Colectivos Zapatéandole al
Mal Gobierno y en Cortito que’s
pa’largo.
Imágenes extraídas de S.Herrero
Jueves, 14 Agosto 2014
Resistir ante la guerra, un acto de reconocer nuestras vergüenzas, alzar
la dignidad y fortalecer la organización.
Los siguientes son algunos pensares y sentires
convertidos en historias pequeñas a propósito de la compartición entre
distintos pueblos originarios en el Congreso Nacional Indígena, en la comunidad
de La Realidad, Chiapas-México el pasado 9 de agosto. Pensares y sentires desde
La Realidad Zapatista.
Sobre el camino/horizonte que es La Realidad Zapatista
A La Realidad
Zapatista no es que unx llegue de madrugada o de tarde, unx llega cada vez que
parimos la resistencia en colectividad en cualquier parte del mundo; con ese
acto se teje un amarre más entre lxs zapatistas y nosotrxs, se construye la
posibilidad de recuperar nuestros territorios y hacer efectiva la consigna “Pueblo manda/gobierno obedece”, se
avanza en la Sexta que somos. Por ello, La Realidad Zapatista es más que una
comunidad pequeña en la puerta de La Selva Lacandona, es resistencia cotidiana
contra la guerra en que morimos, es camino y horizonte en tanto que queramos
vivir dignamente.
Pero parir
la resistencia en colectividad no es sencillo, para ello hay que reconocer que
estamos en Guerra y que nos están matando, de a poco o de manera fulminante;
que nos han estado matando de diferentes maneras desde hace más de quinientos
años; que son millones las historias de explotación, humillación y despojo que
llevan los nombres de nuestrxs padres, abuelos, tatarabuelos y ahora los
nuestros; es necesario sentir la vergüenza de las tantas veces que hemos negado
ser parte de esa realidad, por deseo o por imposición, con nuestras palabras o
con nuestras acciones, en ese intento fracasado de limpiarnos la mácula del
desprecio como destino, diseñando una máscara con el rostro del opresor. Pero
para caminar La Realidad Zapatista fundamentalmente hay que aprender a
localizar nuestro rostro individual y colectivo en un recodo del mirar de
nuestros pueblos, y con ello descubrir la terrible fuerza del sonreír en el
mismo momento que se grita con rabia al asesino. Aprender que la sonrisa y la
rabia no pueden ir separadas a riesgo de morir de pena, que siempre van de la
mano en el momento que se defiende el territorio y todo lo que hay en él: el
alimento, la casa, la salud, las formas propias de gobernarnos, de tomar
decisiones colectivamente, de construir los si y los no de la forma en que
queremos vivir. En suma, aprender de las resistencias pasadas y presentes de
nuestros pueblos del campo y la ciudad, esas que levantan vida y sonrisas, ahí
donde mero está la muerte.
“Volver a ser nosotros”
Días antes de
llegar como escucha a la compartición del CNI en territorio zapatista, lxs
compas de Pueblos en Camino [http://www.pueblosencamino.org] habíamos podido conversar con Don Félix Díaz, indígena Qom y Qarashe
de La Primavera, una pequeña comunidad en el norte de la Argentina que resiste
dignamente a su exterminio por parte de diversos proyectos de muerte.
En un
momento de aquel maravilloso intercambio, Don Félix expuso enfáticamente que “con hambre, con humillación, no es posible
luchar” y que para alimentarse, sanarse, cultivar la memoria y resistir,
tuvieron que volver a ser ellos, refiriéndose al ser Qom, éstas fueron sus
palabras:
Para nosotros, al poder salir de ese problema [los que la lucha impone]
es como volvemos a ser nosotros. Al volver a lo que es uno siempre encuentra la
salida de un problema. Porque cuando empezamos a hacer esto [resistir], los
cazadores que estaban inactivos volvieron a cazar, los pescadores fueron a
pescar, las mujeres fueron a recolectar. Entonces esos mecanismos que los
políticos decían ‘déjenlos a los indios que se mueran de hambre, dejen a los
indios que van a salir solos que no van a tener que comer’. Entonces, los
hermanos que tienen esa capacidad, usaron para poder hacer una estrategia de
lucha. Y en esa política en general, nadie lo sabe, una herramienta muy
importante para nosotros es la lengua materna, el Qom; hablábamos en reuniones,
en asamblea y nadie entendía de lo que nosotros planeábamos porque nadie le
daba importancia a lo que es ser indígena, porque se ha menospreciado la
capacidad del ser indígena y el resultado es eso. Al retomar lo que es la
