Por Raúl
Romero
…la condición humana tiene una porfiada tendencia a
la mala conducta.
Donde menos se espera, salta la rebelión y ocurre la dignidad.
En las montañas de Chiapas, por ejemplo.
Largo tiempo callaron los indígenas mayas.
La cultura maya es una cultura de la paciencia, que sabe esperar.
Ahora, ¿cuánta gente habla por esas bocas?
Los zapatistas están en Chiapas, pero están en todas partes.
Son pocos, pero tienen muchos embajadores espontáneos.
Como nadie nombra a esos embajadores, nadie puede destituirlos.
Como nadie les paga, nadie puede contarlos. Ni comprarlos.
Donde menos se espera, salta la rebelión y ocurre la dignidad.
En las montañas de Chiapas, por ejemplo.
Largo tiempo callaron los indígenas mayas.
La cultura maya es una cultura de la paciencia, que sabe esperar.
Ahora, ¿cuánta gente habla por esas bocas?
Los zapatistas están en Chiapas, pero están en todas partes.
Son pocos, pero tienen muchos embajadores espontáneos.
Como nadie nombra a esos embajadores, nadie puede destituirlos.
Como nadie les paga, nadie puede contarlos. Ni comprarlos.
El desafío, Eduardo Galeano [1]
El 17 de noviembre del 2013 se
cumplen 30 años de la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN), y el 1 de enero del 2014 se celebrarán 20 años de su aparición pública.
Como una forma de homenaje a los hombres y mujeres que hicieron que el grito de
YA BASTA retumbara por todo el mundo, hoy iniciamos una serie de entregas que
pretenden ser una breve revisión histórica de los actores que se entrelazaron
para dar origen al EZLN. Para hacerlo se ha recurrido a diversas fuentes, pero
sobre todo a los escritos, entrevistas y comunicados que los propios
neozapatistas han generado. El texto se divide en tres apartados:
I. El
núcleo guerrillero,
II. La
resistencia milenaria y
III. La
opción por los pobres.
Es necesaria una aclaración:
no ha sido nuestra intensión hablar por los zapatistas, ellos y ellas han
contado su historia. Nuestro único objetivo aquí es contribuir a la difusión de
su experiencia, esa que sin duda alguna representa la alternativa más avanzada
en el mundo. Esperemos que estás líneas también sirvan para alimentar la
historia del otro mundo posible que aún se encuentra en construcción.
I. El “núcleo guerrillero”[2]
Es 1968 y la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos de América (EUA) se disputan
la hegemonía mundial en una guerra disfrazada: la “Guerra Fría”. En Checoslovaquia la “Primavera de Praga” muestra al mundo el autoritarismo y la
burocracia del “socialismo realmente
existente”. Los manifestantes pugnan por un “socialismo con rostro humano”, pero sobre todo democrático. La
respuesta de la URSS y sus aliados es la invasión del país. En Francia el “Mayo francés” evidencia –entre muchas
otras cosas–, un rechazo generalizado a la sociedad de consumo.
Es 1968 y
las Américas también están inquietas. En América Latina el triunfo de la Revolución
Cubana sigue despertando expectativas y miles de jóvenes engrosan las filas de
los movimientos y partidos revolucionarios. En EUA Martin Luther King –líder
del movimiento por los derechos civiles– es asesinado y las manifestaciones
contra la invasión a Vietnam polarizan aún más la sociedad norteamericana.
Es 1968,
México será la sede de los Juegos Olímpicos y en el mes de julio estalla uno de
los movimientos estudiantiles más importantes de su historia. Las condiciones
políticas y sociales del país hacen que un conflicto que parecía menor
rápidamente encuentre dimensiones nacionales. México está nuevamente a tono
–como lo fue durante la revolución de 1910– con el descontento social que
recorre el mundo. Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez –Presidente y
Secretario de Gobernación de México, respectivamente– ordenan reprimir una
manifestación estudiantil. El 2 de octubre grupos militares y paramilitares
atacan a los manifestantes en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, Ciudad
de México; provocando cientos de muertos, desaparecidos y lesionados.
