Desde
las 23 horas del 16/10 hasta el día 23 y 24 según la unidad los petroleros
hicieron la mayor huelga desde 1995. Una huelga política que paró todas las
refinerías y prácticamente todas las terminales y plataformas. Los petroleros
no compraron el discurso de Dilma, Lula y el PT de que la licitación del campo
de Libra no sería una privatización. Vimos también a varios tercerizados
haciendo huelga conjuntamente o expresando ese deseo, entendiendo la
importancia de luchar por esa demanda. Este sector conoció bien las amenazas de
privatización durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) y, atento
a la repetición de esa película, no se limitó a llorar decepcionado por las
ilusiones que depositaron en el gobierno del PT y salió a luchar. Una lucha que
no fue llevada hasta sus últimas consecuencias por las direcciones sindicales
pero que marcó un despertar a la lucha política y a la huelga de miles de
petroleros.
La FUP (Federación Única de Petroleros) después de callar durante años
frente a las subastas sin impulsar una sola manifestación, a lo sumo enviando a
un dirigente a algún acto, decidió ya no quedando más tiempo, realizar esta
huelga y centrarla en esta campaña. A pesar de que la FUP es parte de la CUT y
por lo tanto apoya al gobierno de Dilma y al PT, la afronta que significa esta
privatización hizo que efectivamente esta federación, ligada por miles de lazos
a la dirección capitalista de la empresa, vaya a la huelga e incluso recurra a
métodos combativos como piquetes y bloqueos. Si la FUP no lo hubiese hecho,
corría el riesgo de que los petroleros hicieran la huelga en contra de la
Federación. Es una muestra de que el alineamiento de la burocracia sindical con
“su” gobierno no es automático, sino
que ella también necesita preservarse y mostrar a la base que puede luchar. Sin
embargo, a pesar de las divisiones en los sindicatos de la FUP (como en Caxias)
o de la propia Federación, cuando se trata de aprobar rápidamente un acuerdo,
desarmar la huelga e impedir que avance el cuestionamiento al gobierno, actúan
todos al unísono. La FUP entró al movimiento, hizo huelga, piquetes, pero no
movió todas su fuerza para que la lucha contra la licitación fuese una causa
nacional. No exigió nada a la CUT, ningún acto de solidaridad, ningún atraso,
paralización junto a los petroleros. La lucha no fue más contundente y no
significó un riesgo mayor para el gobierno porque la FUP y la CUT no quisieron
enfrentarse fuera de las puertas de Petrobras. No se realizó ni una mínima
tentativa de unificar la lucha de los petroleros con la de los docentes de Río.
La FNP (Federación Nacional de Petroleros) [1] originada
de una ruptura de la FUP, intenta ubicarse como alternativa de oposición frente
a la federación oficialista. Contando con 5 sindicatos que no tienen el peso de
los de la FUP, construyó una fuerte campaña por “el petróleo tiene que ser nuestro”, pero en forma despegada de su
base. La poca confianza tras tantas huelgas no preparadas por la FUP puso a la
FNP a la retaguardia en este último proceso, esperando mayores movimientos en
otras bases. Esto llevó a que muchas de sus bases el movimiento tengan poca o
ninguna expresión durante los varios días de huelga. Esta división debilitó al
movimiento de conjunto y ya de entrada limitó cualquier posibilidad de que la
FNP aparezca como una alternativa de dirección. La demora para entrar a la
huelga en refinerías estratégicas como la de Cubatão, dirigida por la FNP, le
dio argumentos a la FUP y debilitó al movimiento de conjunto.
Una nueva generación de
huelguistas marcada por junio
Es
importante destacar algunos factores subjetivos que hicieron de esta huelga
algo tan especial. Como el crecimiento de un activismo en las bases
protagonizado en su mayoría por jóvenes. Como Petrobras, tras muchos años sin
concursos (de ingreso), posee un abismo de generaciones, esos jóvenes que
entraron en la empresa a partir de 2003 no cargan en sus espaldas el peso de la
construcción y decepción con el PT, combinados con un gran período de
descreimiento sindical de la última década de lulismo. Parte de esta juventud
estaban en las calles en junio o fueron muy sensibles a las demandas de las
calles y a las manifestaciones. Eso hizo que la generación más antigua no solo
se sienta presionada a adherir al movimiento sino que vean encenderse
nuevamente la esperanza en el poder de la clase trabajadora, contagiada por la
fuerza de la “nueva generación petrolera”.