propia identidad y usar lo que uno sabe es una forma de ser natural y no hacer
una política copiando una ideología, una doctrina, a través de la integración
de las organizaciones sociales. Usar desde el método indígena para poder luchar
como pueblo indígena, y eso creo que fue fundamental porque los hermanos traían
agua desde el monte donde están los cardos, y esa agua que está ahí depositada
en esos cardos juntaban agua de lluvia puras y sanas, se colaban y se
purificaban para poder consumirla, y los alimentos se traían del monte, del
campo, de las lagunas. Y eso creo que fue como una mirada adentro del mundo
indígena y ya nos olvidamos de pedir a los municipios, a los gobiernos para que
nos den mercadería, medicina. Entonces hemos podido aguantar casi un año fuera
de nuestra casa, cuatro meses y medio ahí en la ruta y siete meses acá en
capital federal en la avenida 9 de julio, y hasta ahora no hemos tenido
respuesta [del gobierno]. ¿Y cómo mantenemos eso? Es porque nosotros sabemos, entendemos,
que usando la estrategia indígena es algo que nadie sabe pero nosotrxs si
sabemos porque vivimos y somos de ese mundo. Volver a ser Qom para alimentar y
saciar la sed del pueblo que resiste; volver a ser Qom para dignamente dotarse
por sí mismo de las condiciones necesarias para reproducir la vida, con
dignidad, sin pedir a los gobiernos; volver a ser Qom para fortalecer la
organización; volver a ser nosotrxs. ¿Cómo volver a ser nosotrxs en el campo y
la ciudad, cómo recuperar y dar vida a esos espacios de comunidad aún
existentes, esos que están en contra de la lógica del afán de dominación y
lucro? Con esas preguntas en el corazón y en la cabeza llegue a escuchar la
palabra de decenas de pueblos originarios de México.
La muerte, la desaparición, la cárcel y el hostigamiento para quienes
intentamos volver a ser nosotrxs
Desde La
Realidad Zapatista, el Congreso Nacional Indígena hizo una Primera Declaración
[http://espoirchiapas.blogspot.mx/2014/08/cni-ezln-no-olvidamos-nuestrs-muerts.html], nombrando a nuestrxs muertxs, desaparecidxs,
y presos más recientes, anteponiendo su historia de lucha por volver a ser
nosotrxs a la estadística a la que los de arriba quisieran reducir, nos puso
frente a La Realidad, expuso el dolor de la guerra y la vergüenza de que aún no
nos reconozcamos en esas historias, así como el reto de que resuenen hasta
hacer justicia, encontrarlxs y/o lograr su libertad.
Nuestros muertxs:
Compañero Galeano, Manuel Santiz Culebra, Daniel
Gómez Pérez, Victorio Vázquez Gómez, Miguel Pérez Jiménez, Ignacio Pucuj Luna,
Alonso Vázquez Gómez, Lorenzo Gómez Pérez, Antonio Vázquez Luna, María Pérez
Oyalté, Marcela Capote Ruiz, Marcela Pucuj Luna, Catalina Luna Pérez, Manuela
Pérez Moreno o Manuela Paciencia Moreno, Margarita Méndez Paciencia, Marcela
Luna Ruiz, Juana Pérez Pérez o Florinda Pérez Pérez, María Gómez Ruiz, Verónica
Vázquez Luna, Paulina Hernández Vázquez, Susana Jiménez Luna, Rosa Pérez Pérez,
Antonia Vázquez Pérez, Marcela Vázquez Pérez, Juana Luna Vázquez, Juana Gómez
Pérez, María Capote Pérez, Marcela Capote Vázquez, Martha Capote Pérez, Rosa
Vázquez Luna, Loida Ruiz Gómez, Micaela Vázquez Pérez, Josefa Vázquez Pérez,
Sebastián Gómez Pérez, Juana Pérez Luna, Roselina Gómez Hernández, Lucía Méndez
Capote, Graciela Gómez Hernández, María Luna Méndez, Silvia Pérez Luna, Vicente
Méndez Capote, Micaela Vázquez Luna, Juana Vázquez Luna, Alejandro Pérez Luna ,
Juan Carlos Luna Pérez, Guadalupe Gómez Hernández, Juan Vázquez Guzmán, Juan
Carlos Gómez Silvano, Filemón Benítez Pérez, Antonio Benítez Pérez, María Núñez
González, Vicente Pérez Díaz, Héctor Regalado Jiménez, Pablo Jarquín Ruiz,
Maximino Salinas Hernández, Carlos Sánchez López, Manuel Posada Chévez, Aristeo
Flores Rolón, Nazario Aldama Villa, Juan Monroy, José Luis Rosales Conteras,
Diego Ramírez Domínguez, Simón Pineda Verdía, Simón Pineda (hijo), Quintín
Regis Valdez, Erik Nemecio Domínguez, Ernesto Nicolás López, Pedro Nazario Domínguez,
Pedro Guzmán Ramírez, Ambrosio Verdía Macías, Francisco Verdía Macías, Pedro
Leyva, Isidro Mora Domínguez, Feliciano Cirino Domínguez, Jonathan Verdía
Gómez, Fortino Verdía Gómez, Nicolás de la Cruz Rojas, Rafael de la Cruz, Juan
Faustino Nemesio, J. Trinidad de la Cruz Crisóstomo, Crisóforo Sánchez Reyes,
Teodulo Santos Girón, Feliciano Corona Cirino.