Es 1969 y
el mundo no es el mismo después de la “Revolución
Cultural” de 1968, como la llamó Hobsbawm[3]. Es 1969 y México aún duele: muchas familias buscan
a sus hijos e hijas desde aquel 2 de octubre en que no regresaron a sus casas.
Mientras tanto, el gobierno mexicano justifica la masacre argumentando que la primera
agresión salió de los estudiantes, que había extranjeros interesados en
desestabilizar el país y que el fantasma del comunismo estaba detrás de las
protestas.
Cientos
de jóvenes que habían participado en las movilizaciones estudiantiles
concluyeron que no lograrían transformar a México por la vía institucional.
Para muchos de ellos y ellas la vía pacífica estaba agotada y era hora de pasar
a una siguiente etapa: la vía armada.
El 6 de
agosto de 1969 en Monterrey, Nuevo León, fueron fundadas las Fuerzas de
Liberación Nacional (FLN). A la cabeza del grupo se encontraban los hermanos
César Germán y Fernando Yáñez Muñoz, Alfredo Zárate y Raúl Pérez Vázquez. El
grupo tenía la estrategia de acumular fuerzas en silencio y de no enfrentarse
con las fuerzas del Estado. En 1972 Cesar Germán Yáñez se estableció en el
estado de Chiapas en el campamento denominado “El Diamante” donde operaba el “Núcleo
Guerrillero Emiliano Zapata (NGEZ)”. Cinco años después de su fundación,
las FLN contaban con redes en Tabasco, Puebla, Estado de México, Chiapas,
Veracruz y Nuevo León[4].
Si bien
las FLN tenían una ideología marxista-leninista, el grupo distaba mucho de caer
en el dogmatismo. Desde su fundación, las FLN se plantearon como objetivo
general la creación de un ejército y adoptaron como lema la frase del
independentista Vicente Guerrero: “Vivir
por la patria o morir por la libertad”.
El 14 de
febrero de 1974 las FLN fueron atacadas por policías y militares en una de sus
principales casas de seguridad: “La casa
grande”, ubicada en San Miguel Nepantla, Estado de México. En el operativo
participó Mario Arturo Acosta Chaparro, uno de los principales actores de la
guerra sucia en México y quien después fue acusado en varias ocasiones por
tener vínculos con el crimen organizado.
En “La casa grande” fueron asesinados 5
guerrilleros y otros 16 fueron apresados. La persecución contra el FLN se extendió
hasta Ocosingo, Chiapas, donde fue atacado el campamento “El diamante” y varios miembros del NGEZ fueron asesinados; algunos
más alcanzaron a escapar, entre ellos Cesar Germán Yáñez. “Versiones periodísticas –escribe Laura Castellanos– aseguran que a mediados de abril de 1974, el
grupo sobreviviente encabezado por César Germán fue aniquilado por el ejército
en plena selva. Su hermano Fernando se trasladó entonces a Chiapas y con una
brigada lo buscó a él y a su grupo sin fortuna”[5].
De 1974 a
1983 la historia de las FLN es un tanto confusa, pues no existen muchos
registros de aquella etapa. Durante esta época las FLN realizan incursiones de
forma más constante en la Selva Lacandona y reinician la etapa de
reclutamiento. Se reclutó a muchos estudiantes de universidades en las que el
marxismo cobraba mucha fuerza, como fue el caso de la Universidad Autónoma
Metropolitana y la Universidad Autónoma de Chapingo. Igualmente, durante este
periodo (1974-1983) muchas de las actividades de las FLN fueron en el estado de
Chiapas. En 1977, por ejemplo, montaron un campamento en Huitiupán, y un año
más tarde instalaron una casa de seguridad en San Cristóbal de las Casas.
El
trabajo que realizaron las FLN en Chiapas les permitió ir construyendo redes de
solidaridad con organizaciones locales que tenían un trabajo previo con los
indígenas de la región: grupos de corte maoísta, personas que impulsaban la
formación de cooperativas e indígenas que habían sido animados a desarrollar
trabajo comunitario desde la iglesia católica, impulsados principalmente por el
obispo Samuel Ruíz.
