Por
Armando Martínez Orozco
Noticia
esparcida desde Guaymas, Sonora, hacia toda la República Mexicana, su nombre
llegó a los oídos de los medios y audiencias de todo el país con el hálito
absurdo de la negligencia médica: José Sánchez Carrasco, el hombre de 38 años,
quien antes de su muerte fue grabado y cuestionado (se declaraba jornalero),
moriría un lunes 21 de octubre de 2013 afuera del Hospital General de Guaymas.
La página de internet de Radio Fórmula, informó que incluso Carlos Lorett
de Mola, en su programa radiofónico Contraportada, entrevistó a Bernardo
Campillo García, Secretario de Salud del Estado de Sonora. El enojo ya no sólo
venía de los blogs que proponen un periodismo alternativo, de los usuarios de
Youtube, de La Jornada, de la revista Proceso o del periódico El Universal.
Según Campillo, Carrasco llegó al Hospital General de Guaymas con un cuadro
de deshidratación y desnutrición, y manifestaba intensos dolores de espalda. En
una vena le pusieron suero, le entregaron analgésicos, le hicieron estudios de
la sangre. Carrasco, en la versión de Campillo, se arranca todo aparato médico
que invadía su cuerpo y huyó del hospital. Los trabajadores le rogaron que
volviera y le llevaron alimento. Eso dijo Campillo.
Dossier Político, Excélsior, Uniradionoticias, Abecenoticias, expreso.com,
razón.com.mx, y pare usted de contar, notificaban que tanto la Secretaría del
Trabajo y Previsión Social (STyPS) de Sonora, la delegación en Guaymas del
Instituto Mexicano del Seguro Social y el gobierno de Chihuahua han evadido sus
responsabilidades con un argumento que únicamente omite una irresponsabilidad
institucional: no hay pruebas de que Carrasco trabajara en el campo.
En un video hecho por un reportero de la página www.elchacoteo.com.mx y que
ya circula por Youtube, se ve a Carrasco, en el suelo y afuera del mencionado
Centro de Salud. Está tendido sobre una especie de saco de dormir como para
acampar, encima lleva un poncho y afirma el haber nacido en Guachochi, pueblo
de Chihuahua, pero aclara que fue criado en el municipio de Casas Grandes, en
Sonora.
No tiene un padre; sí una madre, según expresa en la entrevista. Y una hermana, de nombre Juana, que vive en
Casas Grandes. “Mi mamá está muy
acabadita”, expresó. El doctor no lo quiso atender. “Ni siquiera habló conmigo”, añadió. “Nada más me dijeron: ‘quítese la ropa para que se te refresque’”.
Cuando el reportero le preguntó que desde hace cuánto tiempo no comía, Carrasco
se quitó la manta que lo abrigaba y mostró a la cámara un medio cuerpo de
huesos. Dos noches esperó a que lo atendieran. “No puedo caminar, ya camino como viejito. Me canso”, dijo. Llevaba
tres semanas sin comer. “Aquí tienes
comida. Come”, le expresó el reportero.
Jornaleros
agrícolas, uno de los grupos más olvidados: Sergio Aguayo
Uno de
los grupos más olvidados y a uno de los que constantemente se les vejan sus
derechos humanos en el país, desde Chiapas hasta Baja California y que incluso
es una cuestión documentada ampliamente, son los jornaleros agrícolas, dijo el
lunes 28 de octubre en Aristegui Noticias el columnista del periódico Reforma,
Sergio Aguayo.
Preguntó Aguayo a Aristegui y al auditorio, mientras opinaba sobre la
muerte de José Sánchez Carrasco, quien falleciera el lunes 21 de octubre afuera
del Hospital General de Guaymas, si la Comisión Nacional de Arbitraje Médico
(CONAMED) ha dicho algo o emitido algún comunicado para mostrar su posición
acerca de este caso de negligencia médica. Y recordó que la CONAMED, en el
2012, recibió 27 millones de pesos.
La mayor parte de las burocracias en el país que defienden los derechos
humanos, tienden a ser maestros de la evasión (Aguayo utilizó la palabra
elevación) para no tocar los temas que los ponen en evidencia y aquellos que
ilustran su falta de compromiso con las víctimas de algún suceso.
Rememoró que Raúl Ramírez Baena, presidente de la Comisión Ciudadana de
Derechos Humanos del Noroeste, y ex ombudsman de Baja California, hace ya
tiempo, presentó un informe muy duro sobre la situación de los jornaleros
agrícolas en México. Explicó en tal documento, cómo es que se violaban los
derechos humanos en el Valle de San Quintín, en Baja California. Y es que, lo
común en nuestro país, es que cuando existe alguien que se solidariza con los
afectados, es despedido, afirmó.
En ese sentido, añadió, no debe sorprendernos que México repruebe en el
examen universal de los derechos humanos. La noticia de José Sánchez Carrasco,
comentó, es paradigmática: “Él es una
víctima indefensa, no hubo ninguna institución pública que lo defendiera”,
puntualizó.
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