Nuestros desaparecidos:
Celedonio Monroy Prudencio, Agustín Mancilla
Partida, Javier Martínez Robles, Gerardo Vera Orcino, Francisco de Asís Manuel,
Enrique Domínguez Macías, Martín Santos Luna, La familia Guzmán Cruz, de
nombres Amafer, Solón, Armando, Venustiano, José de Jesús Guzmán Jiménez,
Teodulfo Torres Soriano, Flabio Granado Llanos, Cornelio Viberos Venabidez.
Nuestrxs presxs:
Alejandro Regalado Jiménez, Álvaro Sebastián
Ramírez, Justino Hernández José, Eleuterio Hernández García, Abraham García
Ramírez, Zacarías Pascual García López, Agustín Luna Valencia y Fortino
Enríquez Hernández, Pablo López Alavez, Dionisio Tapia Isidro, Sixto José
Miramar, Filomeno Ortiz Antonio, Enedina Rosas Vélez, Juan Carlos Flores Solís,
Alejandro Díaz Santís, Rubén Díaz Orozco, Rómulo Arias Mireles, Pedro Sánchez Berriozábal,
Teófilo Pérez González.
Nuestrxs compañerxs que están en la mira, con órdenes de aprensión o siendo
hostigadxs:
Mariano López Gómez, Raymundo Regalado Jiménez,
Carlos Sánchez Martínez, Avelino Velázquez Tapia, Eusebio Aguilar Torres,
Alejandro Torres Chocolatl, Adela Ramos Villalba, Juan Álvarez Tapia, Federico
Villalba Ramos, Cirilo Rojas López, Casiano Pérez Magallón, Jorge de los Santos
Pérez, Vicente Paredes Perales, José Abraham de la Rosa Sanabria, Ismael de los
Santos González, Petra Sanabria Claro y Manuel Alejandro Jacobo Contreras,
Salvador de la Rosa Paredes, María Eugenia Toxcoyoa, Semei Verdía Zepeda, Rey
Pérez Martínez, Santos Alejandro Álvarez Zetina, Carmen Ruiz Martínez, Raúl
Javier Gatica Bautista.
Resistir a la guerra, ese volver a ser nosotrxs, es una lucha contra el
despojo y por la defensa del territorio para que en el florezca la vida
Las heridas de
una guerra letal como la que morimos están por todas partes del territorio
mexicano y en el mundo, cientos son las historias de despojo, explotación,
invasión, represión, pasadas y presentes, 29 las que pudimos escuchar en el
Caracol de La Realidad, heridas con las que los pueblos comienzan a luchar para
no ser masacrados, “de donde nace nuestra determinación y nuestra rebeldía”,
como señala la Segunda Declaración del CNI sobre el despojo de nuestros pueblos
[http://www.pozol.org/?p=9702].
En estos días pudimos ser partícipes
de un encuentro entre pueblos originarios, entre sus bases, haciendo suyos los
dolores y las esperanzas de los demás, proponiéndose mirarse en el otro como un
espejo que muestra nuestras propias vergüenzas, fortalezas, dignidad y
organización, y al mismo tiempo abriendo un espacio para un encuentro futuro
con otros sectores: trabajadorxs del campo y la ciudad, amas de casa,
estudiantes, jóvenes, no sólo de México sino del mundo, en el Festival Mundial
de las Resistencias y Rebeldías contra el Capitalismo [http://www.pozol.org/?p=9705], dando un soplido más al fuego de
la Sexta que somos. De entre los 29 espejos en los que pudimos mirarnos, los
siguientes son apenas tres:
1. La resistencia del Ejido de San Sebastián Bachajón en el
municipio de Chilón, Chiapas. Ahí, los compañerxs resisten colectivamente al
despojo de su tierra, agua y cultura, las cuales, para los poderosos son solo
mercancías con las cuales edificar un complejo turístico de élite, mientras
para los ejidatarios adherentes a la Sexta, son los elementos fundamentales
para la vida.
2. La resistencia en territorio Chinanteco, en el estado de
Oaxaca, donde a través de la imposición de reservas ecológicas, se ha intentado
arrebatar el control territorial de los pueblos, y las decisiones sobre la
construcción de proyectos de destrucción como la carretera Tuxtepec-Huatulco, y
el Corredor Turístico Chinanteco.
