por Jorge Lofredo
Jueves, 31 de octubre de 2013
LA PREOCUPACIÓN FUNDAMENTAL ES QUE EL ANARQUISMO Y SUS CÉLULAS AUTÓNOMAS
SEAN “INFILTRABLES” Y VULNERABLES A
TAL EFECTO Y EL MAYOR RECELO ES QUE SE UTILICEN PARA DESPRESTIGIAR A TODO EL
MOVIMIENTO SOCIAL.
No es la primera vez que ocurre: el 30 de noviembre del año pasado, un
desconocido Ejército Popular Magonista de
Liberación Nacional, mediante el único comunicado conocido hasta la fecha,
lanzó un llamado a la rebelión y al combate, con una repercusión
pocas veces visto en los medios masivos de difusión, para la manifestación
programada por la asunción del nuevo presidente al día siguiente. Una situación
semejante tuvo lugar este 29 de septiembre, preludio de la marcha del 2 de
octubre, cuando la Coordinadora de las
Sombras convocó a la rebelión y subversión. Ríos de tinta
corrieron nuevamente aunando en forma directa y acrítica la aparición de un
manifiesto con la violencia registrada en las jornadas posteriores, idéntico a
lo sucedido en la ocasión anterior. La similitud entre ambas circunstancias se
asienta en que públicamente resultaron desconocidas hasta el momento de cada
pronunciación, pero de inmediato fueron catalogadas como amenazas por
distintas corporaciones de seguridad y, lo más llamativo, como expresiones
genuinas. Con un solo texto de los magonistas y dos de la coordinadora (que
obtuvo una respuesta desde un conjunto de otros grupos) resulta imposible
establecer sus objetivos y la dimensión real de estas amenazas y
únicamente puede conjeturarse acerca de su presencia efectiva y los actos
producidos.
Para intentar desentrañar, más
no sea un poco, la cuestión que aquí se presenta, parece adecuado recurrir a
las voces de quienes han participado en ambas oportunidades, limitando sus
opiniones a la marcha del 2 de octubre y que han decidido compartir sus
experiencias, puntos de vista e inquietudes. Son, pues, protagonistas que en
primera persona han visto y vivido lo sucedido y es desde su perspectiva lo que
ayudará y procurará un acercamiento al fenómeno que tanta atención logró
concitar. Vale aclarar que no se trata de entrevistas formales con algún guion
predeterminado sino de pláticas entre pares y compañeros, al ritmo de la
vorágine y el calor del combate callejero, como distintos sectores se
empeñan en denominar. Por lo tanto, es posible encontrar entre sus testimonios
la primera mirada junto a la reflexión pausada, aquella que surge de la
experiencia previa, y lo que transcurre entre el folklore de lo cotidiano y las
nuevas formas de expresión y protesta social. (Para simplificar su
lectura, todos los testimonios están resaltados con bastardillas.)
Los comunicados de la convocatoria
La primera cuestión que surge al respecto es la que refiere a los
comunicados conocidos de la Coordinadora
de las Sombras, denominación con la que ha trascendido un grupo anarquista
en su convocatoria, entre otras, para la marcha por los cuarenta y cinco años
de la masacre del 2 de octubre. Las observaciones a estos textos no se hicieron
esperar y se cita textual: “Parecen cuatro discursos (por lo menos) con
bastantes diferencias: El primero es un discurso anarco clásico; más adelante,
marxista que luego va a lo insurreccional pero luego empieza a contradecirse...
No quieren estar en las masas, además, los movimientos masivos los rechazan y
entregan, pero ‘quizá’ sea necesario seguir manteniendo el hilo... Por último,
se nota el discurso de Fight Club [en referencia a la cinta El club de
la pelea]. Y saltan dos detalles: el uso de Borges en una cita y el
término ‘deschavetado’ a AMLO (!). Esa palabra fue muy usada por la televisión
y los medios. Otro punto, al final, el de llamar España y no Estado Español,
como suele ser el discurso, por lo de las independencias”. Otra
observación, en la misma línea, propone: “El comunicado de tres
organizaciones anarquistas que entran en diálogo con [la Coordinadora de] las sombras es
interesante porque ellos son en cierta manera el ala dura militar de los
insurreccionalistas mientras que [la Coordinadora
de] las sombras se encuentran en proceso de organización. Interesante
también porque hasta la fecha ninguna organización con antecedentes de
actividad insurreccional, salvo los magonistas de lo que no se ha sabido nada,
había reivindicado su participación en las protestas-batallas anteriores y aún
en la del 2oct.”; y una pregunta queda sin respuesta: “¿Los magonistas
fueron un membrete?”. (Los dos textos de la Coordinadora de las sombras y las respuestas de distintas
organizaciones anarquistas pueden consultarse en http://es.contrainfo.espiv.net/ y el de los magonistas en http://cedema.org).
