EL SEGUNDO NIVEL DE LA ESCUELITA ZAPATISTA (I y II) El chiste es distinguir que una cosa es decir y otra es hacer
El 10 de octubre se publicó
la primera parte de un escrito de Gilberto López y Rivas titulado El Segundo
Nivel de la Escuela Zapatista. El 23 de octubre se publicó la segunda parte
de este escrito. Aquí las hemos reunido para su lectura y análisis.
(La Voz del
Anáhuac)
EL SEGUNDO
NIVEL DE LA ESCUELITA ZAPATISTA (I)
x Gilberto López y Rivas
10/10/2015
El 3 de octubre terminó el plazo para el envío de las seis
preguntas que cada estudiante del segundo nivel de la Escuelita Zapatista debía
mandar para ser evaluado en su desempeño y, en caso de ser aprobado, pasar al
siguiente grado hasta eventualmente completar seis. Para ello, los educandos
debían estudiar el capítulo 1 del libro El pensamiento crítico frente a la hidra
capitalista, así como ver un video de poco más de tres horas de
duración, en el que se muestra la genealogía y las características actuales de
la resistencia y rebeldía del EZLN, en voz de alrededor de 30 de sus
responsables locales, hombres y mujeres, procedentes de distintos municipios
autónomos de los cinco caracoles donde están ubicadas las Juntas de Buen
Gobierno: La Realidad, Oventic, La Garrucha, Morelia y Roberto Barrios.
Del estudio del capítulo
señalado destacan las participaciones del actual vocero del EZLN, el Subcomandante
Insurgente Moisés, quien en el tema de Economía Política va recapitulando en
torno a cómo vivían las comunidades hace 30 años, cómo viven los que no están
organizados como zapatistas y cómo viven ahora los propios zapatistas. Antes de
la llegada del EZLN en 1983, los indígenas de Chiapas no existían para el
sistema capitalista; eran los olvidados de los gobiernos que sobrevivieron con
la madre tierra, que resistieron la dominación de los terratenientes que detentaban
los mejores terrenos protegidos por su fuerza armada, las llamadas guardias
blancas. No había entonces carreteras, clínicas u hospitales, ni programas ni
becas. Con el tiempo, no les bastó con tener las mejores tierras, y ahora
querían las montañas, la riqueza de la naturaleza y, en consecuencia, se
organiza el despojo, el desalojo, para lo cual reforman el artículo 27
constitucional, cuya intención es privatizar los ejidos, vender o rentar la
madre tierra.
Cuando se da el
levantamiento de 1994 se inicia una política de contrainsurgencia para evitar
la extensión del zapatismo. Esas comunidades que dejaron que se privatizara su
ejido, al vender la tierra, quedan en la calle, pues ya no tienen dónde sembrar
su maíz y su frijol, quedando también a merced de esta política. La utilización
del término partidistas caracteriza a este sector social que ha caído en la
trampa gubernamental, distinguiendo claramente la contradicción no antagónica
del zapatismo con quienes incluso son considerados hermanos y hermanas, de los
paramilitares: ésos son unos hijos de la chingada, pues.
Los zapatistas
recuperaron a la madre tierra a partir de organizarse colectivamente,
combinando diversas formas del trabajo agrario a escala de pueblo, regiones y
municipios, y reconociendo intentos fallidos y errores. Se advierte que no
debemos idealizar a los zapatistas, pensando que cuando dicen limpio, todo es
limpio. El chiste es estar organizado y distinguir que una cosa es decir y otra
es hacer. Descubrieron la resistencia en las varias formas de hacer trabajo
colectivo y reaccionando ante quienes habían sido enviados por el gobierno para
vigilarlos, como los maestros, que resultaron expulsados de la zona, o llegando
a la conclusión de que no había que recibir nada del mal gobierno, lo que, a su
vez, condicionó el inicio de una gran cantidad de tareas en diversos ámbitos de
la explotación de la tierra, la producción, el comercio, la salud, la educación
que fueron dando sustentabilidad al proceso autonómico zapatista versus la dependencia,
pérdida de identidad, drogadicción y sumisión de los partidistas.
