicos que se marca la diferencia política con el
resto del Movimiento Mapuche. Estas importantes discrepancias ideológicas se
expresaron, concretamente, en una nueva forma de hacer política por parte de la
CAM, la cual se caracteriza por la relevancia de la acción política que
confronta a la institucionalidad opresora chilena y ante todo el entramado de
poder que conforma la dominación capitalista. Son estos elementos ideológicos
los que constituyen la base que fundamenta la posición radical de nuestro
pensamiento y que permiten caracterizarla como una organización antisistémica.
Por tanto, una cualidad fundamental de la experiencia llevada adelante por la
CAM, más allá de la elaboración de un pensamiento emancipatorio, es su práctica
política, lo que permitirá desarrollar un proceso verdaderamente autonómico, es
decir, por la vía de los hechos. Es la autonomía que se va conquistando paulatinamente
a través de un proceso de acumulación de fuerzas.
LA
CAM, COMO ORGANIZACIÓN Y EXPRESIÓN ANTISISTEMA
Como
fue expresado claramente en el documento político-estratégico, la
caracterización que hacemos de nuestra condición de Nación oprimida es el primer
paso para dar inicio a un pensamiento y una acción política con visión
emancipatoria. Hemos planteado que la relación del Estado opresor y el Pueblo
Nación Mapuche la caracterizamos como de Dominación, en donde se desarrolla un
fuerte proceso de desestructuración del mundo Mapuche en todos sus aspectos, lo
que resulta funcional para la mantención de los intereses fundamentales del
sistema y donde la apropiación de las riquezas del territorio Mapuche es una de
las consecuencias. Frente a esto, hemos levantado la idea y la práctica
política de reconstruir nuestro mundo confrontando la situación de dominación.
Esto es parte de un pensamiento Anticolonial en donde la relación de dominación
es caracterizada como un régimen de ocupación territorial. Por lo cual
expresamos en su momento; “somos un
pueblo acosado, invadido, usurpado de territorio y que lucharemos como Pueblo,
cultura y Nación”.
Se
caracteriza a la situación como Colonial, razón por la cual se cuestiona la
institucionalidad de un sistema de dominación. Este desconocimiento de los
marcos institucionales conlleva una desobediencia hacia el Estado, el cual se
considera ilegitimo, opresor, ajeno e impuesto en un territorio y espacio
ancestral. Hemos dicho como CAM que es necesario, por tanto, establecer una
estrategia para “sobrepasar las
lastimeras prácticas de hacer política dentro del marco de la dominación, más
aún en los estrechos márgenes que el enemigo con su Estado de Derecho, le
concede a nuestro Pueblo”. Sobrepasar y desbordar los marcos de la
dominación es insubordinarse frente al sistema. Las definiciones estratégicas,
desarrolladas y llevadas adelante por la CAM, tienen su expresión más concreta
en nuestra postura frente a la normatividad de la política de tierras. Porque
más que una demanda de tierras, la CAM plantea el derecho al territorio.
Levantamos la alternativa de la recuperación de tierras ancestrales e
históricas que legitiman la concepción de los derechos políticos-territoriales.
Esta desobediencia se hace extensiva y asume mayor claridad al confrontar la
institucionalidad estatal. Esta institucionalidad es considerada ajena y
opresora razón por la cual la vía electoral es desechada de plano. “No participamos en partidos políticos ni en
elecciones. No respetamos la institucionalidad chilena porque es opresora”.
Son definiciones políticas que sitúan a la CAM por fuera del marco
institucional de dominación y que se expresan como tácticas de acción colectiva
y como basamento ideológico en el camino de la liberación nacional. En su momento
expresamos; “entendemos que un proceso de
acumulación de fuerzas no debe transitar sobre el andamiaje de la dominación
establecida por el Estado opresor, porque pierde consistencia en las
definiciones ideológicas, políticas y culturales de nuestro Pueblo, ya que
estas se rigen por estructuras de dominación que niegan todos nuestros derechos
fundamentales. Por lo tanto es necesario plantear y ejercitar una vía
estratégica que garantice la autonomía, principalmente a través de la
resistencia y la reconstrucción de nuestro Pueblo”. Sin lugar a dudas, esta
es una de nuestras definiciones políticas más potentes, ya que se relaciona con
una propuesta mapuche de transformación social, es una definición política
anti-capitalista. Es una postura que tiene concepciones y definiciones
estratégicas decisivas y revolucionarias, en tanto que a través de la
reconstrucción y la confrontación, se busca trasformar las estructuras de
dominación.
Pasar
de la insubordinación y la rebeldía hacia definiciones anti-capitalistas nos
obliga a delinear las características de la negación del capital propuesta por
la CAM, lo que implica plantearse seriamente el reforzamiento de los elementos
identitarios étnicos ancestrales. Aquí cobra relevancia el tema del Ser Mapuche
y la reconstitución de nuestra cosmogonía. El alejamiento del capitalismo
significa la ruptura con las relaciones occidentales dominantes. En tal sentido
hemos dicho: “que los elementos
cosmovisionarios, es decir la forma de entender el mundo y el hombre desde una
concepción mapuche, constituyen la base fundamental para reconstruir un
pensamiento ideológico y político necesario para nuestra liberación”. Al
referirnos a los aspectos centrales de la Cosmovisión Mapuche no se puede dejar
de señalar que esta concepción entra en contradicción insalvable con el
pensamiento occidental. Es el gran legado de nuestros antepasados. Es por lo
anterior que en nuestro “Planteamiento
Político-Estratégico” la CAM expresa que “Cuando afirmamos que el pensamiento ideológico que se construye tiene
como base nuestra cosmovisión, nuestra cultura y religiosidad, estamos haciendo
definiciones en el sentido de reafirmar nuestra condición Mapuche y de Pueblo-Nación;
definiciones que nos hacen contraponernos a un sistema que no es nuestro, que
nos oprime y que más aún, nos condena al exterminio. Por lo anterior es que nos
definimos Anticapitalistas”.
Planteamos
la reconstitución de un sistema de reproducción social Mapuche, como fue en
antaño y del cual hay suficiente memoria histórica en nuestro pueblo. El
referente es el modo de vida de nuestros Pueblos originarios, lo que nos hace
críticos y contrarios de la economía de mercado y de la planificación estatal.
Efectivamente, existe un planteamiento crítico del capitalismo en tanto sistema
económico de tipo extractivista y depredador, pero también existe una postura
crítica del Estado, en tanto este administra el poder de Dominación y es
capitalista en su estructura. Es por esto que nuestra lucha es Anti-capitalista
y Anti-estatal a la vez. Es de nuestra posición Anti-Estado que desprendemos
nuestra postura de no participar en la política winka, en sus elecciones y
demás procesos políticos limitados por los marcos institucionales de
dominación, porque: “Llegar al gobierno
no significa alcanzar el poder y mucho menos cambiar el capitalismo”.
Ideológicamente hemos ido configurando líneas radicales y novedosas que se han
extendido al conjunto del Movimiento Mapuche, lo que ciertamente recrudece el
conflicto entre nuestro Pueblo y el Estado. Al haber levantado una propuesta
así, radical y combativa, se dio un salto cualitativo ideológicamente para la
confrontación contra el Estado, el cual fue definido claramente como Estado
Capitalista. Así se entiende, que el sistema de dominación haya definido como un
peligro una propuesta como la nuestra, ya que ésta puede trascender y
masificarse, en tanto se instala como una política Anticapitalista,
Anti-colonial, Anti-Oligárquica y Revolucionaria. Más aún, los componentes
étnico-identitarios se desenvuelven en un campo de conflictos de intereses
estructurales, al cual nuestra organización sumó una confrontación entre
nuestro Pueblo-Nación contra el capital nacional y trasnacional en el
Wallmapuche.
Ahora
bien, a este carácter de anticapitalistas nos vimos obligados a sumar otras
definiciones ideológicas como “Anti-Oligárquicos”
o “Anti-Imperialistas”, que
efectivamente complementan los parámetros de nuestro pensamiento emancipador el
cual asumimos categóricamente como Mapuchista, cuya nacionalidad y etnicidad,
no cabe duda alguna, está conectada con estructuras clasistas, pero que al
poseer una identidad cultural diferenciada tiene sus propias demandas, que son
de carácter históricas y fundamentalmente para nuestro Pueblo.
En
síntesis, el carácter Anti-sistémico de la CAM no puede ser reducido al marco
de un horizonte de izquierda o socialista, ni tampoco significa que por estas
definiciones ideológicas se nos asigne la búsqueda de un cambio de estructuras
que apunte hacia la construcción de un Estado Socialista; más bien, el
planteamiento de la CAM debería ser entendida como un “Anti-capitalismo indianista”, en el cual, el proceso de liberación
hace referencia a la reconstrucción-reconstitución del sistema de reproducción
social Mapuche, para lo cual es, absolutamente, necesario luchar por el
territorio y la autonomía.
