Dejar
de luchar es empezar a morir
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Por Pedro Echeverría V.
17 abril, 2015
El sistema de pensiones en México se inició en la década de los noventa,
cuando gobernaba Carlos Salinas y el neoliberalismo y la privatización se
profundizaba: En 1992 se creó el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR)
extensivo a trabajadores del IMSS e ISSSTE bajo la lógica de las cuentas de
capitalización individual donde los trabajadores ahorrarían recursos a lo largo
de su etapa productiva en una cuenta individual que sería administrada por
empresas financieras del sector privado.
Estaba claro el objetivo: manejar miles de millones
de pesos de pensiones y jubilaciones para hacer negocios privados. Se denunció
que era un saqueo descomunal y que los jubilados y pensionados no alcanzarían
ni la mitad de su dinero al jubilarse. El sistema solidario de reparto y
beneficios definidos fue sustituido por cuentas individuales administradas para
el Retiro (AFORE). En 1995 se realizó una reforma a la Ley del Seguro Social
teniendo al Seguro de Invalidez, Vida, Cesantía y Muerte como su objetivo.
En México año 2015 el “salario mínimo” por ocho horas de trabajo, es de 69 pesos diarios,
es decir, 4.5 dólares al día. ¿Por qué no se paga por lo menos un dólar la
hora? En EEUU los trabajadores han estado haciendo movilizaciones para que les
paguen 25 dólares la hora y en algunos países del norte de Europa se exige
incluso 35 dólares por cada 60 minutos de labor. ¿Cuánto cobrarán de jubilación
o pensión en los EEUU para que sus ex trabajadores o ex empleados puedan pasear
por el mundo, comprar lo que necesiten y gozar de una vida sin preocupaciones
económicas?
Se ha publicado en México (La Jornada) acerca del
pago de pensiones por una vida de trabajo: “Un
trabajador de tres salarios mínimos con la aportación obligatoria actual,
podría alcanzar una pensión de 2 mil 707 pesos, equivalente a 43 por ciento de
su salario. Pero, si este trabajador estuviera interesado en obtener ingresos
por jubilación equivalentes a 50, 60 o 70 por ciento de su sueldo, debería
ahorrar voluntariamente 4, 7 y 9 por ciento de sus ingresos, respectivamente”.
Ni la burla perdonan los administradores de la burguesía: ¿Cómo puede ahorrar
un trabajador si sus ingresos diarios no le alcanzan para vivir?
Pero, además, como si fuera una burla señalan que “Hay otros niveles salariales en peores
condiciones: La situación de un cotizante de 15 salarios mínimos es más extrema”,
dijo la Consar (el sistema de ahorro para el retiro), y añadió que en este caso sin ahorro adicional obtendría
una pensión que corresponde a 27 por ciento de su salario. Ello explica que
debería ahorrar de manera voluntaria 6, 8 y 11 por ciento de sus ingresos para
alcanzar tasas de remplazo (porcentaje de ingresos que obtendría a la
jubilación respecto de su salario) de 50, 60 y 70 por ciento, respectivamente.
Se supone que después de trabajar 30 años –es decir
los mejores años de nuestra vida produciendo para todo el país- al retirarnos
no solo deberíamos recibir el 100 por ciento de nuestros ingresos sino además
una compensación como premio al trabajo. Sin embargo en el capitalismo mexicano
ofrece un 27 por ciento del salario (si hoy mal vives con 100 pesos al
jubilarte cobrarás 27 pesos) y sólo si ahorras podrías alcanzar una jubilación
mayor. En México antes incluso se hablaba de jubilación estática (que se
reducía) y jubilación dinámica que aumentaba al ritmo del salario.
La mayoría de los empleados y trabajadores
mexicanos tiene sólo un salario mínimo, otro alto porcentaje cobra dos salarios
mínimos y muchos tres salarios. Hay profesionistas de cuatro a siete salarios y
algunos privilegiados cobran de 10 a 20 salarios mínimos. ¿Sabes cuántos
salarios y sus respectivas compensaciones cobran los diputados, senadores,
gobernadores, los del INE, los de la Suprema Corte, el Presidente de la
República, sus ministros y demás comisionados? Entre 120 y 300 salarios
mínimos, es decir entre 250 mil a 600 mil pesos al mes. Estos políticos nunca
han necesitado jubilación porque les basta con sus “bonos de retiro” y el producto de sus negocios.
Se ha señalado que la explotación laboral de los
trabajadores agrícolas no puede explicarse sin la ‘‘complicidad’’ de los gobiernos federal y de los estados con
sindicatos charros y patrones explotadores, además de enganchadores que actúan
bajo la protección gubernamental. ‘‘Hay
negligencia y hasta complicidad. Existe una abierta protección a los patrones
por parte del gobierno federal y de los gobiernos de los estados, de los sindicatos
oficiales que brindan protección a los patrones de manera particular y también
a los enganchadores, con lo cual hay un verdadero sesgo en cuanto a aplicar el
estado de derecho’’.
¿Puede acaso ignorarse que en el amplio campo
mexicano hay un alto porcentaje de trabajadores que vive en la total
marginación con uno o dos dólares diarios que no sabe lo que significa
jubilación o pensión, que no tiene acceso a la escuela o a los sistemas de
salud? Así que la batalla por eliminar los salarios de hambre no sólo es una
obligación ineludible de los trabajadores activos; también los trabajadores
jubilados deben luchar junto a ellos para lograr aumentos que impidan mayor
mortandad por inanición y hambre. Si los jubilados no lucharon cuando eran
trabajadores activos, que laven sus culpas antes de morir.
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