Campaña contra la criminalización del anarquismo
México, Octubre 2013.
Esta campaña nace de la
inquietud de un grupo diverso de compañeros y compañeras (anarquistas y no
anarquistas) ante el clima actual de linchamiento mediático y político,
originado por la constante (y no nueva) campaña de criminalización en contra
del pensamiento, grupos y personas anarquistas, llevada a cabo desde el
Gobierno de la Ciudad de México, y los medios masivos de comunicación, que se
ha intensificado a partir de las últimas movilizaciones sociales.
Sabemos que no es la primera vez en que un gobierno emprende una campaña
de criminalización en contra, ni del anarquismo en particular, ni de otras
formas y propuestas de transformación social, y luchas sociales concretas.
Entendemos estas campañas como una herramienta del sistema para enfrentar la
diversidad de ideas, movimientos y reivindicaciones sociales que se oponen y
enfrentan a sus dictados políticos y económicos, y nos parece preocupante que
el discurso construido desde las esferas de poder, y emitido por los medios
masivos de comunicación pueda replicarse entre la gente, y los movimientos
sociales.
Ante esto, es que nace esta propuesta de hacer una pequeña campaña, por
medio de materiales de audio y vídeo, con todas las limitantes nuestras y
propias del proyecto, no para apelar a la interlocución con el Estado, medios
de comunicación o “intelectuales” y
periodistas que durante los últimos días han chorreado tinta, desde todos los
sectores de la “clase” política
mexicana para engrosar esta campaña en contra del anarquismo, sino
dirigiéndonos hacia la gente, la de la calle, y los movimientos sociales que
suelen replicar estas imágenes, estigmas, y discursos sin detenerse a
reflexionar sobre los objetivos de estas estrategias del poder político y económico
para combatir pensamientos y movimientos sociales, propuestas revolucionarias,
organizaciones y personas específicas.
Para empezar, tenemos que expresar que entendemos al anarquismo como un
conjunto de propuestas, políticas, sociales, económicas, organizativas, con una
diversidad de estrategias de lucha, en busca de construir otra forma de
relaciones sociales, donde la explotación económica, y la dominación política
no tienen cabida, en suma una propuesta revolucionaria en contra del
capitalismo, y en contra del Estado, que imponen la opresión social.
Las propuestas, ideas, organizaciones, acciones y movimientos
anarquistas han estado presentes, estrictamente hablando desde mediados del
siglo XIX, y han sido de vital importancia en los procesos revolucionarios,
donde los de abajo, los explotados y dominados se han levantado para terminar
con ese “destino” que desde arriba se
les impuso, teniendo una fuerte importancia histórica en la lucha contra la
dominación y explotación, la historia de diferentes pueblos y procesos de lucha
no se pueden entender si se olvida esta propuesta concreta, pero el anarquismo
no se quedó solo en aquellas historias de lucha del Siglo XIX y XX, a pesar de
los esfuerzos por erradicarlo, silenciarlo y condenarlo al olvido.
La explotación y la dominación, en contra de la que se levantó el
anarquismo y otras ideas de lucha social, sigue estando presente, sigue
estrangulando a la humanidad y al mundo mismo, sigue imponiéndose por medio de
toda la violencia y brutalidad inherente a la dominación, política, económica o
de cualquier otro tipo. Dicha explotación, y dominación se impone a partir de
la violencia que ejerce el sistema como forma de implantarse sobre los pueblos,
hombres y mujeres, mediante sus instituciones, cuerpos policiacos, militares,
paramilitares.
La violencia nace de una dinámica económica y política que despoja a la
gente de la posibilidad de acceder a una vida digna y plena, donde seamos
dueños de nuestro trabajo, decisiones, procesos colectivos e individuales.
Asumimos, que ese es el origen de la violencia social: el despojo, la
explotación, la exclusión, y la opresión que se ejerce sobre las sociedades,
una violencia a veces sutil, otra brutal, de la que esos medios de comunicación
no hablan, y la presentan como la “normalidad”
social a la que estamos “destinados”.
Ante esta violencia, encarnada en las instituciones estatales, y su
dinámica política y económica, se han levantado diversas propuestas, proyectos,
pueblos, reclamando los derechos que no se enmarcan en ninguna ley, ni
institución, se han enarbolado luchas en contra de esas instancias que imponen
la dominación social, política y económica, que no han cesado, que siguen
estando presentes, cada una con sus especificidades, y con divergencias entre
unas y otras. El anarquismo es una de estas propuestas específicas (y diversa
dentro de sí misma), que se mantiene luchando en contra del sistema político y
económico, no para reformarlo, sino para transformarlo radicalmente.