SOBRE
LIBERACIÓN
Si bien
la CAM aparece en el escenario socio-político como una organización mapuche que
lucha por la autonomía, sus definiciones políticas asumieron mayor claridad
cuando se hace público su “Proyecto
Político-Estratégico”. De hecho es posible identificar en esta propuesta un
pensamiento de mayor complejidad con posiciones o líneas que marcan un antes y
un después en la forma de hacer política en la realidad Mapuche. Un ejemplo de
estas líneas políticas es el concepto de Resistencia. Es a través de este nuevo
pensamiento expresado en la resistencia, que se materializa el desarrollo de un
proceso de acumulación de fuerzas para la liberación, debido a que la
resistencia significa en la práctica, poner freno a las relaciones de mercado
por medio de la acción directa, ya sea a través de las recuperaciones de
tierras, los sabotaje y/o boicot a la presencia del capital nacional y
trasnacional en el Wallmapu. Esto implica una férrea oposición a la presencia
de las relaciones de mercado en el territorio ancestral demandado, que pasa
desde el discurso hacia una práctica política de lucha, decididamente, por los
derechos territoriales y políticos. Por otra parte, se plantea crear un gran
movimiento para la Reconstrucción Nacional como expresión paralela y combinada
de la resistencia. En definitiva, con esta política la CAM plantea que no basta
con resistir. Para una verdadera liberación es fundamental la reconstrucción de
nuestro pueblo con un carácter Nacionalitario. “La reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche” se plantea entonces
con un carácter autónomo política y territorialmente, en donde la
rearticulación de comunidades permitirá mayores grados de organización. “El mayor grado de conciencia política se
expresa en el derecho al territorio”.
En
su momento indicamos que “nuestro
objetivo fundamental es volver a ser Nación Mapuche, lo que implica un tipo de
sociedad de acuerdo a nuestra concepción identitaria y cultural, en la que la
visión colectiva predomina por sobre la individual. Un tipo de sociedad que
recoja los elementos más sólidos de la vida comunitaria que desarrollaba
nuestro Pueblo anteriormente. Esto será posible a través del refortalecimiento
de la identidad y la cosmovisión Mapuche”. Ahora bien, este discurso no
puede ser definido como fundamentalista étnico, porque no hay implicancias de
orden racial o hacia la negación del “otro
chileno”. Lo que existe es la negación y la insubordinación frente a las
relaciones de opresión y dominación del Estado y del Capital nacional y
trasnacional. Es un discurso antagónico con las relaciones de Mercado y
estatales que nos oprimen como Pueblo-Nación. Nuestra lucha es contra el
sistema de dominación imperante, no contra la sociedad chilena en su conjunto.
Sin embargo, hemos expresado que “Somos
anti-sistémicos porque no aceptamos la dominación occidental como modelo de
vida y lo hacemos principalmente a través de la lucha territorial”. En el
fondo de nuestra argumentación se deduce que la reconstrucción nacionalitaria
viabilizará el horizonte de la liberación. Y es a través de las recuperaciones
de tierras, más bien del Control Territorial, que se hará posible todo nuestro
pensamiento y acción política emancipatoria, razón que explica nuestra definición
de trabajar en la base y desde las comunidades, ya que es de éstos procesos de
lucha territorial y política que depende el conjunto del horizonte de
reconstrucción nacional. Así se explica nuestra intransigencia y radicalidad en
la lucha territorial. “Es a través del
control territorial que se generan las condiciones, tanto materiales como
simbólicas, que posibilitan y dan continuidad a la reconstrucción nacional”.
Al respecto la CAM sostuvo: “e
imposibilita el desarrollo de una política de liberación nacional”.
La
lucha por el territorio expresada por la CAM, efectivamente generó un punto de
quiebre al interior del Movimiento Mapuche. Esto se explica porque muchas
agrupaciones no dieron y no dan prioridad a la lucha por el control
territorial, privilegiando la búsqueda de participación política al interior de
la institucionalidad opresora y la consolidación de sus estructuras políticas,
para desde allí recuperar el territorio ancestral es la plataforma básica,
absolutamente esencial para la reconstrucción de la Nación Mapuche. La no
existencia de un territorio propio, lo único que generaría sería el logro de
autonomías relativas, de tipo simbólico, cultural e inclusive folklórico, que
resultan funcionales al sistema de dominación, que a la larga nos condenaría a
la desaparición física e ideológica. Sin una base territorial y sin los
derechos políticos inherentes, es imposible la autonomía real y s el
territorio. Sin embargo, la CAM siempre ha dado prioridad a la recuperación y
reconstitución territorial, como base fundamental para la reconstrucción de
nuestras propias estructuras políticas y para la revitalización, en definitiva,
de todo el tejido económico, social y cultural mapuche. Por eso es que
consideramos que la recuperación de tierras y el control territorial
constituyen la plataforma básica de la reconstrucción de nuestra Nación. Es por
lo anterior, que para comprender el pensamiento y la acción de la CAM, debe ser
bajo una mirada de territorialidad, en la defensa y la recuperación territorial
autonómica. Para lograr el control territorial efectivo la CAM ha planteada la
acción directa, porque “solo el control
territorial posibilitara un mayor poder político, pero este debe estar
sostenido en el desarrollo de una cada vez mayor base económica autónoma.
Ambos, poder político y base económica, generarán las condiciones para sostener
el Poder Mapuche”. Ahora bien, la reconstitución del territorio ancestral
(Wallmapuche) representa al mismo tiempo la reconstrucción del Pueblo-Nación
Mapuche. Así, Territorio y Pueblo-Nación Mapuche están entrelazados, como
también la visión de un pasado independiente con la mirada emancipadora actual.
Liberarse es reconstituirse y reconstituirse es liberarse. La liberación
implica la posibilidad de dotarse de muchos elementos y así reconstruir las
estructuras propias para auto-gobernarse. La reconstrucción nacionalitaria
implica la recuperación de las estructuras y prácticas tradicionales. “El proceso de reconstitución implica el
ejercicio de prácticas comunitarias, ceremoniales y organizacionales como el
mingako, ngillañmawun, nguillatún, machitún, palín, trawün, kamarikun, nutram,
a la vez ir rescatando y fortaleciendo nuestra estructura organizacional
tradicional y los roles que cumplen determinadas personas dentro del mundo
mapuche como los longko, werken, machi, wewpife, kona, weichafe, dugunmachife,
ngenpin, la revitalización de nuestro rakiduam, kimun, espiritualidad,
mapudungun”. Además de la protección y recuperación de los espacios
vitales, como ngillatuwe, paliwe, tren-tren, winkul, trayeko, menoko, mawida,
eltun entre otros. Esto nos sitúa en una política de reconstitución de los Lof,
Rewe y los Aillarewe, recomponiendo territorial y políticamente espacios cada
vez más amplios (Poder Mapuche) como base para la reconstrucción de la Nación
Mapuche. La acción de reconstituir los Lof no puede ser definida como
Autárquica-Comunitarista, ya que es el primer paso es el restablecimiento de un
proyecto político de rearticulación de comunidades cuyo objetivo es un proceso
de reconstrucción étnica de mayor alcance. Es bajo esta comprensión general que
deben entenderse acciones como las recuperaciones productivas, las acciones de
autodefensa y particularmente los procesos de control territorial, los que en
definitiva deberán ser asumidos por las comunidades bajo estructuras políticas
autónomas y en perspectiva para la liberación.
Así
también, es en este marco de análisis que deben comprenderse y situarse las
acciones de resistencia. Deben entenderse como parte de un conjunto de quehacer
político y movilización social que se orienta al logro de “zonas de control Mapuche autónomo”, dando viabilidad a la
dimensión de la Autonomía, en tanto autonomía material, económica, cultural y
organizativa real y efectiva. Todo esto, como antesala para la reconstitución
nacionalitaria. Es así como las posiciones antisistema y anticapitalistas de la
CAM están articuladas hacia el logro de una autonomía real, lo que significa
resquebrajar y destruir las relaciones de dominación que nos oprimen como
pueblo. Hay por tanto en la propuesta de la CAM, un tipo de liberación que
abarca las distintas formas de opresión, tanto en su dimensión
física-geográfica, económica, ideológica, cultural y política. Para la CAM la
forma de asumir y construir autonomía es por la vía de los hechos, una
autonomía de facto, en donde la recuperación de los derechos territoriales y
políticos es la base de la propuesta.