Cabe, al respecto, una
reflexión más acerca de las diferencias entre magonistas y la coordinadora: “[cada
uno] habla de la posibilidad de una coordinación en proceso de organización
que políticamente tal vez no tiene programa pero que uno de sus puntos de
unidad es el combate callejero. El comunicado de los magonistas parece de
tendencia más marxista que el de [la Coordinadora de] las sombras. No
estamos tan seguros de que sean las mismas organizaciones y eso también se
podría hacer notar porque estaríamos hablando de distintas fuerzas operativas.”
Antes de continuar, queda un
dato que merece ser destacado. La denominación que se han dado, Coordinadora de las Sombras, es
típicamente anarquista –entre grandilocuente y tenebrosa– pero llama la atención
la redacción de sus textos. Enfoca su análisis entre político y el llamado a la
acción, cuando es habitual que se priorice lo segundo; y reemplazan toda
referencia de lo revolucionario por subversivo (esto es: se autodenominan
subversivos pues no creen en la revolución y su organización interna no se
estructura como un partido marxista-leninista basado en el centralismo
democrático) lo que también es un indicador ácrata. Pero en el segundo texto de
la Coordinadora es posible encontrar dos ideas que recogen antes del zapatismo
y el eperrismo que del anarquismo en sí: primero, cuando indican que ahora
voltean hacia el rostro del encapuchado cuando antes nadie se fijaba en ellos
y, después, a la mención de los 45 años –referencia al 68– de historia como
propia, como sus protagonistas fundamentales. Cambia el tiempo
transcurrido y los fenómenos de referencia, pero se vuelve inevitable no
aceptar la inspiración de uno y otro. De ninguna manera hay relación entre
fenómenos distintos, pero cierto es que la historia se aprende, y aprehende,
para que no se convierta en tragedia. La Coordinadora
de las sombras toma del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en un
texto memorable, la necesidad de uso del pasamontañas –capucha, en este caso,
para los anarquistas– y su explicación, cuyo argumento básico es resguardar la
identidad y seguridad en el combate callejero. Conjuntamente, la referencia a
todos los años de lucha transcurridos los presenta –o sea, se presentan a sí
mismos– como la columna vertebral de un hecho que, evidentemente, los excede;
como si todo ello implicase la necesidad de una apropiación a la vez de
protagonismo, como así lo hace el eperrismo, cuando retoma en su discurso el
transcurso de una lucha que nace un año antes del asalto al cuartel Madera. (El
eperrismo asevera que su lucha nace en 1964 y para ello sólo basta checar sus
comunicados para confirmar tal aseveración.) Todas son experiencias
completamente distintas y no relacionadas entre sí, pero en su esencia (el
fondo de la cuestión) es la misma. ¿Por qué? Quizá porque la historia reciente
ya no es indiferente para este sector, y que considera necesario aprender de –y
nuevamente aprehender– la historia rebelde del México contemporáneo. Y ello no es usual respecto a lo conocido,
hasta ahora, de esta fracción del anarquismo mexicano contemporáneo.
