26 junio 2014
Mapa que muestra
los posicionamientos militares, policíacos, de fuerzas combinadas y GAFES en
torno al territorio zapatista:
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Los puntos rojos son la ubicación de los Caracoles y las
Juntas de Buen Gobierno.
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Los rectángulos y cuadros azul, naranja, verde, indican
las posiciones que el ejército federal y fuerzas combinadas han tomado en territorio
chiapaneco.
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Los rectángulos negros con recuadro café, son ubicación
de los GAFES (Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales), es decir contingentes
militares con preparación para la guerra contrainsurgente.
Aunque no se cuenta con datos
que indiquen el número de efectivos militares presentes, sabemos que en
cualquier momento puede incrementarse, según estimen necesario.
El mapa nos muestra que el Estado mantiene su estrategia
de guerra contrainsurgente en torno al territorio rebelde zapatista. Esto significa
que además de la reactivación de las agresiones paramilitares, están dispuestas
en el entorno las fuerzas militares y policíacas para entrar en acción en
cualquier momento, en el que el poder considere ‘necesario’.
Es una guerra contrainsurgente que pretende acabar con
todo germen de autonomía, que pretende aniquilar la libre determinación de los
pueblos, usurpar sus territorios, eliminar la comunalidad de la tierra y el
territorio, para allanar paso a los capitales, para privatizar todo, para
despojar y explotar a los pueblos originarios, reprimirlos, despreciándolos
como de por sí.
Pero se topa con la digna
rebeldía zapatista, con la resistencia de los pueblos indios y con la
solidaridad nacional e internacional.
Así que, ante esa estrategia
militar-policíaca-paramilitar ¿hay que implantar campamentos de observación? Sí,
claro. ¿Impulsar una campaña mundial de solidaridad y de reconstrucción? Claro
que sí, también. ¿Campañas de información, denuncia y solidaridad? Sí. Pero no
sólo.
También hay que entender –y asumir- que el territorio
autónomo zapatista se fortalecerá, preservará y avanzará, en la medida que
otras rebeldías germinen, en la medida que los proyectos autonómicos y las
resistencias de otros pueblos se implanten, en la medida en que todas y todos
quienes reconocemos al zapatismo como referente de ética y dignidad trabajemos
en nuestras comunidades, en los pueblos, ejidos, fábricas, escuelas, barrios,
colectivos, familias, sembrando semillas de rebeldía, de autogestión, de
libertad.
¡Las y los zapatistas no están solos!, hemos gritado, sí,
pero hoy ya no basta. Ahora necesitamos construir en nuestros lugares, en nuestro modo y tiempo
algo diferente y nuevo, algo que sea el germen de ese otro mundo posible que soñamos.
Es tiempo de hacer realidad la utopía. Es momento de
vivir nuestros sueños libertarios, de hacerlos tangibles, terrenales,
palpables. Es tiempo de vivir, de luchar. Es tiempo de despertar…
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