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Más de 900 días sin justicia ni reparación de daño para el joven que perdió un ojo el 1° de Diciembre de 2012

Juan Uriel Sandoval Díaz fue herido por una bala de goma el 1 de diciembre de 2012, disparada por la Policía Federal, en el contexto de las protestas contra la llegada a la Presidencia de Enrique Peña Nieto. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Por Mayela Sánchez
 julio 21, 2015
Ciudad de México, 21 de julio (SinEmbargo).— Hasta hoy han transcurrido 965 días desde que Juan Uriel Sandoval Díaz fue alcanzado en su ojo derecho por una bala de goma, disparada por un elemento de la Policía Federal (PF) durante la protesta por la llegada al poder de Enrique Peña Nieto, el 1 de diciembre de 2012.
Es el mismo tiempo que el estudiante de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) ha vivido sin su ojo derecho, que perdió a causa del impacto. Hasta ahora, ninguna autoridad se ha responsabilizado por esa agresión y aunque Sandoval Díaz emprendió una demanda de responsabilidad patrimonial para exigir al Estado que le repare el daño causado, ésta se encuentra empantanada por una discrepancia en una fecha.
El dato, tan mínimo en apariencia, hace toda la diferencia entre que su demanda proceda o no. Y es que de acuerdo con el artículo 25 de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado el derecho a reclamar indemnización prescribe en dos años cuando existen daños de carácter físico o psíquico, plazo que se computa “a partir del día siguiente a aquel en que se hubiera producido la lesión patrimonial”.
Sandoval Díaz interpuso su reclamación el pasado 2 de diciembre, es decir exactamente al día siguiente de cumplirse dos años de la agresión. Conforme a la Ley, argumenta el joven, estaría en plazo para que sea válida la reclamación.
Sin embargo, para la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Policía Federal, el plazo para reclamar la indemnización “feneció el día primero de diciembre de dos mil catorce, razón por la que ésta resulta improcedente, por extemporánea”, como se lee en el oficio PF/DGAJ/77/2015, del cual SinEmbargo tiene copia.
Argumenta la PF que “si los hechos ocurrieron el primero de diciembre de dos mil doce y el cómputo respectivo comenzó a correr a partir del día siguiente, es decir, el dos de diciembre del mismo año, el día de vencimiento para presentar el respectivo escrito de reclamación fue el primero de diciembre de dos mil catorce, lo anterior es así, en razón de que un año calendario se compone por 365 días”.
En estos días está por resolverse la demanda de amparo interpuesta por Sandoval Díaz contra la resolución de la PF. Lo relevante, señala, es que la Policía Federal no rechaza el acto (aunque tampoco lo reconoce), sino que sólo argumenta que la reclamación no se entregó a tiempo.
En entrevista con SinEmbargo, el joven dice que presentó la demanda para buscar una reparación de daño como respuesta a los “ataques” que han hecho medios de comunicación en contra suya.
“Y no sólo en mi contra, sino contra todas aquellas personas que habían sido agredidas y que habían sufrido la violación a sus derechos humanos el 1 de diciembre de 2012, y durante muchísimo tiempo se utilizó este discurso en los medios de comunicación, en el cual nosotros, un grupo de estudiantes y luchadores sociales, nos dedicamos a cuestionar lo que el régimen hacía, y éramos presentados como vándalos”, afirma.
Tras los hechos del 1 de diciembre de 2012, Sandoval Díaz reapareció en las noticias en 2013, en el contexto de la protesta de estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) contra la actualización de los planes y programas de estudio. Diversos medios reportaron que el joven había participado en la toma de instalaciones de la Rectoría de la máxima casa de estudios; algunos se refirieron a él con calificativos como “porro” o “parista provocador”.
Sandoval Díaz defiende su activismo político y revira a los medios señalando que no les corresponde hacer ese tipo de juicios.
“Los medios se dedicaron a constituir terroristas, a hacer juicios para lo cual no están facultados, porque únicamente un juez o la autoridad pertinente puede hacer este tipo de juicios y de designaciones”, arguye.
En consonancia con esa lógica, Sandoval Díaz argumenta que los medios han construido un discurso criminalizador a partir de las acciones de la PF aquel 1 de diciembre de 2012, cuando agredió a los manifestantes justificando su acción al presentarlos como vándalos. De ahí la relevancia de que el Estado mexicano reconozca su responsabilidad respecto a las agresiones de ese día, dice.
Pero que el Estado asuma su responsabilidad no entraña sólo el reconocimiento del hecho reclamado, sino también el resarcimiento del daño provocado. Y en ese tema no hay mucho que discutir: Sandoval Díaz perdió un ojo por esa agresión.
LA VIDA DESPUÉS DEL 1-D
Sandoval Díaz interpuso dos denuncias contra la Policía Federal, además de demandarle a esa instancia una indemnización por responsabilidad patrimonial del Estado. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
A más de dos años de distancia, Sandoval Díaz dice que lo que más lo marcó del momento en que fue agredido fue la “situación de vulnerabilidad” en que se encontraba a causa de los gases lacrimógenos que la PF estaba lanzando.