El clima de la calle
Sobre la marcha, las visiones parecen encontrar puntos un común. El
tercero de los testimonios, reportero de un medio alternativo, señaló que “a
nivel de calle, hay mucho discurso y un actuar increíble desde el 1º de
diciembre, pero con un gran debilitamiento y mucha rareza. Salta mucho que a
veces se nos respeta y a veces no. A veces quieren que estemos allí (1º de
diciembre, 1º de mayo) y en ocasiones descargan la furia (2 de octubre). Pero
no es un sí ni un no claros. Llama la atención que se dejen ver asaltando
tiendas y robando refrescos y cervezas en particular (sabemos que es parte del
discurso mediático de criminalizar, pero no deja de ser raro). No nos atrevemos
a hablar de provocadores, pero no hay confianza en lo que hacen. Llevamos
contabilizados alrededor de 11 enfrentamientos, 4 muy graves y un
fortalecimiento enorme de discurso y práctica represiva. Ahora el cuerpo de
granaderos patrulla todos los días, por todos lados, con caballos y mucho
armamento a la vista, por cualquier motivo.” Desde otro medio, también
presente en las movilizaciones, el análisis se enfoca hacia las mismas
inquietudes irresueltas: “es claro que hay al menos dos bandos beligerantes,
la policía y los manifestantes. Entre estos últimos están los espontáneos, los
comunistas y los anarquistas; porque realmente es falso que sólo los
anarquistas se estén preparando para las batallas callejeras. Desde el 1º de
diciembre hace un año se vio también que había muchos comunistas entrando al
combate. Lo que pasa es que como cierta medida táctica han dejado que
mediáticamente se haga responsable a los anarquistas. Además, por supuesto,
también están los infiltrados. La duda es sobre ellos. En esta última marcha [del
2 de octubre] fue claro que tanto la policía como los infiltrados fueron
llevando la marcha hacia donde ellos quisieron, que era donde habían asentado
un fuerte operativo para encapsular y detener masivamente.”
Otro aporte hacer un recuento
de la historia inmediata donde se pregunta en voz alta buscando también alguna
clase de respuesta. Dice: “El 1º de mayo hubo un breve conato en el
centro entre tres anarcos (identificados como quienes acababan de abandonar la
toma de Rectoría de la UNAM) contra policías, quienes no repelieron. Más tarde,
ese mismo día, un ataque con piedras, televisores y globos de pintura contra
Televisa, la policía nuevamente no respondió. Ya la toma de Rectoría había
generado malestar entre ellos, pues fue una acción sin consenso y desesperada,
que además dio lugar a filtraciones a prensa, que venían desde una toma
anterior de la dirección de CCHs el 20 de abril, donde se dejaron ver
descubiertos varios estudiantes de la UNAM”. Y continúa: “El 1º de junio
hubo una convocatoria a través de redes sociales para tomar Los Pinos. Fue
evidente la desorganización al dar un punto de cita, al que no llegaron
puntuales, confundieron lugares, y se exhibieron completamente sus intenciones.
Aunque en prensa nadie sabía del evento, en el metro ya estaban rodeados por un
dispositivo de un cuerpo especial de policía (del metro, antimotines) que los
golpeó y detuvo a uno de ellos. Fueron desarmados mucho antes siquiera que
pudieran pensar en actuar. Lo destacable es que es la primera vez (y única) que
realizan una actividad sin mezclarse con otros grupos”. Y la tercera parte
de la narración abunda en la idea que se viene destacando desde sus palabras. “El
1º de julio se convocó nuevamente a una manifestación que coincidió con una de
Morena [la fuerza política encabezada por Andrés Manuel López Obrador]
en el Ángel de la Independencia. Los segundos se retiraron, y el grupo anarco
(de unas 500 personas cuanto mucho) se vio rodeada por un dispositivo policial
que los superaba en más de 3 a 1. (Ese día observamos que sacaron a todos los
granaderos de todas las secciones para ese operativo.) Esa manifestación duró
cerca de 5 horas caminando sin rumbo por el centro y poniente de la ciudad
hasta terminar en el zócalo. El encapsulamiento no pasó de breves jaloneos,
quizá, por la presencia de tanta prensa. Y cierra con un dato político que
merece ser destacado: “Es importante resaltar que en la manifestación del 1º
de septiembre un sector de los anarcos fue repelido no solo por la policía,
sino por el magisterio de la CNTE. Aunque en lo individual, algunos maestros
puedan tener simpatía con ellos y también hayan protagonizado enfrentamientos,
como conglomerado sindical han procurado deslindarse y mantener distancia casi
por completo. De hecho, el propio 2 de octubre evitaron siquiera estar cerca de
los enfrentamientos.”