Hoy
día podemos afirmar que la autonomía en los hechos, grafica claramente la
acción colectiva planteada por la CAM, expresada concretamente en lo que se
establece como Control Territorial. Es precisamente este planteamiento del
logro de la autonomía (de facto), el que nos distancia teóricamente y en la
práctica, de otras agrupaciones mapuche, que han dado prioridad a propuestas de
autonomía en el marco de reformas legales del Estado-Nación. Para la CAM la
autonomía no es solo una propuesta o un objetivo estratégico, más bien expresa
una forma o lógica central de nuestro pensamiento emancipatorio, que se debe
conquistar desde ya. Es desde la base y frente a nuestros enemigos estratégicos
que debemos conquistar la autonomía y no en contra-sentido de las comunidades
movilizadas o del movimiento mapuche autonomista. Por tanto la conquista de la
autonomía en los hechos y no en el derecho (opresor) es nuestra propuesta desde
y hacia las comunidades. Ahora bien, esta autonomía debe desarrollarse en el
marco de una lucha decidida en contra del capitalismo neoliberal y en contra
del Estado chileno. “Unir dos vías que hasta
hoy caminaban en direcciones separadas y cuando no contrarias. La lucha por la
reivindicación nacional y la lucha contra el capitalismo”. La lucha por la
autonomía de facto forma parte de la lucha anticapitalista. Es así como en el
amplio espectro de definiciones anti-sistema, la CAM hace converger tres
elementos fundamentales en su pensamiento: Autonomismo (en las dimensiones
anteriormente señaladas), Anticapitalismo (expresado concretamente en la acción
directa) y el Pensamiento Revolucionario. Ya que en la medida en que nuestras
comunidades van practicando su cultura, desarrollando el mapudungun y su
religiosidad, haciendo nguillatún, trawün, kamarikun, nutram, bajo formas específicas
de quehacer político propio; se van organizando y luchando por la espacialidad
territorial, en el desarrollo cotidiano del ejercicio de la justicia,
administración y economía propia. Esto significa una confrontación directa con
la institucionalidad del Estado, e implica lograr cambios y transformaciones.
Es liberarse sobre la base de ir acumulando y reconquistando. Eso es
revolucionario.
Es
por lo anterior que la CAM desde un principio ha planteado la acción política
reflejada y plasmada en lo que se conoce como control territorial, alejándose
de aquellas iniciativas que buscan la negociación enfocada en la entrega de
tierras, porque esta siempre significa integración y subordinación. Siempre se
ha privilegiado avanzar hacia el desarrollo de la autonomía en los hechos,
antes que la construcción de un plan teórico al respecto. Por tanto, se
prioriza la revitalización cultural y la reconstitución de las costumbres
ancestrales y las autoridades tradicionales, por sobre iniciativas políticas de
reformas en el ámbito legislativo. Este énfasis en la recuperación territorial,
como hemos señalado, tiene por objetivo el desarrollo de nuestras bases que
sustenten el proceso de reconstrucción de lo propio. En la historia de la CAM
nunca se ha puesto énfasis político en la reforma del Estado. La CAM siempre ha
propuesto el desarrollo de un proceso de Liberación Nacional, que aunque lento
y complejo, supera con creces las potencialidades de un proceso de negociación
con la institucionalidad opresora. Es por todo lo anterior que en nuestro
Planteamiento Político-Estratégico hemos sostenido que nuestra propuesta de
autonomía es de carácter revolucionario, para así diferenciar nuestro
pensamiento emancipador con aquellas propuestas que tienen por objetivo un
régimen autonómico acordado, negociado u otorgado por el Estado opresor. La
autonomía se conquista, se lucha por ella, no llega por concesión ni por
negociación, que terminan siendo funcionales al sistema de dominación.
Así
se entiende que nuestra elaboración ideológica resulta también una estrategia
política desde y para las comunidades, distanciándonos de elaboraciones
teóricas que provienen “desde arriba”
y sostenidas por pseudo-intelectuales. La CAM siempre ha enfocado sus esfuerzos
en contribuir a un proyecto autonómico “desde
abajo”. Es por eso que ha tomado distancia de las otras propuestas de
autonomía ya elaboradas. Es por lo anterior, que la CAM se aleja de las
propuestas autonómicas levantadas por otras organizaciones mapuche
(Wallmapuwen) porque ésta en tanto propuesta teórica abstracta y de carácter
elitista, está encaminada irremediablemente a un proceso de negociación con el
Estado, en momentos que aún se mantiene vigente nuestra desventaja estratégica,
que no solamente afecta al movimiento mapuche autónomo, sino al conjunto del
pueblo Mapuche. Y lo que es más significativo, para nosotros, desde el punto de
vista moral y político, porque estas organizaciones poco o nada hacen por
cambiar las condiciones en las que encuentra nuestro pueblo para sustentar la
autonomía y más bien, parecen esperar que otros se esfuercen y sacrifiquen en
aras de acumular fuerzas para viabilizar sus propuestas. Entonces, para la CAM
lo realmente central es un proceso de acumulación de fuerzas para lograr
autonomía. Por ahora son más importantes los caminos de lucha, planteando con
claridad que la autonomía no se obtiene por concesión, sino que se conquista.
Es por esto que la CAM siempre ha estado más enfocada en hacer colapsar las
relaciones injustas de dominación y no centra su atención en participar en
pactos y/o negociaciones. Ahora, si al interior de nuestra experiencia de
lucha, por territorio y autonomía, hay sectores que plantean bajar la guardia y
negociar reafirmando al sistema, se produce un rompimiento casi natural de
posiciones por la disidencia establecida.
“Por eso nuestra lucha no es solamente
de resistir y buscar un reacomodo. Nosotros lo que proponemos es destruir las
estructuras de dominación, principalmente aquellas que dañan a nuestro Pueblo;
destruirlas y de ahí re-instalar las nuestras. No se trata tan sólo de
resistir, sino de disputar territorialmente al enemigo para que al menos las
forestales dejen de existir en nuestros espacios. Es lo que llamamos
transformar, desde aquello que es depredador y capitalista, que es estructura
de dominación que sustenta otras estructuras de dominación, hacia un espacio
territorial nuevo, para el desarrollo de otros aspectos sociales, económicos,
culturales y políticos nuestros, donde el tema de la justicia y la dignidad se
restablezcan, sean un hecho”.
Lo
central en nuestra propuesta es la transformación de las relaciones dominantes,
de ahí nuestra postura acerca de las acciones de resistencia y autodefensa. Por
tanto el carácter revolucionario de la propuesta se impregna de confrontación,
de proyecto de Liberación Nacional, que se produce a través de la lucha
concreta. Efectivamente hay un rompimiento con la relación colonial, en tanto
ésta relación se expresa, hoy, en el Capital nacional y transnacional, en el
Estado y su institucionalidad, que conforman el conjunto de la cultura
occidental hegemónica. De aquí también se entiende las diferencias ideológicas
y políticas con otras agrupaciones que no se definen como mapuche
anticapitalistas y revolucionarios, sino más bien como políticos pragmáticos,
que actúan en los marcos de las relaciones dominantes.
Es
en este marco que las acciones de resistencia deben ser reafirmadas, ya que al
ser observados sólo en su carácter antagónico y/o confrontacional, tienden a
confundir, asignándosenos posiciones “militaristas”,
sin comprender, a cabalidad, nuestro pensamiento emancipatorio. De partida,
debemos dejar en claro que nunca se ha planteado desde la CAM una vía
insurreccional y revolucionaria (a secas) orientada hacia la toma del poder, lo
que si se plantea es desarrollar un proceso de acumulación de fuerzas en todos
los planos, que implica descolonización que viabilice una propuesta coherente
de Liberación Nacional. De hecho, nuestra organización planteo en su momento: “Estas expresiones de resistencia van desde
mínimas acciones de desobediencia, con resistencia cultural e ideológica,
pasando por la autodefensa de masas, hasta la construcción de órganos de
resistencia territorial que garanticen un tipo de accionar ofensivo y
estratégico, que incluso nos desafía a hacer esfuerzos mayores para la
construcción de una fuerza cualitativamente superior en el plano material y
militar, que permita enfrentar la beligerancia de un enemigo sistémico y
poderoso, sostenido por la oligarquía y el imperio”.