Rememora: “Eran muchísimos, era en exceso, que la vista se perdía por la cantidad de gas que entraba a tus ojos y a tu sistema respiratorio, aparte de la intoxicación que tenía, se perdía la vista porque te lloraban los ojos, porque aparte de gas lacrimógeno había gas pimienta. Era algo que yo nunca había experimentado, el uso de gas sobre mi cuerpo, en ninguna manifestación nos había tocado que hubiera este tipo de actos por parte de la Policía Federal”.
Envuelto en esa nube de gas lacrimógeno, sin poder ver lo que ocurría y oyendo los gritos de personas desesperadas por la intoxicación del gas, Sandoval Díaz cuenta que corrió para guarecerse detrás de un camión. Fue ahí donde un agente de la PF le disparó una bala de goma que le impactó en su ojo derecho.
“Yo tan sólo siento que algo pega muy fuerte en mi ojo y lo que hago es tocarme la parte baja y lo que veo es sangre. Entonces yo intento correr, correr, y hay un momento en que caigo. Después de que yo me caigo llegan personas y me levantan. Y al escuchar lo que ellos decían yo entendí que era algo impactante y algo que no era fácil. Ellos lo que expresaban es: ‘Mira su ojo, cómo está’…”, recuerda.
“Ahora que he visto las fotografías de aquel momento veo que había un contenido ocular que había explotado, porque había sido partido por el proyectil que había lanzado la Policía Federal, y que en toda la parte derecha de mi rostro lo único que existía era sangre, al igual que en toda mi ropa, y había exposición de tejido ocular, porque estaba abierto el ojo porque había explotado”.
De San Lázaro, Sandoval Díaz fue trasladado a la Cruz Roja de Polanco y, ya por la noche, al Hospital General de México. Dice que en todo momento estuvo consciente, aunque en estado de shock.
“Entré en una situación no muy fácil en el sentido de que ya comenzaba la idea de ‘perdí mi ojo y quién sabe qué más está sucediendo en mi cuerpo’…”, continúa su relato.
Desde ese día, Sandoval Díaz ha tenido que acostumbrarse a ver sólo con un ojo. No ha sido fácil, dice, pues ahora le cuesta más trabajo percibir a qué distancia están los objetos. Eso puede ser un problema si, por ejemplo, cruza la calle, pues no calcula a qué distancia viene un coche.
“En muchas ocasiones desde el transporte público, llegas a chocar con personas y eso poco a poco te va generando a ti incomodidad, porque no es muy fácil continuar tu vida sin un ojo. Es un miembro de tu cuerpo que te ayuda a poder percibir la realidad, y entonces ha cambiado esa parte en mí que es la seguridad que tengo en mi entorno físico, y eso me ha generado muchas de las ocasiones una cierta vulnerabilidad en el sentido en que no percibo quién viene a mi mano derecha, tengo que voltear todo mi rostro para poder ver”, comparte.
También se redujo su capacidad para leer, lo cual es un problema por la carrera que estudia. Cuando fue agredido recién había ingresado a la Licenciatura en Medio Ambiente y Cambio Climático en la UACM, pero se cambió de carrera y ahora está a un año de concluir la Licenciatura en Historia y Sociedad Contemporánea. Ilustra la disminución de su capacidad al referir que si antes podía leer hasta ocho horas al día, ahora puede hacerlo máximo por la mitad de ese tiempo, pues le dan dolores de cabeza.
“Son repercusiones que poquito a poco van dañando la calidad de vida que va teniendo la persona”, sentencia.
El daño no ha sido sólo para él, dice. Emocionalmente su madre se vio afectada primero por el impacto al ver las imágenes de su hijo herido desde San Luis Potosí, de donde Sandoval Díaz es originario, y luego por la difusión de noticias erróneas que lo daban por muerto a causa de la agresión que sufrió. Dice que eso la vulneró sicológicamente y ahora tiene problemas nerviosos.
La agresión por bala de goma también ha implicado gastos médicos y hospitalarios que, asegura, ha podido sufragar gracias a “compañeros y compañeras solidarias y solidarios”.
De entrada tuvo que someterse a varias cirugías en los días posteriores a la agresión: una para poder pegar sus párpados, porque quedaron abiertos; otra para hacerle un corte ocular y extraer el contenido ocular; una más para que le colocaran una malla de titanio que le diera soporte ocular, y una última para reconstruirle la nariz y el pómulo derecho, dañados también por el impacto del proyectil.
Sandoval Díaz calcula que tardó tres meses en recuperar cierta normalidad en su vida tras la agresión. No obstante, las consecuencias las sigue padeciendo y previsiblemente continuarán para el resto de su vida.
Por ahora, eso se ha materializado en dos temas concretos: el laboral y el de la salud.
Por un lado, dice que la pérdida de su ojo le ha reducido sus opciones laborales. “Nadie quiere contratar a una persona que tiene reducida la capacidad visual y que tiene ciertos problemas para poder cumplir con una responsabilidad. Entonces eso ha disminuido mi capacidad de trabajar y de poder obtener recursos”.
Por otra parte, está perdiendo la vista de su otro ojo, asegura. Por ahora está esperando hasta agosto para su próxima revisión médica para ver si puede detener la pérdida de la vista.
Sobre si la agresión mermó su activismo político, sólo refiere que ahora no puede pasar mucho tiempo en el sol, porque eso le genera fuertes dolores de cabeza.
JUSTICIA Y REPARACIÓN