El sub Moisés sintetiza
de esta manera la resistencia que debe alimentarse de generación en generación,
si se pretende que no regresen los explotadores: “Una de las bases de lo que es nuestra resistencia económica, nosotros,
nosotras las zapatistas, es la madre tierra. No tenemos esas casas que da el
mal gobierno, bloques y todo eso, pero sí tenemos educación, estamos en eso que
son los pueblos los que mandan y los gobiernos obedecen… nosotros no pagamos
luz, agua, tenencia de la tierra, nada. Pero nada recibimos también del
sistema… Y esa es nuestra forma de ser y así vamos a seguir trabajando,
luchando, y moriremos así si es necesario, por defender en lo que estamos
ahora”.
La economía zapatista
responde a las necesidades de la resistencia y a la estrategia de
contrainsurgencia. Pocas veces manejan dinero, como cuando hay que pagar la
gasolina. Todo se hace a partir de trabajo político, ideológico, mucha
explicación. El sub Moisés pone el ejemplo de la educación, donde al maestro
con el trabajo colectivo se le trabaja su milpa, su frijolar, su potrero y así
puede tener su paguita. El chiste es que no quede nadie sin trabajar
colectivamente por la lucha, por la autonomía, y para ello los pueblos, las
regiones, los municipios autónomos y las zonas se ponen de acuerdo cómo quieren
trabajar. La economía zapatista tiene sus bancos, cuyas ganancias se van
también al movimiento de la autonomía. Se hacen préstamos para urgencias y los
fondos se integran de aportaciones de las bases de apoyo. Se aclara cómo había
organizaciones no gubernamentales (ONG) que se colgaban de la lucha zapatista y
obtenían fondos para pagar su burocracia, en palabras del sub Moisés: Entonces
del hombro de los que están luchando por la injusticia y la desigualdad, y la
miseria y todo lo demás, todavía se cuelgan otros ahí. Qué tan inteligentes
somos, ¿no?
De la economía rebelde
se pagan operaciones en las clínicas rebeldes, incluso para los partidarios, a
costos muy inferiores a los del mercado hospitalario. Todo esto se vigila con
acuciosidad, dado que es trabajo, sudor del pueblo; por ello, se exige a sus
autoridades rendir cuentas. No se idealiza el trabajo colectivo y con gran
sentido del humor el vocero del EZLN comenta sobre quienes están fumando su
cigarro o limando mucho su machete, para pasar el tiempo, o sea, para ser
mañosos. Pero a estos problemas, el chiste es que: No nos dejamos. Somos muy
tercos, somos muy necios. No lo abandonamos. Buscamos la salida, aconsejando,
dando aclaraciones, explicaciones, pues, y así vamos a seguir.
EL SEGUNDO
NIVEL DE LA ESCUELITA ZAPATISTA (II)
x Gilberto López y Rivas
La Jornada
23/10/2015
México
Los textos de las mujeres zapatistas incluidos en el
capítulo 1 del libro El pensamiento crítico frente a la hidra
capitalista, que los estudiantes del segundo nivel de la Escuelita
Zapatista debían analizar, son estremecedores, especialmente el relato de la Comandanta
Miriam sobre la situación de las mujeres antes de 1994: “Desde la llegada de los conquistadores sufrimos la triste situación de
las mujeres. Nos despojaron nuestras tierras, nos quitaron nuestra lengua,
nuestra cultura. Es así donde entró la dominación del caciquismo,
terratenientes, entra la triple explotación, humillación, discriminación,
marginación, maltrato, desigualdad… Porque los pinches patrones nos tenían como
si fuera que son como nuestros dueños”. Su extraordinaria descripción del acasillamiento
toca los diversos tipos de humillaciones y trabajos forzados de las mujeres, a
manos de los finqueros, al grado que unos pensaron refugiarse en los cerros. “Se juntaron, platicaron y lo formaron una
comunidad donde pueden vivir. Así formaron comunidad. Pero otra vez cuando ya
están en las comunidades, como el patrón, o sea el acasillado, trae otra idea,
como lo trataron con el patrón los hombres, como que traen arrastrando malas
ideas también los hombres, y aplican dentro de casa como el patroncito de la
casa… No es cierto que se liberaron las mujeres sino que ya son los hombres que
fueron el patroncito de la casa. Y otra vez las mujeres quedaron en la casa
como si fuera cárcel, que no salen otra vez las mujeres, quedaron ahí
encerradas otra vez…”
La Comandanta Rosalinda
da cuenta del reclutamiento de las primeras mujeres en los años de la
clandestinidad, pueblo por pueblo, de la necesidad de organizarse y de que haya
compañeras milicianas e insurgentas, “hasta
llegar en 94 cuando salimos en la luz pública, cuando ya no aguantaba el
maltrato que nos hacían los pinches capitalistas. Ahí vimos que sí es verdad
que tenemos el valor y la fuerza igual que los hombres, porque pudieron
enfrentar con el enemigo, no le tuvieron miedo a nadie… Después nos dimos
cuenta (que) para hacer una revolución no sólo los hombres, tienen que
hacer(la) entre hombres y mujeres”.