Hasta
ahora hemos sostenido que desde la autonomía pasaremos a la liberación
definitiva, que más allá de la autonomía tiene lugar la liberación Mapuche de
la dominación expresada en la relación de subordinación colonial. Es por eso
que la CAM ha manifestado así su posición: “Es
la restitución de la autonomía del pueblo Mapuche, el autogobierno, la
construcción de una economía interna, el control de las relaciones sociales, el
respeto a la cultura y a la lengua. Hemos comenzado un proceso de acumulación
de fuerzas, proceso necesario para conseguir el objetivo de la autonomía y
posterior liberación”. Entonces, para mayor comprensión, debemos dejar
claro también, que la CAM no es separatista, no hemos planteado la creación de
un Estado separado del chileno, por tanto la demanda separatista no aparece en
nuestro pensamiento y discurso. Lo que si se expresa es la demanda territorial
para desarrollar un proceso de autonomía y liberación nacional. Podría parecer
claro que la demanda de recuperación total del territorio ancestral abre la
posibilidad de una posición separatista, pero al respecto no tenemos una
posición definida. Lo que sí está claro, es que en los objetivos de nuestra
lucha no nos planteamos la posibilidad alternativa de incluirnos dentro del
Estado de Chile, mientras la esencia misma de la estructura de dominación que
posee el Estado- Nación chileno, sostiene un modelo neoliberal capitalista
pro-imperialista. Por tanto existe una radical negación de todas las formas de
opresión y dominación sistémica y de Estado- Nación, en tanto éste sirve a los
intereses del Capital transnacional.
Si
bien en nuestras definiciones no está la idea separatista, siempre hemos dejado
un margen para un replanteamiento de nuestra postura de acuerdo a las
exigencias del proceso. Esta es una de las razones por la cual no hemos
planteado cabalmente una propuesta de autonomía a futuro (al menos como
documento), ya que ésta debe ser elaborada más adelante, cuando constituyamos
las condiciones para su viabilidad definitiva. El sustento de nuestro proyecto
autonómico está en la base comunal y esto es sumamente claro. Se apoya en un
quehacer coherentemente anticapitalista y en base al control territorial, en
donde, como se ha señalado, se revitalizan las prácticas culturales y las
estructuras socio-políticas tradicionales. Estas definiciones son puestas en
práctica través de un proyecto de rearticulación de comunidades, creando mayor
poder Mapuche y autonomía, instancias que tendrán que resolver un tipo de
funcionamiento mayor que puede generar condiciones o no hacia la independencia
total. Por ahora nuestro norte es la liberación nacional, lo que no quita la
necesidad de seguir deliberando al interior de nuestra organización, en
particular y con el movimiento mapuche autónomo en general, a pesar de las
dificultades producidas por la represión, la dispersión y las diferencias
sufridas. Aún en las actuales condiciones, y de acuerdo a nuestras definiciones
político-ideológicas, no es pretensión nuestra construir propuestas de
características demasiado abstractas. Estamos por acumular fuerzas en el movimiento
mapuche real, desde las comunidades y desde abajo, sin elitizarnos y separarnos
de las comunidades. Por eso nuestros esfuerzos actualmente están dirigidos
hacia un mayor debate y hacia una mayor formación en la base, con el objetivo
de contribuir hacia una mayor politización e ideologización en todos los
niveles, sobre todo en aquellas instancias que sostienen el proceso: las
comunidades en resistencia, sus estructuras político tradicionales, sus pu
weichafe y militantes.
Nuestro
proyecto político-estratégico está inconcluso. Podríamos señalar que ha sido
bloqueado en cierta forma por la acción del Estado y otras fuerzas winka que
nos confrontan. Sin embargo nuestro pensamiento emancipatorio se encuentra
enmarcado en un proceso de largo aliento, que implica la reconstitución y la
re-emergencia de la identidad, como una forma de defensa y preservación ante
los procesos desestructurantes provocados por la transnacionalización económica
capitalista y las relaciones opresivas de parte del Estado de Chile. Apostamos
por un gran proceso de autoafirmación étnico nacional que de calidad y
capacidad a nuestro proyecto de Liberación Nacional, el cual seguirá sustentado
en un proyecto de reconstrucción de nuestro Pueblo-Nación, hoy anclado en las
experiencias de control territorial y en la revitalización de nuestras
expresiones culturales y valóricas, propias del ideario Mapuche. La
Reconstrucción de nuestro Pueblo-Nación es la base ineludible para la
Liberación Nacional. Es por lo anterior que la reconceptualización del WEYCHAN
reemerge. Es la autoconvocatoria para luchar, como fue en el pasado, así como
lo hicieron nuestros fütake kuyfike che yem, hoy cobra vigencia, así nos están
diciendo nuestros pu longko, así lo vamos asumiendo.
PARTE II
La Práctica Política del
Proyecto de Liberación Nacional Mapuche.
Estrategia y Táctica de
la CAM.
SOBRE LA ACUMULACIÓN DE FUERZAS MAPUCHE.
De la recuperación de tierras y las siembras productivas al
Control Territorial.
De acuerdo al proyecto político estratégico de la
CAM, lo fundamental para retomar las demandas históricas de nuestro
Pueblo-Nación (Autonomía y Territorio) es dar inicio a un proceso de
recuperación de tierras.
Cuando se reivindica un predio, más bien un fundo y/o
propiedades de las corporaciones forestales o de terratenientes, se hace sobre
la base de la legitimidad de tal acción, desde una perspectiva
histórica, cultural y política. Enseguida se define su ocupación en los hechos,
estableciendo una diferenciación clara con las llamadas “recuperaciones
simbólicas” y la lógica de las “demandas legalistas”, que
caracterizaban el accionar de las organizaciones Mapuche conocidas hasta
entonces.
Para la CAM el primer paso es la ocupación de una propiedad,
que de acuerdo al derecho y la legislación dominante es “propiedad privada”. Por lo tanto con esta acción se pretende
generar un quiebre con toda la institucionalidad estatal opresora. Entendemos
que esta institucionalidad, en las actuales circunstancias sólo defiende los
intereses de los poderosos, como instrumento funcional a la dominación colonial
que sufrimos los mapuche hasta los días de hoy. Así se expresa una lucha
efectiva que implica la insubordinación en las relaciones de poder, dando
inicio a una ruptura real y al surgimiento del verdadero antagonismo que
fundamenta el llamado “conflicto Mapuche”. Más allá de un acto de desobediencia
que provoca cambios sustantivos tanto en las relaciones de poder como en
la propia comunidad que ha decidido tal acción, es la forma la que da
contenido a una práctica política de nuevo tipo, generando a su vez
nuevas condiciones para la formación y crecimiento de los militantes Mapuche en
la perspectiva de la liberación nacional.
Desde sus inicios la CAM planteo ingresar a los fundos y
establecer las recuperaciones productivas, lo que en la práctica
significaba nuevas condiciones para la organización de esta forma de lucha. Se
produce entonces un reordenamiento desde la base para asumir las distintas
tareas que este proceso implicaba. De hecho, la mayoría de las acciones
colectivas en el marco de las recuperaciones de tierras asumen la forma de
siembras productivas y/o tala de bosques, (en un contexto de conflictividad
ascendente frente a las forestales), acciones en las cuales se hace necesario
despejar los terrenos para re-instalarse en ellos. La recuperación expresa la
necesidad de reconfigurar el espacio a través de la siembra o la edificación de
casas-ruca y otras infraestructuras, como a su vez, delinear y establecer los
lugares que representan a nuestra cultura y religiosidad propia. Por lo tanto
debe comprenderse que la acción política no se reduce a su componente material
o de conquista económica, sino que asume la perspectiva de contribuir al
desarrollo de otras formas de relación productiva desde una posición Mapuche de
respeto y equilibrio con la naturaleza. Esto se hace posible a través de la
recomposición identitaria. Las recuperaciones territoriales desde los
planteamientos políticos de la CAM, son parte de un proceso que permite la
revitalización de la cultura y la religiosidad Mapuche.
La legitimidad de estas acciones colectivas se relaciona con
la necesidad de crear una nueva conciencia desde la base Mapuche, que retome el
componente histórico de las formas de lucha Mapuche. Porque la historia nos da la
razón. Una historia que nos habla de soberanía, resistencia y despojo. Por
tanto para la CAM las acciones de recuperación territorial se fundamentan en
componentes que nos entrega la memoria histórica de nuestro
Pueblo-Nación. Memoria que aún pervive en las comunidades Mapuche. Esto explica
por qué se asumió con gran rapidez el concepto de “recuperación” antes que “toma”.
Uno pervive en nuestra memoria histórica y el otro nos es ajeno.
