Brasil: Clase magistral de torturas. El gobierno de Estados Unidos conocía cómo los militares torturaban
Página12
07-07-2014
El gobierno de Estados Unidos conocía al
detalle cómo, dónde y de qué manera los militares de la dictadura brasileña
torturaban sistemáticamente a sus opositores políticos. Según una serie de 43 documentos
recientemente desclasificados que el vicepresidente estadounidense Joe Biden le
entregó a la presidenta brasileña Dilma Rousseff hace dos semanas, durante su
visita a la inauguración del Mundial, Washington también sabía que numerosos
detenidos por la dictadura brasileña eran asesinados en ejecuciones
extrajudiciales y que en los 60’ y 70’ la cúpula militar al menos toleraba el
accionar de los escuadrones de la muerte.
Según
los documentos entregados por Biden, la actitud del gobierno de Richard Nixon
ante la información que recibía era tibia tirando a permisiva, por no decir
cómplice. En privado, Washington les hizo saber a los militares brasileños que
no aprobaba estos métodos que “dañan la
imagen de Brasil”. Al mismo tiempo la Casa Blanca se cuidó de no denunciar
ni criticar públicamente a la dictadura, a la que le reconocía su “éxito” en la “lucha contra el terrorismo”.
Los
documentos fueron desclasificados por los Archivos de Seguridad Nacional (ASN),
una organización no gubernamental basada en Washington, y publicados ayer en la
página web de la Comisión Nacional de la Verdad:
La entrega de documentos por parte de Biden forma parte de
una estrategia de acercamiento del gobierno de Barack Obama hacia Brasil, luego
del daño que sufrieran las relaciones bilaterales el año pasado a partir de las
revelaciones del ex espía Edward Snowden sobre cómo la agencia de inteligencia
estadounidense NSA espiaba a Rousseff y a la empresa energética Petrobras.
“Espero que al tomar
pasos para enfrentar nuestro pasado podamos encontrar la manera de enfocarnos
en nuestro inmenso futuro”, Biden le dijo a Rousseff durante la ceremonia de entrega
de los documentos en el Palacio del Planalto de Brasilia. “Soy optimista que el gobierno de Obama entregará a la Comisión de la
Verdad informes aún más detallados de la represión que permanecen ocultos en
los archivos secretos de la CIA y la Agencia de Inteligencia del Departamento
de Defensa”, agregó Peter Kornbluh, director de Proyecto Brasil de los ASN.
En uno de los documentos desclasificados para la visita de
Biden el cónsul general estadounidense en Río de Janeiro le informó al
Departamento de Estado que los militares brasileños empleaban dos métodos de
tortura diferentes. Por un lado, la tortura “moderna”,
la que produce “un dolor insoportable”
pero no deja marcas en el cuerpo, que se usaba con estudiantes que no tendrían
participación directa en la lucha armada y eventualmente serían liberados. Por
otro lado, la tortura “tradicional”,
para los sospechosos de pertenecer a la guerrilla, quienes luego serían
asesinados en ejecuciones extrajudiciales disimuladas como huidas o como “enfrentamientos armados”.
A lo largo de siete páginas escritas a máquina, el cable
fechado 16 de abril de 1973 detalla con dolorosa precisión distintos métodos de
tortura física y psicológica empleados por los militares brasileños.
“Por su precisión y casi
ausencia de tachaduras se trata de uno de los informes sobre tortura más
detallados sobre técnicas de tortura que jamás se haya desclasificado en
Estados Unidos”,
dijo Kornbluh a Página/12. El cable arranca así:
SUMARIO: las detenciones de
presuntos subversivos por parte de agentes del Primer Cuerpo del Ejército han
crecido dramáticamente en las últimas semanas. En su mayoría estudiantes
universitarios, los detenidos han sido sometidos a un intenso programa
psicológico de exigencias designado para extraer información sin dejar marcas
visibles o duraderas en los cuerpos. Se dice que aquellos sospechados de ser
duros terroristas son sometidos a métodos más viejos de violencia física que a
veces puede causar la muerte. La explicación más creíble de este pico de
detenciones es que el eficiente seguimiento policial de la información extraída
tras las detenciones de principios de año llevó a un número más grande de
subversivos para ser detenidos. Otra explicación menos lógica pero más difundida
vincula a las detenciones con la sucesión presidencial. La reacción pública a
estas detenciones ha sido moderada y calma, por ahora, en parte porque muchos
creen que una campaña abierta para denunciar y criticar las detenciones sólo
haría peor la situación de los presos y provocaría más detenciones.
