27-09-2014
En memoria de mi padre
La Universidad Autónoma de la
Ciudad de México (UACM), ¿Alternativa? ¿Universidades para la sociedad o para
el mercado? es el tema de la Conferencia Magistral que
impartió el jueves 25 de septiembre el Dr. Hugo Aboites –Rector de la UACM– en
el Auditorio Carlos Ramírez Ladewig del Centro Universitario de Ciencias
Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, dentro de la Cátedra:
Lic. Javier Michel Vega, instituida por el Colectivo de Reflexión
Universitaria (CRU).
Al
tiempo que históricamente en los propios espacios universitarios se estudia la
sociedad –sus procesos económicos, políticos, culturales, históricos,
educativos– la universidad misma es objeto de reflexión y debate por los
propios universitarios o por pensadores quienes se preguntan cuestiones
pertinentes acerca del papel social que tiene o debería tener. Ha habido
trabajos valiosos por grandes filósofos, escritores y ensayistas, desde
Schopenhauer, Nietzsche, Labriola, Adler, Weber, Ortega y Gasset y Thomas Mann.
De ello da cuenta el libro El mito de la universidad, compilado por
Claudio Bonvecchio (Ed. Siglo XXI). También podemos añadir ensayos del
revolucionario Gramsci, de Hannah Arendt (La crisis de la educación),
hasta textos actuales de Bourdieu, H. Lagrange, del filósofo Jacques Derrida (La
universidad sin condición), por mencionar pensadores europeos, pero también
ha habido y hay reconocidos estudiosos latinoamericanos como en las primeras
décadas del siglo pasado fue el caso del gran revolucionario cubano Julio
Antonio Mella, pasando por el también gran pensador revolucionario peruano José
Carlos Mariátegui. Aquí en México tenemos destacados intelectuales como Pablo
González Casanova, exrector de la UNAM, Manuel Pérez Rocha, exrector de la
UACM, y nuestro compañero universitario Hugo Aboites, quienes, junto con
Enrique Dussel, dicho sea de paso, por algo han sido o son rectores de
prestigio por su trayectoria académica; a diferencia abismal de algunas
universidades donde los “rectores”
son nombrados por su abyección lacayuna a la camarilla de poder o al “gran elector” cacique.
Es
difícil explicar el ámbito del conocimiento, su reproducción y la investigación
científica y humanística–cultural social sin mencionar su participación en
tales procesos. La universidad es una institución creada por la sociedad y, por
ende, es un reflejo de la naturaleza social de cada época. Como bien señala la
introducción del libro de Bonvecchio, la palabra crisis entró legítimamente por
las puertas de la reflexión sobre la propia universidad: “En efecto, la universidad contemporánea se encuentra atravesada por
una fuerte crisis de identidad. Tal vez ésa sea hoy su identidad, la identidad
de la universidad mexicana…”
Hugo
Aboites sostiene que la educación superior en el país vive una profunda crisis que
pasa por tres aspectos: “los miles de
jóvenes que son rechazados en las universidades, el alejamiento de las
universidades respecto de las necesidades reales del país, la región y la
ciudad, y que no tienen una idea clara de para qué sirve la educación”.
Por
supuesto, podemos añadir otros aspectos como la creciente pérdida de la
autonomía institucional con relación al Estado; aunque todos estos aspectos
están imbricados orgánicamente y no pueden explicarse por sí mismos sino con
relación a la profunda crisis social, cuyas causas fundamentales son económicas
y políticas.
Más
aún, depende de la institución de la que hablemos encontraremos algunos
aspectos específicos que agudizan tal crisis universitaria, pues en algunos
casos resienten más la disminución financiera perversa gubernamental y en otros
son las formas de gobierno antidemocráticos-caciquil y su derivado consecuente
como una profunda corrupción, la simulación académica y la creciente
mercantilización de la institución con sus empresas “parauniversitarias”.
En
definitiva, una pregunta esencial es: ¿universidades para la sociedad o para el
mercado? Ya escribiremos aquí cual es la respuesta del rector de la UACM, pero
lo cierto es que en la Universidad de Guadalajara (UdeG) los tres aspectos
mencionados por Aboites son grandes problemas por resolver, los cuales, desde
nuestra perspectiva, su solución de fondo se encuentra en primer lugar en un
proceso democratizador radical promovido por la propia comunidad universitaria
cuyas tareas fundamentales progresivas residen en establecer una reforma
universitaria integral con base, a su vez, en una reforma académica; todo ello
sustentado en un reordenamiento financiero absolutamente transparente encauzado
a prioridades estrictamente académicas lo que supone, entonces, definir qué
universidad queremos, qué modelo educativo, qué forma de gobierno institucional
es el más representativo democráticamente que involucre la participación
directa de su comunidad.
Para
tal cometido es necesario un diagnóstico certero en el marco de un Congreso
General democrático. Esto sería un primer gran paso a una universidad
comprometida con las necesidades reales de la mayoría de la población
jalisciense. Entonces, lo anterior sería parte de la respuesta de una idea
clara de para qué sirve la educación superior pública.
Es
necesaria una nueva universidad para una urgente nueva sociedad totalmente
distinta a una decadente cuyos únicos objetivos son la búsqueda del lucro, la
ganancia máxima capitalista; como bien señala Pérez Rocha, muchas universidades
funcionan acordes a los “valores”
como la competencia y la competitividad, la calidad abstracta, la ambición; en
suma, los antivalores del capitalismo. Mercantilización educativa neoliberal
versus humanismo revolucionario educativo. Del mito de la universidad como
templo del saber y de la ciencia existe su mutación a la vulgar realidad de la
empresa mercantil. Nada humano me es ajeno, lema de la UACM; un
principio alternativo universal.
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