Nuestra dirigencia siempre ha explicitado la legitimidad de
las recuperaciones de tierras a través de una clara argumentación política,
cultural e histórica. Las comunidades Mapuche al llevar a cabo estas acciones
políticas como expresiones de resistencia y de lucha anti-sistémica han
desarrollado mayor conciencia y compromiso al asumir las posibles consecuencias
de este tipo de manifestación. Para la CAM es fundamental comprender que este
tipo de acciones de recuperación emergen de la constante deliberación-discusión
presente en las comunidades, al amparo de un profundo proceso de revitalización
cultural que se manifiesta en la práctica del Trawün, Palín y Ngillatun. Por
otra parte, como en todo proceso político, es evidente que este tipo de
decisiones no siempre han sido compartidas por todos los sectores Mapuche. De
hecho hay sectores que se restaron del desarrollo de estas acciones colectivas,
situación comprensible considerando los grados de dominación y atomización que
han generado inmovilismo y dispersión en el Movimiento Mapuche.
Sin embargo las recuperaciones productivas tuvieron una
buena acogida en muchas comunidades porque vieron en estas acciones una forma
concreta de resolución de las necesidades materiales y económicas inmediatas,
al mismo tiempo que significaban un acto político de protesta frente a la
injusticia y discriminación que sufre nuestro Pueblo. Para las comunidades las
recuperaciones son actos de insubordinación frente al abuso directo efectuado
de forma cotidiana por parte de las empresas forestales y los sectores
latifundistas. El registro en la memoria histórica de los abusos de colonos y
terratenientes estaba y está fresco entre los Mapuche, cuestión que debe
sumarse al hecho contingente de la actividad forestal y otras inversiones
capitalistas que han agudizado la disposición y voluntad de lucha de los
Mapuche a través de estas acciones colectivas radicales.
Al hacer un balance de la trayectoria de esta forma de lucha
mapuche, la CAM reconoce el contenido económico de las recuperaciones
productivas y sitúa parte importante de su legitimidad en el efecto material
decisivo para la mayoría de las comunidades. Las acciones radicales de
ocupación y recuperación productiva expresan una salida concreta para un
problema socio-económico particular, que implica la falta y el agotamiento de
las tierras para el desarrollo y revitalización del Pueblo-Nación Mapuche.
Efectivamente existen problemas sustantivos de subsistencia de las familias
Mapuche empobrecidas y es ante estas situaciones que, principalmente sectores
de jóvenes de las comunidades, plantean abordar con seriedad los posibles
caminos que aporten en la superación de su condición crónica. Esto explica por
qué estos sectores han asumido con mayor vigor y dinamismo la lucha bajo la
propuesta estratégica de la CAM, lo que a su vez ha permitido una resignificación
de la condición mapuche, con relectura y reafirmación de los roles en el ámbito
político, social y cultural Mapuche.
Ahora bien, cuando las recuperaciones productivas son contra
las empresas forestales, la disputa resulta básicamente material, por lo cual
es plausible desarrollar acciones que se orientan a detener, obstaculizar y
deteriorar las formas productivas de éstas empresas. Así se entienden las talas
de bosques, madereo y extracción de leña, de estacas, de alambre y
cualquier insumo que se encuentre dentro de estos predios. Estas acciones son
legitimadas bajo un prisma político-estratégico que considera a las empresas
forestales como enemigos, no tan sólo por los enormes beneficios y riquezas que
obtienen expoliando el territorio Mapuche, sino que por los profundos daños
materiales e inmateriales que producen al Pueblo Mapuche desde la perspectiva
socio-cultural e identitaria. La lucha contra las empresas forestales posee
mayor sentido cuando están dirigidas hacia el logro de la Autonomía y Liberación
de nuestro Pueblo-Nación, es decir, cuando se desarrollan sobre la base de
demandas territoriales y políticas. Para la CAM estas acciones eminentemente
colectivas de recuperación productiva aportan en la extensión de las
dimensiones de nuestra lucha. Se avanza desde una lucha por la tierra hacia a
una estrategia de tipo territorial, en donde va quedando definido un enemigo de
mayor complejidad: el Capital expresado principalmente en las actividades
forestales y en menor medida en otras inversiones de tipo capitalista.
Ciertamente, nuestro planteamiento agudiza un conflicto de
intereses que se expresa en un antagonismo real entre Comunidades Mapuche y
empresas forestales, como manifestación del entramado de inversiones del
Capital nacional y trasnacional. Con esto se busca el protagonismo de las
comunidades Mapuche y la masividad de las acciones colectivas en torno a
demandas de tipo territorial que sustenten un proceso de carácter
Nacionalitario. Si bien el conflicto se presenta como un problema de tipo
distributivo y socio-ambiental que emerge producto del despojo y la usurpación
territorial, éste se agudiza producto de la urgencia económica, que es una
realidad transversal en la mayoría de las comunidades. Así, en pos de los
derechos territoriales y políticos, se sientan las bases para una propuesta de
reconstrucción nacional.
La existencia de la dimensión “distributiva” en las acciones de recuperación productiva, llevo a
ciertos sectores a caracterizarnos como un movimiento “etnoclasista” o como una organización mapuche de izquierda que
aplica métodos de lucha propios de los marcos de las relaciones etnia-clase.
Como CAM siempre hemos rechazado dicha caracterización, sin desconocer esta
dimensión presente en la recuperación productiva, ya que entre nuestros métodos
está el planteamiento de agudizar las contradicciones para la generación de un
antagonismo mayor y complejo. Hemos planteado la “recuperación de la madera” como un acto concreto de reapropiación
de los productos de las forestales para la sobrevivencia de las familias
Mapuche y para la generación de nuevos insumos en esta compleja lucha que
requiere recursos para sustentarse en el tiempo. Ahora bien, se hace necesario
reafirmar la validez y la legitimidad de estas acciones, en tanto cuanto nacen
de un proceso de discusión y deliberación al interior de las propias
comunidades Mapuche y que fruto de estos procesos se legitima la acción
colectiva radical que dio prioridad a esta dimensión en la propuesta de lucha.
En efecto, la tala de bosques es parte del método para la agudización de
contradicciones sociales y así avanzar en la resolución de las injustas
relaciones de poder que se desenvuelven entre las empresas forestales y el
Pueblo Mapuche principalmente. Entonces lo que para algunos sectores constituye
una pura dimensión de justicia distributiva, en nuestro planteamiento se
transforma en un método de lucha, en donde las forestales y el entramado del
poder de dominación se veían obligados a responder con la tala definitiva de
sus bosques y la posterior entrega de tierras a comunidades, o con la
utilización de la fuerza represiva con el objeto de frenar los procesos de
recuperación territorial, lo que en nuestra perspectiva, contribuye aún más en
la agudización del antagonismo.
Es necesario dejar en claro, que en los planteamientos de la
CAM, las recuperaciones no se realizan como una medida de presión con el
objetivo de establecer negociaciones por tierras. Es con esta postura, de mayor
radicalidad, que la CAM se fue distanciando de otras organizaciones que
plantearon propuestas enmarcadas en la institucionalidad de dominación. Las
recuperaciones productivas expresan una vía de resolución directa y efectiva de
las urgencias materiales de las comunidades Mapuche, pero no se reducen sólo a
este esquema, ya que a través de otros componentes propios, producen un nuevo
camino, una línea política orientada hacia una verdadera propuesta de
autonomía. Para la CAM esto es lo fundamental. La recuperación productiva es la
redistribución de la riqueza material, es la acción directa para la
subsistencia familiar, es una acción que pone freno a las empresas forestales y
es un método orientado hacia una estrategia de Control Territorial. Pero más
aún, para la CAM es el punto de partida para un proyecto político de
Autodeterminación con perspectiva Nacionalitaria; constituye la base inicial
fundamental para la propuesta emancipadora de la Liberación Nacional Mapuche.
Para mayor comprensión se debe indicar que de las recuperaciones
productivas, la acción que reafirma de mejor manera el sentido mapuche, es
la siembra de tierras. Estas siembras se efectúan de una vez o son posteriores
a la recuperación de bosques y a la preparación del terreno. Las siembras
(trigo, papas, porotos, etc.), contribuyen a la recuperación y reconstitución
del tejido social y cultural mapuche. Lo sustenta y proyecta. Le da continuidad
al proceso.
La lucha Mapuche a través de las recuperaciones productivas
permite sustituir la acumulación de Capital en el espacio social intervenido,
por experiencias que no se basan en el valor de cambio. Se transforma la
explotación controlada por las empresas madereras ligadas a la inversión
capitalista, por nuevas formas de control basadas en lo colectivo-comunitario
Mapuche. Es una transformación integral y radical que favorece sustancialmente
la recomposición del ecosistema local en tanto corresponde a la biodiversidad
necesaria para la revitalización de las expresiones culturales del Pueblo
Mapuche. Es una transformación sustantiva desde la comprensión del espacio
territorial como agente productor y reproductor de capitales hacia una
perspectiva cualitativamente diferente de la relación hombre-naturaleza. De
aquí la importancia de las experiencias de Control Territorial, porque a través
de éstas se va reconfigurando la forma de reproducción social Mapuche, en donde
cobra esencial importancia la mirada colectiva en los ámbitos de la solidaridad
y la reciprocidad, es decir en aquellos aspectos fundamentales de lo
propiamente Mapuche.