Según el documento, para los estudiantes las torturas
empezaban en el mismo momento en que los detenidos eran secuestrados a punta de
pistola por policías civiles en vehículos sin chapa. Apenas los subían al auto,
los encapuchaban y los obligaban a acostarse en el piso del asiento trasero. Al
llegar a la comisaría lo desnudaban y lo dejaban varias horas en una celda fría
y oscura, con parlantes enchufados que emitían gritos, sirenas y silbidos a
altos decibeles. Después venía la rutina policía bueno-policía malo y después,
si el prisionero no confesaba, la tortura continuaba:
En este punto, si el individuo no confiesa y se cree que
posee información valiosa, se lo somete a tormentos físicos y psicológicos cada
vez más dolorosos hasta que confiesa. Se lo coloca desnudo en un cuarto pequeño
y oscuro con un piso de metal por el cual pasa una corriente eléctrica. El
individuo siente el shock, si bien es liviano en intensidad, al ser constante
eventualmente se vuelve imposible de soportar. El individuo permanece varias
horas en este cuarto. Entonces puede ser trasladado a otro de los varios
cuartos de “efectos especiales” en el
cual distintos instrumentos son usados para generar miedo y molestias físicas.
A veces se genera un cansancio mental y físico extremo, especialmente cuando
llevan dos o tres días de tratamiento, ya que durante ese período no le dan ni
agua ni comida.
En cambio los “terroristas
duros” son torturados a muerte con “los
métodos viejos de violencia física” y luego sus muertes son disimuladas
como enfrentamientos armados, señala el despacho.
Muchas fuentes señalan que la “técnica del enfrentamiento armado” está siendo usada de manera
creciente no sólo en Río sino en todo Brasil para manejar las relaciones
públicas con respecto a las muertes de subversivos. Esta técnica se habría
adoptado para los terroristas “duros”
o los subversivos radicales conocidos, para obviar referencias a su
muerte-por-tortura en la prensa internacional.
El 1º de febrero de 1971, el canciller estadounidense
William Rogers le hizo saber a su colega brasileño Mario Gibson Barboza que le
preocupaba la “represión y los duros
métodos policiales” de la dictadura, dice en otro cable diplomático,
fechado el 10 de ese año y mes.
Aunque reconoció que era un asunto interno de Brasil, el
secretario dijo que causaba preocupación en algunos círculos de Estados Unidos
e impactaba de manera adversa en la imagen de Brasil. El secretario se preguntó
si el gobierno de Brasil podía hacer algo para mejorar esta situación. Gibson
contestó extendiendo una invitación para que el secretario visite Brasil. Dijo
que de la manera en que será recibido, de los discursos que se hagan y de los
actos en que participe podrá verificar la amistad que existe entre los dos
países y la dirección que Brasil está tomando para solucionar este problema.
Más allá de la “mala
imagen” internacional, otro cable, esta vez del 15 de julio de 1972, dice
que la sociedad brasileña tolera el uso de la tortura porque le atribuye a ese método
parte del “éxito” en la “lucha antisubversiva”:
"Aunque hay amplias
evidencias de que los métodos de interrogatorios duros siguen siendo empleados
a nivel regional y local, en algunas áreas y por algunas unidades de manera más
flagrante que en otras, a pesar de la fuerte publicidad internacional adversa
sobre el tema, y a pesar del disgusto que dichas medidas les producen a los
funcionarios de primer nivel, es improbable que estos excesos se eliminen
completamente mientras este gobierno obsesionado con la seguridad crea que
todavía exista una amenaza terrorista significativa, cuya eliminación es su
prioridad número uno. Para bien o para mal, muchos brasileños le atribuyen el
éxito de la campaña antiterrorista a la fuerza de las medidas aplicadas en contra
de los terroristas".
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