La violencia estatal y económica es el medio por el cual se impone la
dominación sobre el conjunto de los grupos humanos, y por la cual el sistema
combate las diferentes ideas de transformación social que le son incómodas. Más
allá de discusiones sobre el uso de la violencia como herramienta lucha,
entendemos que esta, es el medio por el cual se hace frente, sea ofensiva o
defensivamente a la otra violencia original: la del sistema político y
económico.
El uso de la violencia como herramienta de lucha, no ha sido exclusivo
del anarquismo, diferentes han sido los movimientos y propuestas, que desde sus
propias dinámicas y concepciones han hecho uso de ella, para enfrentarse a la
dominación y explotación, más allá de no ser exclusiva del anarquismo, tampoco
es su eje central, como esta campaña de criminalización pretende hacerlo creer.
Es decir, los medios de comunicación, los gobiernos presentan la violencia
ejercida ofensiva o defensivamente por los movimientos y propuestas sociales
como si solo fuera “violencia por
violencia”, despojando a los movimientos que la usan de todo su sustrato de
ser propuestas sociales, políticas, económicas emancipadoras, y haría falta
decir, tampoco está presente en todas las expresiones del anarquismo.
El sistema, utiliza la violencia que responde a su violencia para justifica
su propia violencia, intentando construir una imagen social del luchador,
anarquista en este caso, equiparándolo a ser un “delincuente”, para que la gente asocie a los movimientos, ideas,
grupos y personas como “malos” y
perjudiciales contra la “sociedad”.
Enmascara la violencia oficial, intenta caricaturizar las ideas, manipula las
imágenes, palabras, y acciones, estigmatiza formas de vestir, de pensar y de
actuar, para intentar esta justificación.
En suma, plantea que las acciones de lucha son un “delito”, partiendo de un concepto jurídico que es uno de los
pilares de la justificación social del Estado, intentando que la gente
identifique al grupo señalado, y a cualquier otro que se movilice fuera, e
incluso dentro de los márgenes del sistema como “delincuentes”.
El concepto de delito, parte de aquello que el sistema plantea como tal,
es decir, las leyes y delitos son establecidas por ellos mismos, siendo un acto
o conducta específica que es señalada por las instituciones, grupos de poder
político y económico como tal, siendo todo aquello que ellos decidan.
Esta construcción jurídica, tiene que justificarse socialmente, para lo
cual se cuenta con un amplio aparato institucional y mediático que se encarga
de construir esta noción dentro del ámbito social, emitiendo mensajes donde el
delito (acto contrario a la ley) y el delincuente (el ejecutor del acto), son “monstruos” a los que hay que combatir
con todo el aparato de Estado, porque “dañan”
la vida social.
Esta campaña constante de criminalización del anarquismo en particular,
y de cualquier planteamiento, propuesta, idea de lucha, cualquier organización,
proceso colectivo, descontento, que le sea perjudicial al sistema, intenta que
la gente identifique a quienes luchan, se organizan, resisten, se levantan y
sus ideas como “delitos” y “delincuentes”, justificando con esto
toda la represión que el sistema utiliza, en contra del grupo particular, de
las luchas en general, y de las poblaciones en última instancia.
Al caracterizarnos como “delito”
y “delincuentes”, el sistema intenta
que socialmente se construya una imagen donde luchar desde cualquier ámbito, e
idea se pueda equiparar a actos tales como asesinar, violar, agredir,
intentando despojar a las propuestas, grupos, organizaciones, ideas, luchas y personas
de sus sustratos, de su carácter de lucha, de sus propuestas organizativas,
sociales, políticas, económicas, de sus críticas contra el sistema y la
dinámica imperante de explotación, despojo, dominación.
Ante esto, creemos y asumimos importante reivindicar las ideas de lucha,
sus propuestas, sus organizaciones, grupos y personas, fuera de esa concepción
de “delito” que se implanta entre la
gente, y como lo que son, propuestas de lucha en contra de la explotación
económica, la dominación política, social, cultural, en suma propuestas
transformadoras, emancipadoras.
Esto lo asumimos, sin pretender hablar por ningún grupo o tendencia
anarquista o de cualquier otra forma de pensar y luchar, sino desde nuestro
particular entendimiento, buscando con esta limitada contra campaña, dar un
poco de difusión de lo que es el anarquismo de manera general, y llamando a la
gente, a los movimientos a no replicar los discursos construidos desde el poder
político y económico, pues entendemos que la actual criminalización contra el
anarquismo, en el fondo es la criminalización del descontento, de la
organización, de la rabia que este sistema de explotación y dominación genera.
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