Autodefensa y combate callejero
El relato se interrumpe por un nuevo interlocutor que considera
imprescindible agregar información sobre la circulación de un manual de
autodefensa. Los medios masivos atribuyeron a organizaciones anarquistas su
redacción y autoría (puede checarse el documento completo en el sitio web de
Carmen Aristegui: http://aristeguinoticias.com); sin embargo, el “Manual de Autodefensa” no sólo no es nuevo sino que se pone en
duda el objetivo de su preparación. (El redactor de estas líneas sabe de él al
menos desde 2010, aunque nunca a texto completo, lo que implica que bien pudo
haber sido elaborado efectivamente por grupos anarquistas y que ha sido
perfeccionado con las experiencias recogidas posteriores a su redacción.) No
obstante, resulta más interesante el análisis que puede hacerse sobre el manual
antes que el uso efectivo de sus consejos: “el manual de autodefensa que
estuvo circulando en estos días es en verdad muy interesante, con reflexiones
útiles. No sabemos quién lo hizo pero suponemos que si no fue de autoría
policíaca como parece, entonces efectivamente grupos de activistas se prepararon
para entrar en combate. Y lo pudimos constatar plenamente: mucha gente iba bien
pertrechada. De lo que se deriva una segunda premisa reflexiva: los infiltrados
llevaban también pertrechos para provocar y dar batalla. Sin embargo, decimos
nosotros, que no pueden hacer uso más que de una limitada capacidad de fuego
porque de no ser así atentarían gravemente contra sus propios compañeros, los
policías. Igualmente, fueron rebasados por la multitud”. Y puede agregarse:
“la multitud rebasó a los que iban a preparados para el combate callejero y
también a la policía, tanto a los que infiltrados provocaban como a los
granaderos que reprimían. La multitud dio la batalla.”
Este es el punto para
adentrarse en la cuestión de la lógica que cobró el combate callejero,
siempre desde la perspectiva del participante. “Tenemos la duda en realidad –hace
hincapié este nuevo relato– de cuántos infiltrados aproximamos a calcular,
para así valorar cuánta gente fue preparada. El gobierno dice que identificó
entre 70 y 200 ‘rijosos’. Pero en una de las escaramuzas más fuertes nosotros
vimos aproximadamente un conglomerado de 1500 y 2000 personas del lado de los
manifestantes, entre ‘rijosos’ y observadores y un número no calculado de
antimotines. En un momento dado, ya que los pertrechos escasearon del lado de
los manifestantes, la policía arremetió y un número considerable de
manifestantes salió del campo de batalla por un lateral hacia el lado
izquierdo. […] Lo curioso fue ver que un igual número considerable de personas,
ante la arremetida de la policía se movió hacia la derecha, hacia donde estaban
los policías”. Para confirmar este argumento, vale la pena abundar en otro
testimonio presencial: “En la detención masiva que se dio momentos después,
de aproximadamente 70 manifestantes, y de la cual afortunadamente salimos
librados, no vimos a los que estaban en la línea de frente de batalla. Algunos
si, otros no. Lo que parece posible es que muchos de los que corrieron hacia la
derecha, hacia los policías, eran también policías; de otra manera hubiesen
sido detenidos ese momento y no pasó así”. La conclusión es obvia: “¿Por
dónde escaparon si estaba todo cercado?”.
El valor de los testimonios
aquí brindados se destaca porque cada uno de ellos no se relaciona con los
otros sino que fueron expresados independientemente de los otros.
Autoconvocados, anarquistas, comunistas y otras expresiones más tuvieron lugar
aquí. “Esta situación que nosotros pudimos observar –agrega un colectivo
político-social– sumado a comentarios de otros compañeros que han estado en
otras batallas, nos ha puesto a pensar si hay efectivamente grupos de
compañeros preparándose para el combate callejero y de cuántos activos estamos
hablando, porque realmente puede ser una minoría a pesar de nuestros ‘buenos’
deseos; y su contraparte, de qué tamaño es el operativo de control y
neutralización por parte del gobierno. El gobierno habla de 4000 efectivos
antimotines, pero mínimo había el doble. ¿Con cuántos efectivos infiltrados
contaba el operativo policíaco, ¿100?, ¿500? Realmente no lo sabemos y eso nos
preocupa bastante.”