La comandanta Dalia
continúa la narración del trabajo de las mujeres con el EZLN, de las pláticas
en cada pueblo, de los problemas que enfrentan cuando todavía hoy algunos se
ponen cabroncitos, de cómo pasaron por todos los trabajos de responsabilidad
hasta llegar a ser Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Afirma que van a
seguir organizándose “porque hay todavía
tristeza, dolor, encarcelamiento, violación, así como las madres de 43
desaparecidos… Debemos luchar al 100 por ciento hombres y mujeres. Tener una
nueva sociedad, que el pueblo sea el que manda”.
La joven base de apoyo
Lizbeth y la escucha Selena sostienen que ellas no conocieron la vida de las
haciendas y ahora tienen la libertad y el derecho como mujeres de opinar,
discutir, participar en las múltiples tareas de la resistencia y la autonomía,
resistiendo la guerra de contrainsurgencia y los espejismos del capitalismo que
se muestran en la televisión, tratando de usar celulares y la propia televisión
para su lucha. Se distingue de los pobres-pobres, los partidistas, pobres
materiales y de pensamiento, de los zapatistas, que son también pobres pero
ricos por sus trabajos para el bien del pueblo y para que no haya mandones ni
explotadores.
Por su parte, el sub
Galeano, en su Visión de los vencidos, señala cómo esas generaciones de mujeres
indígenas ya dicen su palabra en la genealogía de su lucha. “Tres generaciones de rebeldes zapatistas
–destaca–, no sólo contra el sistema,
también contra nosotros… varones zapatistas”. Se declara derrotado por esa
lucha, aunque como la hidra capitalista, sostiene que los varones siempre
tratan de reganar los privilegios perdidos. Se remonta al origen de esa lucha y
describe que todo empezó con las insurgentes. Reitera que en el EZLN también
participan mujeres no indígenas, y en la mayor parte de su singular
relato-testimonio se transcriben varias de las opiniones de estas compañeras,
que se refieren al ámbito un tanto intimista de las relaciones hombre-mujer y a
la caracterización del macho dominante, violento, cazador esquizofrénico que
por más sensible y receptivo que se autoconsidere, no puede ser feminista,
porque representa el mismo sistema contra el cual supuestamente lucha.
Las tres partes de los
apuntes en torno a las resistencias y rebeldías, expuestas por el subcomandante
insurgente Moisés, constituyen textos claves para comprender la lucha
zapatista. Inicia recordando que los zapatistas conforman una organización
armada, pero contrariamente a la tradición militarista de algunas guerrillas
latinoamericanas, en este caso no se hace del arma un fetiche, se observa como
un instrumento más, como el machete, el hacha, la pala, aunque se es consciente
de que cada herramienta tiene su función, y la del arma es matar.
Después del repliegue
del 94, se entendió que la lucha podía involucrar muchas formas, que la
resistencia y la rebeldía podían ser en varios sentidos. “La resistencia es ponerse fuerte, duro, para dar respuesta a todo, a
cualquiera de los ataques del enemigo, del sistema; y rebelde es ser bravos y
bravas para hacer las acciones, o lo que necesitamos hacer… Hay que resistir
las provocaciones del Ejército y la policía, las informaciones de los medios,
los bombardeos sicológicos”.
Descubrieron que con
resistencia y rebeldía es posible gobernar y desarrollar iniciativas propias.
De hecho, los zapatistas no han realizado un solo ataque armado desde enero de
1994. No quiere decir, compañeros y compañeras, hermanos y hermanas, no quiere
decir que estamos renunciando a nuestras armas, sino que es ese entendimiento
político, ideológico, rebelde, que nos da la forma de ver cómo hay que
convertir realmente en arma de lucha esta resistencia. Para todo esto, se
requiere el trabajo político, la explicación, que para gobernar no se manejan
órdenes, sino acuerdos.
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