El Patrimonio Cultural y los Acuerdos de San Andrés ("El Neozapatismo y su influencia en la revaloración del pueblo maya")
por Esteban de Vicente Chab
Ponencia presentada en la mesa panel "El
Neozapatismo y su influencia en la revaloración del pueblo maya" en el
marco del Festival Maya Independiente "Cha’anil
Kaj", llevado a cabo del 12 al 26 de octubre de 2013, en Mérida,
Yucatán.
Domingo, 27 de octubre de 2013
De entre todas las demandas
que el movimiento zapatista reclama, probablemente de las más complicadas de
entender son las que tienen que ver con la cultura. La complicación proviene
creo, de asumir que la cultura no es un hito turístico o una jornada de
recreación para los sentidos y el hambre intelectual. Nos cuesta entender que
la cultura es nuestra vida, el cómo nos relacionamos con los otros y con la
naturaleza, como nos entendemos, las reglas que comunidad creamos y asumimos,
nuestros límites y aspiraciones, nuestros referentes en el tiempo y en el
espacio.
Permítanme recordar algunos de los acuerdos que las partes tomaron en
aquellas mesas, en particular, aquellos que se refieren a las acciones y
medidas para Chiapas, ya que en esa sección de los documentos se aterrizan acciones
para las demandas que sobre la cultura se plantearon en consultas previas:
Se acuerda la creación de institutos indígenas
que estudien, divulguen y desarrollen las lenguas indígenas y que traduzcan
obras científicas, técnicas y culturales y que también fomenten la creación.
Recomendar la revisión de programas, libros de
texto y materiales didácticos para que reflejen y propicien la pluralidad
cultural.
Creación de centros de estudios superiores en
zonas indígenas con programas especiales que fomenten el estudio y la
divulgación de la riqueza cultural indígena, así como de las inquietudes y
necesidades propias de sus culturas. Promoción del estudio y la enseñanza de
las lenguas indígenas en las universidades.
Se recomendará al INAH que se revisen las disposiciones
para
a) Reglamentar el acceso gratuito de los
indígenas a los sitios arqueológicos.
b) Dar a los indígenas la debida capacitación
para poder administrar ellos mismos los sitios.
c) Otorgar a los pueblos indígenas parte de las
utilidades turísticas que generan dichos sitios.
d) Dar a los pueblos indígenas la posibilidad de
utilizar los sitios como centros ceremoniales.
e) Proteger los sitios cuando estén amenazados
por megaproyectos de desarrollo turístico o saqueo hormiga.
Ampliación del concepto de patrimonio para
abarcar las expresiones intangibles de la cultura, tales como la música, el
teatro, la danza, etcétera.
Creación de espacios para la práctica de la
medicina tradicional indígena.
Promover campañas de concientización nacional
para eliminar los prejuicios y racismos y para que se legitime socialmente la
autonomía de los pueblos indígenas y su derecho a la autodeterminación.
Debe ser reconocido y respetado el derecho al
uso del traje indígena en todos los ámbitos de la vida nacional, muy
especialmente para niñas, niños y jóvenes en los espacios educativos. Asimismo,
los programas culturales y de comunicación informarán sobre el valor espiritual
y cultural de los trajes indígenas y el respeto que se les debe.
Garantizar plenamente el derecho de las
comunidades y de los pueblos indígenas a la integridad de sus tierras y
territorios, así como a la preservación y uso racional de su hábitat.
Reconocer, valorar y promover los saberes
tradicionales.
Fortalecer una cultura en materia de salud y
bienestar social que permita aceptar auténticamente una cosmovisión humanista y
plural del proceso salud-enfermedad-ecosistema.
En la planeación e instrumentación de las
políticas y programas de desarrollo económico y social en regiones indígenas se
requiere de la participación de las comunidades a fin de garantizar un uso
racional de los recursos naturales y evitar cualquier afectación a su
patrimonio natural y cultural, en su sentido más amplio, o a sitios y lugares
geográficos de significación simbólica, como los centros civiles, culturales y
ceremoniales.
Se impulsará el reconocimiento en la legislación
del derecho de los pueblos y comunidades indígenas a recibir la indemnización
correspondiente, cuando la explotación de los recursos naturales que el Estado
realice ocasione daños en su hábitat y que vulneren su reproducción cultural.