Sandoval Díaz refiere que cuando lo trasladaron al hospital de la Cruz Roja en Polanco, llegaron elementos de la Policía Judicial Federal, quienes comenzaron a cuestionarle cosas como que de dónde era, con quién había ido a la protesta, quién lo había llevado, qué grupos políticos existían.

En el Hospital General, ya por la noche, llegó la Policía Federal “con el intento de sacarme del hospital”, asegura Sandoval Díaz. Según su relato, la Policía llegó con un camión de granaderos, una ambulancia de la PF y médicos de la institución. Los agentes, dice, entraron hasta donde él se encontraba. Relata que los estudiantes de la UACM y colectivos que se encontraban afuera del hospital resguardaron las entradas del lugar para evitar que se lo llevaran, pues ni siquiera había una orden de aprehensión o presentación en su contra.

Después de ese evento, afirma, y durante los cinco días que permaneció hospitalizado, a diario se presentaban agentes de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

“Estos agentes a lo único que se dedicaban era llegar a las dos, tres de la mañana a encender el foco, decirme ‘A ver, venimos a verte, a ver cómo estás’, pero en realidad todo eso era únicamente para hostilizar y esa hostilidad partía en que ni siquiera podía tener un mínimo de descanso para recuperarme de la tan grave situación en que me encontraba”, asegura Sandoval Díaz.

Por la presencia de la Policía Federal el día de su agresión, que el joven interpretó como un posible intento de desaparición forzada que no se concretó, presento una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR) por presunto abuso de autoridad. También presentó una denuncia por presunto intento de homicidio en contra de la PF, a quien señaló como órgano ejecutor de la agresión en su contra.

Asimismo, presentó una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que fue respondida en noviembre de 2014. “Es una lástima lo que resolvió la CNDH porque respondió que la PF respondió conforme a derecho, entonces es una lástima porque hay claras violaciones a los derechos humanos y a los protocolos de actuación de la PF en el plano nacional y en el plano internacional por los artefactos que utilizaron ese día”, asegura.

Los procesos legales tampoco han corrido con mejor suerte. Dice que la averiguación previa por el presunto abuso de autoridad de la PF está estancada desde que la agente del Ministerio Público –quien habría encontrado el número de placa de la ambulancia que lo habría intentado llevar– fue cambiada, y el nuevo agente no le estaría dando continuidad al caso.

En cuanto a la investigación por presunto intento de homicidio, acusa que el Ministerio Público estaría “desviando la investigación” para presentar como presuntos responsables de la agresión en su contra a otros manifestantes. Esto lo supone porque en la averiguación previa que está abierta, y que él ha consultado, consta que se estás investigando también posibles agresiones a los policías federales, para lo cual se estarían analizando huellas dactilares en los artefactos encontrados en los alrededores de la Cámara de Diputados tras los enfrentamientos de ese día.

A dos años y medio de lo ocurrido, y sin que se vislumbre en el corto plazo una posibilidad de acceso a la justicia y la reparación, Sandoval Díaz reflexiona sobre lo que opina respecto a la impartición de justicia en el país.

Considera que lo único que podría posibilitar el acceso a la justicia es sopesar el interés común por encima de los intereses particulares. “Únicamente de esta forma vamos a poder tener justicia en nuestro país, porque la justicia no va a provenir de quien ha cometido el crimen […]. Ningún tribunal en este país está dispuesto a impartir justicia, porque sería ir en contra de la política de Estado”, sostiene.

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