3. La resistencia de las comunidades ñatho de San Francisco
Xochicuautla y Huitzizilpan, en el Estado de México en contra del proyecto
carretero privado Toluca-Naucalpan de la empresa Autovan, destruyendo 23 kilómetros
de bosque, el cual está ligado al proyecto Gran Reserva Santa Fé, donde se
pretenden construir casas de lujo y clubs de golf.
Espejos que lanzan preguntas, que nos cuestionan
nuestra posición en esta guerra, ¿Cómo comenzaremos a miramos en estas
historias de resistencia? ¿Qué aprenderemos de ellas para luchar en nuestros
propios territorios y cómo las acompañaremos en esas que se espera sean ya, de
una vez por todas, heridas compartidas? ¿Cómo, en las ciudades en las que
vivimos, volvemos a ser nosotrxs para confrontar a lxs que nos despojan? Todas
estas son preguntas que en el camino de la Sexta siempre han estado presentes y
hemos dejado pendientes y que es urgente comenzar a discutir en asambleas
locales, municipales, estatales o regionales, así en colectivo, con adherentes,
con simpatizantes, con estudiantes de la escuelita zapatista, con colectivos,
organizaciones políticas, organizaciones sociales, con personas de buen
corazón, pero desde abajo y a la izquierda y en el piso común que hemos venido
construyendo desde el 2005. ¿Al Festival Mundial de las Resistencias y
Rebeldías contra el Capitalismo, llegaremos a compartir herramientas para vencer
al enemigo común que tenemos y que tiene diferentes nombres, o solo a mirar la
guerra y la resistencia desde un afuera aparente mientras nos siguen matando?
Ahí están sobre la mesa las posibilidades que nuevamente los pueblos
originarios nos ponen en el camino a los trabajadores de la ciudad, esta vez a
nivel mundial.
Un deber cumplido
Entre los
aprendizajes del cierre de la compartición y algunos ratos de descanso pude
encontrarme con un miliciano responsable de la Oficina de Vigilancia, el motivo
era arreglar una posible visita a la familia con la que nuestra compañera Ana
Vilchis había estado en el Caracol de La Realidad en la escuelita zapatista.
Quería, a nombre de nuestro pequeño colectivo Zapatéandole al Mal Gobierno,
agradecerles el cariño y las enseñanzas que para con Ana tuvieron, así le
hubiera gustado a ella hacerlo pero se le atravesó la traviesa muerte. Sin
embargo alcanzo a escribirlo y así nosotrxs queríamos acercarle a la familia
sus palabras. El compañero miliciano no lo permitió pero llegó a manos de la
familia, a través de la comisión respectiva, a cargo de tres jóvenas, que al
escuchar la historia identificaron de quiénes se trataba, familia y estudianta,
y su rostro se llenó de sorpresa y pena, para después cubrirse de alegría al explicarles
que llevaba su palabra que había alcanzado a plasmar. Ahí quedó el deber
cumplido de la compa Ana Vilchis, quien pudo contarle al mundo que otro mundo
es posible ahí, en La Realidad Zapatista.
[http://www.pueblosencamino.org/index.php/asi-si/economias-alternativas-solidarias/764-ts-akatal-una-mujer-digna-y-rebelde-compartiendo-con-mujeres-dignas-y-rebeldes-en-la-escuelita-zapatista]
A la vuelta de territorio zapatista, una historia de dignidad,
organización y vida
Concluida la
compartición del CNI, fuimos de vuelta a la ciudad, así como habíamos llegado,
en camionetas de redilas. Me tocó ir en la cabina y recibir una lección de vida
entre la lluvia y las nubes espesas rondando el caminar del “pájaro carpintero”. Aquél compañero que
manejaba siempre sonriente andaba en los treinta y tantos y era base de apoyo
zapatista. Sabía muy bien que en Chiapas hay guerra para desplazar a los
pueblos originarios y quedarse con su territorio y no sólo que hay
desplazamientos por una guerra sin motivos aparentes. En 1997, cuando los
paramilitares entraron disparando a su comunidad, él se refugió en una fosa y
así salvó la vida. Lo que vendría después fue difícil y doloroso, dejar la
comunidad para ir a vivir a un nuevo poblado, dejar el lugar donde se nació,
donde se quedan recuerdos de vida y los propios muertos, jamás regresaría a ese
lugar. Lo que se llevó consigo fue la dignidad y de esa herida honda saco
fuerza para resistir, ahora en los trabajos colectivos de su nueva comunidad,
sirviendo al pueblo. Tras el volante del “pájaro
carpintero” está la historia de un compañero que, de la mano de su
comunidad, sembró vida y una sonrisa ahí donde mero esta la muerte que nos da
como único destino el poderoso.
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