La recuperación productiva llevada adelante por una
Comunidad, aunque basada en necesidades locales, al ser articulada con las
experiencias de lucha de otras comunidades cercanas, cobra validez en una
suerte de estrategia que hemos definido de “Control
Territorial”, en donde a través de un poder Mapuche cada vez más autónomo,
se nos permite reconstruir territorial y políticamente a nuestro Pueblo. Es a
través de recuperaciones de tierras de forma productiva, que se logra acumular
y empujar socialmente hacia la reconstrucción territorial y avanzar hacia un
proceso de mayor amplitud que es la Liberación Nacional.
“La CAM con su política de ocupar materialmente en forma
efectiva y permanente los espacios territoriales en disputa, utilizando de paso
los recursos existentes, señala una alternativa superior de lucha, lo que
implica llevar a la práctica el control político y social efectivo de zonas de
conflicto. Esto como base elemental para la reconstrucción de nuestra Nación
Mapuche…Lo más valioso de estas experiencias de “recuperación productiva”
fueron las siembras en zonas de conflicto, ejecutando actos de posesión por
parte de las propias comunidades”.
Es por lo anterior que a la CAM hay que entenderla más allá
de sus acciones de resistencia, que por cierto, continúan siendo estratégicas.
Son las recuperaciones productivas de tierra y el control territorial los ejes
principales de la acción política de nuestra organización. Es a través de estas
experiencias que se reinstala el conflicto entre el Estado capitalista y el
Pueblo-Nación Mapuche, permitiendo viabilizar nuestro proyecto de Liberación
Nacional. Sin embargo, ante estos procesos emanados desde la base Mapuche, el
Estado de Chile respondió con la aplicación sistemática de una violencia
política represiva indiscriminada, orientada hacia la defensa de los intereses
de los grupos económicos que confrontan con las comunidades Mapuche. Se comenzó
con cruentas acciones de desalojo policial y permanentes allanamientos a
comunidades movilizadas. Además se configuró el escenario para la
judicialización del conflicto, orientándolo hacia la generación de nuevas
condiciones en las cuales las empresas forestales y los grandes terratenientes
retomaran la iniciativa de continuar explotando y usurpando indiscriminadamente
las tierras Mapuche.
Para dar continuidad al proceso de recuperación territorial,
se dio inicio a nuevas deliberaciones para hacer frente de manera digna a los
costos y consecuencias que este nuevo tipo de lucha implicaba. Es en este
contexto que se definen acertadamente las acciones de autodefensa y las
acciones de resistencia, que por supuesto elevan el nivel de la confrontación.
Para dar saltos cualitativos en este sentido, se vuelve a los planos del debate
a través de los Pichi Trawün, instancias de discusión permanente, con el objeto
de definir con mayor claridad las características de nuestro enemigo e
identificar potenciales aliados y detractores.
Para el efecto de la resistencia se hace necesario crear un
discurso político coherente, que incluya no sólo el malestar acumulado producto
de una historia de agravios e injusticias, sino que la construcción de un
cuerpo teórico-ideológico orientado hacia la resignificación identitaria y la
elaboración de un método de análisis-acción que reafirme el proceso
político-ideológico en marcha. Es decir se trata de establecer una disposición
de lucha basada en aspectos idearios e ideológicos, enlazados a entramados
culturales y comunitarios, que contribuyan en la generación de una voluntad de
lucha en los militantes Weichafe y en todos aquellos que cumplen un rol en la
concepción del Weichan Mapuche.
Si bien es dable reconocer que en sus inicios las acciones
de resistencia Mapuche tuvieron un fuerte componente de “espontaneísmo”, producto principalmente de la acumulación de
malestar social en las comunidades, hoy en día estas acciones poseen
características político-estratégicas, además de un gran valor ritual y
cultural que se sitúa dentro de un proceso de resignificación socio-cultural
mayor. Estas experiencias son asumidas consecuente y coherentemente por los
Weichafe, ya que el avance del proceso de lucha generó una ampliación de la
represión y la violencia estatal, lo que a su vez produjo un mayor nivel de
radicalización, el cual fue sostenido desde la base, permitiendo hasta los días
de hoy sostener un basamento doctrinario y de expresión concreta en los órganos
de resistencia territorial. Este mayor nivel en los enfrentamientos, producto
de la represión y persecución política e ideológica por parte del Estado de
Chile, ha permitido que vastos sectores del Movimiento Mapuche asuman o se
involucren en acciones de mayor envergadura y riesgo, cobrando vigencia las
acciones incendiarias en contra de las forestales y contra nuevos procesos de
inversión capitalista en el Wallmapu, que amenazan y ponen en peligro la
continuidad de Comunidades Mapuche.
ACERCA DE LA RESISTENCIA Y LA VIOLENCIA POLÍTICA
EN LA LUCHA MAPUCHE
Del
proyecto político-estratégico de la CAM y de su expresión concreta en la lucha
por Territorio y Autonomía, se puede desprender que lo fundamental de la
propuesta gira en torno a tres formas-métodos de acción, que combinadamente
caracterizan una lucha de tipo antisistémica, anticolonial y revolucionaria.
Hacemos referencia a las recuperaciones de tierra y territorio a través de
formas productivas y en contra de la propiedad privada que sustenta el sistema
de relaciones económicas construido luego de la usurpación y despojo del
territorio Mapuche; que implica la reapropiación de recursos para constituir
Poder Mapuche. En segundo lugar hacemos referencia a las acciones de
autodefensa, las que se plantean como acciones comunitarias para hacer frente a
la acción violenta de los agentes del Estado y/o representantes de los grupos
económicos, expresados en grupos paramilitares anti-mapuche. Aquí cobran
legitimidad los enfrentamientos y las acciones menores en contra de las fuerzas
policiales, orientadas principalmente hacia la defensa de las comunidades ante
la violencia estatal y en defensa de los procesos de recuperación territorial
productiva, para consolidar conquistas en materia territorial y política. En
tercer lugar nos referimos a las Acciones de Resistencia que en su
mayoría son acciones incendiarias que están orientadas a la destrucción de
maquinarias, infraestructura, transporte e insumos de propietarios privados
(empresas forestales) que confrontan directamente contra las comunidades
movilizadas por derechos territoriales y políticos.
Estas formas-métodos que pueden ser definidos como las
expresiones concretas de acción directa, representan el nuevo quehacer de la
lucha Mapuche, y son las expresiones que siempre han caracterizado a nuestra
organización, bajo definiciones de la táctica política. Sin embargo, es
necesario volver a resituar que son las experiencias de Control Territorial las
que le otorgan calidad y sustento ideológico a nuestra propuesta de Liberación
Nacional. Por tanto, es necesario comprender que la manifestación de estas
formas de acción política tiene como objetivo inmediato y mediato, el
establecimiento y defensa de experiencias de Control Territorial.
Sobre las acciones de autodefensa y de resistencia de las
comunidades Mapuche frente a los desalojos y allanamientos perpetrados por las
fuerzas de seguridad del Estado de Chile, no es mucho lo que hoy podemos
agregar. Para la CAM estas acciones están legitimadas en sí mismas y serán de
carácter permanente y continuo en el tiempo mientras no se resuelvan los
problemas estructurales que adolece nuestro Pueblo. Así lo ha comprendido
claramente nuestro pueblo y así lo han asumido las comunidades movilizadas,
independientemente de la presencia nuestra. Por ahora, abordaremos con mayor
énfasis a las acciones políticas de resistencia realizadas por la CAM y que en
el último tiempo, producto de la represión y la persecución política
direccionada por los organismos de seguridad del Estado, son asumidos por los
Órganos de Resistencia Territorial (ORT), compuestos exclusivamente por los
Weichafe más destacados en las distintas zonas de conflicto. Las acciones de
resistencia, como se ha señalado, son en su mayoría de carácter incendiario y
tienen por objetivo afectar la economía del enemigo, más bien el circuito
productivo de la inversión capitalista nacional y transnacional en el Wallmapu,
siempre y cuando éste confronte y ponga en riesgo la vida Mapuche. Este método
de lucha en sus inicios tuvo el carácter de una acción eminentemente colectiva,
pero la maduración desfavorable del contexto político en cuanto a la represión
y persecución, las transformó en la actualidad, en acciones elaboradas por
grupos reducidos que actúan necesariamente en la clandestinidad y con rigurosos
métodos de seguridad. Son acciones que efectivamente persiguen un daño o
destrucción, pero que fueron definidas sólo hacia objetivos materiales. Esta
cuestión es estricta en el planteamiento de la CAM. Por tanto las acciones de
resistencia poseen el objetivo primario de generar pérdidas económicas a la
producción capitalista, o al menos, producir una interrupción al circuito
productivo que daña directamente el hábitat y la vida Mapuche.
