¿Más profesores encarcelados, por qué no 100 aprehensiones contra funcionarios de gobierno por ladrones y asesinos?
Por Pedro Echeverría V.
31
octubre, 2015
En vez de
profesores, ¿por qué no 100 órdenes de aprehensión contra funcionarios de
gobierno por ladrones y asesinos?
Publicó hoy viernes La
Jornada: “Son en total 29 las órdenes
de aprehensión contra maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación (CNTE), por lo que faltan 26”, señaló el subprocurador de
Control Regional de la Procuraduría General de la República (PGR), Gilberto
Higuera. Aclaró que sólo tres se cumplieron la víspera y una más es una orden
emitida por un juez del fuero común. “En
todos los casos hay delito grave”, porque son opositores al gobierno, son peligrosos y llevan muchos años
protestando.
Con ello el maldito gobierno, particularmente la SEP, se cuelga una medalla
más para demostrar su enorme capacidad represiva. Pero cada vez que respira ese
funesto gobierno recibe una mentada de madre de los maestros y el pueblo. ¿Qué
importa que le recuerden cada segundo a su mamacita si al parecer nunca las han
tenido? Gozan reprimiendo, persiguiendo, torturando a quienes desde el campo,
la fábrica, la escuela, las calles, reclaman condiciones de trabajo, libertad
para vivir y salarios adecuados. Y los profesores han sido el máximo ejemplo de
luchadores sociales estos años.
Si hubiese un fuerte y justiciero movimiento de trabajadores,
publicaríamos: “Hemos aprehendido a cinco
de los principales ladrones y asesinos mexicanos encabezados por Carlos
Salinas, Ernesto Zedillo, Fernández de Ceballos, Vicente Fox, Felipe Calderón y
al actual presidente de la República, señor Peña. Nosotros no inventamos
acusaciones porque hace muchos años que los tenemos bien señaladitos; sin
embargo hemos preparado el Zócalo para que cada mexicano –cuidando de que
no sean linchados- sólo acuda a hacer su
acusación.
¿Cuál es la diferencia entre los profesores y esos funcionarios? En que los
profesores son queridos por niños y padres de familia en sus comunidades porque
trabajan y luchan defendiendo los intereses de los pobres, miserables,
desempleados. Los funcionarios, por el contrario, se dedican a cobrar fabulosos
salarios, a esquilmar el presupuesto público, a encarcelar a los que protestan
y a asesinarlos si es posible. Pero no se olvida que los maestros sólo tienen
la razón en sus luchas; los funcionarios, al contrario, cuentan con el
ejército.
Por ello se dice que el mundo capitalista está de cabeza y nuestra obligación
como trabajadores en lucha es ponerlo de pie. ¿No es acaso un mundo al revés
cuando vemos que el 90 por ciento de la población es explotada y mal pagada
mientras un puñado de grandes empresarios y altos políticos exprimen y
desangran el presupuesto público? Todo lo malo del sistema es para la población
mayoritaria y todos los privilegios son acaparados por un pequeño grupo que
controla el poder. Pero el pueblo que se da cuenta acumula descontento que muy
pronto estallará.
Los gobernantes tienen la obligación de respetar y tratar bien al pueblo
porque él con su trabajo los mantiene. Empresarios y gobierno usan a los medios
de información, las novelas, el futbol y a la religión, para tener engañados y
domesticados a los trabajadores. Dado que los profesores y trabajadores con sus
protestas en las calles están enseñando a luchar al pueblo, entonces los
reprimen, encarcelan o asesinan para que no sigan abriéndole la mente y los
ojos al pueblo. Por ello el poder quiere profesores dóciles, miedosos, que no se
metan en nada. Pero empiezan a despertar.
Nadie debe dejarse engañar: a los profesores sólo se les puede acusar de
luchadores sociales a favor de los explotados y por una buena educación; lo
demás son inventos para detenerlos. A los altos funcionarios, al contrario, se
les puede probar que saquean el país cobrando gigantescos salarios y haciendo
negocios junto a los funestos empresarios y dueños de los medios de
información. En conclusión: ellos tienen el poder, la fuerza, el dinero y el
control de la conciencia. Los profesores tenemos la razón y pronto la fuerza
para derrotarlos.
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