Las
experiencias armadas en Centroamérica como el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional en El Salvador, el Frente Sandinista de Liberación Nacional
en Nicaragua o la guerra civil que duró más de treinta años en Guatemala
reavivaron la intención de las FLN de conformar un ejército –no un grupo
guerrillero, sino un ejército regular– y el trabajo exitoso en Chiapas hizo que
desde 1980 comenzara a figurar el acrónimo FLN-EZLN en los documentos de la
guerrilla. Sin embargo, es hasta el 17 de noviembre de 1983 cuando, ayudados
nuevamente por un grupo de indígenas politizados y con amplia experiencia organizativa
–del que más tarde surgirán mandos como el Mayor Mario o la Mayor Yolanda– y reforzados
por los nuevos militantes de las universidades, se estableció el primer
campamento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional denominado “La Garrapata”[6].
Entrevistado
por Yvon Le Bot y Maurice Najman, el Subcomandante Insurgente Marcos explicó
que los tres grandes componentes del EZLN son “un grupo político-militar, un grupo de indígenas politizados y muy
experimentados, y un movimiento indígena de la Selva”[7]. Ese tercer grupo al que se refiere Marcos comienza
a ser parte crucial de la organización después de 1983, etapa en la que el EZLN
inició una segunda fase de “acumulación
de fuerzas en silencio”; pero en esta ocasión buscando combatientes
principalmente entre los indígenas de la región que no tenían experiencias
previas de militancia política. Para esta tarea, los indígenas politizados
fungieron como puente, pues además de la barrera cultural –en la que el
lenguaje significó un gran obstáculo– el hermetismo y la desconfianza
–originados por siglos de opresión y desprecio– de los indígenas dificultó el
acceso de los mestizos a las comunidades.
Los
primeros integrantes del EZLN que se adentraron a la selva Lacandona pronto
empezaron a vivir una realidad distinta y muy ajena a la que su adscripción
ideológica les permitía ver. Los primeros años no sólo no se construía
confianza con los indígenas, todo lo contrario: “A veces nos perseguían porque decían que éramos robavacas, o bandidos
o brujos. Muchos de los que ahora son compañeros o inclusive comandantes del
Comité, nos perseguían en aquella época porque pensaban que éramos gente mala”[8].
El
contacto con las comunidades indígenas originó una especie de conversión del
grupo original. Marcos narra este proceso de la siguiente forma:
“Sufrimos realmente un proceso
de reeducación, de remodelación. Como si nos hubieran desarmado. Como si nos
hubiesen desmontado todos los elementos que teníamos –marxismo, leninismo,
socialismo, cultura urbana, poesía, literatura-, todo lo que formaba parte de
nosotros, y también cosas que no sabíamos que teníamos. Nos desarmaron y nos
volvieron a armar, pero de otra forma. Y esa era la única manera de
sobrevivir.”[9]
Como
señalamos líneas arriba, el trabajo que el núcleo guerrillero de las FLN
desarrolló en Chiapas sólo pudo madurar y convertirse en el EZLN gracias a la
cosmovisión y tradición de resistencia de diferentes grupos indígenas, sobre
este asunto abundaremos en la siguiente entrega.
[1] Galeano,
E. (1995) “El desafío. Mensaje enviado al
Segundo Diálogo de la Sociedad Civil”. En Clajadep, Red de
divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular.
[2] Una primera versión de este apartado fue publicada en 2012 en el
periódico digital Rebelión. La versión que aquí publicamos contiene elementos
nuevos.
[3] Hobsbawm, E. (1998) Historia del siglo XX. Argentina: Grijalbo.
[4] Castellanos, L. (2008) México armado 1943-1981. México: Era, p.
244.
[5] Castellanos, L. (2008), Op. cit., p. 247.
[6] Cfr. Morquecho, G. (2011) “La
Garrapata en el Chuncerro, cuna del EZLN” [en línea]. En Agencia Latinoamericana
de Información, 15 de noviembre. Disponible en: http://alainet.org/active/50889&lang=es [Consulta:
13 de noviembre de 2012].
[7] Le Bot, Y. (1997) Subcomandante Marcos. El sueño zapatista. Entrevistas
con el Subcomandante Marcos, el mayor Moisés y el comandante Tacho, del
Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. México: Plaza & Janés, p.
123.
[8] Ibídem, pp. 137-138.
[9] Ídem., p. 151.
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