Es necesario señalar que en el contexto de la lucha Mapuche
basada en la acción directa, son las acciones incendiarias, sobre todo de
sabotaje productivo, las que han generado mayor polémica, incluso al interior
del Movimiento Mapuche. Más allá de que estas acciones son consideradas
ilegales o incluso terroristas por parte del Estado de Chile, éstas se
continúan instalando en el imaginario colectivo Mapuche con razones que
fundamentan no sólo la protesta y la rebeldía, sino la resistencia frente a
tanta injusticia y es por ello que cuentan con el aval de las masas Mapuche más
consecuentes.
En la CAM, cuando se planteó la realización de este tipo de
acciones, se tomaron en cuenta muchos factores para su legitimidad. Lo fundamental
fue circunscribir estas acciones a una orientación política de lucha
territorial y por tanto situarlas bajo una concepción de boicot hacia las
actividades económicas de nuestros enemigos directos, representados en las
forestales principalmente. Porque si bien son acciones destructivas, se debe
comprender su componente colectivo, originado en la consideración desde las
comunidades Mapuche, de que estas acciones son justas y expresan una propuesta
estratégica que política y socialmente posee validez en el seno del Pueblo
Mapuche, siempre y cuando sean desarrolladas por sus órganos de representación
y en sus demandas de mayor justicia para el Pueblo-Nación Mapuche. De hecho, en
la memoria histórica de nuestro pueblo, la violencia como autodefensa posee un
marcado carácter de masas, situación que permite su aplicación sin
necesariamente formar milicias armadas u organizaciones militares. Es todo un
pueblo el que se defiende. Es todo un pueblo el que resiste.
Es por lo anterior que debemos señalar las antagónicas
interpretaciones de las acciones anteriormente descritas, para reposicionar los
conceptos y sus usos en el marco de la expresión política CAM. Mientras para el
Estado de Chile las acciones “ilegales” que pueden ser de recuperación, de
autodefensa o resistencia, quedan caracterizadas como actividades radicales al
margen de la institucionalidad opresora; para el Pueblo Mapuche estas acciones
son denominadas como “Chem”, que en
mapuche significa un quehacer. El “Chem”
surgió de la deliberación política comunitaria. Fue en los Trawün, más bien en
los pichi Trawün, donde se dio curso a la validez de estas formas de
lucha. Se propuso este tipo de formas de acción y muchos decidieron su
realización, como muchos han participado directa e indirectamente en ellas. De
hecho fueron los propios Mapuche CAM quienes denominaron “Chem” específicamente a las acciones incendiarias contra
maquinarias, el transporte y la infraestructura de las empresas forestales.
Para la militancia CAM estas acciones pasan a ser parte de nuestra
resignificación cultural, de nuestra religiosidad y nuestra cosmovisión como
Pueblo-Nación. Es a través del “Chem”
que muchos militantes Mapuche pasan a concebirse como weichafe, dando vigencia
a la relectura de este concepto en la lucha por territorio y Autonomía.
En el marco de los planteamientos políticos-estratégicos,
estas acciones de resistencia siempre han seguido un patrón común de actuación.
Nunca hay que situarlas como hechos aislados, al menos aquellas acciones que
han sido ejecutadas por los Órganos de Resistencia Territorial. Son acciones
que necesariamente están vinculadas a los procesos de lucha que llevan adelante
las comunidades en torno a una política de reconstrucción territorial y
nacionalitaria. Ya sean acciones que expresan una defensa territorial frente a
la agresión permanente de la actividad forestal o acciones que buscan generar
un efecto político que permita avanzar en conquistas parciales; las acciones de
resistencia obedecen a una demanda territorial amplia de las comunidades y se
circunscriben al ámbito de la confrontación entre nuestro Pueblo-Nación y el
sistema colonial de dominación. Son acciones que deben comprenderse como un “acompañamiento” a los distintos
procesos de recuperación. Están dirigidas principalmente en contra de las
empresas forestales, en tanto estas representan el verdadero sistema de
propiedad emergido desde la usurpación territorial que condena a nuestro
Pueblo. Otras acciones menores están dirigidas en contra de los propietarios
privados caracterizados como latifundistas y terratenientes, quienes, eso sí,
deben ser propietarios de vastísimas extensiones de tierras y que por su
ascendiente de colonos realmente representen dominación e injusticias hacia las
comunidades.
Es parte de las definiciones de la CAM no presentar ni
ejecutar acciones en contra de individuos, sean estos agricultores, transeúntes
o vigilantes. En este sentido hemos sido categóricos. Las acciones no buscan
como objetivo el daño físico o el ataque a personas. Tan sólo cuando se produce
un enfrentamiento contra fuerzas policiales y en un contexto de autodefensa,
pueden validarse este tipo de hechos. Aún así, estas acciones no son buscadas y
no se corresponden con nuestro planteamiento político-estratégico. El trasfondo
de las acciones de resistencia es generar cambios y provocar una nueva
correlación de fuerzas, más favorable para las demandas territoriales y
políticas. A su vez son acciones que deben desarrollarse combinadamente con
otras formas y métodos de lucha que permitan vislumbrar un horizonte para la
reinstalación de las bases de una propuesta de Liberación Nacional, expresiones
que pueden ser políticas, de revitalización cultural, rituales e incluso
simbólicas. Con las acciones de resistencia se busca contribuir en el proceso
de acumulación de fuerzas Mapuche en los marcos de un proyecto Autonomista y
para la Liberación. Estas acciones deben regirse bajo definiciones
Anticapitalistas, Nacionalitarias y Revolucionarias, y deben ser desarrolladas
por una orgánica bien compuesta, dispuesta a asumir el compromiso que esto
conlleva.
Las acciones son definidas políticamente por las distintas
estructuras que están ligadas a los procesos de lucha en las zonas de conflicto
y siguen un patrón de actuación que desarrolla altos grados de planificación y
de rigurosidad. Así se entiende que sean ejecutados en las noches, para evitar
daños a personas o evitando enfrentamientos y otros efectos colaterales. El
objetivo es la propiedad material y se utiliza el factor sorpresa como método que
asegure la acción de los Weichafe. No existe una preparación militar
profesional como pregona el discurso oficial emanado de los organismos de
seguridad del Estado. Tampoco es real la existencia de cuantiosos recursos para
las “operaciones”. Las acciones de resistencia en las cuales se involucra la
CAM se realizan con los mínimos elementos, muchos de ellos de origen “casero”. Son elementos básicos y no hay
utilización de armamento convencional (sólo rudimentarias escopetas de caza),
ni gran logística e infraestructura. Lo que sí existe es mucho compromiso
expresado en sagacidad, inteligencia y valentía por parte de los weichafe. En
este sentido, es necesario volver a reafirmar que la concreción y éxito de las
acciones se debe en gran parte a la cobertura que dan las propias comunidades,
más bien los sectores más conscientes y organizados del Movimiento Mapuche, que
son en definitiva los que ofrecen y generan las condiciones básicas para la
actuación.
Es por todo lo anterior que la legitimidad de las acciones
solo es posible cuando las comunidades a nivel local así lo estiman. La
legitimidad se relaciona con que las áreas donde se circunscriben las acciones
de resistencia son zonas de conflicto real y permanente, y donde existe una
conciencia de que los Mapuche y sus comunidades se encuentran en desventaja
frente a un enemigo (Estado-Capital) definido de cruel e injusto. Las acciones
de resistencia y de autodefensa siempre se han desarrollado de forma acotada a
las áreas de influencia de la CAM y siempre han estado vinculadas a demandas
concretas de restitución territorial.
“El ataque a instalaciones para causar daños materiales,
se sitúa dentro del marco de una lucha social reivindicativa, táctica de
presión política y para acumular fuerza revolucionaria Mapuche. Es impulsada
por los Weichafe de la CAM en el contexto del conflicto entre comunidades
Mapuche con el Estado y las corporaciones forestales”.
Si bien han existido acciones desarrolladas por otros
grupos, presumiblemente Mapuche, es con la ideología anticapitalista de la CAM
que se ha definido un antagonismo concreto frente a las empresas privadas,
principalmente forestales. Esta ideología anticapitalista se sustenta por una
memoria histórica que resalta el despojo, las injusticias y continuos maltratos
que ha sufrido nuestro pueblo y que hoy día tienen su continuidad por la
inversión capitalista en la territorialidad Mapuche ancestral. Es en la CAM que
se ha desarrollado una conceptualización de mayor elaboración acerca de las
acciones de resistencia e incendiarias, entendiendo a éstas como acciones de
fuerza y en el marco de un proceso de acumulación de fuerzas, razón por la cual
estas son claramente definidas dentro de contenidos y objetivos políticos. Por
lo tanto el uso de la violencia será siempre bajo definiciones y parámetros
políticos y muchas acciones responden a una táctica política concreta de
acumulación de fuerzas Mapuche para la resistencia y posterior liberación.