Para los casos en que el daño ya se hubiere causado y los pueblos demuestren
que las compensaciones otorgadas no permiten su reproducción cultural, se
promoverá el establecimiento de mecanismos de revisión que permitan que, de
manera conjunta, el Estado y los afectados analicen el caso concreto. En ambos
casos, los mecanismos compensatorios buscarán asegurar el desarrollo
sustentable de los pueblos y comunidades indígenas.
Hasta aquí los extractos tomados de los acuerdos de San Andrés. Ahora,
permítanme narrar brevemente un caso que ejemplifica ciertos aspectos y
alcances que podrían tener los acuerdos, sugerencias y consideraciones ya
citados.
Hacia 2008, la Junta de Buen Gobierno de la Garrucha dio a conocer un
comunicado por el cual exponía una serie de hechos a propósito del despojo al
que se le estaba sometiendo un compañero. Dicho despojo se fundamentaba sobre
el hecho de que en un terreno de su propiedad se encuentra parte del sitio
arqueológico de Toniná, por lo que el compañero no podría construir allí
u obtener algún beneficio con esa tierra. La JBG investigó los dichos y
denunciaron no sólo el despojo al que estaba siendo sometido el compañero,
también denunciaron una serie de violaciones a las leyes que rigen la
conservación del patrimonio arqueológico y malos manejos cuando menos
administrativos en torno a la operación del sitio.
Las denuncias se hicieron sobre la destrucción de otros espacios del
sitio sin que hubiera reacciones de la autoridad, en beneficio de personas
identificadas con esta, además de que personas ajenas, en cuanto a propiedad,
se benefician de la operación de la zona arqueológica a través de espacios para
vender en el área del estacionamiento.
Denunciaron también, el hostigamiento al que son sometidos los
compañeros propietarios del terreno aledaño para venderlo; ordenes de aprensión
fueron giradas en varias ocasiones y los compañeros continuaron firmes en su posición.
A partir de estos eventos, la JBG de la Garrucha, tomó la decisión de
defender la zona arqueológica de Toniná, su medio ambiente y evidentemente, los
derechos de los compañeros propietarios del terreno “afectado”.
Hacia finales de 2012, los compañeros abrieron un local para venta de
artesanías en terreno de su propiedad, aunque durante su construcción fueron
acosados y nuevas órdenes de aprehensión, giradas.
Creo que en sí mismo estos hechos encierran ciertos aspectos que se
deben tomar en cuenta en cuanto al patrimonio cultural se refiere.
Por un lado, está el hecho de que no pocos de los elementos que se
consideran como parte del acervo cultural del país, son vedados a la comunidad
donde se encuentran, ya no digamos a las personas, comunidades o pueblos a los
que se les atribuye su potestad. Así, no sólo se les segrega de su legado
ancestral, sino que también su territorio es fragmentado.
Por otra parte, estos espacios creados artificialmente, se constituyen
en fuente de beneficios para unos cuantos, en uncontexto de mercado que en
general opaca lo que de patrimonio pueda tener.
Y en el fondo de todo esto, subyace lo tremendamente sesgado de su
categorización como Patrimonio, derivado de disposiciones administrativas o
políticas ni siquiera consultadas alascomunidades, pueblos, barrios, etc. donde
se encuentran ubicados los elementos culturales.
En el mismo tenor, se encuentra el patrimonio intangible, cuya
comercialización es tan deplorable que en ella caben orígenes diversos,
incluyendo el extraterrestre, y cuya única justificación de su existencia en no
pocos planos gubernamentales es ofrecer atmósferas apropiadas para el turismo,
escenografía para la televisión y personajes de parodia para chistes pletóricas
de racismo.
Tal y como los planteamientos de los Acuerdos de San Andrés reclaman, el
derecho a la cultura parte de tener control sobre el territorio, la educación y
a la autodeterminación. Si esto no se logra, no sólo se presenciará la
desaparición de lo que se estima patrimonio, sino también se estará condenando
a quienes lo detentan. Por cierto, esto también aplica, tristemente de una
manera aún más amplificada si se quiere, al patrimonio natural.
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