Pusimos en movimiento nuestra
fuerza política y avanzamos menos de lo que podríamos debido a la FUP
La
empresa avanzó en sus propuestas, pero nada a la altura de la huelga. Sin
embargo, la FUP ya indicó aceptación y suspendió la huelga en sus bases. Esta
práctica ya es rutina. Las bases de la FNP, por su lado, se ven presionadas a
aceptar. Logramos el aumento salarial cercano al de otros sectores, el compromiso
de Petrobras de exigir a las empresas tercerizadas un fondo de reserva para
evitar las frecuentes estafas, plan de salud para los jubilados de la
subsidiaria Transpetro y el pago de la mitad de los días de huelga y la
compensación del restante con horas trabajadas. Sin embargo tenemos claro que
podríamos haber tenido más demandas atendidas y eliminado el castigo ejercido
por la empresa sobre los días de huelga. A diferencia de la batalla de la
subasta, que los petroleros encararon solamente como un ensayo de fuerza y sin
superar a la dirección, los elementos económicos y sociales de esta huelga no
terminaron en una derrota sino que sus conquistas fueron limitadas por la
dirección de la FUP y por la falta de alternativa de dirección que no fue la FNP.
Si en la lucha política la FUP impidió que la lucha superara y se tornara
una causa nacional, en otras pautas impidió su avance y quiso levantar la
huelga aun con este castigo a los huelguistas que significa reponer las horas
de huelga. De norte a sur del país, en tanto, más del 30% de los petroleros
rechazaron la propuesta. Entre los que la rechazaron era marcado el peso de los
jóvenes que había participado en los piquetes.
La militancia clasista y
democrática puede hacer la diferencia en las bases petroleras
Como
trabajamos en terminales diferentes, aunque en el mismo Estado, estamos también
en sindicatos diferentes, con dirección de la FUP en un caso y de la FNP en el
otro. Eso fue esencial para medir la actuación de las Federaciones y desde el
comienzo hemos tenido una buena caracterización del escenario. Gracias también
a esa diferencia fue posible que quien trabaja en la base de la FNP pudiese
trasmitir sobre el curso y la fuerza de la huelga en las bases de la FUP y
convencer a los compañeros de la necesidad de preparación de la huelga, y así
disminuir la diferencia inicial entre las tácticas de huelga de las
Federaciones (la FNP quería huelga por 24 horas mientras la FUP votaba huelga
indefinida).
La actuación en las asambleas denunciando el remate y al gobierno de Dilma,
la tercerización y planteando desde una perspectiva clasista cómo deberíamos
enfocar esta huelga, hizo que muchos de los que nos oían nos viesen como
referentes y se hicieran eco de nuestras ideas. En especial, en la terminal del
TABG (Terminal Aquaviario de la Bahía de Guanabara), donde hubo un gran
activismo protagonizado por una juventud proveniente de las escuelas técnicas,
donde se despertó un gran espíritu colectivo que hizo que diversos trabajadores
discutiesen el rumbo político de la huelga diariamente; que fuesen en los días
de descanso, todas las mañanas, a las asambleas no sólo a votar sino a plantear
las discusiones previas al sindicato y despertando la conciencia de la
necesidad de una comisión de base con delegados electos. Esta política se
expresó en la votación de delegados con mandato de asambleas del TABG para cada
negociación con la empresa. Este método poco utilizado por las direcciones
sindicales resurgió en nuestra terminal y junto a la comisión de base expresan grandes
avances organizativos y en la conciencia de los trabajadores.
Nuestra política se expresó cuando muchos que nunca habían ido a una
manifestación permanecieron, aún en medio de bombas de gas y balas de gomas, en
el acto contra la subasta, formando un bloque de petroleros en huelga.
En las asambleas de la TAGB y de Caxias (REDUC, TECAM y Termorio)
destacamos la creación de un fondo de reserva para las empresas contratadas.
Aun sabiendo que esta consigna está todavía lejos de la defensa de la
efectivización de los tercerizados, entendemos que levantar estas demandas
desde las bases hizo que en las reuniones de negociación esta reivindicación
fuese tomada con mayor peso por los sindicatos. Sentimos que esta conquista,
aunque parcial, es en primer lugar resultado de varias huelgas protagonizadas
por los tercerizados, por cada petrolero que levanta esta demanda pero también
nuestra, por plantear esta cláusula como condicionante a las negociaciones en
estas dos importantes bases.
Debido al gran número de tercerizados en esta empresa (casi 5 tercerizados
por cada efectivo, o 400 mil a 800 mil) vimos la enorme sensibilidad que los
petroleros efectivos poseen en este tema. Aunque no levanten espontáneamente
estas banderas, dan su apoyo cuando salimos en su defensa. La defensa de los
tercerizados por los efectivos es un primer paso necesario del clasismo entre
los petroleros.
Queremos contribuir a formar una nueva militancia petrolera que sea
radicalmente democrática, organizada desde las bases pero que también sea clasista,
que defienda a los tercerizados y los intereses de la clase trabajadora dentro
y fuera de la empresa. Estamos seguros de que las nuevas generaciones
impactadas por junio y los más experimentados trabajadores que se emocionaron
con la voluntad de la juventud, construiremos juntos una nueva fuerza en este
poderoso sector del movimiento obrero.
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