Es efectivo también que se han desarrollado definiciones
acerca de la ética en el uso de la violencia política Mapuche. Estas
definiciones son extensivas al conjunto del quehacer político de la CAM. En tal
sentido, hemos planteado una ética de la acción política referida a las
recuperaciones, la defensa territorial y las acciones de resistencia.
Planteamos una ética de la acción política para fortalecer la ruptura con las
estructuras de dominación, que significan formas de sometimiento y colonialismo
necesarias para la reproducción económica al servicio del Capital. Por lo tanto
incorporar el elemento de la violencia política de la forma más legítima
posible, se vuelve absolutamente necesario para ir creando una correlación de
fuerzas a favor de la causa Mapuche. Es por el componente ético en la
utilización de la violencia política Mapuche, que no se realizan acciones
indiscriminadas, hoy definidas de erráticas y/o contraproducentes. Nuestras
acciones, que pueden ser definidas de violencia revolucionaria, son parte
también de un proceso de resignificación y reafirmación como Mapuche, en donde
los valores, la cultura y nuestra cosmovisión cobran nuevamente importancia y
vigencia. Se lucha por el restablecimiento de las relaciones sociales y
culturales Mapuche en base a la justicia y buenos valores del mundo Mapuche.
Para la CAM es fundamental enfatizar que las acciones de
resistencia son tan solo una parte del conjunto de nuestra práctica
revolucionaria colectiva. Son estas prácticas que realizan las comunidades
movilizadas las que permiten dotar de un carácter multidimensional a nuestra
estrategia política, con fuertes componentes para un desarrollo integral, que
posibilitarían sentar las bases para plantear un proceso de liberación
nacional. Las recuperaciones de tierras y recursos, la autodefensa y las
acciones de resistencia incendiarias, expresan la verdadera confrontación de la
CAM y su búsqueda de un cambio que viabilice un proceso de reorganización
Mapuche a través de la reconstitución del hábitat-mundo Mapuche, hábitat no
sólo negado sino también amenazado por los diversos mecanismos que el Capital y
el Estado utilizan para la dominación y la opresión de nuestro Pueblo. Es
fundamental desarrollar todas las expresiones de lucha y resistencia Mapuche:
las económicas, las políticas, las socioculturales; que se direccionan para la liberación.
El planteamiento de la CAM es rupturista y radical al
momento de hacer uso de la acción directa en su sentido más amplio, en donde
entiende y asume que todas las formas de lucha son legítimas. La combinación de
las distintas acciones emprendidas masifica la actitud de desobediencia
colectiva presente en las comunidades, desobediencia que está dirigida
principalmente contra la propiedad privada de la tierra y los bienes de los
grupos económicos que persisten en la explotación indiscriminada de nuestro
territorio ancestral. Es a través de los diferentes actos de autodefensa en
contextos de enfrentamientos frente a la represión policial que se ha
legitimado la resistencia Mapuche en su dimensión táctica, constituyendo las
experiencias necesarias para el aprendizaje y fogueo de los futuros militantes
y Weichafe de la Causa Mapuche. Son las acciones de sabotaje y boicot,
comprendidas como el daño material y la obstrucción a la actividad productiva
capitalista, las que contribuyen estratégicamente hacia una acumulación de
fuerzas con el horizonte de una lucha por la Liberación Nacional.
Todas las acciones antes descritas (recuperaciones,
autodefensa y resistencia) se circunscriben al ámbito de la acción colectiva.
Esto significa que no existen hechos o acciones desvinculados del sentir de la
masa Mapuche. Es de un carácter colectivo que surge su aprobación y
acompañamiento. Esto representa genuinamente el planteamiento de la
confrontación desde la CAM, una nueva forma de hacer política que ha contribuido
decididamente en el cambio de rumbo del Movimiento Mapuche en la actualidad.
Sin duda que la utilización de estas formas de lucha ha
tenido logros importantes, sobre todo cuando dichas acciones son combinadas y
responden a un plan de recuperación territorial y política ampliamente asumido
por las comunidades. Es la combinación de todas estas formas de acción y su
expresión concreta la que ha transformado sustancialmente el escenario del
conflicto. Hoy ya no se habla de un conflicto específico de tierras, sino de la
lucha y resistencia de un Pueblo. Ahora bien, más allá de tener conciencia de
los costos y consecuencias que esta forma de lucha conlleva, hay elementos que
han reflotado en la perspectiva de dar saltos cualitativos en el proceso. Sin
duda que luego de cada acción se expresa una dignificación entre los
Mapuche. Podríamos decir que dignifica el descontento, al identificar
claramente al enemigo y su actividad destructiva del mundo Mapuche, razón por
la cual se va asumiendo una capacidad superior, sumado al orgullo de luchar por
la reconstrucción de nuestro Pueblo-Nación. Por lo tanto el antagonismo
planteado por la CAM no es solo una declaración de tipo anticapitalista y
revolucionaria en el discurso, sino que se vuelve una práctica política consecuente.
En la actualidad y producto de la represión del Estado al
servicio del Capital, se hace necesario crear nuevas condiciones para seguir
luchando de forma más directa y decidida. De hecho, tanto nuestra organización
como otra parte del Movimiento Mapuche autónomo, han debido desarrollar formas
clandestinas de organización y lucha, buscando no perder la estrecha relación
entre estas formas y el movimiento comunitario colectivo. Es aquí donde cobra
mayor vigencia la figura del Weichafe, como un actor fundamental en la
organización del proceso, asumiendo a la vez, un rol político-histórico en el
Movimiento Mapuche.
Es evidente que, a más de una década del desarrollo del
Movimiento Mapuche autónomo, en donde la CAM ha cumplido un rol fundamental,
las contradicciones se han agudizado y el escenario socio político ha ido
variando. Muchas de las acciones basadas en las recuperaciones de tierras han
sido contenidas por la acción de los agentes del Estado y otros interventores
de tipo occidental. Sin embargo las acciones de resistencia no se han detenido,
incluso han aumentado tanto en su cantidad como en su calidad. Este ascenso y
multiplicación se ha hecho efectivo incluso en zonas en donde la CAM ya no
posee presencia pero sí influencia parcial, razón que explica por qué algunas
acciones son de otro tipo y orientación. Ahora bien, si este nuevo tipo de
acciones contribuyen o no a un proyecto Mapuche autonomista y de Liberación
Nacional, es una discusión y debate que aún está pendiente.
Sin duda que la criminalización estatal se ha dejado caer
básicamente sobre las acciones de resistencia, en donde la influencia y
organización de la CAM ha sido evidente, independientemente de que algunos
grupos reprimidos luego renieguen de esta condición. Lo cierto es que el accionar
de la CAM ha sido transversal, convirtiéndose en un referente político e
ideológico para algunos sectores que también han asumido luchar más definida y
decididamente. Pero a su vez, también es cierto que esta influencia ya no es
tan comunitaria y de masas como en sus inicios, por lo que el impacto real de
los componentes político-ideológicos ha decrecido, cuestión que nos obliga a
debatir y a reafirmar los principios y la línea política e ideológica para la
liberación.
A todas luces, la lucha Mapuche continúa y existen muchas
fortalezas al interior de la CAM en particular y en el Movimiento Mapuche en
general, para dar continuidad al proceso de Liberación Nacional. Hay aportes
que generan una proyección de la CAM, no solo basados en la acción directa,
sino que basados en planteamientos circunscritos a su proyecto político de tipo
anticapitalista, anticolonial, por la autonomía y la liberación nacional. Estos
aportes dicen relación también con el proceso de autoafirmación étnica nacional
en marcha y con el salto cualitativo que va dándose en la nueva militancia
Mapuche, lo que a la larga permitirá un recambio generacional con mayores
potencialidades, así como de las formas organizativas y de lucha, siempre con
un horizonte de Liberación Nacional Mapuche.
Por territorio y Autonomía,
avanzamos hacia la Liberación Nacional Mapuche.
Comisión Política CAM.
(*) Héctor Llaitul
Carrillanca, Preso Político Mapuche CAM
NOTA: Los
párrafos que estén entre comillas, son planteamientos vertidos por la CAM, en
diferentes etapas de su existencia, a través de documentos y entrevistas a
dirigentes o vocerías.
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