Se llega al momento de
expresar la idea de “ganar batallas”,
como una máxima anarquista de lucha cuerpo a cuerpo, momento tras momento, y el
ahora como instancia sublime. “Ganar
batallas” es, en definitiva, una definición política pero también cultural,
de quien define cuándo, cómo y dónde se declara una guerra –social en
este caso– tal como la han declarado un sector del anarquismo y con mayor
fuerza desde el fetiche 2010, aunque hay registros previos a esa fecha
en México, como los butanazos
contra instituciones bancarias, símbolos de la explotación del hombre por el
hombre, y también contra empresas cosméticas, medicinales y otras que usan
animalitos indefensos –y sin escatimar en crueldad– para su vivisección, entre
2008-2009.
Los costos
El “costado romántico”,
elogioso por otra parte, trae consecuencias concretas, necesarias para resolver
en el momento concreto y en la realidad que ha tocado vivir: “eso de ir
‘ganando batallas’ es demasiado relativo porque ni se ha ganado territorio, ni
se gana prestigio, ni nada, porque luego además de tener una decena de
compañeros en la cárcel tienes que pagar tus $130 mil, y en tres o cuatro
batallas [por cada uno] que si se tuvieran como organización podrían
utilizarse en otras estructuras instrumentales. Aparte del evidente
desprestigio de los movimientos […] habría que explorar otras
consecuencias políticas de enfrentarse a la policía, en el propio discurso de
quienes llaman a ello”. La lectura política de la situación no se hizo
esperar: “finalmente, el otro punto es que uno de los motivos para
considerarlos ‘batallas’ y no simples ‘combates’ callejeros es que hay
estrategias militares en acción. Habría que hacer observaciones más precisas
para afirmar que [Coordinadora de] las sombras o que los magonistas
dispusieron de unas ciertas estrategias para ordenar un frente o varios frentes
en las batallas del 1 y del 2 de octubre; pero incluso a pesar de no tenerlas
no podemos obviar que las corporaciones policiacas, locales y federales,
dispusieron de un operativo de batalla para conducir la marcha, para iniciar la
batalla, para enfrentar a la multitud, para hacer la detención masiva, para
presentar el evento en los medios en un discurso hecho, es decir, de una
estrategia de batalla. Que si efectiva o deficiente o sobrepasada ese ya es
otro tema, el punto es que son batallas porque también el gobierno está
dispuesto a dar batalla a defender los suyo (y ahí está el recién salido
protocolo de actuación policial para control de multitudes) no sólo porque unos
grupos se preparen para enfrentarse. En ese sentido los infiltrados no son para
provocar la represión, son para potenciar los desmanes, robo a tiendas, etc. es
decir, que eso de ‘ganar batallas’ no solo es cultural y político sino también
militar.”
* * *
Como conclusión, a partir de los argumentos aquí esgrimidos, queda una
duda pendiente: ¿las células anarquistas que operan en distintos puntos de México adoptaron medidas
anti-infiltración?; o, más aún, ¿cómo es posible distinguir el accionar de
grupos en pos de una idea libertaria respecto a otros que, travestidos de
tales, operan funcionalmente para lo contrario? Lleva tiempo ya que se nota la
actividad de infiltrados para potenciar desmanes y destrozos, atribuyendo en
pleno fragor de la batalla a los anarquistas de esa responsabilidad sin otro
argumento que la repercusión que alcanzarán en los medios masivos. Y no sólo se
trata de desviar la discusión de su punto nodal hacia otros periféricos, sino
que son los medios y las formas que el sistema busca para legitimarse y
reproducirse. La preocupación fundamental es que el anarquismo y sus células
autónomas sean “infiltrables” y vulnerables a tal efecto y el mayor recelo es
que se utilicen para desprestigiar a todo el movimiento social. Es sabido que
si no fuese así, el sistema buscará otras formas y medios (ayer el peligro rojo,
hoy la amenaza negra: da igual); pero, en tanto, todo seguirá igual o
¿qué hacer?
Comentarios